Partida Rol por web

Howard se encogió de hombros y entró a la casa. A decir verdad, se sentía más cómodo y seguro allí que en cualquier lugar que hubiera estado habitado antes de la catástrofe. Algo de voluntad le permitió ignorar su sed, como si el simple hecho de estar allí se lo permitiera.

Al igual que la mayoría, cenó en silencio. Se sentía extraño y confuso, pues hacía años que no compartía mesa al estilo familiar. Mientras masticaba y degustaba, su mente recorría el pasado y todos los recuerdos, ahora dolorosos, que la situación evocaban. De vez en cuando alzaba la mirada, imaginando que las personas junto a él eran otras.

Aún no había acabado su sopa, pues comía lentamente a raíz de su "ausencia", cuando la anciana emitió unas palabras directas. Howard volteó para ver la reacción de Stanley, y no se sorprendió demasiado al oír lo dicho.

Militares de mierda, siempre dando la nota.

Por otro lado, la interrupción de Alex le causó algo de gracia al escritor. Sonrió levemente, asombrado, pues parecía una muchacha más discreta. Le pareció ver en su semblante una expresión cansina, y se preguntó cuanto durarían allí, ignorando la situación del exterior. Si de Howard hubiese dependido, le habría gustado pasar la eternidad allí. Por lo menos hasta que ese santuario se viera perturbado, en cuyo caso elegiría la salida más fácil.

-Aún no me queda claro que quiere de nosotros, señora- comentó, con impaciencia.

Dejó el conjunto de ropa que mostraba a Jimmy a un lado, cogió la mochila y continuó recorriendo la tienda. Fue mientras la recorría que divisó en uno de los pasillos del exterior de ésta, una farmacia y decidió ir hasta allí por un test de embarazo. Quería salir de dudas de una buena vez, así que dijo a Jimmy que la esperase unos minutos y fue a la farmacia en busca del test.

Cuando regresó se encontró a Jimmy jugando con unos patines y le sonrió. Traía en la mochila el tan ansiado test y algunos medicamentos de primera necesidad, tales como aspirinas, parecetamol, antibióticos, antinflamatorios y antiestamínicos, además de una botella pequeña de alcohol, gasas, algodón y venditas.

-Ya tenemos botiquín de primeros auxilios -le dijo mostrándole la bolsa que acababa de sacar de la mochila-. Hay una farmacia allí en frente y fui por algunas cosas... ¿Habrá un baño aquí? -añadió más para sí misma que para el niño- Voy a ver si lo encuentro, sino podemos usar los del centro comercial.

Tenía ganas de orinar y aprovecharía de hacerse el test. Era extraño, pero la idea del embarazo le daba ánimos, aunque éstos se veían empañados al no tener noticias de Lance y Oluchi.

Eso habrá que verlo... - pensé para mis adentros mientras me mordía el labio inferior furiosa.

Recordé las cosas que ví hacer a aquella gente en la ciudad de Chicago, dando palizas a los hombres y niños... Y violando a las mujeres, arrastrándolas del pelo hasta lugares recónditos, escuché el llanto de todos ellos a mi alrededor, mis sentidos se embotaron, mi vista se nubló ligeramente al recordarme escondida, incapaz de hacer nada por aquellas personas y cuando me dí cuenta estaba asomada por el techo del coche, con el arma en mis manos y las balas silbaban...

El martilleo de la ametralladora me despeinó e hizo que mis gafas de sol acabasen medio colgando de mi oreja izquierda por una de las patillas, mientras la otra se clavaba incómodamente en mi cuello. El cañón humeaba y ni siquiera sabía si había dado a algo o alguien... De hecho, ni siquiera sabía porqué maldito motivo, me había encaramado allí arriba y había empleado un arma como aquella.

Me alegró saber que había otra ruta alternativa, aprobé la propuesta de James con un ligero movimiento de cabeza -De acuerdo, deja que le eche un vistazo a ese trasto... – No era de las personas que dejaba cosas al azar, al menos siempre intentaba tener todo controlado y ni siquiera sabíamos si aquel arma funcionaría.

A penas terminaba de decir eso cuando un ensordecedor ruido consiguió que todo lo demás pasara a un segundo plano. Reaccioné instintivamente, agachando la cabeza hasta casi tocar las rodillas con mi barbilla, al tiempo que mis manos bloquearon mis orejas.

El test dió positivo.

