Partida Rol por web

Aquello cada vez pintaba peor. Cuando por fin llegaron al hangar, descubrieron la nueva nave, muy bonita, pero ni siquiera tenían idea de lo que eran los complementos que llevaba o podía llevar. El informe de la misión parecía desalentador, un gigante gaseoso con atmósfera hostil, lo que significaba que cualquier hueco abierto en sus armaduras por disparos o lo que fuese podía matarles. 

Sheriff preguntó si había alguna duda. Muchas, pensó Akira, Primero, que coño hacemos bajando a un gigante gaseoso sin saber siquiera cómo es. Segundo, por qué tenemos otro loco en la unidad, y qué vamos a hacer si se le va la olla por el espacio cerrado. Tercero, por qué mierda nos dan una nave sin piloto. Cuarto, qué es eso del pequeño doctor. 

-Ninguna pregunta-respondió. Se dirigió al interior de la nave, mientras la advertencia de Pedraforca terminaba de rematar la situación ya de por sí poco favorable, y echó un vistazo por el interior antes de buscar un asiento con unos buenos cinturones. 

Se disponía a responder a su compañero pero ya habían llegado al hangar y el sargento se acercaba para hablar.- Ya te lo contaré cuando salgamos de aquí. Le dijo para evitar que en su primer día fueran regañados por conversar mientras su superior daba instrucciones. Escuchó con atención las palabras de Sheriff. Genial, salgo de una trampa mortal para ir a otra. Pensó Lancel cuando se mencionó las duras condiciones a las que se enfrentarían en Rembrandt. Le preocupaba que se repita lo sucedido con sus anteriores compañeros, pero no dejó que se le note ocultando lo que en verdad sentía con una expresión fría de soldado curtido. Cuando el sargento le dio la bienvenida Evans asintió al saludo. No dijo nada y se mantuvo firme a la espera de órdenes. 

Pedraforca y Sheriff estuvieron debatiendo por un momento sobre la nave que los transportaría ahí, al parecer el cabo no dominaba aquél modelo, así que dependerían de la suerte. Un piloto, un simple piloto no pudieron asignarnos... malditos burócratas. Pensó algo frustrado. 

Finalmente se dio la orden y Lanza abordó la nave, tomó asiento junto a Akira y se abrochó fuerte el cinturón. Era su primer día con su nuevo grupo y ya se estaba embarcando a una peligrosa misión, la vida de un soldado no era para nada fácil. 

Piñeiro saludó militarmente al sargento, tragó saliva ruidosamente y contempló la compuerta de la lanzadera como un condenado mirando las puertas del infierno. 

Respirando hondo se metió dentro. Era mil veces peor que una celda acolchada: los asientos en fila, estrechos como ataúdes; las armaduras de mandelbrite dispuestas como tétricos vigilantes sin vida; la atmósfera opresiva con un ligero olor al desinfectante que no tapaba por completo el hedor del miedo. Allí había muerto gente.  

Sudaba copiosamente y cada fibra de su ser le gritaba que saliera de allí. Sin embargo, se descubrió a sí mismo poniendo su bolsa en un gancho de la pared, ocupando un asiento detrás del piloto y abrochándose el arnés de seguridad con los dedos temblorosos. 

Era como si todo aquello le estuviera pasando a otro. Ni siquiera estaba seguro de que sus pensamientos fueran del todo suyos. 

Maravillas de la química. 

Subo a la lanzadera el último intentando recordar alguna cosa del modelo.

Al pasar al lado de la soldado Akira le hago un rapido e informal gesto de saludo deseándole suerte. Dejo en sus fijaciones de seguridad mi equipo para poder tripular la lanzadera. Una vez asegurados los arneses lo comunico formalmente. – Sargento Sheriff he ocupado el puesto de piloto según sus ordenes.

Aprovecho los minutos hasta que nos den la orden de salida en repasar el manual de instrucciones.

Si muy bien salen un gran listado de gloriosos almirantes que inspiraron este modelo pero donde pone como despegar y aterrizar...

Piñeiro se inclinó sobre el asiento del piloto para susurrar por encima del hombro del cabo Pedraforca:

-Tienes que graduar el giroestabilizador de proa-susurró para que el resto no le oyera e hizo un gesto con la mano de "girar la ruedecita esa a la izquierda"-Controlas la altura con el cogitador de ascenso-nuevo gesto de "subes este cacharrito hasta aquí"-Luego, en el aire, la máquina hace casi todo, tu sólo tienes que manejar la dirección con esos dos sensores.

Se encogió de hombros:

-En la vida civil yo era conductor de autobuses-grav. Es todo lo mismo.

Me gustaría que uno de esos almirantes necesitarán acceder en medio de un combate a la ayuda y se encontraran primero teniendo que leer los agradecimientos. Si sobrevivía creo que los designaría voluntarios para atacar el siguiente planeta pero completamente desnudos sólo con sus brillantes mentes.

Me siento algo aliviado al recibir algunas indicaciones practicas mientras estaba buscando en el teórico tutorial de la lanzadera.

– Gracias soldado Piñeiro.

Volvéis al "Orgullo de Terra" en una lanzadera aunque tenéis que esperar vuestro turno. El sargento Foley ha organizado el regreso por eficiencia de las escuadras por lo que regresáis pronto al estar entra las 20 primeras. En el crucero de batalla se respira alegría y satisfacción, tras los dos últimos planetas éste ha sido un paseo y se han sufrido pocas bajas.

