Partida Rol por web

-Lo único que se yo es que la misión se llevara a cabo en un lugar conocido como el valle Ruswold ubicado en las fronteras entre Bannorn y el bosque de Brescilia. O al menos, eso es lo que he oido.

- Tiene sentido, porque yo he oido algo sobre unos bandidos en un bosque, imagino que sera el bosque de Brescilia. Tambien he oido algo de un Marbari, pero no me imagino que relacion puede tener.

Un placer. La verdad parece que somos los únicos magos del grupo o, al menos, los únicos que tenemos el apoyo del Círculo -le contesto fijándome en el resto. Escucho varios comentarios y alzo la voz para que todos me oigan -compañeros, soy Vargad Targen, mago del Círculo. Creo que, ya que todos formamos parte del mismo grupo, deberiamos compartir toda la información que tengamos sobre nuestra última prueba -sugiero mirando a cada uno de ellos, a las bellas elfas, a los humanos y al acorazado enano -por mi parte no puedo daros buenas noticias. La misión será guiada por Sir Haguen cuya fama de no aprobar a casi ninguno de los posibles reclutas le precede.

Respondo a Vargad con una sonrisa:

 - "Para mi tambien es un placer conocerte, hermano."

Luego, ante sus palabras acerca de compartir datos, le respondo para que escuchen todos:

 - "Yo no he oido ningun rumor acerca de la misión, por lo que no seré de mucha ayuda en ese aspecto. Aunque para ser sincero no me importa, pues la prueba será de una forma u otra a pesar de lo que yo sepa e igualmente seré aprobado."

Digo orgulloso de mi mismo, pero intentando parecer seguro, no arrogante. Aunque en realidad soy soberbio, pero eso no lo muestro muy seguido.

Erackand miraba a todos sus compañeros inmovil, casi como una estatua de los Gloriosos antepasados, miraba una y otra vez, había humanos allí, algunos se denotaban capaces, había elfos, magos incluso, nunca comprenderia ese poder, pero su experiencia le había enseñado a temerlo, desde su destierro había visto muchos magos y había observado como actuaban algunos, el no entendía entre apostatas o magos del circulo, el se regía por el arte del acero, y sus hachas y su espada era lo que le conferia su poder.

Las pruebas habían sido duras, pero la dureza de Orzammar seguia pareciendole peor...

Hola compañeros, Erackand Goldhammer, Enano de la Casta de Guerreros de Orzammar, veo que pelearemos, sangraremos y viviremos o moriremos juntos, he observado las habilidades de algunos y quizas podemos complementarnos bien...

Hubiera contestado con gusto la curiosidad de sus nuevas compañeras, pero ahora la conversación en la sala había tomado un rumbo que difícilmente podía ignorar. Espero ardientemente que sean bandidos, pues no pienso dejar uno con vida, ¡detesto a esa calaña! Comentó exaltada, mientras abandonaba la ventana y se cerraba más en el grupo. También a mis oídos ha llegado esa posibilidad, Brescilia no les ofrecerá ninguna protección ante mi ira. La confianza en superar la prueba era algo que admiraba y quiso compartirlo señalando al que parecía ser mago. Ese es el espíritu, no quiero ver miedo en vuestros ojos, pues se alimentarán con él… nuevamente el cuero crujía al apretar con fuerza sus puños con su mirada perdida en sus recuerdos, regresando a la ventana.

Escudriñando la reacción de cada uno en su rostro reparó en la tarea que le quedaba pendiente. Disculpad Ciara, tampoco os puedo contestar a esa pregunta, me he criado en el camino, acogida por unos mercaderes antivanos que erraban por estas tierras… de ahí mi acento Sondra, comentó finalmente algo molesta por la escasa discreción que estaba provocando su forma de hablar por la reciente agitación de sus sentimientos. Pero no hablemos ahora de mí, el guerrero Erackand demuestra la Casta que le engendró, ¿qué habilidades aportareis para machacar a esos bandidos? Preguntó sin caer en la cuenta que aún desconocían si aquella sería la prueba.

Mis habilidades niña, son tan buenas como las vuestras, el guerrero no solo es el que demuestra sus talentos en el combate, si no tambien con su lengua, tengo gran talento con el espadón y hasta ahora, si supieseis quien fui, sabriais que puedo aportar, por ahora solo tende por sentado que el dia que mi espada falle, será porque mi mano caiga muerta...

Ademas de eso, no debes preocuparte, porque estas armas, digo mientras acaricio el hacha de familia, no solo son para verme imponente, si no que han bebido mucha sangre, siempre que ha sido necesario y justo...

