Partida Rol por web

Battlestar Galactica

Nave Colonial 1.

Cargando editor
18/09/2008, 14:55
Director 2

La nave Colonial antes del ataque, era el tranporte usado por la entonces Consejera de Educación  Laura Roslin para trasladarse a Galactica. Tras su toma de poder y ascenso a la presidencia fue establecida como sede del gobierno haciéndose ligeras modificaciones en la misma para adaptarla a tal fin. Así, el despacho de la presidenta consiste en una amplia sala alargada con paneles blancos a modo de paredes entre los cuales se abren diversas ventanas circulares que ofrecen una hermosa vista del universo. Una serie de cómodos sillones de cuero de color negro y en posición enfrentada con unas mesas dispuestas entre ellos se hallan en la zona adyacente a la puerta, haciendo las funciones de lugar de espera y trabajo. En la zona más alejada de la puerta se halla el escritorio de Roslin, de madera maciza y lleno de carpetas, bolígrafos y demás utensilios de trabajo. A ambos lados del mismo las banderas de la Flota Colonial y y de la confederación de las doce Colonias penden sujetas a soportes dorados. Justo detrás del escritorio y oculto por unos pesados cortinajes grises se abre un arco que comunica con la estancia privada de la presidenta a donde solo el personal de mayor confianza tiene acceso.

Cargando editor
03/12/2008, 17:51
Director 2

Cargando editor
04/12/2008, 12:21
Director 2


 

Cargando editor
13/12/2008, 20:44
Director

Hace escasamente seis días que vuestras vidas cambiaron a sangre y fuego para no volver a ser nunca iguales. Heridos, conmocionados y humillados, los pocos supervivientes de lo antes era la orgullosa raza humana os visteis obligados a huir para poder salvaros, dejando atrás todo aquello que hasta entonces había sido vuestro mundo. Hijos, padres, abuelos, sueños, esperanzas y hogares...vidas que ya nunca volverían a existir quedaron en el camino sepultadas por las bombas y vosotros, los elegidos, lo quisierais o no, no tuvisteis otra opción que simplemente continuar adelante. Algunos puede que, después, cuando ya más tranquilos miraseis alrededor, cobraseis conciencia de que os habíais quedado solos en el mundo, otros incluso puede que lamentarais vuestra decisión, y algunos, simplemente, puede que el dolor y la culpa de haber sido tan cobardes como para no quedaros y luchar os corroyese por dentro haciendo que cada segundo que seguís vivos fuera vuestra propia penitencia. Pero da igual como os sintáis, porque la realidad es que ahora no os queda otra opción que restañaros las heridas y, con lo poco que quede de vuestras maltrechas almas, continuar huyendo para poner a salvo lo que quizás algún día sea la semilla de un nuevo comienzo. Un nuevo hogar...la Tierra, lugar de mito, planeta soñado ¿lograréis algún día llegar a él? Inmersos en una carrera por vuestras vidas corréis y corréis buscándola, vuestra última esperanza de un futuro.

Casi desde el primer momento sabíais que vuestras posibilidades de poneros a salvo eran prácticamente nulas. Aún así, vuestros corazones albergaban un pequeño hálito de esperanza cuando en Ragnar el Comandante Adama tomó la decisión de darse la vuelta y, simplemente, saltar hacia lo desconocido en busca de un nuevo hogar. Al principio pensasteis que lo habías logrado, la mente humana había superado a la máquina y de alguna forma habíais despistado a vuestro perseguidores. Pero os equivocabais. Como si de un gato jugando con un ratón se tratase, os dieron tiempo para que descansarais, para que nuevos sueños anidasen en vuestros corazones, antes de aparecer y dar de nuevo comienzo a la caza. De eso hace cinco días y desde entonces no ha habido horas de descanso ni reposo. Saltando, siempre saltando de un lado de la galaxia a otro, cada vez más lejos de lo que hasta entonces había sido vuestro hogar, habéis intentado huir pero exactamente cada treinta y tres minutos las naves base Cylon aparecen en las pantallas del DRADIS y las alarmas se disparan. Mientras los valientes guerreros de Battlestar Galactica les hacen frente intentando ganar tiempo, el resto de la flota vuelve de nuevo a huir para treinta y tres minutos después volver a hacerlo. Y así, una y otra vez durante cinco días, ciento veinte horas en las que apenas habéis pegado ojo por la constante tensión, por la permanente exigencia de que vuestros sentidos estén alerta. Los pilotos arriesgando vuestras vidas cada media hora para dar una oportunidad a lo que queda de la humanidad, mientras el resto de la flota, en esos últimos segundos antes de que aparezcan los Cylon, se pregunta si ése será el momento en que por fin vengan y acaben con vosotros dándoos así el descanso eterno.

