Partida Rol por web

--- PAUSA ---

Rex se relamió pensando en lo sabrosos que estarían los intestinos de los bastardos que vigilaban el territorio, pero contuvo sus ansias.

Hemos venido a ver a esos hijos de puta y esos hijos de puta ahí están. El trabajo va a ser jodidamente más sencillo de lo que esperábamos. ¿Arrancas tu querida lata con ruedas Duna?

Rex y su jodida vista. El muy cabrón había descubierto las posiciones de los mercenarios a los cuales debían hacerle la entrega lo cual, en cierta forma, era bueno. Si eran tan imbéciles como para dejarse ver desde donde ellos se encontraban, serían bastante fáciles de acabar si la cosa se ponía fiera.

Como para corroborar que sus pensamientos no iban desencaminados, Coronas alertó a los idiotas. ¿Como podía ser que continuaran con vida si eran tan inútiles para no haberlos visto? Negando para sí, Pesar se metió en el coche, en el asiento trasero como era su costumbre mientras algo tironeaba de su mente.

-Rex, maldito cabrón, ahora no es buen momento -aquel tipo era demasiado impaciente. Un par de palabras intercambiadas unos días antes y ya se creía con la capacidad de explorar la vorágine psíquica así sin más. Por suerte, su capacidad estaba verde y no había pasado a mayores, pero un paso en falso podría freirle el cerebro al muy jodido. Y eso no me haría muy feliz.

Abres tu mente a la vorágine psíquica, algo no va muy bien pero consigues ver una imágenes. En dichas instantáneas visualizas a tus compañeros junto al grupo con el que acabáis de llegar. A los desconocidos los ves nerviosos, parecen estar preocupados por algo o alguien, como si temieran que se presentase alguien más que no estuviera invitado en el encuentro programado.

Una vez estan los cuatro en la furgoneta, Duna pone en marcha el vehículo y comienza a rodar hacia la posición de negociación. Ya estaba cerca la hora de la entrega y sería mejor llegar a tiempo.

Vamos a ello muchachos, esperemos que no se pongan molestos estos tipos...

El camino, si es que se le puede llamar así, esta plagado de baches y vegetación que ha tomado la antigua carretera. El vehículo avanza despacio mientras duna intenta forzarlo y los demás aprovecháis esa lenta velocidad para asomaros por las ventanillas. El lugar de la entrega parece haber sido alzado sobre un edificio de la edad antigua. Se trata de una pequeña torre improvisada, construida con chatarra y restos de vehículos. Sobre ella hay dos hombres armados con ballestas y asoma lo que parece ser una ametralladora de cilindro.
Al avanzar hacía la torre podéis visualizar un antiguo y oxidado cartel donde alguien ha dibujado lo que parece ser un rostro.

El camino por el que habéis venido continúa por detrás del edificio y acaba en unas montañas que no parecen estar muy lejos, tal vez a unos 15 minutos en coche. Seguramente el campamento de estos capullos se encuentre allí.

El lugar de la entrega es este, es donde os dijo doble K que vinierais, así que al parar el vehículo podéis ver como de los bajo de la improvisada torre salen tres personas. Todos visten ropas que parecen ser desechos remendados, bastante peores que las vuestras, y están tan delgados que les quedan grandes pero al fijaros mejor en ellos os percatáis de que son solo muchachos, todos son muy jóvenes.

Uno de ellos se adelanta hacía vosotros, tiene el pelo negro aunque algunas partes están pintadas de color rojo, y luce una cresta a juego con algunas partes de su ropa. Al situarse a unos 15 metros de vuestra posición alza la voz para que le escuchéis.

- Eh, vosotros, yo soy rufio. Soy quien esta al mando aquí, ¿Venís de parte de doble K con nuestra mercancía?

Rex apretó los dientes todo el camino de ida hacia los vigilantes. En el momento en el que el canijo con pelos de loco se acercó, susurró a sus compañeros.

Les preocupa algo. No sé qué jodida cosa les pasa, pero estad alerta porque tal vez tengamos que empezar la cacería.

Era la primera vez que los demás escuchaban susurrar al animal de Rex.

Su mirada carente de alma se clavó en el chiquillo.

¿Sueles tener muchas visitas con cargamentos jodido gilipollas? Claro que venimos de parte de doble K. Dame una buena taza de agua y déjanos pasar enano de mierda, los adultos tenemos cosas que hacer.

