Partida Rol por web

Austin se encogio de hombros, mirandote, con un aire bovino que dejaba claro que la inteligencia y las preguntas no eran lo suyo- Y yo que se, tio. Aqui hay un monton de gente y todos venis con el mismo papel... Alguien tiene que haberte invitado, eso fijo. Si no no estarias aqui... - dijo, con una logica aplastante.

-¿No ponia nada en ningun sitio? Ni viste quien te la dio ni nada? - te pregunto entonces, mirandote, mientras se rascaba la nuca, con aire pensativo.

Rachel rio. Una risa melodiosa, aunque con un deje escalofriante, para qué decir otra cosa, que tuvo la capacidad de resultarte tan atrayente como de ponerte los pelos de punta.

- Asi que la puerta numero siete... - dijo, con cierto aire infantil, revoloteando a tu alrededor ahora, con aquel aire jugueton suyo, agarrandote de la mano, mientras tironeaba de ti, con aquella sonrisilla capaz de provocar a cualquiera, contando puertas- Una... dos... tres... cuatro... cinco....seis... y siete. Veamos que le ha tocado al caballero... - añadio entonces, tirando de ti lo suficiente como para que entraras en aquel cuarto sin poder ver de entrada lo que habia en el.

Y solo cuando te viste dentro te diste cuenta de que si, estabas rodeado de espejos. Pero no, no habia ninguna cama alli. Se trataba de un ascensor, algo que Rachel debia saber, sin duda, a juzgar por aquella expresion poco inocente que se dibujo en su rostro- Uy... creo que me olvide de la cama... - dijo entonces, con un susurro, mientras te dabas cuenta de como aquel ascensor comenzaba a subir, algo extraño, ya que no habia pulsadores en el, ni Rachel habia activado nada.

-Bueno... es posible que aun podamos encontrarla, ¿no? - añadio la mujer, aprovechando aquella oscura penumbra y lo reducido de aquel espacio para acercarse algo mas a ti. El simple hecho de percibirla mucho mas cerca hizo que, por un lado, se activaran todas tus alarmas, pero tambien todos tus instintos. Deseabas a aquella mujer mas que a cualquier cosa en el mundo.

Aquello era un hecho innegable.

Y finalmente, y tras cederte el paso, Kirk entro en el ascensor, que se cerro antes de que nadie más pudiera subir con vosotros. Era extraño, pero era como si todas las personas que habia en aquella fiesta fueran capaces de seguir un orden, en el que nadie interferia en el espacio vital de nadie. Curioso, sin duda. Muy curioso.

Y entonces comenzo aquel ascenso hasta la azotea.

Kirk se apoyo en una de las paredes, y te observó, con una media sonrisa dibujada en los labios- Ya puedes empezar a disparar. - te dijo entonces, como si fuera totalmente consciente de todo lo que habia en tu cabeza. Lo mas gracioso era que el tampoco parecia preocupado, o nervioso por tu posible reaccion. Es mas, parecia estar disfrutando de todo aquello-  A proposito... ¿Como esta Susan? - te pregunto, con todo el descaro del mundo, mientras aquella media sonrisa suya parecia afilarse en sus labios.

Te pusiste en la cola. La Cabalgata de las Valkirias resonaba en tu cabeza con fuerza, como una sinfonía de guerra que llenaba de coraje, decisión y fuerza tu corazón.

Gracias a Dios, tuviste que esperar menos de lo que habrías esperado. Y es que, a pesar de que tu vestido era precioso, lo cierto era que la noche no acompañaba demasiado y comenzabas a tener bastante frio, que solo mantenías a ralla a base de voluntad y determinación.  La cola fluía con bastante rapidez y, tan solo un par de veces, aquel tipo que había en la puerta había tenido que indicar a un par de espabilados dónde estaba la salida para los que no tenían aquella tarjeta.

Y justo cuando llegabas al clímax de aquella canción, de aquella Opera personal, una voz te devolvió a los fríos y duros brazos de la realidad.

- Invitación. - Dijo el enorme hombre. Era un hombre alto, de gran musculatura y fuertes brazos. Tenía cara de pocos amigos, y permanecía cruzado de brazos, girando únicamente la cabeza hacia ti, mirándote fijamente a través de sus gafas de sol. Y las llevaba a pesar de ser de noche, y aun así tienes claro que estaba mirándote.

Te sorprendió por un lado lo mecánico de sus gestos, de su tono.

Podías ver ahora, desde ese punto de vista, lo bello, caro, lujoso y perfecto del interior del edificio. Sin duda, un lugar único.

