Partida Rol por web

Apocalipsis

Persiguiendo un sueño

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19/02/2010, 09:35
Erika Stevens
Sólo para el director

Erika suspiró al ver a su hermano mejor, y trató de ponerlo un poco cómodo y saludó con la mano al abuelo. No habló mucho... Demasiadas emociones, demasiada pérdida, demasiados misterios y demasiada acción para digerirlo de una vez.

Cuando acabó, se sentó en el suelo apoyada contra la ambulancia, acariciando a Kando algo más relajada.
Debes de estar alucinando más que yo incluso...
Le dio un fuerte abrazo.

Quien fuera perro ahora...

Le acarició otro poco más, y envió un mensaje con el móvil a Will:

Will... si estás bien, llámame. Mi abuelo, mi hermano y yo estamos vivos y no estamos enfermos. Te quiero, cuídate mucho. 

Miró el termo que había traido el abuelo. Erika sonrió, guardando el móvil, y suspiró cuando comprobó que no se trataba de café.
Bueeno... supongo que una tila no hará daño... Kando vigilará verdad que si? Le miró y desmelenó un poco. Como respuesta, sin saber tal vez qué queria decir su ama, pero contento de que le hiciera caso, ladró.

Se levantó y echó un vistazo a Kevin con la taza en la mano. Tras comprobar que estaba bien, se sentó en el saco de dormir, sin meterse aún.

A ver cómo esta mañana... si tarda mucho en recuperarse... tendremos que cambiar de planes. Tal vez cambiar el asunto de los quads por un cuatro por cuatro que encontremos fuera de la ciudad donde hayan menos atascos... o viendo cómo se las gasta la gente, un Humvee de esos de los militares, que al menos va blindado.... imagino.

Miró al techo, el fluorescente no era una luz cómoda para dormir, pero lo prefería a estar a oscuras. Tampoco esperaba dormir cómoda por mucha tila que se tomase.

Abigayl... ¿Qué significa todo esto...? ¿Porqué ese sueño...? Si mi abuela no me hubiera hablado de tí, pensaria que estoy loca...

Miró el líquido de la taza.

Abuela... papá, mamá, Lin... Corinne... Os voy a... echar tanto de menos... Parpadeó, y las lágrimas corrieron por sus mejillas.

Notas de juego

Oye, mi especialidad era evidentemente la Medicina :P ¿Me devuelves pues el punto de Destino o lo dejamos por perdido? Sniffff

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21/02/2010, 01:10
Howard Keenan

El hombre se le acercó, y Howard retrocedió un paso instintivamente. El gesto pareció alertar a Randall, porque se detuvo a mitad de camino y dejo una bola de cristal entre los dos hombres. Howard oía las siniestras palabras de aquel desconocido, que a pesar de haber dado un nombre, era una presencia ya no sólo inquietante, sino que terrorífica; y el miedo de Keenan creció desmesuradamente cuando la bola en el suelo se pobló de imágenes. Parecía que veía un film en el que él mismo era el protagonista, y le iba bien. Tan bien que, inconscientemente, esbozó una pequeña pero obvia sonrisa.

El dinero, las mujeres, el éxito y la felicidad barata lo tenían embelesado, pero la voz de Randall penetraba todas sus fantasías y llegaban impecables hasta él, hipnotizándolo aún más. La propuesta se hizo presente, y Howard alzó la vista hacia el hombre frente a él. De repente, ya no le desagradaba tanto.

-Así que todo esto- dijo, señalando la calle entera con un amplio movimiento -no sólo se trata de un virus, ¿verdad? Esto es algo más. ¿Quién eres tú, después de todo? ¿O eso fue sólo un costoso truco?- inquirió, ahora refiriéndose a la bola de cristal. -¿Y cuánto va a costarme toda esa... fantasía, eh? ¿Mi alma?- dijo con un tono lleno de sarcasmo y una risotada.

