Partida Rol por web

Dejo que mis ojos se acostumbren a la oscuridad y observo el interior de la cabaña, tratando de descifrar qué ha podido ocurrir allí.

Con cautela y cierto miedo ante lo que ha dicho Pablo, me acerco al guiso y lo examino. Remuevo con el cucharon esperanzado en que lo que dice haber visto Pablo no sea más que una desafortunada ilusión suya.

Tus ojos se acostumbran a la oscuridad, y al acercarte al caldero puedes ver un montón de herramientas y utensilios tirados en el suelo. No hay muchos muebles, alguna banqueta, y un arcón, ambos tirados por el suelo. Un cuerno de chivo con una correa, también tirado en el suelo, te llama la atención por ser igual al que llevaba Flora.

El olor a guiso de carne llena tu nariz al acercarla al fuego. Levantas el cucharón chorreante, y puedes ver entonces un gran bulto que sobresale del guiso. En el fondo del caldero puedes ver un rostro. Pelos húmedos, las cuencas vacías de ojos pero llenas de caldo, una nariz, y una boca abierta con una mueca. 

Pongo atención en los aullidos de mis hermanos. Se siguen reuniendo, algo los esta agrupando y parece que el punto de encuentro esta cerca de nuestro camino de llegada a la cabaña.

Presto atención e intento orientar el origen de los aullidos pero es dicifil orientarme en la espesura. Regreso sobre nuestros pasos en busca de los aullidos. No se muy bien se me llevan por el camino de vuelta o adentrándome en el bosque, mas no es problema para mi. Me dirijo directamente hacia donde yo creo que les oigo de forma mas clara

A lo lejos escucho aun los gritos de los hombres y mujeres que luchan por no ahogarse o que intentan rescatarles. Me dan lastima pero poco podria haber hecho yo. Tambien mis hemanos del bosque necesitan ayuda y hasta ahora nada he hecho por ellos

Amelia tenía toda la ropa empapada y se le pegaba al cuerpo dándole un peso extra, aún así tiró de todas sus fuerzas para agarrarse a la cuerda que Don Tancredo le había tendido y gracias al buen Nuño tuvo a mano... Más la corriente era imposible y tiraba de ella como el diablo lo hacía del devoto de Dios.

Seguí nadando y conseguí alcanzar a Tiago, al que parecía que nadar no se le daba muy bien. Ahora debíamos conseguir salir los tres del rio.

Una sombra se desliza tras los árboles delante tuyo, y casi como si se hubiera percatado de tu presencia al mismo tiempo que tu la ves, se detiene. Un lobo común clava sus ojos en tí, inmóbil, y tras observarte, vuelve a retomar su marcha, pero vigilante con la cabeza vuelta hacía tí. Sigue la senda por la que vinísteis, pero a una distancia entre los pinos. 

El omne seguía con su buena constitución que le evitaba tragar agua, más aunque su amigo Nuño había llegado con una cuerda no pudo sujetarla pues sus brazos seguían ocupados en sostenerse sobre el agua. Más estaba tan concentrado en lo suyo que no podía saber dónde se encontraba Amelia, sus esfuerzos iban en no ahogarse e intentar sujetar esa cuerda.

El agua no daba cuartel a ninguno de los que se afanaban por demostrar que debían vivir al menos un día más. Amelia insisto con sus brazadas buscando asirse nuevamente a la cuerda

Una sombra se desliza tras los árboles delante tuyo, y casi como si se hubiera percatado de tu presencia al mismo tiempo que tu la ves, se detiene. Un lobo común clava sus ojos en tí, inmóbil, y tras observarte, vuelve a retomar su marcha, pero vigilante con la cabeza vuelta hacía tí. Sigue la senda por la que vinísteis, pero a una distancia entre los pinos.

Sigo al lobo todo lo rápido que puedo. Mis hermanos son huidizos y es dificil seguirlos en el bosque, sobre todo si ellos no quieren ser seguidos. Me atrevo con algo de sonido y le grito en su lengua -Ven hermano, no te vayas. Acércate a alguien de tu sangre, introdúceme en tu manada- 

Pese a conseguir alcanzarlos a los dos, ninguno fue capaz de aferrarse a la cuerda para que pudieran salir del rio. La corriente volvió a arrastrar a Amelia hacia el centro del rio mientras veía como Tiago seguía braceando intentando mantenerse a flote. Maldición si al menos uno de ellos hubiese agarrado la cuerda podría intentar arrastrar al otro.

El lobo se detiene y hace un círculo saltando, para echarse a andar y volver a detenerse. Le entiendes. Están convocando a la manada. Es cerca. Retoma el paso, y le sigues entre los pinos. Otro lobo os sigue por detrás, y ves más sombras más allá. Tan atenta estás en los lobos, que te encuentras corriendo por el sendero casi sin darte cuenta. Algo más hay adelante. 

La silueta de un caballo se dibuja entre las ramas de un árbol. Te acuerdas del lugar. Es el cruce donde la niña se detuvo a dejar un ramito frente a la estela. De repente oyes algo extraño: Balidos de oveja. Otra figura, de hombre, está atando varias cabras a los pies de un árbol. Tanto las ovejas, como el caballo parecen aterrorizadas por los aullidos de lobo, y no dejan de balar y relinchar inquietas. Los lobos que te acompañaban dejan de correr para acercarse con cautela hacia donde está el hombre. 

-¿Este olor...?- Flora está en el umbral de la puerta. Ha encontrado el coraje de entrar, y parece que se fuera a acercar a tí.

Tiago por fin pudo nadar hasta la cuerda, de repente pudo controlar sus brazos y sus manos totalmente, conduciéndolos hasta su salvación. Se sujetó a la cuerda lanzada por sus compañeros y llevada allí por el buen Nuño, y tiró para salirse del agua, estaba bastante mareado con todo lo que estaba pasando y antes que ser un lastre para sus compañeros prefirió olvidarse de la campesina, y dejó que fuera otro con más capacidades el que salvara a la bella mujer. Por este motivo se le vino a la mente los ejemplos de los caballeros haciendo heroicidades, y para Tiago llegar hasta la cuerda había sido todo un logro. En otro caso, sabiendo nadar hubiera ido hacia la mujer con la cuerda para sujetarla y qué sus compañeros tiraran de ella. Pero en su caso, que nunca había tocado el agua prefirió no tentar a la suerte.

Me acurruco junto a los lobos agachándome para evitar ser vista por el hombre. Parece estar atando unas cabras a un árbol pero, para que?. Miro a mi alrededor y le pregunto a alguno de mis hermanos

¿Conocéis al hombre? ¿Acaso vamos a hacerle huir para hacernos con las ricas cabras y con las ovejas?  Tened cuidado, los hombres no son de fiar et si atacamos a uno puede que vengan ciento