Yomara probó un par de veces, con dos medidores diferentes, y los dos no arrojaban duda alguna. Eso explicaba por que sentía malestar matutino desde hacía unos días, y eso la hizo sonreir, durante un momento. Luego pensó: ¿Y si es el niño no es inmune a la plaga? Aunque, de momento, prefería consolarse pensando que eso no podía ser verdad. Si iba a nacer, es que debía ser inmune.

Cuando salió del baño, buscó a Jimmy con la mirada, pero no lo encontró. Comenzó a llamarlo en voz alta, pero no obtuvo respuesta. Eso comenzó a angustiarla, y corrió por los pasillos, intentando ver si se había escondido, o es que se había caído o no podía contestar por algún motivo.

Escuchó fuera un ruido, el ruido del coche al arrancar. Entonces, recordó que por estar en un mundo lleno de muertos, había dejado las llaves en el salpicadero. Así que salió corriendo hacia allí, justo para ver como el coche se alejaba, con Jimmy dentro, golpeando las ventanillas. Gritó.

Pero luego se dió cuenta de que esa había sido mala idea, cuando vió a dos hombres en una furgoneta de reparto, aparcados a la vuelta de la esquina, y armados con pistolas y escopetas, que la miraban con una sonrisa inquietante. Las cosas se habían torcido deprisa, quizá demasiado. Ahora tenía que actuar, y hacerlo deprisa.

Johnson se estaba aburriendo allí sentado, mirando la carretera y el amanecer, con un pitillo medio consumido en la boca. Estaba pensando en que era la hora de despertar a Ian, y ponerse a desayunar, cuando creyó escuchar algo a lo lejos, rompiendo la monotonía del silencio. Se quedó quieto un momento, aguzando el oído, hasta que no le cupo duda de que se trataba de un vehículo.

El coche apareció antes de que pudiera despertar a Ian, aunque a él ya le había despertado el ruido del motor, aunque todavía estaba en la cama, escuchando, como si no diera crédito.

Death pudo ver que quien conducía era una mujer morena, de unos 30 y tantos, que se quedó mirándole con la misma cara extrañada que tenía él mismo. Era una persona, y parecía bastante viva. Algo poco común en aquel mundo postapocalíptico. Entonces, pudo escuchar la música country que estaba reproduciendo su radiocd.

Jennifer corrió con él. Portaban mochilas y la maleta, más bien un maletín, para que su transporte fuera más fácil. Al no dar instrucciones, el resto de familias estaban desorientadas, y algunos abandonaron la colonia en dirección al bosque. Pero David sabía donde ir, por que Andy se lo había dicho.

Así que se encaminaron hacia la parte de atrás del pueblo, por un caminillo que se abría en el pinar, hasta una casa que poseía un embarcadero con una pequeña barca a motor, que antaño habría sido usada para pescar, o simplemente para navegar por el lago de isla en isla.

A lo lejos se escucharon disparos, y ellos apretaron el paso, rezando para si mismos. David no podía dejar de pensar en que un viejo y un matrimonio estaban defendiéndoles la retirada, y que no tardarían en ser superados. Luego, a mitad de camino, escucharon una explosión, algo que a David le recordó a los motores de un caza al pasar de Match 1 a Match 2, aunque posiblemente se tratara de un lanzagranadas, usado contra la puerta de la colonia.

Casi corriendo, llegaron hasta el embarcadero, donde no estaba Andy, pero si la pequeña barca, algo herrumbrosa ya, atada al pie del embarcadero. David miró, nervioso, hacia el camino del bosque, como esperando que de un momento a otro aparecieran más personas, quizá los malos. Lo único que escucharon fueron ráfagas lejanas de fusiles de asalto, que hicieron a Jennifer tomarle la mano.

Entonces, sonó un ruido de motor, y él miró hacia el lago. Entrando en la ensenada, estaba la embarcación de Andy, que era esencialmente un yate de recreo, que se aproximó hasta el embarcadero. Más disparos, y carreras en el bosque, acercándose. Andy acababa de parar motores, e inspeccionaba la maniobra de atraque.

Entonces, vieron acercarse por el camino a Amanda Grey, cubierta de sangre, propia o ajena. Sonaron entonces un par de disparos más, que no consiguieron darle. Dos hombres armados se dibujaron entre los árboles, persiguiéndola, mientras intentaba llegar al yate.

Andy había dejado la cuerda, y ahora empuñaba su arma, ese arma extraña y sencilla, apenas un fusil de cerrojo desmontable, para cazar ciervos y otros animales.