Howard comenzaba a creer en el poder de Randall, pero aún se negaba. Cualquier explicación era mejor que la verdad. ¿Ya te hiciste un amigo imaginario Howard? Je, ¿quién te conoce mejor que tu mismo?

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21/02/2010, 08:13
Stanley Westen

Los parpados de Stanley le habían estado pesando mucho en los últimos kilómetros de aquel tramo. El cielo claro arriba, los arboles a cada lado de la carretera, y de vez en cuando un grupo de cadáveres dentro de coches aparcados a un lado del camino... aun con aquel ultimo añadido el paisaje se hace monótono durante todo el viaje.

La radio suelta solo interferencia, cosa que no sorprende, pero aun no pueden apagarla, como si albergaran todavía esperanzas de escuchar alguna voz a través de ella, algo que les dijera que no están solo, algo que les hiciera pensar en la posibilidad de que podrían ver algo mas que cadáveres por todos lados.

Giró la cabeza unos segundos, apartando la vista de la carretera, y mirando a Alex dormir a su lado. Pese a que los parpados le pesan, cree no poder conciliar el sueño de esa forma, aunque aun así no la juzga, cualquier momento es bueno para descansar y escapar de aquel panorama. Si bien Stanley se había mostrado bastante callado hasta entonces, aunque no por eso menos cortés de lo habitual, no pudo evitar sentir sienta simpatía por la muchacha, tal vez por la necesidad de poder proteger a alguien en medio de todo aquello, cosa que no había pasado con su familia, y si bien había evitado ese tipo de pensamientos hasta entonces, es algo que le molesta constantemente.

Al volver la vista a la carretera ve como un automóvil obstruye el camino, camino que tienen que tomar a aquel pueblo si no quieren seguir su largo viaje a pie. Frena lentamente al mismo momento que Alex parece despertar.

En primera instancia Stanley no dice nada, observa la situación con ambas manos en el volante.

- Al mal paso darle prisa – es lo único que se le ocurre decir mientras abre la puerta del vehículo y sale. Cambiar la transmisión y empujar el auto, algo sencillo. En una situación normal los cadáveres habrían sido un impedimento, pero ya a esa altura es algo tan normal que siquiera repara en ello.

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21/02/2010, 20:02
Director

Antes de que James o Debbie respondieran a Amanullah, vieron como una persona solitaria se acercaba.

Era una mujer de color, que caminaba como desorientada, sin rumbo. Yomara había llegado a la zona del puente de Brooklyn, para encontrarse con una escena dantesca. James y Debbie pudieron comprobar que no tosía, y no parecía contagiada, como ellos mismos.

De momento, no se acercó a ellos demasiado. Parecía estar evaluando la escena.

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21/02/2010, 20:09
Director

El puente estaba roto, y ante él yacía un inútil cordón de militares, todos muertos en sus puestos y vehículos. Hizo una panorámica con la mirada, y no le costó comprobar que un avión se había estrellado no muy lejos.

Pero lo peor es que el suelo estaba salpicado de muertos, muertos que no tenían señales de la enfermedad, o si las tenían no parecían haber muerto por ella. Eran muertos desmembrados, reventados a tiros y esparcidos un poco por aquí y un poco por allá, dando fe de una terrible masacre ocurrida, al parecer, no hacía mucho. Ella había tenido que pasar la noche escondida, antes de proseguir su camino, huyendo de policías, militares y civiles armados locos. Todos los que se refugiaron con ella terminaron muriendo durante la noche, tal y como había sucedido con sus padres.

Esa mañana, la ciudad era algo muy diferente. Apenas había visto personas vivas, y todas tenían signos evidentes de estar en las últimas, debido a la enfermedad. Eso le hizo temer por Oluchi y por Lance, que no contestaban a sus llamadas de teléfono. Pero entonces, al llegar a Brooklyn, entre tantos muertos vió algo sorprendente.

Eran tres personas, dos hombres y una mujer. La mujer era blanca, y tenía polvo en la ropa, unos jeans y una chaqueta de tela. Los hombres iban de traje, aunque estos estaban llenos de polvo, algo rotos y sucios. Uno de ellos era blanco, y tenía perilla. El otro era de color tostado, como un árabe.