Poder contar con un enano guerrero era algo que le fascinaba, Excelente, espero que esa justicia que guía tu mano sea compañera de la Legión del Trueno. También que hubiese representantes del Círculo, a los que quiso preguntar seguidamente, pero rectificó siendo consciente de que apenas conocía la magia y no llegaría a saber su potencial. Empuñó un cuchillo que elevó unos palmos girando sobre sí mismo y recogió con precisión de la punta en tres ocasiones y preguntó en general al grupo. ¿Qué me decís el resto?

Viendo que las personas que serán mis compañeros se presentan y hablan de sus dones, aporto con el saber de los mios:

 - "Bueno, mi nombre es Amon Erhmantraut y soy un Mago del Circulo. Mis habilidades son la magia y sus misterios. Aparte de eso he cultivado conocimientos de algo muy apreciado, que es el arte de la sanación. Sé curar heridas y dolencias, tanto de manera mundana como usando mi energía mágica. Aliviaré el dolor de los guerreros si ellos se encargan de protegerme."

Termino de decir con una pequeña risa. Es bien sabido que los magos no somos buenos en el combate cercano, por lo que es un hecho que necesitaremos a los combatientes para ayudarnos mientras nosotros los apoyamos. De eso se trata, de trabajo en equipo y de saber dividir las tareas de forma eficaz.

Aunque un guerrero no debe temer sangrar, y no debe temer a las heridas, si no llevarlas con orgullo, es de idiotas y de poco sabios no contar con un buen sanador en el grupo, asi sea de manera normal, o con la magia, si tu proteges mi salud yo protegeré tu cuerpecillo...

Tras decir estas palabras, Erackand profirió una sonora carcajada que resonó en todo el salón...

Jejeje,estos magos y sus cuerpecillos de cristal... murmuró...

Magányos palpó uno de sus bolsillos, el derecho del pantalón. Con una rapidez solo explicada mediante el previo conocimiento encontró la piedra para afilar y se dispuso a ésta tarea, observando la roca al principio y rozándola con el pulgar, apreciando su utilidad dado que era una pieza recientemente adquirida. En lo referente a la solvencia económica, su bolsillo distaba de ser un hondo pozo cargado de monedas. Un pozo sin fondo se adecuaba más a la realidad, puesto que pronto encontraría roturas en la ropa, por las cuales las piezas de plata saltarían a otras manos. Era un gaje del oficio, podría decirse, y bastante acostumbrado a remediar sucesos de éste tipo estaba. Sin embargo, previendo que algo así llegara a suceder, conservaba sus pocos ahorros en un sitio menos obvio. Sus ojos se separaron del objetivo sin rastro alguno de curiosidad ante la llegada del sonido, pasos acercándose, y una voz dirigiéndose a él. Los rasgos de aquél hombre denotaban juventud, quizá más de la que en realidad tenía, aunque nunca faltaban aquellos jóvenes aún demasiado verdes que, forzados por la vida o motivados por la estupidez, llegaban a lugares como el presente. -Debe ser una prueba...- La conversación se generalizó y alzando las cejas indicó a su compañero que atendiera a las otras voces, girando levemente el cuerpo, recargando el antebrazo en la pierna, ligeramente inclinado a la derecha dada la postura. 

Una vez las suposiciones terminaron de ser expuestas y el intercambio de exclamaciones se centró en el enano llamado Erackand y una de las mujeres, la más habladora hasta el momento, Magányos se inclinó hacia el lado contrario y finalmente dio una respuesta a el muchacho que se mantenía sentado frente a él. -Como puedes ver, en ocasiones basta con esperar a que el resto exprese sus conocimientos. Personalmente había escuchado los mismos rumores, con excepción del punto relacionado con Sir Haguen.- Se guardó la piedra al igual que la daga; después de comprobar el filo no creía necesario realizar aquella tarea allí. -Magányos.- Musitó con la ronca voz pero afable, y asintió con un gesto de la cabeza. -Esperemos que no falte demasiado tiempo antes de que las verdaderas implicaciones de ésta prueba nos sean reveladas.- Finiquitó volviendo a quedarse callado para prestar atención a la conversación general sin participar puesto que, de momento, no tenía tintes de seria importancia y malgastar saliva no era su fuerte.

Escucho con atención los rumores que presentan mis nuevos compañeros y comparto el optimismo de mi compañero del Círculo. Parece que en este lugar hay buenos guerreros, temía encontrarme luchando con bandidos y campesinos pero he tenido suerte.

Mi magia es algo más destructiva que la de mi compañero -señalo mirando al resto tras las palabras de mi compañero y, a continuación, siguiendo el hilo de la conversación, le pido a Erackando -yo no podré curaros, pero os apoyaré desde una distancia segura a cambio de que protejais mi débil carne de los aceros enemigos.