Sin saber muy bien por qué, Vanessa comenzó a disparar.

Quizá era por que no le caían muy bien los esclavistas, o quizá era por que estaba harta de aquella situación, en un mundo extraño y hostil, y deseaba terminar con ella de manera rápida y fulminante. Disparó la ametralladora, sin saber la cantidad de balas que podía expulsar al dejar apretado el gatillo, y como el retroceso era acusado en ese tipo de armas.

Pero mantuvo el cañón apuntando a donde debía, y esos dos hombres, que estaban mirando el vehículo, corrieron a parapetarse tras él. El coche comenzó a ser hecho picadillo: las ruedas explotaban, los cristales se reventaban, los faros se hacían añicos. Y aquellos dos fulanos, que habían cogido sus fusiles de asalto, no levantaban la cabeza de detrás del coche.

Ella siguió disparando, hasta que vió que uno de ellos, simplemente, corría hacia el arcén, buscando parapetarse tras un muro de hormigón. Parecía que aquellas balas eran capaces de traspasar su vehículo de lado a lado. Su compañero, que seguía agachado, agitó las piernas un momento, de modo extraño. Quizá estaba herido, herido por una bala perdida.

 Un ligero ruido comenzó a introducirse en el sueño de Ian. Era un sonido constante que iba aumentando poco a poco de intensidad. Poco a poco comenzó a distinguirlo con más claridad- ¿Es ese el ruido de un coche?- pensó, aún adormilado. Desde luego, lo parecía- si es de un coche, significa que se esta acercando uno- premio para el caballero. Ian se despertó, confirmando así su gran descubrimiento:

Un coche había entrado en el aparcamiento del motel. 

Miró hacia la ventana, y allí vio a Death, mirando ensimismado (y algo sorprendido) hacia afuera. Ian se levanto de un salto y al igual que su compañero, se acerco y miro por la ventana.

Interesante- es lo único que pudo decir. Aún estaba intentando asimilarlo. Al parecer, no eran los únicos supervivientes después de todo. El silencio se prolongó en la estancia- bueno, al final no vamos a tener porque recurrir al roce, después de todo- bromeo- creo que tendremos que invitarla a pasar, ¿no crees? Va a pensar que somos unos lunáticos, o algo peor, estando aquí mirándola como pasmarotes- salió del campo de visión de la ventana y se vistió. Más adelante se arreglaría mejor. Por si acaso, ocultó la pistola en la parte de atrás de su pantalón y con esto hecho, se acerco hacia la puerta- ¿vienes? porque si es así, hazle un gesto para que entre o espere fuera. Como ella vea.

La madre Abygail escuchó lo que Stanley le preguntó, pero antes de contestar, Alex le hizo una pregunta más directa, que le hizo sonreir. Sabía que estaba cansada y tensa, tensa por la situación, y tensa por que durante el viaje, Stanley no había estado muy comunicativo.

-Hija, puedes dormir en cualquier habitación de la planta de arriba que más te guste. Comprendo tu reacción, y me gustaría que aprovecharas ahora para decírselo a Stanley. Y tú, Stan, has sido desconsiderado con ella. Una chica tan dulce necesita mimos, y que le den conversación. Has hecho que la pobre se enfade y se aburra, sintiéndose ignorada durante todo el camino. Aunque se que no lo has hecho queriendo.

La pregunta de Howard la hizo sonreir de nuevo, volviendo al tema principal.

-Vosotros no sois los únicos, si no los primeros. El mundo ahora se divide en dos clases de personas: los que tienen buen corazón, y los que no lo tienen. Hay más como vosotros, y están de camino, pero a nosotros nos toca comenzar a preparar lo que está por venir. Y lo que está por venir, mi querido e impaciente Howard, es una nueva comunidad. No la fundaremos aquí, no. Este lugar no es apropiado. El lugar que he escogido está al oeste, en Boulder, Colorado. Ese lugar controla el acceso a las montañas rocosas, con lo que podemos estar a salvo de los ataques de la gente de Las Vegas, y también queda cerca de un embalse con una central hidroeléctrica, donde podemos conseguir tener electricidad, y poder usar la tecnología de este mundo.

Parpadeó, con una sonrisa.