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21/02/2010, 20:18
Director

A veces, a David le jodía ser tan condenadamente inteligente.

Todas sus suposiciones se cumplieron una a una. Las calles, sobretodo los accesos principales de la ciudad, estaban llenos de coches y muertos. En los barrios tranquilos, como el suyo, parecía que las personas habían muerto en sus casas, con mayor o menor decencia. Sus cadáveres se estaban descomponiendo con lentitud, solo gracias al frío que experimentaban en esa época del año. En verano, ya se habrían recalentado en cuanto el reloj del segundo día hubiera marcado las dos o las tres de la tarde.

Circular con el coche se hizo dificil, y requirió de muchas maniobras y sangre fría, a la hora de tener que pasar por encima de cadáveres en las aceras, escuchando como crujían sus huesos bajo los neumáticos. Tuvo el acierto de parar en una zona de grandes almacenes en su barrio, bastante secundaria y alejada del centro de la ciudad.

Se trataba de una explanada que contenía un mall con diversas tiendas, un multicine, una pequeña gasolinera con lavado de agua a presión y bombas para inflar las ruedas, una tienda especializada en marquetería y jardinería, una tienda de repuestos para vehículos y un Foster's Hollywood. Y fue allí porque tuvo un buen pálpito, que pronto se confirmó.

Solo habían unos veinte coches detenidos en el sentido de ida de la calzada, con muertos. Frente a ellos, había una tanqueta LAV-25, con militares muertos dentro y fuera de la misma. Uno había palmado a dos metros de una fuente de agua pública, de un parquecillo al otro lado de la calle por donde circulaban. Una carabina M4 estaba tirada poco más allá, en la hierba y frente a un columpio.

Ahora solo había que decidir donde entrar, y que hacer con su tiempo. Aunque, en verdad, tenía todo el tiempo del mundo.

Notas de juego

No describo todo por el "factor sorpresa". No adelanto nada.

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21/02/2010, 20:33
Director

Vivian no dijo nada sobre su destino, no quería insistir de momento sobre su sueño. Quizá tan solo era el sueño de una loca, y no tenía la menor importancia. Brick siguió una ruta, aquella que le pareció menos concurrida. Escogió salir de Philadelphia por una carretera secundaria, que llevaba hacia las ciudades-dormitorio del extrarradio, confiando en que desde allí pudiera tomar alguna salida secundaria.

Pero al parecer, un montón de hijos de puta más tuvieron aquella brillante idea, y la triste salida hacia Chester estaba llena de vehículos parados. Algunos de los conductores pitaban, y otros no lo hacían. En frente, había un tanque. Un puto tanque M1 Abrahms, con un soldado de pie y otro apoyado junto a las cadenas, como si estuviera tosiendo dentro de su mascarilla.

No pintaba nada bien.

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21/02/2010, 20:40
Director

Cuando Erika abrió los ojos, se dió cuenta que ni siquiera había llegado a arroparse cuando se quedó dormida. Tiritó de frío un momento, arropándose (ahora si), hasta entrar en calor. Estaba en el garaje de su casa, pero escuchaba ruido dentro de ella. Supuso que serían Kevin o el abuelo, y la respuesta llegó pronto.

Su abuelo llegó con una jarra de café y una sonrisa. Algo se removió dentro de la ambulancia, y Kando bajó de ella, correteando hasta llegar a la altura de Erika, para lamerle la cara, contento.

Notas de juego

Claro que lo recuperas, home :)

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21/02/2010, 20:43
Arnold Becks

El abuelo le lleno un vaso, apartando al perro un momento para que no la atosigara demasiado. Luego, se agachó despacio, y sonó un crujido. Le tendió la taza, y dejando la cafetera en el suelo sacó de su bolsillo dos muffins envasados, de los que su madre guardaba en la cocina.

-El desayuno, jovencita.

