Partida Rol por web

Recuerdas un camino entre pinos, pero que hiciste en sentido inverso, desde la choza de Vermudo hasta el pueblo. El camino se bifurcaba un par de veces, pero crees recordar que se veía el río a través de los árboles hasta llegar hasta el refugio. Recuerdas haber subido el camino del río para ir a las montañas, donde el lago. Y recuerdas que vadeándolo una segunda vez, se llegaba a la pradera donde estaba la choza, y si en cambio se proseguía, se alcanzaba el desfiladero de las montañas.

No hay algarabías esta mañana, sólo la calma de un pueblo atenazado. Por la noche ha empezado a soplar un viento fuerte que habéis agradecido, pues el silbido ha atenuado los aulllidos de lobos que se oían de tanto en cuando. Aunque el cielo está despejado, y luce el sol, el viento se mantiene y es lo suficientemente fuerte para molestar. Os encontráis frente al pozo, que está tapado y candado, todo el grupo, y sólo al cabo de un rato os percatáis de que la muchacha que servía ayer las mesas, Flora, está sentada detrás agazapada bajo una manta marrón.

Se levanta y os saluda con una reverencia supuestamente dirigida a los nobles don Tancredo y Arturo, pero su mirada se clava en Zacarías. De su cuello cuelga un enorme cuerno  de buey, sujeto con una cuerda  por ambos extremos.

Y partís, bajo la mirada del posadero y pocero, que al igual que ayer os miran desde la puerta de la taberna, y niegan con la cabeza...  

- Buenos días señora, dijo al ver a Flora allí esperándoles, - el día hoy amanece sin señal de lluvias, dijo montado en su caballo llevando su escudo en la mano izquierda y la espada al cinto. - Parece que el tiempo nos sonríe para hacer justicia en este hora y día. - Dijo persignándose seguidamente y a continuación esperando a que apareciesen el grupo que iba a hacer la caminata.

Una vez en el punto de origen donde debían de elegir entre ir por el río o por el camino del interior el caballero les dice. - Non sé muy bien la opción que elegimos. Pero debido a la información que me dio el conde debo ir por el camino río arriba. Allí hay una iglesia que dicen de los templarios, y detrás de ella una cueva donde el Conde tuvo una visión. Est mi deber ir y ver explorar como se dice ese lugar y hacer mis oraciones para con Dios. Tomad los demás vuestros caminos excepto mi criado que debe acompañarme por el vasallaje que me debe. Más et de comprender que el interior siempre es más fácil de ser emboscado por estos demonios de la noche. Tomad vuestra decisión para ver si debemos de separarnos o seguir juntos.   

—Buenos días —saludo al llegar y hago una leve reverencia con la cabeza en dirección a Flora—. Parece buen tiempo sí, este viento se ha llevado las nubes y los horrorosos aullidos. No había quien pegase ojo anoche.

¿Qué tal, señora? No se quedaría vuestra merced hasta muy tarde trabajando anoche, espero. ¿Ha podido descansar algo?

Don Tancredo comienza a hablar sobre unos sueños del noble y su deber de ir por el camino del río.

—Yo prefería el camino del interior, por aquello de no enfrentarnos al río. Mas dividirnos puede ser más peligroso en caso de ataque de esas bestias. Si todos decidís ir por el río, no seré yo quien tome un camino diferente.

Lo cierto es que don Tancredo y su caballo me dan cierta seguridad a la hora de plantarle cara a los lobos y, si se diese el caso, prefiero tenerlos cerca.

Salimos temprano para intentar poder ir y volver a casa del curandero antes de que anocheciera. Antes de partir le hice un gesto a Froilán para recordarle nuestra conversación de anoche, a ver si era capaz de no meterse en líos mientras no estuviéramos.

Nos reunimos con el resto del grupo y me sorprende ver a la muchacha que ayer servía en la posada, parece que al final si nos acompañara alguien que conoce el camino.

- Don Tancredo - contesto cuando nos indica su intención de ir por el rio - Si el rio esta crecido como ayer nos dijeron, ese camino no es del todo seguro. Yo prefiero ir por el camino del bosque, pues salvo que tengáis una barca escondida, conozco bien lo traicioneras que son las corrientes -

Escucho a Zacarias dar su opinión, tiene razón en lo de no separar el grupo, más no me inspira ninguna confianza cruzar el rio a caballo como ayer nos comentaron los aldeanos que tendríamos que hacer.

