Partida Rol por web

Pedraforca cierra la puerta y toma asiento asegurando sus correas. Todos parecen nerviosos por la presencia del teniente y le lanzan miradas furtivas en el tenso silencio que rige hasta que los anclajes se ajustan a la lanzadera, señal inequívoca del inminente lanzamiento.

- Orden de lanzamiento seis, dice el altavoz. Podía ser una buena señal porque así no encontrarían resistencia en la zona de aterrizaje pero también podía ser una mala señal porque si había tropas enemigas en la zona los refuerzos tardarían en caer y unirse a la refriega.

El impulso de lanzamiento no se hace esperar y son lanzados contra la superficie del planeta desde la órbita. En el momento en que entran en contacto con la atmósfera de Monet la lanzadera empieza a zarandearse por las corrientes de aire y los cambios de presión.

El teniente permanece con los ojos cerrados durante parte del descenso, tiene la mandíbula apretada y su cuerpo parece rígido dentro de la armadura MadelBrite.

- ¡Sargento! - grita cuando abre los ojos. Al aterrizar quiero un despliegue rápido buscando cobertura y asegurando la zona norte de nuestra posic......

No llega a terminar sus palabras ya que la lanzadera es alcanzada por un potente rayo que la deja sin energía. El motor de frenada se apaga y la velocidad comienza a aumentar, si no hacen algo puede que sea su última misión.

El teniente parecía nervioso, probablemente no le gustaran los descensos en aquellas cápsulas, un temor totalmente justificado. Al final era lanzarse hacia un planeta hostil, atrapado en una jaula de acero, ofreciendo un blanco perfecto a los defensores. 

Quedó demostrado cuando un rayo impactó contra la nave, dejándoles sin energía. Mierda, otra vez lo mismo que en Rembrandt. ¿Es que todos los putos aliens tienen sistemas para inutilizarnos?

Rápidamente Akira se desabrochó y trató de llegar al control de los paracaídas de emergecia, que se activaban mediante una palanca, por lo que no requerían energía. Sin embargo la nave dio un bandazo y la soldado salió despedida por la cabina hasta que logró agarrarse a una de las barras de acero, quedando lejos de la palanca. Trató de recuperar el equilibrio para volverlo a intentar. Si aquello no funcionaba, siempre podía coger un paracaídas del compartimento y saltar de la cápsula... Aunque eso le daría un blanco aún mejor a los malditos gatos de Monet. 

De repente todo coge más velocidad, y todo esto después de un estruendo que a alguno haría estremecerse. Me quito el cinturón y me dirijo hacia donde creo que es el problema.- Teniente, permiso para revisar el problema.- Digo mientras me tumbo para mirar la parte de dentro del motor delantero.- Está jodido, necesito herramientas para soldar, al menos durará unos minutos.- digo al teniente para que lo ordene a alguien que lleve herramientas encima.

Soldado Katty, no creo que el teniente tenga inconveniente en que revise el problema. El tema es que dentro de varios minutos seremos una tortilla de carne con tropezones de hierros sobre la superficie de Monet. Que funcione lo justo para no estrellarnos y una vez en tierra, ya hilaremos fino.

El teniente reacciona, aunque no antes de que responda el sargento, parece que su mente estaba en otro sitio: Si, soluciónelo.

- Ya sabe usted, el protocolo es el protocolo.- Digo mientras agarro las herramientas que le acerca otro soldado.- Bien, tan solo hay que... la cosa pinta muy mal.- Todo esto lo digo muy tranquilamente, como si el estrellarse no fuera conmigo. Comienzo a soldar uno de los cables conectándolo directamente a la turbina de generación y la fijo con unas pinzas improvisadas para que no se muevan del sitio. Parece que el motor hace un intento de ponerse en marcha pero no se pone del todo.- Bien, entonces vamos al plan B.- El aparato comienza a chisporrotear y huele a quemado ahí dentro, acompañado de un humo cada vez más intenso.- Serán unos segundos...- Entonces el humo comienza a disiparse y el motor vuelve a funcionar. Desde el suelo hago un gesto positivo al teniente.- Tenemos treinta segundos para hacer un aterrizaje forzoso, suerte.- Algo es algo después de todo. Corro al asiento y me pongo el cinturón de nuevo.

La reparación de la soldado Katty hace que la cápsula comienza a frenar la caída pero parece que el motor no funciona a pleno rendimiento, realmente va a ser un aterrizaje forzoso. Aseguráis los arneses y tomáis posición de impacto esperando sobrevivir.

El rostro del teniente se perla de sudor mientras Katty manipula los cables para conseguir encender de nuevo el motor. ¡Es probable que el rayo haya quemado parte de los circuitos! - grita mientras se ciñe las correas - ¡Agárrense!

Los segundos pasan y la cápsula no reduce completamente la velocidad terminal aunque sí lo suficiente para no acabar echos papilla entre un amasijo de hierros. La colisión es fuerte pero la estructura demuestra estar creada para este tipo de eventualidades y amortigua parte del impacto deformándose.

Tras los dos últimos reclutas de su unidad, ambos psicópatas violentos llenos de pastillas, la soldado Katty parecía una verdadera bendición, máxime cuando supo arreglar la nave de tal forma que pudieron frenar antes de convertirse en puré de metal y sesos. Akira supo que no tendría tiempo de volver a su asiento, así que sacó el cabrestante de su armadura y se ató a una de las barras de la nave, dándole varias vueltas y asegurándose con fuerza. Por fortuna, los motores de la armadura sí funcionaban, y la ataron rápidamente evitando que saliera despedida por la nave como una pelota de space-pong. Aun así, el golpe de la caída fue doloroso, aunque nada que hiciera cambiar de verde los sensores de estado de su armadura. 

Pensaba que sería como en Rembrandt pero la soldado Katy nos salva de estrellarnos, no es un aterrizaje suave pero entre los amortiguadores de la capsula y los de la armadura todo se reducen a unos segundos de temblores hasta que todo se para.

Comienzo a comprobar las lecturas de los miembros de la unidad y tras una reiniciación de los sistemas, seguramente por el golpe, comienzan a llegarme los datos:

Sargento Sheriff en verde, Cabo Pedraforca en verde, Soldado Filofrio en verde, Soldado Katy en…

Mientras van llegando los datos sugiero mirando a mis superiores. – Sí nos han alcanzado muy posiblemente nos estén esperando en la zona de aterrizaje, ¿ordenes?

El sargento Sheriff mira al cabo Pedraforca sonriendo, saca un puro y lo enciende, pasándose por el forro todas las directivas de ergonomía, espacios libres de humo y demás zarandajas de los malditos burócratas del Alto Mando. 

"No sé en su pueblo, Cabo, pero en el mío si alguien te prepara una bienvenida es de muy mala educación no aparecer..." Luego Sheriff acaricia su Cañon de Energía, recién pulido y brillante como un dólar recién acuñado, "además llevamos regalos"

A la hora de volver a mi asiento los constantes vaivenes de la cápsula hicieron que no pudiera enganchar correctamente el cinturón. Al llegar a tierra mis sospechas se hicieron realidad, salí volando y me golpeé contra una de las paredes, dejándome un rato medio atontada en el suelo. Escuchaba las voces dobles y veía también doble, parecía que yo había sido la única patosa en ese aterrizaje. Poco a poco todo fue volviendo a la normalidad, hasta que pude ponerme en pie.

Cuando las rampas de la cápsula se despliegan es poca la luz que entra debido al negruzco del cielo encapotado y la fuerte lluvia. A varias decenas de metros a la redonda se vislumbran luces de otras cápsulas.