¿Pero de dónde demonios ha salido esta chica? me pregunto, procurando contener el asombro para que no quede reflejado en mi rostro, como un tonto. ¿Quién debe ser, alguien que te dice alegremente que sí, que ha sido ella quien, como Pedro por su casa, se ha colado en tu ordenador privado sin aparente dificultad?

Leah Jones, Leah Jones, … me repito su nombre, a ver si me recuerda algo. Un talento hacker así no puede haberme pasado tanto tiempo desapercibido.

¿Quién será esta chica?

Entre cavilaciones, el viaje en ascensor llega a su fin, demasiado pronto para mi gusto. No me hubiera importado continuar un rato más -toda la noche, siendo franco- compartiendo habitáculo y conversación con la chica que ha conseguido embelesarme.

Salimos a un pasillo iluminado tenuemente de una forma tal que uno no acaba de saber si se trata de decoración moderna o de una rancia imitación de una película de terror de los años cincuenta.

Le sigo en silencio, al encuentro de la tal Alice quien, espero, acabe por explicarme todo este lío.

Chasqueé la lengua un tanto molesto, jodido por no poder averiguar nada más de aquel tío que parecía tener la capacidad cerebral de una mosca. -No, no recuerdo nada. Sólo se que mi local estaba destrozado y que tenía esta invitación en el bolsillo de mi cazadora. 

-¿Quién podría ayudarme? ¿Tienes algún encargado o algo? -pregunté con la esperanza de encontrarme a alguien con algo más de cerebro. Aquel tío parecía más apropiado como gorila que como cabeza pensante. 

Todo era como la tipica escena de pelicula o de un libro romantico, chico y chica en el ascensor, frases que pueden llevar a dejar la imaginacion volar, escasas distacias, miradas picaras, provocaciones. Todo ello era perfecto, yo jamas había tenido una pareja, todo lo que había pasado con los hombres había sido... de una noche, supongo que el miedo a querer a alguien era demasiado para mi, si queria a alguien y lo perdia no lo supraria, si no amaba no sufriría. Eso era mas sencillo, no dar direcciones, no dar numeros, no llevar a nadie a mi casa...

Sentia como si el momento del beso estuviera apunto de llegar y realmente en cualquier otro lugar estaría deseando que le diera al stop y no quedara solo en un beso, pero... hablo.

Cada palabra era como si metiera una y otra vez el dedo en la herida que era mi vida, y cuando sonaron las puertas abriendose mi nariz se rozo con la suya, pero no para un beso si no para agachar la mirada.

- ¿Como puede saber todo eso de mi...? - Susurre casi como un pensamiento en voz alta. ¿Quien era ese hombre? Di un paso atras y eleve la mirada hacia Oliver apretando las manos en mi bolso con fuerza - ¿Como sabe todo eso de mi? ¿Con que derecho te ha contado todo eso? - Ya no es que lo supiera es que lo había contado - ¿Quien sois vosotros? - Aun no había salido del ascensor, y ahora lo miraba con decisión. ¿Quien es esta gente? ¿De donde ha salido? ¿Porque conocen mi vida?

Aunque había espacio de sobra nadie más subió en el ascensor ¿Acaso los otros invitados se conocían entre ellos? ¿Estarían al corriente de mi situación? Sonaba paranoico pero no más descabellado que mis últimas semanas. Me quedo un momento mirando fijamente la puerta. Intentado volver en mi. Últimamente estaba inestable emocionalmente con todo lo ocurrido.

Mientras intento ordenar mis pensamientos escucho de nuevo su voz alzarse por el sonido del ascensor. Me vuelvo lentamente... con miedo de caer de nuevo en esa fascinación. Apoyado en la pared seguía pareciendo tranquilo. Tan indiferente como cuando se puso a mi lado en la entrada. Con esa confianza parece que lo tiene todo bajo control. Tengo la sensación de que me está leyendo como un libro abierto. Como si mi intimidad se hubiese evaporado.

Cuando pregunta por Susan un escalofrío me recorre el cuerpo al asaltarme el recuerdo del hospital. Abro la boca y la cierro varias veces sin saber que decir. Totalmente traicionada por los nervios. -¿Qui-quién te crees que eres?- Balbuceo por fin con un deje de enojo. -Solo un monstruo hubiese dejado a Susan en ese estado. Moribunda en un hospital... ¿Y qué te he echo yo? -Dejo un espacio insuficiente para contestar pues siento la presión de las acusaciones en mi pecho queriendo salir.- Has estado jugando conmigo estas semanas ¡Seguro que has sido tú! ¿Y esta fiesta tan rara? ¿Qué pretendes?