El muchacho se sorprendió ante la respuesta de Rex. Seguramente no era lo que se esperaba oír por lo que empezó a reír, y sus compañeros con él.

- Ustedes los mayores siempre tienen prisa. Pero esta vez nosotros también, rondan por aquí unos salvajes que preferimos evitar.

Detrás suya veis aparecer un remolque que transporta el pago por vuestro pedido, parece ser agua.

- Ahora mostrarme lo que traéis vosotros - os dice mientras lleva su mano hasta la empuñadura de su espada, mientras los demás hacen lo mismo.

Rex saca su enorme arma. Sabe que esta parte no es la que mejor se le da, así que mira a sus compañeros con discreción para que le indiquen si tiene que empezar a matar.

Duna asegura su recortada de forma que este en un lugar accesible y mira un segundo a Rex, el mercenario sabía como funcionaba eso, si Duna disparaba el lanzaba su tormenta de plomo.

Duna baja de la furgoneta y se dirige al compartimiento de atrás para descargar la mercancía y la deja en el suelo al lado de la furgoneta, dejando la puerta abierta.

Aquí está lo suyo...

Dice mirando a los ojos al niño jefe, luego se lleva l amano al cinto, cerca de la recortada, mira la mano del muchacho en la espada y vuelve a mirar a los ojos del chico

...no hagamos estupideces, hagamos el trueque y nos vamos.

Los muchachos parecen relajarse cuando ven el paquete que ha sacado duna del vehículo. Rufio aparta su mano de la espada aunque los muchachos de arriba siguen apuntando a Rex (parecen tener claro que es la persona más peligrosa de vuestro grupo).

Pesar bajó en último lugar del vehículo. Tal vez por pereza, tal vez por precaución. Era una persona demasiado excéntrica como para intentar averiguar cuáles eran sus motivos para hacer lo que fuera. Tampoco es que importara demasiado, hasta el momento se había comportado de acuerdo a las circunstancias y por eso los demás le perdonaban sus rarezas.

Miró a su alrededor, reafirmando su primera impresión. Aquel era un campamento de improvisados, no sabía por qué 2K se molestaba en comerciar con ellos. Bueno, tenían agua, un bien que nunca estaba de más. Pero Pesar ya había participado en otros intercambios donde esa había sido la moneda de cambio, otras tribus podían proveer sin demasiados contratiempos. A saber que le pasaba por la cabeza a ese malnacido para mandarlos a aquel lugar.

-¿De verdad creen que estas latas van a servirles de algo? -preguntó con impertinencia-. No veo que tengan demasiados mecanismos para aceitar -pues eso era lo que habían traído. Un pack completo de latas de lubricante que la diosa-máquina había escupido dos noches atrás. 

Sin aguardar respuesta, comenzó a caminar en círculos, cada vez más grandes. No le importaba lo que se veía en la superficie. Pesar necesitaba encontrar aquello que estaba oculto, la trampa que cada salida fuera del campamento aguardaba por ellos.

La voz de pesar parece asustar a los muchachos que se giran hacía su posición. Pesar es el centro de atención, el resto de vosotros también escucháis sus palabras con su forma especial de hablar. Y mientras pesar gira la vista de un lado a otro temiéndose que algo malo pueda pasar... algo cae a medio camino entre vosotros y ellos.

Y varias más caen a vuestro alrededor. Rápidamente buscáis cobertura mientras alzáis la voz de una forma histérica sin entender que esta pasando pues un denso humo negro os rodea bloqueando vuestra respiración.

Cuando pasan unos minutos podéis comprobar los daños de la onda expansiva, hay un agujero en el suelo y varios botes en el suelo que parecen ser los causantes del humo. Pero nadie parece estar herido, ni de vosotros ni de los muchachos. Lo único que echáis en falta son las cajas de aceite lubricante que habíais traído. ¡Os las han quitado delante vuestra!

Y eso no es todo, los muchachos se temen que esto pueda ser un ardid y retroceden mientras os apuntan acusándoos de ser una treta por vuestra parte.

Muy bonito. ¡Nos queríais engañar! Ya decía yo que no debía fiarme de vosotros. ¡Largaos y volved cuando tengáis lo nuestro! - grita mientras retrocede hacía la posición del remolque sin daros la espalda, y sus compañeros os apuntan con sus armas.