Partida Rol por web

Alguien está convocando a una manada de lobos, pues se aúllan para orientarse hacía el lugar donde les llaman...

Escucho a los lobos con interes. Se estan reuniendo. Ganas me dan de ir en su busca et preguntarles que les está pasando. En cuento pueda escabullirme iré a su encuentro. Ahora sacaré a Amelia del agua mas en cuanto esta regrese con el resto ire al bosque finjiendo ir a hacer aguas menores et correre a reunirme con mis hermanos. Algo hace que se comporten de forma extraña et non voy a permitir que eso ocurra 

Cuando veo la cabeza escupo en el suelo lo probado y salgo corriendo a buscar a alguno de los presentes para contarle lo de la cabeza. Estoy asqueado. Quién me mandaba a mí probar el puchero. Sigo escupiendo para intentar quitarme el sabor, pero es en vano-¡Señores he encontrau una cabeza!

-¿Está bien... Lo siento.? -Parecía que su idea no se había antojado como un buen plan. Sus pies levantaban salpicaduras al avanzar en dirección a la orilla. -¿Y a dónde vamos ahora?, están por todas partes.

Oís a Pablo, el criado de Arturo, aullar, y le véis salir de la casa de Vermudo a la carrera, casi dándose de bruces con Zacarías que está delante de la puerta hacha en mano. 

-¡Señores he encontrau una cabeza! 

Cuando Amelia está alcanzando la orilla, y justo tras preguntar hacía donde iríais, pone el pie en una parte más honda y tropieza mojándose completamente. Al intentar ponerse en pie vuelve a caer al engancharse con algo. La corriente tira de ella y de repente se encuentra varias varas más lejos y aunque no parece que cubra del todo, no puede incorporarse. Tropieza cada vez que lo intenta. 

No véis nada en la espesura, y no sois capaces de discernir si los aullidos son lejanos o no. Únicamente que vienen de varias direcciones. 

Tras oir el grito de Pablo, la niña está petrificada apoyada en el muro. 

-¡Non!, ¡Señor Zacarías! ¡non entréis!

El resbalón fue demasiado fuerte para lo que ella esperaba y el susto hizo el resto, así que la corriente empezó a llevársela.

El caballero vuelve hacia la cabaña cuando se encuentra con que el caos impera entre el grupo, por un lado la pueblerina internándose cada vez más en el agua, por otro Flora que habla de que no entren en la casa. El demonio ha estado en este lugar es lo que piensa Tancredo, pues nunca se avecina tanto mal solo.

El caballero grita: - ¡POR DEUS!, salvar a la muchacha lanzarle una cuerda o algo para que pueda arribar a la orilla. ¿Qué hace esta muller ahí?, sin duda la virxe del lago debe ser un demonio para llevarla hacia la profundidad. ¡OH POR DEUS!, ¡POR DEUS!, lanzarle algo que se nos ahoga. 

Tancredo mira a su escudero: - Tiago rápido ve a la choza y trae una cuerda o algo para poder lanzárselo o,  ¡zambúllete en el agua y sácala! 

Tiago se queda anonadado al principio al ver tanta confusión, pero mira a un lado y hacía otro donde está disperso el grupo para darse cuenta de la situación. Lo primero que se le ocurre ante las diferentes órdenes que le da el caballero es soltar escudo y espada, y todo equipo de mochila que pesara en su ropaje, después se adentra al lago para rescatar a Amelia. ¡NUÑO, NUÑO QUE SE NOS AHOGA!, le dice al marinero para que actúe con él a su favor, adentrándose en la profundidad mientras nada para rescatar a la muchacha. 

El grito de Pablo me sobresalta, especialmente cuando casi choca conmigo al salir de la cabaña.

—¿Que has visto ahí dentro Pablo?

Me acerco cauteloso a la puerta, agarrando fuertemente el hacha, y echo un vistazo al interior desde el quicio de la puerta. Entrando poco a poco y alerta a lo que pueda suceder, tanto dentro de la cabaña, como fuera de ella.

¡Una cabeza, hay una cabeza humana en el guiso!-Digo sobresaltado y todavía escupiendo al suelo intentando quitarme el sabor de lo ingerido. Quién diantres me mandaba a mí probar el cocido.

Después cojo a Zacarías de la manga, lo llevo ante el puchero. Cojo el cucharón y le muestro la cabeza por si duda de mí-Mirad

Al ver a Amelia en el rio a punto de ahogarse non dudo. Corro hacia el mío rocín et saco una cuerda. Cojola et la lanzo al rio asiendo uno de los extremos.-​¡Asid la cuerda!-​He dejado el escudo en el suelo et la espada llevola en la pretina, non creo debamos usarla agora. Los lobos non parece que nos acechen et el descabezado será cuestión de tratarlo con calma más adelante.