Tienes razón- dije con una inclinación cabeza, reconociendo la apreciación de Magányos, maldiciendo por dentro mi impaciencia- y yo también lo espero. Cogí el asiento que había puesto enfrente de Magányos y lo coloque a un lado, girándolo para poder observar al resto del grupo

Aunque puede que yo no tenga tanta experiencia como el señor enano, podéis contar con mi espada- dije tras escuchar la conversación del grupo- y si de defender se trata, no importa quien sea, magos o no, podéis contar con mi escudo.

Sondra asistió en silencio a la protocolaria exposición de habilidades. Parecía que todos sus compañeros tenían talento en el combate. Aquello la hizo arrepentirse de no haber entrenado más con su maestro. su habilidad con las armas le había permitido sobrevivir a varias escaramuzas pero no se consideraba un soldado tan apto como aquella gente.

-Bueno, siempre he pensado que la información es la mejor arma así que os diré la verdad. A pesar de que puedo defenderme con la ballesta, mi fuerte no está en el combate, sino en la negociación y en la capacidad de amasar información o de tergiversarla.

-Creo mi sitio debería estar junto a los magos para hacer daño a distancia, excepto si hay que darle a la "sin hueso".

Súbitamente, mientras todos conversaban en aquella pequeña habitación, la puerta que daba acceso a la sala de audiencias se abrió y de ella surgió la figura de un hombre conocido. Lo habían visto en múltiples ocasiones durante su entrenamiento, solía estar siempre cerca de Sir Kennard pues al parecer era una de las personas mas cercanas a este. Su nombre era Galahad Haldwin, poderoso mago del circulo de quien se decía había sido el primero en ofrecerse a unirse a las filas de la Legión.
Caminando un poco hacia ellos y extendiendo su brazo izquierdo en señal de invitación les hablo -Ha llegado la hora futuros legionarios, el consejo preparado para esta ocasión los espera-
El mago observaba fijamente a cada uno de los futuros legionarios mientras estos iban ingresando a la sala de audiencias, parecía querer adentrarse en sus mentes de algún modo, como si con su mirada los estuviese analizando. Y para aquellos que intentaron no desviar la mirada al pasar lo único que consiguieron fue un ligero mareo.
Una vez todos estuvieron dentro, el mago Galahad les indico que formaran una linea frente al consejo allí reunido, para enseguida volver a hablar.
-Estos son los 8 aspirantes Sir Kennard, ninguno se ha echado para atrás hasta el momento. Permitame que os indique sus nombres: Amon Erhmantraut y Vargad Targen  de la torre del circulo, Ciara Tinuviel  de procedencia incierta, Erackand Goldhammer de Orzammar, Gareth Bryne  de Bannorn, Sondra Sotavento de las marcas libres, Cassandra Adelchi de Antiva y finalmente Magányos hiúz de la espesura de Korkari.-

En la habitación que fungía como sala de audiencia, ademas de los guardias que custodiaban el lugar y de los recientes miembros de la legión se encontraba el consejo conformado por 7 de los mas importantes miembros de esta. De entre ellos, el que mas destacaba sin duda era su mismísimo líder, el comandante de la Legión del Trueno Sir Kennard Lanart.
Pero no era la única presencia allí importante, estaba también el mago del circulo Galahad Halldwin quien ya antes se había presentado ante ellos, Sir Haguen Danprhel quien era famoso por su extrema rigurosidad y por poca sensibilidad y también se encontraba entre ellos otro de los mas importantes aliados de Sir Kennard en su campaña, el fiero y astuto enano Balmung quien solía fungir como el comandante de batalla cuando llegaba a ser necesario desplegar una gran fuerza de la Legión.

Sir Kennard se levanto mirando fijamente a todos los recientes integrantes de la legión y enseguida les dirigió la palabra con su característica voz tosca y firme.
-Se que creen saber por que están aquí, pero no es así, están lejos de saber que esto. Para ustedes no es mas que un momento emocionante en el que se les asignara una divertida prueba que deberán cumplir. Esto no es un juego, estamos ante una difícil campaña que nuestro rey nos ha encomendado, no hay nada de divertido aquí, la legión del trueno no es un juego- Afirmo Sir Kennard golpeando fuertemente la mesa con su puño y mostrando una seria cara de molestia.
-El objetivo de la Legión del Trueno es servir al rey en las tareas que el se ve imposibilitado de cumplir debido a la reciente amenaza que asola Ferelden y que pronto asolara a toda Thedas. No me importa cuales son sus objetivos al entrar aquí: riqueza, seguridad, aventuras; no me interesa nada de eso, pueden quedarse sus objetivos para si y regocijarse en ellos siempre que cumplan con el objetivo de la Legión, “servir al rey”. Y al entrar aquí deberán hacerlo sin dudar, si se les ordena algo deberán cumplirlo o serán perseguidos como viles desertores y cobardes, y deben saber muy bien ya que opino de los cobardes- Sir Kennard guardo silencio un corto instante mientras parecía considerar cuales serian sus próximas palabras.
-Este es el momento crucial, después de esto no habrá vuelta atrás, podrían morir en su prueba o podrían arrepentirse a medio camino y verse obligados a huir como viles ratas. Entonces, por que malgastar sus vidas, den la vuelta y márchense; no se les perseguirá, no se les juzgará, se les dejara ir libremente. Pero si desean quedarse deberán dar un paso al frente, deberán jurar fidelidad a la legión y mayor aun deberán decirnos por que la legión puede confiar en ustedes.-