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21/02/2010, 20:45
Yomara Doumbouya

Todavía tenía ese pitido sordo en los oídos debido a la gran cantidad de decibeles a los que había estado expuesta. No le gustaba el ruido, no esa clase de ruido al menos.

Apenas y pegó ojo en toda la noche, pasó frío, hambre, pero más que el frío y el hambre lo que no la dejó dormir era el miedo… el miedo y la preocupación.

Ella seguía sana y no entendía por qué. Todos con quienes se refugió estaban muertos y todos lo habían hecho del mismo modo que sus padres. Intentó ayudarles, conseguir un poco de agua y comida para darles no fue tan difícil, bastó con invadir uno de tantos hogares ahora vacíos. No se sentía bien por hacer aquello, para nada, hacerlo iba contra todos sus principios, pero era necesario, esa gente necesitaba ayuda y ella, dentro de todo, era la única que podía dárselas. Lástima que sus esfuerzos no sirvieran para nada… El amanecer la sorprendió otra vez sola e intentando desesperadamente comunicarse con Oluchi y Lance… había conseguido sustraer un móvil y algo de dinero de uno de los tantos cadáveres que se encontró.

Abandonó su refugio y comenzó a caminar. El panorama era desolador, no importaba hacia dónde mirara, no veía más que muerte a su alrededor y lo peor de todo, si es que las cosas podían ser peor de lo que ya eran, era ver los cadáveres desmembrados y/o reventados a tiros. Aquello le revolvió el estómago y la hizo vomitar. Podía, hasta cierto punto, soportar la visión si aquellas muertes respondieran a esa maldita enfermedad, pero era incapaz de soportarla en esas circunstancias.

Se había sujetado de una pared y terminaba de limpiarse la boca cuando, mientras con la vista terminaba de hacer un barrido a su alrededor, divisó a aquellas personas. El primer instinto fue esconderse, no se trataba de militares pero no sabía si se trataba de locos armados y esos, según había podido comprobar, eran tanto o más peligrosos que los primeros. Pero no se movió. Se quedó observándolos a prudente distancia. No parecían armados y, a menos que se equivocara, no daban muestras de la enfermedad. Aquello la esperanzó y animó a acercarse, aunque siempre con cautela, actuando como si no los hubiera visto aún, mirando de un lado a otro, atenta a lo que le rodeaba, lista para correr al menor indicio de peligro.

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21/02/2010, 20:45
Kevin Stevens

Bajó entonces de la ambulancia, tocándose el vendaje. Parecía algo desorientado, o quizá pensativo. Parpadeó, mirando la escena del garaje de su casa, y se apoyó contra la chapa de la ambulancia, mirando a su hermana con una sonrisa afectuosa. Le había salvado la vida. Ya nunca volvería a pensar que era una activista con sueños inútiles.

-Buenos días -dijo- Supongo que papá y mamá están... como el resto. ¿No?

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21/02/2010, 21:12
Randall Flag

Randall le escuchó, mesándose la barbilla con la mano enguantada. Su primera pregunta le hizo sonreir un momento, y ya con la segunda comenzó a atar cabos. Negó un momento, como reprochándole algo, y luego se acercó a la bola, para tomarla de nuevo.

-Esto ha sido un virus, amigo mío. Un virus construido por hombres que creían que eran dioses, y han terminado matando a toda la humanidad. O a casi toda. Algunos sois.. somos inmunes.

Se giró un momento, mirando a la calle, justamente a un hombre que yacía muerto dentro de su coche estacionado. Y siguió hablando.

-Ya te he dicho quien soy. Soy Randall Flag, y estoy fundando un pequeño imperio con los supervivientes en Las Vegas, y necesito organizarlo todo. Y ahí es donde entras tu.

Volvió a mirarle.

-¿No me crees? Acércate, dame la mano y verás que soy muy real.

Entonces, recordó su última pregunta.

-Obviamente, si vas a ser mi lugarteniente tenemos que sellar un pacto, Howard. Tienes que serme fiel, no dormirte durante las guardias, y toda esa mierda. Seremos tu y yo, Howard, Tu y yo.