Cargando editor
13/12/2008, 22:33
Director 2

Cinco días sin dormir, doscientos setenta y dos saltos cargados de tensión y miedo, huyendo constantemente con la garganta seca, el corazón en un puño. Justo antes de que aquella locura comenzase, habías viajado a la nave Colonial Uno para hablar con la presidenta y el primer ataque te había pillado allí. Desde entonces, habías hecho de la oficina de la presidenta tu sede y en aquel momento te arrebujabas destemplado en uno de los cómodos sofás de cuero azul. A tu espalda, Laura Roslin impartía órdenes y hacía comentarios entorno a una mesa llena de papeles mientras varios secretarios iban y venían. El murmullo apagado de sus conversaciones eran como una canción de cuna que te arrullase en tu sueño. Dormir...ojalá pudieses...pero los nervios ante la posibilidad de que esta vez algo saliese mal te lo impedía. Clic, clac, clic, clac…el rítmico sonido del reloj de la pared fue meciéndote mientras tu conciencia se sumergía en un duermevela.

Cargando editor
13/12/2008, 22:41
Cáprica

La soleada y apacible visión del lago que había junto a tu casa en Cáprica te hacía sentir tranquilo y relajado. Lo circundaba un denso bosque, verde y aromático, que descendía por las laderas de las montañas hasta la misma orilla. La luz del radiante sol jugaba entre las copas de los árboles animando a los pájaros a trinar. Vestido con un traje a rayas y con un vaso de ambrosía en la mano, permanecías ante la cristalera de tu salón contemplando cómo las azules aguas se rizaban con la brisa. Detrás de ti, la aterciopelada voz de Cáprica se elevó acariciante:

-Dios tiene un plan para ti, Gaius, tiene un plan para ti y para todos...

Cargando editor
18/12/2008, 20:37
Dr. Gaius Baltar
Sólo para el director

 

De nuevo aquella voz, aquella hermosa voz tomaba forma.  Ella me hablaba una vez más, sus palabras revoloteaban con dulzura dando forma a aquella ilusión. No desperdiciaría aquella ocasión: llevé hasta mis labios el vaso que contenía aquel preciado líquido, disfruté de su sabor.  Después de tanto tiempo a base de agua reciclada era algo que agradecía, aun sabiendo que no era real.

El paisaje se me antojaba precioso, mucho más hermoso que antes, cuando todavía vivía ahí. Seguramente también fuese culpa de mi actual vida, de la homogénea negrura del espacio, de su monótona oscuridad solo rota por minúsculas salpicaduras de luz; vista una, vistas todas.

- ¿Dios?- repliqué –Otra vez tu fe…- añadí en tono de reproche.

