Partida Rol por web

8 completos desconocidos se encontraba en el vestíbulo de aquel frio y solitario edificio; lo conocían bien, lo habían visto ya cientos de veces a lo lejos e incluso algunos habían llegado a imaginar que lograrían verlo desde dentro. Ahora estaban allí, en el edificio central de operaciones del cuartel de la Legión del Trueno, mejor conocido como el castillo de Sir Kennard; allí los 8 desconocidos esperaban por su primera y mas importante asignación, de su fructífero cumplimiento dependía su estadía en la Legión del Trueno.
Habían llegado hacia ya mas de 15 días a la Fortaleza Tormenta, que era como se le conocía a la fortaleza que la legión del trueno había adoptado como cuartel, este se encontraba ubicado en las planicies a las afueras de Denerim, en una amplia zona poco elevada que permitía custodiar la retaguardia de la ciudad capital desde la lejanía. Su estadía en la fortaleza había sido muy dura y difícil, habían visto pasar a decenas de reclutas que habían acabado desertando, algunos incluso a las pocas horas. Y solo fue hasta después de 15 días de arduo trabajo que se les aprobó como miembros de la Legión del trueno; sin embargo para su molestia la cosa no había terminado allí, casi al mismo momento en que se les dijo que habían pasado todas las pruebas y que ya eran miembros de la Legión del trueno se les dijo que había una prueba final que cumplir antes de ser realmente admitidos; para bien o para mal no les quedaba mas que esperar por que se les designara dicha prueba.
Cansados de esperar algunos de los legionarios caminaban de una lado a otro intentando calmar los nervios, sabían que para que habían sido llamados, sabían que lo que se les venia encima. La hora había llegado, estaban por conocer cual seria la misión que se les asignaría como prueba final; habían escuchado muchos rumores de estas pruebas y por lo que se decía al parecer solo 2 de cada 3 lograban pasarlas y solo 4 de cada 5 lograban sobrevivir, aunque los números no eran malos tan poco parecían ser muy alentadores.

Sondra observaba al grupo que la acompañaba en aquel edificio legendario. La comerciante había tenido que esforzarse para disimular la excitación de iniciar por fin su aventura en la legión. Los sucesos de Lotherim aún resonaban en su cabeza y ardía en deseos de volver a empezar. 

Además, ya había empezado a recopilar información sobre lo que se cocía en la legión y aquello prometía.

-Caballeros, damas... dijo ejecutando un saludo sencillo.

Poca sorpresa o excitación se podía recoger de sus gestos. Se había colocado cerca de alguna ventana del vestíbulo y parecía refrorzar y revisar los cierres de su armadura. El crujir del cuero acompañaba sus movimientos con los esfuerzos que su respiración realizaba como suaves gemindos. A pesar de la dureza de su vestuario, marcaba una silueta muy aractiva, que sólo su cabello carmesí conseguía distraer, provocando en todo caso que los ojos se clavaran involuntarios en aquella hermosa elfa de rasgos extranjeros.

Su mirada vacilaba en ocasiones entre el exterior y el grupo de mercenarios. ¿Qué creéis que será esta vez?

Apoyado en una pared y algo apartado del grupo intenta no revelar el nerviosismo que sentía, Gareth observaba en silencio la sala, especialmente al grupo junto con el cual había sido allí llamado. Las dos últimas semanas habían sido un infierno, más de una vez pensó que fallaría, pero al final había consiguió superar el reclutamiento.

Supongo que pronto lo sabremos – contestó Gareth a la pregunta que había hecho la elfa- O al menos eso espero – añadió para sus adentros

Me encuentro de pie, apoyado en una pared y en mi vara. Observo a mi alrededor mirando fíjamente al resto del grupo. Son hombres y mujeres de distintas razas. Ya sean humanos, elfos o enanos todos quieren ayudar al rey a defender su reino.

Me fijo en cada uno de los rasgos de mis compañeros, tratando de encontrar sus dones y sus habilidades. Ese enano debe ser sin duda un guerrero, un muy hábil guerrero Pienso mientras miro la armadura y armas del enano. Espero que en el grupo no se encuentre ningún apóstata...