Se sacó algo del bolsillo, y lo mostró en la palma de su mano. Era una especie de cuenta, piedrecilla o joya opaca de color negro, del tamaño de un haba.

-Esto es para ti, si sellamos nuestro pacto con un apretón de manos, como caballeros.

Le miró, aguardando su reacción.

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21/02/2010, 21:28
Director

El coche apestaba, pero Stanley quitó el freno de mano sin comtenplaciones, empujándolo con la mano en el volante. Dejó que cayera terraplén abajo, y entonces regresó al 4x4, conduciendo hacia el interior del pueblo. Solo se cruzaron con algunos coches siniestrados, entre ellos el de una mujer joven, que estaba muerta a unos metros de la carretera, debido al impacto contra un árbol. Era rubia, y llevaba una chaqueta azul.

Hicksville era un pueblo fantasma, y no era para menos. No había ni un alma en la calle, y parecía que la gente había muerto más o menos pacificamente en sus casas, en los dinner y en los centros de reunión, aunque aquello se lo imaginaban, porque no habían visto a ninguno. No se veía a nadie, y el viento se arremolinaba de forma siniestra.

La gasolinera estaba en la calle principal del pueblo, a la entrada. Frente a ella había una tienda de ropa, otra más en su camino. Otra calle se cruzaba a aquella, a unos 100 metros, y desde allí eran visibles unos curiosos maniquíes que la ocupaban, en las más variadas posturas. Incluso, cuando Stanley aparcó en la gasolinera, se dió cuenta que un banco junto a las cabinas telefónicas había un maniquí de tez blanca, vestido con el uniforme de los antiguos empleados de aquella área de servicio. El cartel rezaba: "Estación de servicio la Luna Azul, tenga un buen viaje".

Alex entró a mirar dentro de la gasolinera, y vió que los estantes de las chocolatinas estaban vacíos, como si hubieran sido sistemáticamente saqueados. Pero un estante estaba intacto: el de las patatas fritas con sabor a ajo. Era algo curioso, dadas las circunstancias.

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21/02/2010, 22:51
David Green

El paisaje de desolación y muerte rozaba el surrealismo de los cuadros de Beksinski. Calles desérticas y silenciosas, y a la vez repletas de lo que una vez fue la humanidad. Vehículos inmóviles, abandonados a su suerte en cualquier lugar, papeles de periódico en el suelo, cubos de basura con su contenido vertido, alcantarillas humeantes exhalando los últimos suspiros de podredumbre de su interior, y cadáveres. Docenas de hombres, mujeres y niños muertos. Sin excepciones, sin remordimientos; la epidemia había acabado con todos ellos, sin hacer distinciones. Algunos permanecían aferrados a los volantes de sus coches, otros habían muerto abrazados a sus seres queridos y la mayoría, tratando de llegar a alguna parte en busca de una ayuda que jamás les fue prestada. A cada paso, una nueva escena dantesca se sumaba en intensidad a las previas.

En la zona residencial en que tengo mi apartamento la gente había fallecido en sus casas. Pero en zonas de mayor actividad alejadas de barrios dormitorio la muerte les habia sorprendido en plena calle, en las paradas de autobús, en restaurantes y cafeterías. Sus vidas habían sido segadas en muchos casos sin que hubiesen tenido tiempo de hacer nada. Quizá se sintieron indispuestos; mareados o con escalofríos. Quizá pensaron que no era importante; un resfriado común, o una gripe como la que seguramente habían pasado en más de media docena de ocasiones. No creyeron que la infección les fulminaría. Ahora eran historia.

Conducir a través de esas calles fue harto complicado. Más aun si tienes la ocurrencia de hacerlo en un Lexus. Una berlina lujosa podía denotar el status que un médico de un gran hospital podía pretender mostrar, pero era francamente poco útil en aquellas condiciones. Tenía que sortear vehículos, subirme a la acera y vigilar con todos los cadáveres que se quebraban bajo las ruedas del coche. Tras cofirmar lo que mis peores presagios ya anunciaban, opté por dirigirme a un complejo comercial ubicado en mi barrio; un lugar alejado del núcleo propio de la gran ciudad y no excesivamente frecuentada.