-Esa es vuestra misión, nuestra misión. Hay que ir allí, y allanar el camino a los que llegarán. Ellos son decenas, casi cientos, y vendrán de muchas partes de este país, y de más allá. Vosotros sois los que habéis llegado primero, y eso no quiere decir otra cosa que sois los más rápidos, pero también quizá que sois los más devotos de todos los que han recibido la llamada. Será dificil, será duro. Pero entre todos podemos construir algo duradero. Las pequeñas comunidades no tienen mucho futuro, por que solo la unión hace la fuerza. Y el propósito de Flag, es separarnos, esclavizarnos y matarnos.

Hizo una breve pausa.

-Hay muchas fuerzas en este mundo. Algunas buenas, y otras malas. Pero con la ayuda de Dios, podremos lograrlo.

Tras el discurso del doctor Green, Vivian corrió hacia casa, y Brick se extrañó por ello. Tiraba de una maleta, una maleta ya preparada, cosa que le extrañó muchísimo. Era una maleta pesada, asi que estaba claro que no podía cargar con ella durante mucho rato.

-Brick, tenemos que irnos de aquí, irnos a Nebraska.

En el pueblo, las cosas se estaban revolucionando. Al no dejar instrucciones el señor Green, las familias se habían dividido: unos pocos se quedaban allí, y la mayoría iba a intentar huir por sus propios medios, por el lugar que más les apeteciese. Después de todo, no hay muchos sitios a los que ir, estando en una isla. Tendrían que salir de ella.

-Brick, ayúdame, por Dios -dijo, al borde de la histeria.

- Si, claro, voy contigo... Death se había quedado algo ensimismado observando a la chica que conducía el coche, pero sobretodo, estaba intentando recordar el nombre de la artista que cantaba aquella canción que se escuchaba por los altavoces del vehículo. - Gretchen Wilson!! Espetó el músico sin venir a cuento, y dibujó una media sonrisa de triunfo.

- Mejor dejo el fusil en la habitación, no queremos que la chica se asuste. Miró unos segundos al coche que acababa de aparcar, y se volvió para Ian. - Pero será mejor que tengas esa pistola cerca... Por si acaso.

Death siguió a Ian fuera de la habitación. Su rostro dibujaba una sonrisa amable, mientras su mano hacía el internacional gesto de saludo, a la mujer del coche. - Buenas, es maravilloso encontrar a alguien vivo, y que no te dispare a la primera. JAJAJAJA La carcajada era sincera, pues realmente se alegraba de encontrar a otro superviviente. - ¿Estas bien?¿Necesitas algo? ¿Comida, bebida...? Death se dirigía a la extraña, intentando escrutar la expresión facial de la desconocida.

Permanecía quieto, junto a Ian, a la espera de la reacción de la mujer.

Me sonrojé un poco cuando Abygail dijo aquellas palabras, como para no hacerlo, aunque yo sin duda no se lo hubiera dicho así, en realidad, siendo francos, no se lo hubiera dicho de ninguna de las maneras y no pensaba añadir más al tema, no creía que a Stanley le importara una mierda lo que yo pensase o dejase de pensar.. aún me extrañaba que sintiera dolor por haber perdido a alguna persona que no fuera él mismo..

El resto de los que habíamos encontrado al llegar era lo mismo, era como seguir sola, y lo que más me fastidiaba era que sabía que cuando mi enfado terminara, volvería a intentar entablar conversaciones y que parecieran personas y no muebles en todas partes o que simplemente abrieran la boca para decir que algo no les parecía bien, pero que no fueran capaces de decirle a alguien cuando algo les agradaba o hacer cosas como dar un simple gracias.

La única que parecía diferente era la enfermera, que al menos, tenía una sonrisa cálida, aunque todos estábamos lo suficientemente cansados como para que en aquel momento tampoco nos apeteciera demasiado hablar.

Escuché qué era lo que debíamos hacer y me quedé unos instantes pensando, aún con las mejillas un poco coloradas, pero al final opté por negar con la cabeza. Mi malestar me estaba empezando a hacer dudar de todo.

- Creo que me gustaría acostarme y descansar antes de nada. - Dije poniéndome en pie. - Sé que quizás sea mucho pedir pero una ducha y algo de ropa limpia para meterme en la cama..

Estaba claro que no iba a hablar con nadie en aquel momento, ni con Stanley ni con el mismísimo Dios si bajaba a saludas, lo que quería era dormir mi cabreo y quizás descansada y con el sol de un nuevo día pudiera pensar con claridad.