Es tiempo de descansar, hacer reparaciones y prepararse para el siguiente.

Has pasado varios mese en coma, eres uno más de los soldados que murieron o quedaron destrozados por las Arañas de Miró, aunque en tu caso ha habido suerte y te han recuperado. Tu escuadra estuvo involucrada en uno de los puntos calientes y eres la única superviviente así que te han reasignado a otra escuadra, la 3ª Escuadra militar del 5º Escuadrón de la 3ª sección del 6º Pelotón de la 3ª Compañía del 2º Batallón del 1º Regimiento de la 16ª Brigada del 3º Ejército del Cuerpo de Exploración al mando del sargento Sheriff.

Se empieza a cocer en el ambiente un nuevo asalto y te diriges a la cantina a la hora del almuerzo esperando localizar a tus nuevos compañeros antes de que os llamen para la misión.

Llevaba ya unos días fuera del maldito coma y ya me habían reasignado en otro pelotón. Desde luego los militares no perdían el tiempo.- Joder, tengo ganas de vengarme de esos cabrones. Mataron a Mike, y a Leonard... mis mejores compañeros de batalla.- esto no iba a quedar así y Katy lo sabía. Ahora debían estar en el puto descanso, así que fui a darme un buen festín antes de acabar de nuevo en coma o muerta, tal y como acabarían todos los del pelotón. Ahora no era demasiado positiva, pues lo que había vivido y recordaba como "reciente" había acabado en un desastre. En ese entonces sí era ilusa, pero todo eso había acabado. La apatía sería el hielo que mantendría mi cabeza fría cuando estuviera en la guerra, el no pensar en nada positivo, sino en matar y morir.

La puerta automática se abrió ante mí, y ahí pude ver un grupo sentado al rededor de una mesa. Con mi usual frialdad me acerqué y dije en voz alta.- Buenas compañeros, ¿Listos para morir? podéis llamarme Katy, y no sé si habéis batallado o no, pero la mierda que nos espera no es para nada agradable.

Filofrío, Sheriff y Pedraforca están en la cantina saboreando al rancho del almuerzo (o podría ser la cena o el desayuno ya que sin referencia solar había que creerse la hora que indicaban los relojes de la nave) cuando se acerca una mujer a la mesa. Su aspecto es bastante impresionante aunque todavía muestra rastros de sentipiel en proceso de asimilación.

El sheriff traga el bocado del racno que estaba masticando, y mira a la recién llegada.

Buenas tardes, soldado Katty. A mi puedes llamarme Sargento Sheriff, y estos son el Cabo Pedraforca y la soldado de 1ª clase Filofrío.

Tu actitud es muy derrotista, pero lo achacaré a que estás en esos días. Si no te gusta pegar barrigazos, tragar tierra y masacrar seres inferiores, no sé por qué diablos te alistaste.  A nosotros nos encanta. Si no fuera por los malditos burócratas del alto mando, ahora estaríamos haciendo una barbacoa con los cabezones grisáceos que acabamos de exterminar.

- No se lo tome como algo personal, mi superior, siempre he sido así.- dije apoyándome sobre la mesa con mis brazos.- De hecho es lo que me mantiene viva cada día, de no ser por mi derrotismo no sería capaz de aniquilar ni a un solo bicho de la galaxia. De hecho quise alistarme para ver si se me iba, pero ahora me siento a gusto con tanta negatividad.- sonreí levemente. Desde luego, era una chica peculiar y lo sabía.

Me quedo por un momento pensando si sera otro caso como el del soldado Piñeiro. Si todos nos presentamos voluntarios. O por lo menos eso dicen, tampoco nos mencionaban en Terra nuestros compañeros muertos.

– Siéntese soldado Katy, y explíquenos esa actitud un poco mas. Seguro que ya sabé que es un tanto extraña.

No tenéis mucho tiempo para conversar hasta que suena la alarma de combate, los soldados dejan todo y salen corriendo del comedor de camino a los dormitorios y el arsenal. Hay gritos, empujones, insultos y muchos nervios; sois una fiera enjaulada a la que le acaban de abrir la puerta para que salga.

En esos momentos comienzan a sonar órdenes por los altavoces del Orgullo de Terra:

- ¡Atención! ¡Atención! Todos los componentes de la tercera compañía preséntense en el hangar. Repito. Todos los componentes de la tercera compañía preséntense en el hangar.

Vaya, creo que esos somos nosotros. Ya habéis oido, al hangar. Sigamos liberando la galaxia

Iba a abrir la boca para hablar pero lo hizo antes el aviso de batalla. Me puse de pie lentamente y me dirigí donde fueran todos. Ahora había que recordar viejos tiempos, y esta vez no sería yo quien cayera en batalla.

Estaba esperando la respuesta de la nueva soldado cuando suena la alerta de combate y convocan a nuestra compañía. Me levanto junto a los demás para recoger mi equipo de camino al hangar.

– A sus ordenes sargento. Ya lo has oído soldado, si todavía no conoces la ubicación de nuestra zona en el hangar síguenos.

Por el camino llamo por el comunicador a la que falta. – Akira, ya habrás oído la alerta nos encontraremos todos en el hangar.