Obsevar la extensión de aparcamiento sin movimiento y circular por la calle sin ni un solo otro sonido que el ronroneo del motor se hacía extremadamente raro. El mundo se había detenido en un suspiro como un reloj al que se le agotan las pilas.

No tardé en descubrir la silueta prominente de un enorme vehículo militar, uno de esos aparatosos amfibios blindados de ocho ruedas dotado de torreta y un cañón de 25 mm. Y su dotación parecía haber muerto en las inmediaciones. Era el momento para hacer una primera parada. Me giré hacia Jenny y acaricié su mano.

"-Voy a salir ahí afuera - le digo mientras la miro a los ojos - Quiero ver si la radio de ese cacharro - añado señalando el LAV 25 - sigue funcionando y recoger algunas cosas. Puede que ahí dentro encuentre trajes NBQ y equipos ERA. Y armas. Puede que las necesitemos..."

La expresión de Jenny lo decía todo. Sé que no entendió lo de los trajes de aislamiento ni lo de los sistemas de respiración autónomos; lo único que le hizo abrir lo ojos como platos fue mi referencia a coger armas.

"-Sí, sí.... lo sé - le digo en un susurro - No digas nada - añado colocando mi dedo índice en sus labios - Tengo un buen motivo para querer conseguir esas armas - empiezo a decirle - Puede que no seamos los únicos supervivientes. Y la gente, en situaciones límite hace cosas que de otro modo no haría. La desesperación y el pánico te hacen cometer estupideces. Y lo que nos rodea tiene todos esos ingredientes. Recuerda lo que ocurrió con aquel policía - le digo para que rememore el mal rato que pasamos mientras aquel cabrito nos amenazaba con su pistola - Espero no tenerlas que usar; pero no quiero que un imbécil con poco seso crea que tiene derecho a hacernos daño y a amenazarnos solamente por llevar un arma."

Manteniendo el motor en marcha, me quito el cinturón de seguridad y me ajusto la mascarilla a la forma de mi nariz y mandíbula.

"-Luego iremos de compras... - le digo en tono afable a Jenny - Necesitaremos otro coche si queremos salir de aquí...."

Tras cerrar la puerta del Lexus, miré a mi alrededor y contemplé, una vez más, el paisaje desolado que parecía que iba a ser el que nos acompañará durante mucho tiempo, si es que sobrevivimos a la infección. Me puse unos guantes de látex y me dirijí hacia el LAV. Veía los cuerpos inertes de los soldados en el suelo, y no muy lejos, el de otros hombres y mujeres que quizá creyeron que el ejército les ayudaría. Uno de los militares había caído a escaoss metros de una fuente de agua pública, en un parquecillo colindante a la calle por la que circulábamos. Una carabina M4 estaba tirada poco más allá, en la hierba y frente a un columpio. Me aproximé a la misma con intención de recogerla y entonces vi, a poca distancia, un libro de tapas negras y letras doradas abierto boca abajo. Su titulo me sorprendió, así que me acerqué y lo recogí, dándole la vuelta. Pasé la mano por las hojas que habían quedado abiertas en contacto con el suelo y limpié restos de tierra. Y mis ojos se clavaron en el texto del libro.

"Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas:

Porque son espíritus de demonios, que hacen señales, para ir á los reyes de la tierra y de todo el mundo, para congregarlos para la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso.

He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus vestiduras, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza.

Y los congregó en el lugar que en hebreo se llama Armagedón." Apocalipsis 16.

Cerré el libro,  observando las letras doradas de su título. "Sagrada Biblia", leí en un susurro. Me acerqué a la M4, deposité la Biblia en el suelo y recogí la carabina. Miré nuevamente a mi alrededor y comprobé el cargador y la recámara del arma, y contemplé de nuevo el libro en el suelo, con sus tapas negras y sus letras doradas. Y supe que en este mundo muerto, Dios nos había olvidado.