Iba caminando et Pablo  montaba el jamelgo que yo llevaba de las riendas-a las buenas de Dios-​dije a la niña et a los allí reunidos.

Después de escuchar a los presentes pronunciome et doy la mía opinión-​Con el viento que faze también prefiero el camino del interior......mas Don Tancredo,¿puede hablarnos de la visión del conde?

Non credo en visiones et paresceme argumento de poco peso para tomar ese camino frente a las crecidas del rio....además de non conoscer al conde de apenas unas palabras et non parescíame el más cuerdo de los omnes.

Mas si es la vuestra decisión non me opondré, solo espero non echar de menos la vuestra espada et que vos non nos necesitéis.-​Aquesto disje , acaricié al caballo et esperé la respuesta del noble et las opiniones de los demás.

Amelia tenía vagos recuerdos del sendero del río, no obstante la perspectiva de quedarse con Don Tancredo, quien en la noche anterior no hizo si no injuriar la memoria de su difunta madre, no era para nada halgueña. El veredicto por lo que a la joven respectaba estaba claro:

-Acompañaré a vuesas mercedes por el bosque, me gustaría ver al curandero cuanto antes y para ello no sería conveniente facer en rodeos que tornen en más pasos de los estrictamente necesarios.

El Caballero escuchó a Zacarías, sopesaba cada una de las frases y asintió dándole firmeza a sus palabras. Después habló Nuño y el caballero no pudo por más que seguir asintiendo a las palabras del hombre. Después escuchó al trovador de noble cuna, y le respondió: - No todos los lobos son malos, pues en la anécdota del Conde había cambiado el antiguo escudo de Ucero por dos lobos. Fue cuando iba a marchar junto al Rey y al rezar en la iglesia de las montañas. Allí es donde le fue revelado en una gruta tras ella, una estela de piedra con dos siluetas que le pareció que eran lobos. 

Después mirando a todos: - ¡Me habéis convencido!, primero porque mi armadura sería mi mayor enemigo si tengo que nadar para salir del río. Segundo, porque echaría a perder mi montura que todo noble caballero debe de poseer. Por último, que sería un triste final para un caballero, que si tiene que morir prefiere siempre que sea luchando, y no ahogado contra la infortunada naturaleza. 

Desde donde estáis, el pueblo apenas se distinguen de la loma sobre las que están. En cambio, el castillo domina imponente el camino. Desde allí, podéis ver una figura montada os observa a los pies de la muralla, pero está demasiado lejos para que podáis distinguir de quien se trata, sólo podéis ver la silueta oscura de un jinete.

Os adentráis en el bosque, que os protege el viento que inquietaba a las montura,s y comenzáis a caminar entre los pinos. El viento agita las ramas y provoca un murmullo constante. No podéis ver el río, pero de tanto en tanto veis árboles de hoja diferente a los pinos que os envuelven aunque cada vez más lejos. Ningún lobo véis, ningún aullido oís. En una bifurcación tomáis el camino de la derecha, siguiendo a la pequeña Flora. Y al llegar a la segunda, la joven se arrodilla frente a una piedra vagamente circular, que está cubierta de liquen. En ella hay una espiral grabada. Flora ha ido recogiendo un puñado de ramitas, que ha atado con un hilo, y lo deja a los pies de la estela.. 

-Hay que fazer muestra de respeto al bosque...Pedir permiso.. Mi padre dexía que ante aquesta piedra, faziendo una grande ofrenda, et deciendo las palabras antiguas, que Vermudo conoscía, conseguíasen protección... o perdición.- Dice a Zacarías sonriendo, y se levanta para tomar el camino de la derecha otra vez. 

Cuando habéis dejado atrás la piedra, un trino entrecortado os llama la atención. Hay un halcón apoyado en la piedra. Sigue trinando y levanta el vuelo para pasar por encima de vuestras cabezas en la dirección por la que ibais. 

Y entonces el ruido de otro animal os encoge el alma. Un aullido lejano.  

Hubieras jurado que en la segunda bifurcación, había que tomar el camino de la izquierda y no el de la derecha, pero no estás del todo segura. 