Apoyé el vaso sobre mi mano izquierda, dirigí mi diestra al pecho, donde una pequeña pelusa se prendía al tejido a rayas estropeando mi pulcro aspecto: una verdadera lástima, una gran tragedia…

 

Cargando editor
19/12/2008, 10:18
Cáprica


 

La presencia de Cáprica se hizo más palpable detrás tuya cuando, con pasos silenciosos, se acercó a tí. Debido a que seguías mirando hacia el lago no podías verla, pero estabas casi seguro de que sus movimientos habían sido sensuales, casi similares a los de un felino. Su calor y su penetrante aroma te envolvieron cuando, situándose a tu espalda, su mano se elevó y, con la delicadeza de una pluma, te recorrió la nuca con las puntas de los dedos. El vello de tu cuerpo se erizó en respuesta mientras un delicioso escalofrío se deslizaba por tu espina dorsal. Su aliento, dulce, cálido, te hizo cosquillas en la oreja cuando te habló. Su voz, acariciante e íntima estaba cargada de certeza y la sombra de una sonrisa.

-¡Oh! Vamos...Gaius...tienes que creer en algo...

Cargando editor
22/12/2008, 21:39
Dr. Gaius Baltar

La sensualidad de sus movimientos hizo que mi cuello se rindiese arqueándose con el roce de sus dedos. El escalofrío no fue más que el resultado de un placer y excitación que ella sabía explotar y, como muy bien sabía, del que no podía escapar.

Las aguas del lago ya no brillaban con la misma intensidad que antes. El sabor de la ambrosía se volvía vulgar y áspero en comparación con el tacto de sus manos.

- Creo en muchas cosas: lo que veo, lo que toco, lo que siento.- dije con la seguridad de quien está acostumbrado a tratar con las mujeres. -No se puede creer en algo que escapa a nuestra experiencia, en aquello que está más allá de la razón.

 Atrapado en sus redes tejidas de deseo giré para poder ver de nuevo la figura de aquel ser que me atormentaba de placer en realidad o sueños.

-Cualquier fenómeno en el universo podría ser explicado por medios mágicos porque la fe solo exige creer.- expliqué con vehemencia mientras miraba fijamente a sus ojos. -No hay pruebas, no hay razones, solo esperanzas y fe. Decir que algo sucede porque un dios así lo quiere es negar nuestra naturaleza racional; es quitar responsabilidad a nuestros actos. Es como decir que las cosas son así porque sí.

Entre mis manos aun sostenía el vaso que ya no quería. Frente a mí ella, tan cerca… Guardé silencio.

- No, siempre hay una explicación verosímil que podemos encontrar y que nos permite entender el mundo, conocer. Dios es la respuesta fácil, la Ciencia necesita más trabajo.- alargué la mano buscando sostener la suya. -Y ya sabes, algo único y difícil de conseguir siempre proporciona mayores satisfacciones.- sonreí.

Cargando editor
25/12/2008, 22:02
Presidenta Laura Roslin

 

Cáprica, todo belleza y sensualidad te miraba atentamente, los labios húmedos ligeramente entreabiertos. De repente, la tranquilidad que os envolvía se vio truncada por un suave pitido y, como si te absorbieran a través de un túnel, la realidad que te rodeaba desapareció y abriste los ojos a la sala de reuniones de la nave Colonial Uno. Las luces fluorescentes, frías y blancas, tan diferentes de la calidez del sol que segundos antes había bañado tu rostro, te deslumbraron durante unos segundos mientras intentabas reorientarte.
 
-Pasajeros...faltan treinta y dos segundos para el salto...-la voz seria y profesional del capitán os puso al día a través de megafonía. Como antes de que cerrases los ojos, tu entorno era todo un hervidero de movimiento y conversaciones susurradas.
 
Desde detrás de su mesa, Laura Roslin alzó la mirada de unos papeles y se los tendió a un ayudante mientras le comentaba pensativa:
 
-...según el plan...hombre, mujeres, edad...-con resolución y de manera incansable parecía estar totalmente concentrada en la tarea de fundar un nuevo gobierno y poner cierto orden entre la flota. Apenas había descansado desde que hacía seis días habíais comenzado a huir y, aunque sólo había sido la consejera de Educación del Presidente de las Colonias, desde el principio había dejado bien claro quién sostenía las riendas y que estaba plenamente capacitada para la tarea que le había tocado realizar. Tras escuchar el anuncio del capitán la Presidenta dudó y luego esbozando una leve sonrisa añadió con su característica voz suave y educada-¿sabe? Mejor lo dejamos para después del salto...
 