Eso era un juego, estaba jugando conmigo como quería, esto lo tenía más que claro. Lo que no tenía claro era la razón por la que aún no me había largado de allí, dejándola plantada. Estaba clarísimo que ella estaba disfrutando, eso se veía en su rostro, pero ¿y yo?

Por una parte no estaba convencido de que Rachel fuera de fiar aunque, por otra parte en mucha,ocasiones eso me había dado igual ahora era diferente. Estaba más nervioso que nunca, y una pequeña parte de mí me pedía salir de ahí y volver a mi casa, aunque fuera yo solo y sin ninguna compañía. Pero otra parte de mí me retenía, y ésta era mucho más grande; deseaba a Rachel, la deseaba con todas sus fuerzas, por muy extraña que fuera esa mujer, esa parte de mí tan sólo podía centrarse en ella.

Cada segundo que pasaba a su lado, la segunda parte tomaba más fuerza, y me pregunté si Rachel era consciente de lo que estaba sintiendo; algo dentro de mí decía que sí, ya que la mujer se volvía a cada segundo más atrrevida.

No se molestó por la broma, de hecho pareció disfrutar de ella, y cuando entramos en el ascensor -el cual no me parecía que pintara nada ahí- se acercó más a mí, mientras éste subía.

No había visto que la mujer apretara ningún botón, de hecho no había visto ningún botón, pero sentía a la mujer más y más cerca.

-Es posible. -Acabé por contestar, en un quedo murmullo, cuando dejó caer la posibilidad de encontrar una cama.

Ya rindiéndome del todo rodeé a la mujer con mis brazos, a la altura de las caderas, dejando la sutileza para que se acercara a mí todo lo que quedaba por acercarse-. Lo cierto es que me gustaría bastante... -Dije, y sí, en esos momentos era lo que más me apetecía encontrar, aunque si no lo hacía estaba seguro de que me apañaría con cualquier cosa.

Austin dibujo entonces una enorme "O" en sus labios, como si acabara de comprender a qué se referia- Oh, claro, si. Está Rick, ese de ahi... Pero ahora mismo esta muy ocupado ahi, ¿no lo ves? ¿Por que no te das una vuelta?  A lo mejor la persona que te ha invitado te esta buscando... Este lugar es enorme... - le propuso, simplificando, encogiendose de hombros- No te mosquees, hombre, y disfruta de la fiesta... Esta llena de tias buenas... - dijo finalmente, con una carcajada socarrona, rascandose la nuca en un gesto de simpleza.
 

Kirk se incorporo ligeramente, inclinandose hacia ti, mientras estiraba la mano en un gesto tan lento que parecia casi fascinante, que hacia que, a pesar de la situacion, una parte de ti estuviera deseando que llegara hasta tu mejilla.

-Shhhh... Tranquila, April... Estas demasiado tensa. Demasiado nerviosa. Fijate en lo que estas diciendo... ¿Por que iba yo a hacerle a Susan algo asi? - te susurro, con un tono de voz suave, capaz de encantar a todo un nido de serpientes, si fuera necesario, mientras finalmente aquellos dedos, frios y delgados, llegaron a rozar tu piel. Y pudiste comprobar como el mero hecho de que aquellos dedos te rozaran fue capaz de provocarte un enorme escalofrio, algo que chocaba directamente con aquel nerviosismo y aquella desconfianza que se habian desatado en ti. - Tu lo has dicho, solo un monstruo podia hacer eso... ¿Acaso te parezco yo un monstruo? - acabo por decir, mientras el ascensor seguia su ascenso en direccion a aquella azotea del edificio. 

Y es posible que se tratara solo de sugestio pero lo cierto es que aquella ultima pregunta te puso los pelos de punta.

Rachel dejo escapar una melodiosa carcajada, colgandose de tu cuello, con aquel deje atrayente y desquiciado que a veces envolvia sus gestos. No, no parecia haberse molestado tampoco por aquel acercamiento. Mas bien parecia haber alentado sus ganas de seguir jugando contigo- Pero entonces... si te diera lo que quieres... Seria como el resto, ¿no crees? - dijo la mujer, mirándote, desde aquella escasa distancia que os separaba.- Y odio ser una mas. Yo... soy diferente... muy diferente a cualquier otra mujer que hayas conocido. Yo puedo ofrecerte cosas que nadie más podrá... Asi que... seré muy clara, Sasha... ¿Que deseas?- te pregunto, con un tono capaz de poner el vello de punta a cualquiera.