Los días de esfuerzo para ser reclutados en la Legión de Trueno habían sido los 15 días donde me había exigido más en mi vida. Una de las verdaderas razone de estar aquí era sacarme de encima a esos viejos remilgados del Circulo, que nunca están conformes con nuestro esfuerzo. Bueno, aquí no me lo exigían con palabras, pero quedaba en mi cumplir o retirarme con el rabo entre las piernas como muchos reclutas que vimos pasar.

Ahora llego a esta sala, donde hay otras personas, a las que saludo cordialmente, al igual que aquella mujer:

 - "Muy buenos días a todos."

Luego de eso, me apoyo en la pared, mientras miro a las personas que me acompañan, hasta que me fijo en el elfo de pelo dorado que está frente a mi.

"Parece un mago. Quizás lo vi alguna vez en la Torre del Circulo, o quizás es un Apostata. ¿Tan desesperado estará el Rey Cailan como para convocar hasta a esos proscritos."

Continuo mirando al resto de las personas, intentando familiarizarme con sus rostros y sus formas.

7 además de él, 3 mujeres y 4 hombres según había podido apreciar, aunque quizá se equivocara. Nunca había tenido una habilidad precisa en cuanto a la identificación al diferenciar rasgos femeninos de masculinos, pero en cuanto a éste grupo los aspectos dejaban poco espacio a errores al juzgar. El tiempo se precipitaba sobre ellos sin piedad y mientras los minutos continuaban avanzando unos tras otros, la espera en aquél sitio ponía de relieve la impaciencia, defecto que se intuía en más de uno de los presentes, incluyendo a Magányos, quien disimulaba apropiadamente e intentaba relajar su mente, puesto que la paciencia era una de las disciplinas que siempre había deseado conquistar.

Inmóvil en un asiento, se mantenía pendiente de los demás, dejando a su mirada vagar de uno en uno, aprendiendo a reconocerlos al menos en lo externo, ya que nunca se sabía que datos de apariencia inservible podían convertirse en algo útil en el momento menos esperado. 

Los murmullos aumentaron de volumen y Magányos les prestó atención, levantando la vista y acertando a dar una cabezada de asentimiento, musitando un fugaz saludo en respuesta al último integrante que se había presentado en el lugar; desvió la mirada y volvió a sumergirse en sus cavilaciones mientras deslizaba la mano en un bolsillo y sacaba una daga, entretenido en observar el reflejo y tantear su filo.

En medio de aquellos siete desconocidos no podía dejar de sentirme aislada. Algunos estaban nerviosos, como yo misma, y otros parecían mas relajados, quizá por tener mayor experiencia, o un carácter optimista.

Unos y otros habían ido saludando según llegaban y yo había devuelto nerviosas sonrisas a todos los que lo habían hecho. Lo suficiente para no llamar demasiado la atencion sobre mi misma por ser descortés, pero no tanto como para invitar a ninguno a acercarse, costumbre adquirida tras años de pasar inadvertida.

Dos de ellos parecían magos, incluso vestían como magos. Magos del círculo. Era sencillo reconocerlos, porque no ocultaban su condición. Seguramente ellos mismos ya sospechaban también mi condición, y solo esperaban que hiciese algo que me delatase como maga para confirmar sus sospechas.

Estos pensamientos no contribuían a tranquilizarme, mas bien al contrario me recordaban que de no superar esta prueba, mis días de libertad estaban contados. Sin el amparo de la legión, no dudarían en darme caza, y esa seguridad era la que me había impulsado a superar todo el camino hasta aquí.

Agite la cabeza tratando de alejar mis preocupaciones y me decidió a abandonar también mi aislamiento. No había llegado hasta aquí para seguir escondiéndome como hasta ahora. Recorrí al resto con la mirada hasta que mis ojos se clavaron en la elfa pelirroja. Me hinche de valor y me acerque a ella con pasos cortos y vacilantes.

- ¿Eres dalishana? pregunte de forma repentina perdona, me llamo Ciara… añadí ofreciéndole mi mano.