La voz de Vargad interrumpió el hilo de mis pensamientos, y cuando Cassie respondió a nuestras preguntas yo estaba ya mas pendiente de los dos magos que de su respuesta. Uno de ellos decía especializarse en la sanación, y el otro en lo opuesto, un experto en hechizos ofensivos.

Poco a poco todo el grupo comenzó a hablar de sus habilidades, una idea inteligente si debíamos trabajar juntos, y yo hubiese querido sumarme, pero cada vez que trataba de abrir la boca para decir algo, mis ojos se posaban sobre los dos miembros del círculo, y las palabras se atragantaban en mi garganta.

Respire hondo una vez, dos veces, y varias mas mientras trataba de reunir el valor para asumir públicamente mi condición, pero tantos años de miedo hacían más y más difícil decir en voz alta lo que nunca había contado a nadie. Y entonces llego un hombre y nos hizo pasar a una sala.

Se trataba de un mago del circulo, y su mirada me helo la sangre. Podía sentir que sabia que era yo, hubiese jurado que sus ojos acusadores atravesaban mi carne escrutando mi alma. Un mago del círculo estaba entre los dirigentes de la legión, y si descubrirá lo que yo era no dudaría en entregarme a la capilla. Debía permanecer en silencio.

Pero en realidad eso no podía ser cierto. Yo ya había demostrado mis habilidades, o no estaría aquí. Ya había demostrado que era una apostata, utilizando la magia para superar las pruebas. Y si mis examinadores conocían mi condición, ¿podía acaso no conocerla este hombre? Y conociéndola yo seguía aquí.

¿Porque estoy aquí? esa es realmente la cuestión.

Yo no busco riquezas ni gloria. No persigo el poder, ni deseo títulos o tierras. Deseo ser libre y no tener que ocultarme. Deseo servir a mi tierra y a mi rey como la persona que realmente soy, y estoy dispuesta a dar mi vida para demostrarlo, lo juro.

Di un paso al frente.

Juro fidelidad a la legion.

Sondra asiente ante el juramento de la mago. Un discurso sencillo, directo y aparentemente honesto. sondra había estado pensando en su juramento y quería que resultara inspirador a la par que contundente. Tras un profundo suspiro se lanzó:

Soy Sondra Sotavento y nací a la sombra de Kirkwall, la ciudad de los esclavos, señor. Pocos habrán experimentado el mal hacer de los esclavistas como yo. Es por eso que vine a la legión; por la libertad, por el rey y por mi tierra de acogida.

Yo digo: este grupo aqui presenta refleja eso, el crisol de razas y culturas que es Ferelden; la mitad no somos nativos  y, sin embargo, estamos dispuestos a morir por ella. Somos elfos, enanos, magos de todos los colores... 

Yo digo: quien quiera echarse atrás, a tiempo está pero que no crea que podrá escapar del destino de esta tierra.

Yo elijo quedarme y tomar las riendas de mi destino, luchar porque el mañana en Ferelden esté libre del imperio y del resto de nuestros enemigos.

Yo digo: sed hombres y mujeres libres, luchad por la Legión, luchad por el mañana.

Jurad como yo fidelidad a la Legión

Rompiendo la fuerza de los discursos en la sala, la joven elfo entonó con determinación. La legión del trueno puede contar con mis filos para liberar a Thedas de la amenaza que la acecha. No hay temor en mi interior pues ya me ha sido arrebatado todo lo que poseía, sólo me queda la libertad y la defenderé en estas tierras como el hogar que han sido en mi marcha. Tras dar un paso al frente, se arrodilló con sutileza mirando al suelo y con su mano en el pecho para realizar su juramento, siempre fiel a la Legión. Se incorporó nuevamente inquieta por conocer la prueba que les encomendarían.