Aquel susurro, aquella promesa, fueron sin dudas los detonantes que te faltaban para tener claro que no, aquella mujer no era como el resto. Quizas en cualquier otra ocasion habrias tenido claro que tan solo se trataba de una calientabraguetas con mucho palique y poca accion. Sin embargo, en aquella ocasion era diferente. Y es que, cada una de aquellas palabras, cada una de sus afirmaciones resultaba mas misteriosa, atrayente e incluso peligrosa que la anterior. Estaba claro que Sasha comenzaba a quemarse, podia notarlo en la yema de esos mismos dedos que ahora se posaban sobre la mujer.

La cuestion era... ¿Hasta donde estaba dispuesto a quemarse?

-La informacion es poder, Alice. Y Dimitri es un hombre muy poderoso, creame. El ultimo de muchos. - dijo, con cierto tono enigmatico, observando a la mujer, tras aquel asustadizo gesto.

-Hay muchas, muchas cosas que me encantaria contarte... Sin embargo, no es a mi a quien corresponde hacerlo, creeme. Tendra que ser el quien te lo cuente... - explico el chico, acabando por tender su mano a la chica, en un gesto conciliador. - El... es alguien que, por azares del destino se ha fijado en ti, y que está dispuesto a ofrecerte algo que me atreveria a decir, nadie mas te ofrecera jamas. Si quieres un consejo, olvida todo lo que sabes sobre el y escuchalo. Dale una oportunidad, sea como sea. Merece la pena escuchar la oferta que esta a punto de hacerte, creeme. - acabo por decir el chico, aun con la mano extendida hacia ella, y aquel aire calmado, que acompañaba de una calida sonrisa.

-Vamos, acompañame. Se que debes hacerlo.

¡Y tanto que lo iba a escuchar!

Tenia mucho que explicarme, muchisimo, ¿me queria ofrecer algo? Pues que lo ofrezca, pero antes de nada me va a decir como sabe todas esas cosas de mi, y porque se las a contado a Oliver, y evidentemente si se lo ha dicho a alguien mas, no creo que nadie tenga derecho a meterse asi en la intimidad de alguie, una cosa eran las notas de acosador enigmatico, y otra aquello, eso era ya otro nivel.

No dije nada, ahora mismo me herbia la sangre y seguramente si abria la boca Oliver terminara pagando con mi mal humor, y no seria precisamente bonito lo que pudiera salir por la boca, y como el había dicho me había criado en un lugar donde ser barriobajera hablando era de lo mas sencillo aunque ahora aparentara tener unos buenos modales.

Sali del ascensor en silencio con cara de claro enfado y cogi su mano, no hable, ni una palabra.

Viendo que aquel tío no iba a serme de ayuda suspiré resignado. -Está bien, gracias por tu ayuda. -dije siendo completamente cínico, sin saber muy bien si aquel idiota lo entendería.

Empezaba a estar realmente de los nervios ante aquella situación pues no controlar la situación y el desconocimiento de qué estaba pasando estaba acabando con mi cordura. Tentado de liarme a hostias para llamar la atención de mi misterioso anfitrión me dediqué a dar vueltas por la sala, atento a alguien que pareciera reconocerme. 

Vamos... da la cara... de una puta vez.

No estaba muy seguro de qué pensar de Rachel.

Las palabras que me dedicaba eran ambiguas para mí, no lograba descifrar una sóla de ellas. Me sentía perdido y, aunque era yo el que la agarraba, también tenía la impresión de que era ella la que me tenía bien cogido y atado; era incapaz de desear separarme de ella.

Tal vez desear no era la palabra, pues mi parte más racional me decía que tenía que irme y volver a casa. Pero mi parte irracional era otra muy distinta y sabía que, en esos momentos, no podría ignorarla por mucho que lo deseara.

Estaba claro que Rachel no era una chica más pero ¿a qué hacía referencia? Me había invitado a ir ahí por una razón pero ¿cual? Dudaba muchísimo que fuera únicamente con la intención de que no fuera una más para mí. No comprendía sus deseos, sus motivaciones, sus intenciones... había tanto de ella que se me escapaba que, lo único que deseaba, era destapar el misterio.

Estaba jugando conmigo como quería, y por mucho que lo intentara no iba a ponerme a su altura ¿por qué intentarlo entonces? Tal vez debería picar el anzuelo, tal vez no había otra opción aunque me engañara a mí mismo. Ese era el efecto que Rachel provocaba en mí.