Fue como si recibiera un golpe, veía impotente cómo Jimmy se alejaba en el coche y no podía hacer nada. No hubo tiempo para culpas ni remordimientos por haberlo dejado solo, pero sin duda éstas llegarían.

Los dos hombres la observaban y ella a ellos, mas el modo en que la miraban la hizo temer lo peor. Pensó en coger el arma del cinto, pero no hizo falta que nadie le dijera que estaba en desventaja, ellos tenían las armas en sus manos y aunque no le apuntaban sin duda serían más rápidos en reaccionar si se dabana cuenta que estaba armada. ¿Qué hacer entonces? ¿Encararlos? ¿Ganar tiempo? Sí, esa podría ser una opción, intentar hablar, mostrarse indefensa y al menor descuido echar a correr. ¿Después de todo qué amenaza podría representar para ellos una mujer sola e indefensa?

Era una jugada arriesgada, pero era la única que se le ocurría. La mochila colgaba de su espalda, miró a un lado y otro, habían coches, muchos coches y si se movía rápido quizás pudiera resguardarse tras ellos y defenderse. Debía hacerlo, debía intentarlo, porque no sólo era su vida la que tenía que proteger sino la del bebé que crecía en su vientre... y la de Jimmy, si es que conseguía dar con él otra vez.

-¿Qué quieren? ¿Quiénes son ustedes? ¿A dónde se llevan al niño?

Su voz era temblorosa, no hizo falta que fingiera miedo, estaba realmente asustada, pero no por ello anulada.

Cuando era médico, y parecía que había transcurrido una eternidad desde que eso era así, había sentido impotencia y rabia contenida al ver como la vida de una persona enferma se escurría entre mis dedos. En ocasiones, no se podía hacer nada. Eso me repetía a mi mismo para no perder la cordura. Y funcionaba.

Ahora, corriendo entre los árboles y alejándome con Jenny de nuestro pequeño hogar, trataba de justificarme del mismo modo. Los disparos y explosiones se escuchaban lejanos, y sin duda los pobres desdichados que se habían quedado allí, tratando de defender sus vidas y sus casas no tardarían en caer. Pero había sido su elección. Tenían sus motivos, habían escogido y nada podría hacer por ellos. Yo había escogido abandonar aquel emplazamiento y vivir.

Justificaba mis actos. Tenía que pensar en Jenny. Ellos habrían podido escoger huir, pero no lo hicieron; libremente eligieron quedarse, tratar de defenderse y morir. ¿Qué iba a hcer yo? No podía obligarles....

Y sin embargo, a pesar de todo, mientras me aproximaba al embarcadero, me sentía sucio y ruin. Había sido un cobarde. Esa era la única verdad. Observé como Andy se aproximaba con su embarcación, y carcomido por la culpabilidad, no me atreví a sentir alivio.

Me volví y pude ver a Amanda corriendo hacia nosotros y resonaron dos disparos más. Sin duda alguien la seguía....

"-Jenny, súbete a esa barca - le dije mientras le cedía mi bolsa - ¡Rápido!"

Amanda era perseguida por dos hombres, cuyas siluetas aparecieron de la nada a través de la arboleda. No podía abandonarla a su suerte. No después de dejar a otros en la colonia. Así que sin dudarlo, examiné la recámara del rifle, y busqué un punto de apoyo  en el que conseguir la estabilidad para apuntar y disparar...

Observé a través del humo de la ametralladora, poco a poco se difuminó, permitiéndome ver unas piernas sufriendo espasmos y al otro individuo cubriéndose tras un murete de hormigón, suspiré arreglándome las gafas y el pelo y volví a disparar contra el murete y el hombre que estaba detrás.

No sabía porqué lo estaba haciendo, pero tenía claro que aquel hombre no merecía sobrevivir, había sido bendecido y en vez de disfrutar de ello, se aprovechaban esclavizando a otros, empleando la fuerza para doblegar al resto de supervivientes y hacer con ellos vete tu a saber que...