Ambas manos acudieron a su pecho para posteriormente inclinarse en señal de reverencia. Cassandra, aunque puedes llamarme Cassie. Le respondió mientras recogía con suavidad su mano. Esa es una buena pregunta. A medida que pronunciaba sus palabras, más se apreciaba un acento demasiado poco común en las tierras de Ferelden. Sus hombros se alzaron levemente mientras contestaba a su primera pregunta. Poca importancia tiene pues no he vivido entre ellos, aunque tampoco lo he descartado. Sus ojos acudieron a sus manos buscando alguna señal, alguna respuesta. Me gustaría encontrarme con ellos alguna vez, quizás puedan sacarme de dudas… ¿los has visto alguna vez? Le preguntó emocionada de forma arriesgada, dando por sentado que tampoco aquella elfa era dalishiana, no sólo por la ausencia de marcas en su piel, también la propia pregunta le dio a entender que no era el caso.

La desilusión se reflejo en mis ojos durante una fracción de segundo. No había esperado una respuesta afirmativa, aunque si la había deseado. Sin embargo el acento de su interlocutora había rellenado el hueco dejado por la curiosidad sobre los dalishanos.

Negué con la cabeza a la pregunta de Cassie, y le respondí apropiándome del apelativo pues si íbamos a pasar tiempo juntas la confianza seria necesaria.

- No, lo siento Cassie, nunca me los he encontrado.

De haberlo tenido, le hubiese dicho cual era mi apelativo para los amigos, pero la vida de un apostata es tremendamente solitaria, y Nenlas siempre me llamo por mi nombre, Ciara.

- ¿De donde eres?

La sala estaba a rebosar pero, casi involuntariamente, las mujeres gravitaban unas hacia otras, así que Sondra se acercó a ver que podía averiguar de sus compañeras. Llegó justo a tiempo para escuchar la pregunta de Ciara y se adelantó a la respuesta de la encapuchada.

-Yo, de las Marcas, de un pueblecito a la sombra de las murallas de Kirkwall. Me llamo Sondra. Cassandra, llevo un rato intentando situar tu acento. Normalmente soy muy buena pero me está costando horrores...

Escucho la conversación de mis compañeras elfas, intrigado también por los orígenes de estas. Sin embargo tras escuchar las respuestas lanzo un breve suspiro de insatisfacción, nunca había conocido a un elfo dalishiano y por lo visto aun no lo haría.

Un poco harto de esperar me acerco al que es mi compañero del Círculo, aunque apenas lo he visto algunas veces -Me llamo Vargad Targen compañero, si no me equivoco perteneces al Círculo ¿no es cierto?

Veo que alguien se acerca a mi y me habla. Es un elfo y reconozco los rasgos del Circulo en él. Le respondo amablemente:

 - "Hola Vargad. Así es, soy del Circulo. Mi nombre es Amon Erhmantraut y es para mi un gusto conocerte. Parece que no hay muchos magos en este equipo."

Miro al resto, intentando identificar indumentaria de magos entre el resto.

Espero a que Cassie responda a la pregunta que ha hecho la humana, y que también a mi me esta reconcomiendo.

- ¿Habéis oído algo sobre lo que nos espera? Creo que nos van a mandar a por unos bandidos.

Mientras observaba a los que habían reunido en la sala, vi como empezaban a formarse grupos... los dos que por su aspecto parecían magos habían empezado a hablar, al igual que las mujeres, que se habían juntado entre ellas. Poco dispuesto a quedarme solo, decidí ir a hablar con alguien, aunque sin saber muy bien a quien

Seguramente los magos estén hablando de cosas que solo ellos entienden, y no hay que ser muy listo para no meterse en medio de una conversación de mujeres. Y el enano no se parece a aquellos que he conocido, mercaderes en su mayoría, así que…- pensé mientras me acercaba al último de los presentes, que se entretenía con un cuchillo.

¿Tienes idea de por qué nos han hecho venir a todos aquí?- le pregunte mientras cogía asiento sentandome enfrente suya- Por cierto, me llamo Gareth