El caballero miró hacia el castillo, viendo una figura lejana que se dibujaba bajo una silueta montada pero debido a la distancia no pudo identificarlo. Sin decirlo en alto, siguió cabalgando sobre su jamelgo aunque pensaba en el buitre como la posible figura que los observaba desde aquella distancia. Siguió hasta adentrarse en el bosque, y el viento hizo que su montura se inquietara e intentó calmarla acariciando su crin. Prosiguiendo, vio que el tipo de árbol que residía en el interior del bosque iba cambiando hacia otro tipo de árboles que le era desconocido y los envolvía cercando al grupo. Continuó aunque receloso de lo que veía y su convicción le decía que habían tomado el camino equivocado.

Todo el grupo seguía a la pequeña Flora, y Tancredo no puso objeción alguna, continuó sobre su jamelgo siguiendo a la muchacha. Esta muchacha, ¡como no!, presentaba la misma superstición que había visto en la aldea, y para asombro también comentó con toda tranquilidad que el tal Vermudo confiaba en tales supersticiones. El caballero no hizo comentario alguno, pero sus argumentos que expuso en la casa de la vieja, iban teniendo otra vez su razón de ser, aunque tuviera a los aldeanos en su contra. El pueblo estaba perdido, y todo aquello no podía ser más que una maldición provocada por el abandono de la verdadera fe. El castigo de Dios a un pueblo que se había vuelto hacia los ídolos. El obispo le había encomendado una tarea un tanto ardua, y la única salida que veía era la de matar a aquellos lobos para devolver otra vez la credulidad al pueblo. 

Cuando el grupo vio al halcón, el caballero se quedó asombrado que durante el camino no hubieran visto a ningún animal, en cambio cuando este pájaro inició su vuelo... un aullido los sobrecogió. Es en ese momento, cuando el caballero Tancredo paró su montura, sacó su espada y alertó al grupo. - ¡Paraos!, el enemigo acecha cerca, dejadme ir el primero y a mi escudero el último así os cubriremos a todos.    

Aquellos movimientos parecían extrañar a la joven Amelia. Mucho ha de la última vez que pacía por aquellas tierras, recordaba haber vivido rituales en en su momento no alcanzaba a entender, más ninguno se asemejaba a aquellos.

Optó por callar. Ya había vivido en la noche anterior lo desagradable que podía ser cuando un desconocido te juzgaba innecesariamente. No tardaron en ponerse en marcha tornando nuevamente a la derecha, todos siguieron a la joven a excepción de Amelia que se detuvo extrañada. Mirando en la otra dirección.

-Qué raro... Voto a Dios que me suena más aquesta estrada-Dijo más para ella misma que con la intención de advertir a alguien.

Camino distraído pensando en las mías cosas et no presto demasiada atención a lo que ocurre. Veo aquesto como una aventura et como tal la tomo, un poco a broma.

Cuando llegamos a la piedra et veo a la joven Flora arrodillarse ante la piedra, hago lo mesmo et dejo allí un par de vellones de plata. Non credo en aquestas cosas, mas non nos puede fazer mal ganarnos las simpatías de la niña, aunque solo sea creer en un cuento.-Busquemos pues su bendición, ¡​oh Oberón ,rey de las hadas, cuida de nos et non haremos ningún mal!-​hagolo con cierta pompa, non dando a entender si es cierto lo que digo o parte de un cuento, disfruto con ello.

Cuando el caballero nos advierte, le djo fazer. Así puedo ir a lo mío sin preocuparme en exceso de los lobos.

Después de aquesto me acerco a Amelia et la pregunto -¿​qué decís?¿algún peligro veis? Es solo el bosque......¿non?

Marcho con el resto del grupo en silencio et distraida. Las decisiones sobre que camino tomar me dan igual mientras lleguemos al objetivo.

Hay que fazer muestra de respeto al bosque...Pedir permiso.. Mi padre dexía que ante aquesta piedra, faziendo una grande ofrenda, et deciendo las palabras antiguas, que Vermudo conoscía, conseguíasen protección... o perdición

Sabias palabras me parecen las de la niña. El bosque encierra muchas animas et espiritus a los que hay que respetar et conoscer. Lamentablemente non conozco las palabras adecuada para los espiritus de estos bosques asi que tan solo imito lo que hace la niña, sabiendola conocedora de estos montes

 Y entonces el ruido de otro animal os encoge el alma. Un aullido lejano. 

Vuelven los lobos! me giro burscamente hacia el origen del aullido intentando reconocer algo en su sonido

Intento entender los aullidos de los lobos. Seran estos bestias tomadas por el averno como las del camino o seran alguno de mis hermanos?

El aullido es de un lobo común, que perdido en una zona que no conoce busca a su manada. No está cazando.