 

Notas de juego

Máster, quiero echar una ojeada al LAV. Me interesa saber si en su interior quedan trajes NBQ y sistemas de respiración autónoma. También me interesa conseguir un par de armas largas (ya tengo una M4), un par de pistolas, municiones para ambas, equipo militar de superviviencia que pueda ser útil y, desde luego, comprobar si la radio del LAV recibe alguna clase de comunicación.

-Zdzisław Beksiński-

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22/02/2010, 01:10
Howard Keenan

Algunos sois.. somos inmunes.

Howard comenzaba a leer entre líneas, y poco le gustaba lo que creía estar descubriendo. Desde el principio, el tío aquel le parecía extraño. Luego confirmó sus sospechas, cuando proyectó un posible futuro donde él tomaba parte de forma real y tangente, y no recordaba haber filmado ninguna película... Por último, se distanciaba de los humanos.

Joder, debe ser la puta reencarnación de Copperfield

Randall le mostraba alguna clase de joya en su palma abierta, y Howard no pudo evitar acortar la distancia entre los dos para observarla en detalle. Y ahora se cree Morfeo. Ya sabía yo que esto era como la Matrix, bromeaba para sí mismo, para tranquilizarse; y la verdad es que prefería no decirlo en voz alta. Finalmente, cuando tuvo lugar para contestar, suspiró, algo irritado ya.

-De acuerdo. Una pregunta más, tal vez la última. Pero quiero una respuesta concisa, sin indirectas, ¿ok?- inquirió, como pidiéndole aprobación. No obstante, continuó. -¿Cuál es el precio por formar parte de tu... imperio?-

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22/02/2010, 02:51
Randall Flag

Randall le miró a los ojos, fijamente. Howard pudo ver que su mirada era resoluta y llena de fervor, y por otra parte calmada e inteligente. Seguía con la mano estirada, mostrando la piedrecilla, como si se la ofreciera. Reflejaba el brillo, y parte de la escena, o al menos sus formas.

-Lo lógico, Howard. La lealtad.

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22/02/2010, 05:31
Howard Keenan

Lealtad... ¿Lealtad? Parece un precio razonable, ¿pero qué pretende realmente de mí?

Howard se debatía entre entregarse a la tentación o rechazar una oferta a todas luces riesgosa. Lo único que le debería sería lealtad, ¿pero cuál tarea desempeñaría él en ese imperio? No lo sabía, pero seguramente sería un precio equitativo. Al menos eso quería creer con cada fibra de su deshecho ser. Pero una corazonada no era suficiente. Aquel tipo hablaba en serio, y sentía que cualquier lealtad que le debiera iría más allá de la buena fe. Sabía que Randall no se conformaría con confiar en él. Después de todo, estaba formando el mundo a su antojo.

Por otro lado, todo lo que Howard había anhelado durante su vida, podía tenerlo sin mucho esfuerzo. Mujeres, comodidad, respeto, incluso poder. Todo a cambio de una pequeña responsabilidad. ¿Le había dicho que sería a cambio de un mínimo de compromiso? No recordaba, pero quería creerlo. Entonces, fue cuando unas cálidas palabras regresaron a su memoria. Ese sueño tan vívido que había tenido antes de despertar en la camilla de un hospital. Madre Abygail le había advertido del hombre oscuro, y sus palabras habían tenido un efecto inimaginable en él. Eran parte de un sueño, pero se sentían reales y sinceras.

Howard respiró hondo antes de contestar a la propuesta. -Gracias Randall, de verdad lo agradezco. Pero creo que seguiré mi camino. Debo encontrarme con unos... amigos-

Ahora tengo un lugar a donde ir, se convenció.

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22/02/2010, 08:06
Stanley Westen

Aquel lugar le resulta extraño a Stanley. Y le resulta extraño justamente por lo tranquilo que parece, por no ver cadáveres apilados por todas partes, algo que tristemente ya se a vuelto normal para él.