-Dudo que no sepas mis deseos, los deseos de las personas como yo... -Era obvio, estaba harto de tener que tocar para gente puesta y por simples bebidas, pero no creía que Rachel se refiriera a eso... me preparé para picar y dejarle claro que ella ganaba. Estaba harto de esos juegos, de sentirme como un animal acorralado, de no tener yo el control...

-Pero, si quieres saber lo que deseo en este instante... -Pregunté, finalmente-. Quiero saber lo que quieres tú, lo que esperabas al traerme aquí y, a ti también.

Gorila número uno en la puerta, perfecto. No esperaba menos. Qué bien, ¿Estará en el ajo? Probablemente no. Si yo fuera un asesino maquiavélico no contaría a todos mis asalariados mis planes enfermizos. Aunque, por otra parte, esta gente con complejo de Dios tiende a usar muchos, demasiados, de hecho, esbirros. Veremos.

Saco la invitación del bolso y se la tiendo con una sonrisa. Hoy esta sonrisa es una espada. El vestido es mi armadura. La fiesta es una batalla.

- Eve Williams - digo con seguridad -, ¿Sabe si han preguntado por mi?

Me quedo embelesada mientras acerca su mano a mi mejilla. Incluso una parte de mi esta deseando sentir la caricia. Sus palabras parecen elocuentes ¿Me podría haber equivocado con él? Tal vez le había juzgado mal... Podían haber pasado montones de cosas pero yo le había acusado a él sin prueba alguna. 

Pero cuando sus fríos dedos tocan mi cara siento un escalofrío recorrer todo mi cuerpo. Cuando pregunta si parece un monstruo me quedo helada. Abro los ojos como platos como si fuese la primera vez que le veo. Todo lo sucedido las últimas semanas se podían tachar de paranormal pero me había negado a aceptarlo. Había preferido buscar respuestas lógica pero escapaba a mi sentido común.

- Parece que lleves un disfraz de humano. -Digo con renovado aplomo. Si me había traído hasta aquí tendría sus motivos. - Guardas demasiados secretos, ¿verdad? Además te encanta jugar con la gente. Sabes que tienes el poder por lo que los puedes tener bailando a tu son. 

Y la sonrisa se afilo en labios de Kirk al escuchar tus palabras. Sin embargo, en ningun momento hizo el amago de apartarse, ni parecio sentirse amedrentado por tu pregunta. Mas bien parecio divertido por tu comentario, profundamente deleitado con el- ¿Y quien no? - dijo entonces, mirandote con aquel aire enigmatico que tan atrayente y escalofriante resultaba a un mismo tiempo- Dime, April... ¿Acaso tu no tienes secretos? ¿No hay nada que guardes en tu interior, solo para ti, temerosa de que el resto del mundo lo vea y acabe deseando alejarse de ti? Dime, April... ¿Cual es tu disfraz? ¿Y cual tu juego?- pregunto entonces el joven, clavando su intensa mirada en ti, una mirada casi hipnótica, llena de misterio, de preguntas y respuestas, de seguridad y confianza. Una mirada que parecia llegar hasta lo más profundo de tu ser, atravesar tu alma.

La respuesta de Rachel no se hizo esperar. De repente aquel deje infantil, desquiciado y caprichoso que rodeaba a la mujer desaparecion de un plumazo y, clavo aquella profunda e intensa mirada en ti, en un gesto en el que tenias claro que podria haber analizado perfectamente tu alma.

Y entonces una delgada, delgadisima sonrisa, la mas enigmatica que hubieras visto jamas, aparecio en sus labios, justo antes de que decidiera acercarse mas a tu oido para susurrar aquella respuesta, como si fuera demasiado compremetedora como para que fuera apta para oidos ajenos a los vuestros. - Quiero llegar donde nadie llego, hasta lo mas profundo de tu ser. Quiero ver tu alma, asomarme a ella para verme reflejada en tu piel. Quiero que se hagan realidad tus sueños, ofrecerte algo que nadie jamas te ofrecio ni te ofrecera. Quiero saber si estarias dispuesto a dejarlo todo, absolutamente todo atras, por mi, para mi, para pasar el resto de la eternidad a mi lado... - dijo, con una media sonrisa que, aunque traviesa, te dejaba claro que, por alguna razon, sabias que aquella mujer no bromeaba, que iba totalmente en serio con cada una de sus palabras- Dime, Sacha... ¿Lo dejarias todo por mi, por alcanzar tu sueño, por un futuro a mi lado? - pregunto entonces, de tal forma que, a pesar de lo disparatado de la peticion teniendo en cuenta que no sabias nada de ella. Aunque quizas mas disparatado aun resultaba que, por un momento, en aquel instante, no fuera ningun disparate para ti.