Somnoliento intentaste prestar más atención a lo que ocurría a tu alrededor, pero el sopor se adueñó de ti de nuevo y, sin que pudieras impedirlo, te arrastró a las profundidades de la inconsciencia. Destemplado de arrebujaste en tu sillón al tiempo que el sueño te arrastraba de regreso al soleado lago, a tu casa, a ella...
 
Cargando editor
25/12/2008, 22:13
Cáprica

 

Con suavidad y dulzura Cáprica entrelazó su mano derecha con la tuya y se apretó contra ti paseando su nariz por tu cuello. Su dulce aliento te hizo coquillas en la oreja y te provocó oleadas de escalofríos que descendieron por tu columna haciéndote casi gemir de excitación. ¿Qué tenía esa mujer que el mero roce su piel hacía te flaqueasen las piernas de aquella manera? Retomando vuestra conversación susurró con su característica voz sensual
 
-Te amo...y eso no es algo...racional...- sin dejar de apretarse contra ti su otra mano ascendió por tu nuca acariciándola y tras enredar sus dedos en tu pelo te lo tironeó hacia atrás haciéndote levantar la barbilla. Como para dar énfasis a sus palabras sus labios se posaron en la piel de tu garganta y la mordisquearon juguetones. 
.
Cargando editor
14/01/2009, 18:36
Dr. Gaius Baltar

 

Cerré mis ojos y de mi garganta escapó un discreto gemido como respuesta a las incitantes caricias de la cylon. Formar parte de aquella alucinación, disfrutarla, era mejor que participar de la realidad. El juego del ratón y el gato desde un principio resultaba agotador, más cuando siempre es el mismo el encargado de huir y en la huída le resulta por completo imposible descansar durante cinco días. 

- No, no es algo racional. Pe…- aun jugueteaba con mi cuello cuando vi entrecortadas mis palabras con uno de sus placenteros mordiscos. Aparté mi mano de la suya para llevarla hasta su hombro y empujarla ligeramente. Admiré su rostro y posé mi vista sobre sus ojos con una intensidad solo propia de la lujuria que en mí despertaba. –Pero esto no es real, es una alucinación, ¿no?

 

Cargando editor
15/01/2009, 15:05
Cáprica

La mirada de Cáprica era intensa y sus ojos brillaron irónicos ante la pregunta que le habías formulado. Sus dedos, acariciantes recorrieron tu nuca soltando tu pelo y se posaron sobre tu hombro. Sin decir nada, sonrió enigmática e insinuante y luego miró entorno vuestro de manera significativa. Apenas quedaba algo de licor en tu vaso y fuera de la casa una brisa suave hacía ondear el lago provocando brillantes reflejos en su superficie...

Cargando editor
15/01/2009, 15:25
Director 2

-Señora Presidenta, damas y caballeros los treinta y tres minutos casi han transcurrido...prepárense para el salto a más velocidad que la luz, gracias-la voz del capitán informándoos en un tono impersonal te arrastró de nuevo a la realidad, substrayéndote de tus ensoñaciones. Sobresaltado abriste los ojos y parpadeaste confundido mientras intentabas orientarte  ¿Qué salto sería éste? ¿habrían llegado los cylon o esta vez os habrían perdonado? Sentada delante de su mesa, la presidenta miró brevemente en tu dirección por encima de una pila de papeles y luego se volvió hacia su ayudante, Billy, que sentado frente a ella y vestido con una camisa arrugada se frotaba los ojos con ademán cansado.