Stanley escucha con atención, aunque con la mirada gacha y alternando la vista entre Abygail y el plato de comida con los restos, mientras su pie golpetea levemente, sin emitir ningún sonido, pero de manera nerviosa contra el suelo de madera de la casa. Le molesta un poco que se lo tilde de “desconsiderado”, y menos en relación a Alex, después de que matara, robara, e incluso dejara de lado a su familia, o lo que quedara de ella, cosas que nunca antes hizo por nadie ni hubiera hecho, para seguir con aquellos desconocidos, lo ultimo que espera es que se le llame desconsiderado. Pero de todas formas lo entiende, entiende que no es el mismo, que a cambiado, como si se encontrara muerto en vida, sin ánimos de hacer ni decir demasiado, mas que seguir adelante. Entiende que pese a todo, aquellos desconocidos eran y son la única razón para seguir con vida, aunque no haga eso evidente. Lo entiende, pero sigue sin importarle demasiado, pues no puede simplemente olvidar ni hacer de cuenta que nada de aquello esta sucediendo, sin importar como la imagen que puedan dar, por lo que tan solo asiente levemente con la cabeza respecto a eso, lanzando una fugaz mirada a Alex, aunque sin ningún tipo de intención en ella, para luego volver a mirar a Abygail.

El resto de lo que dice le parece tan o mas absurdo que todo lo que había oído hasta el momento. A cada palabra que dice Abygail entiende mas la reacción de Price, aunque le siga pareciendo exagerada, todo aquello se presenta de manera muy rápida, y Abygail no hace de eso algo mucho mas creíble, adornando sus palabras con cuentos de elegidos, demonios y demás parafernalia. Le gustaría poder presentar el poder de convicción que muestran algunos en la mesa, le encantaría poder sonreír y pensar en que todo esta bien, pero aquellos “delirios” místicos distan de ser confortables para Stanley.

Sin embargo, lentamente comienza a descubrir lo que hay detrás de aquellas palabras, la idea de Abygail, su proyecto. Juntar a los supervivientes, unirlos, darles una oportunidad, al menos para quienes sea posible... y eso es algo que no le parece tan descabellado ni delirante, si no todo lo contrario. Stanley no puede tragarse todo el sermón religioso de la anciana, al contrario, pero de todas formas, finalmente y tras analizar lo que dice, se da cuenta de que esta de acuerdo con Abygail... tal vez no en sus motivaciones, pero si en sus objetivos, por lo que al final no presenta ninguna objeción, tan solo vuelve a asentir levemente con la cabeza mientras baja la mirada hacia la tabla de la mesa y cruza los brazos, pensativo. Por un momento parece que no tiene nada que responder, y su temple da a pensar que las palabras de Abygail distan mucho de convencerla, pero finalmente vuelve a mirar a la anciana, mientras apoya las manos sobre la mesa.

- Si hay mas gente viniendo aquí, tenemos que hacerles saber que su lugar ahora esta en Boulder – dice tras un incomodo silencio, volviendo a dejar que hable a su lado practico, dejando ver que, finalmente, no le importa todo el tema místico de la cuestión, pero que aun así no se aparta de aquel camino, como hizo Price, tomando la decisión que a Stanley le hubiera gustado que el militar también siguiera, aunque sin saber realmente por que, y que aunque no del todo, esta de acuerdo con lo que dice la anciana.

En cuanto terminó la segunda oleada de nuestra ametralladora, pisé el acelerador, sabía que esos tipos ya no representaban ningún impedimento en nuestro camino. Teníamos que aprovechar a salir pitando de allí.

Salgo de la carretera en cuanto puedo, adelantando a su improvisado control campo a través y me reincorporo de nuevo a la vía echando un ojo a los retrovisores.

Bajé de la torreta de artillería con los brazos entumecidos por el martilleo del arma, una vez abajo me arreglé el pelo y me coloqué las gafas de nuevo a modo de diadema, mantuve una sonrisa en tensión mientras devolvía la mirada a los dos físicos del interior del vehículo.

- ¿Que? - murmuré por lo bajo - Después de ver lo que hicieron en Chicago, dejarlos atrás no iba a ser una opción. - suspiré haciendo un gesto a la carretera - Deberíamos parar y hacernos con una de sus radios, - expliqué dando un golpecito en el hombro a la agente federal - en las pelis los buenos lo hacen para estar un paso por delante de los malos. - terminé apoyándome en el respaldo de los asientos con mis codos.

-Tal vez... – Expreso dubitativamente ante la propuesta de Vanessa.

-¿Serviría de algo? – Ladeo la cabeza, enviando la pregunta a los físicos, sin duda ellos tendrían la ultima palabra al respecto.

Luego miro por el retrovisor a la muchacha buscando su mirada e intentando informarla de la situación. – Han fabricado una radio y no nos ha aportado demasiado, de ahí mis dudas.

En cualquier caso no estorbaba y si realmente lo deseaba pararía para que pudiera cogerla.