Sin embargo, el colmo de aquello son los maniquíes que ve mientras se acerca a la gasolinera. No puede evitar seguirlos con la mirada mientras detiene el vehículo cerca de uno de los surtidores.

- Luna azul... - dice en voz baja, casi en un susurro, mientras lee el cartel. ¿Que es todo aquello? No puede saberlo, le da mala espina, pero necesitan el combustible.

Toma la pistola que le había quitado al oficial de la cafetería, días atrás, casi después de su escape, y la guarda en un lugar prudente antes de salir. Se había acostumbrado a no depender mas del arma, restandole importancia, pero hay algo que le hace pensar que no están solos en aquel pueblo, algo que le pone en alerta.

- Ten cuidado, este lugar no me gusta – le dice a Alex, al ver que se aleja al autoservicio, mientras Stanley revisa los surtidores, esperando encontrar algo de combustible, aunque sin muchas esperanzas, y sin dejar de mirar por sobre su hombro, en especial a aquellos maniquíes. Salvo por Alex, aquellos muñecos eran lo único cercano a una persona viva que había visto desde su salida del hospital. Sin duda un pensamiento extraño y poco alentador.

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22/02/2010, 11:22
Brick Hayes

De puta madre, un jodido tanque, lo que nos faltaba, aunque visto de otra manera, ya era hora de que el ejército se pusiera manos a la obra, aquí, por lo menos, estaremos a salvo de que cualquier chiflado decida volarnos la cabeza a mi o a mi mujer.

Saltarse el control está descartado de momento, bastantes problemas hay ya como para tenerlo con los soldados, y la idea de ir a preguntar y dejar sola a Vivian tampoco me convence demasiado, está demasiado asustada y alterada.

Nena, los militares ya han tomado el control, aunque no podamos salir, si mantenemos la calma pronto habrán solucionado el asunto

Yo lo creía a medias, pero tenía claro que no iba a desanimarla, así que la atraje hacia mi, rodeándola con el brazo ¿Tienes hambre? deberíamos haber cogido algo de comida de casa, pero claro, ¿quien se iba a imaginar algo así? Además, tal vez un poco de vida cotidiana ayude a calmarla Hay una pequeña cafetería justo aquí al lado, la he visto antes al pasar, y está demasiado cerca de los militares como para que sea peligroso por lo menos no había saqueos ni disparos en las proximidades, sólo los habituales insultos de una mañana de atasco.

¿Qué me dices?

Tampoco me hacia especial ilusión queme preguntarán por el arma.

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22/02/2010, 14:53
Debbie Scott

 

Mi mente parecía empezar a despejarse aunque mi cuerpo aun se resentía por las magulladuras del golpe, pero viendo el panorama actual esto era lo de menos, todos aquellos cuerpos de las victimas reafirmaban que habíamos sido muy afortunados.

Tomé la libertad de poner mi mano sobre la espalda del hombre indio, quizá eran demasiadas confianzas para lo poco que nos conocíamos pero ni siquiera lo pensé, simplemente ví la necesidad de hacerlo, para apaciguar sus nervios.

-Si es Khali el que se pasea por aquí, o cualquier otro, que se valla preparando, porque le encontraremos y le patearemos el trasero –Lo dije en clave de humor y dedicándole además una amplia sonrisa. No sabía quién era ese tal khali, supuse que sería un malvado dios de su religión.

-Tienes razón, tenemos que empezar a buscarnos la vida, no será nada facil...

Todo había pasado demasiado rápido, de forma inesperada, ninguno de nosotros estaba preparado para algo así. Ni siquiera me había dado tiempo a conocer sus nombres cuando descubrí a otra superviviente, una mujer de color que posiblemente se dirigiera al puente, como el resto de nosotros, me alarmé de inmediato, estaba en peligro.

-¡Cuidado, esta zona no es segura! Los militares del puente están disparando indiscriminadamente. –Grité tratando de alertarla antes de que fuera demasiado tarde.