-Creo que nos estamos acercando ¿verdad Billy?-le preguntó Laura Roslin con expresión seria. El secretario asintió y suspiró sonoramente. Apoyando un codo en la mesa se llevó la mano a la barbilla

-El piloto ha preparado otra vez el salto-contestó el secretario asintiendo de nuevo. Normalmente vestido de manera formal y cuidada, el rostro del joven tras cinco días sin apenas dormir se veía ensombrecido por la barba incipiente y la sombra de las ojeras. Ambos se volvieron hacia el reloj y lo miraron fijamente como si con  eso pudieran cambiar algo de lo que iba a pasar en cuestión de segundos.

 

Cargando editor
19/01/2009, 13:37
Dr. Gaius Baltar

 

Soñoliento, tras tanto tiempo sin poder decir que dormía realmente, centré mi vista en la pared que tenía enfrente. Ladeé la cabeza buscando algo en lo que apoyarla, cerré los ojos intentando descansar, aunque solo fuera un poco, pero era imposible pues en poco tiempo volvería a sentir la desagradable sensación del salto para poco tiempo después prepararnos para huir de nuevo ante los incansables esfuerzos de los cylon. Ellos y nosotros teníamos un límite, pero cada vez estaba más seguro de que el suyo era superior y, si por resistencia fuese, teníamos las de perder. 

Mientras yo intentaba no verme sobrepasado por la situación Laura Rostlin se dedicaba afanosamente a desempeñar las tareas propias de su nuevo cargo. Parecía mucho menos afectada por el cansancio, por el estrés, por todo en general, que su ayudante, que cualquiera, que yo mismo. Pero ya poco me importaba; cuando no me encontraba inmerso en mis realistas imaginaciones deseaba entrar en ellas a voluntad para poder disfrutar de aquello que en la desalentadora realidad me resultaba imposible. 

- No puedo más.- musité esperando que ella me respondiese.

 

Cargando editor
23/01/2009, 09:47
Director 2

 

Pero no lo hizo. Intentando encontrar una posición cómoda para tu cabeza, cerraste de nuevo los ojos y buscaste volver a tu ensoñación, a ese ambiente cómodo y seguro que era tu casa en tu imaginación. Sin embargo, por primera vez no lograste sumergirte en el sopor y tras varios segundos de perseverar terminaste por abrir los ojos dándote por vencido.
 
-Damas y caballeros los Cylon han vuelto a aparecer, pero nuestro sistema MVL ya funciona y saltaremos en cualquier momento...-informó el capitán en su característica voz impersonal.
 
Todas las esperanzas que hasta entonces habías atesorado en tu interior, y que ni siquiera sabías que guardabas, desaparecieron y no dejaron otra cosa que vacío y un miedo visceral a que esta vez no lograseis escapar a tiempo. Una mano suave, cálida te acarició el brazo y unos dedos largos y finos se deslizaron entre los tuyos. Alzando los ojos te giraste hacia el asiento que había a tu lado y descubriste a Cáprica que, sentada de forma relajada, te miraba con expresión seria pero sin miedo. De pronto te sentiste profundamente cansado. Cinco días ya de jugar al gato y el ratón acaban con los nervios de cualquiera. ¿Qué pretendían con esa estrategia? ¿Por qué no simplemente se limitaban a mandar más naves base en el siguiente salto y aniquilaros? Seguro que eran capaces de hacerlo...¿por qué....?
 

Notas de juego

Sorry Mathar mea culpa que no subi la foto estos días...

Imla

Cargando editor
06/02/2009, 22:12
Dr. Gaius Baltar

 

Solo se me ocurría una retorcida contestación a tan malicioso juego, y de todas formas no me terminaba de convencer pues parecía demasiado sencilla, demasiado cruel. El juego parecía haberse convertido en un interés morboso por ver cuántos desmanes estábamos dispuestos a soportar, hasta cuando seguiríamos, cuánto podríamos aguantar. Así como los niños torturan a las hormigas ellos nos torturaban a nosotros, pero desde un enfoque totalmente distinto: nosotros los habíamos creado a ellos, ellos se habían revelado contra sus creadores y los habían llevado casi hasta el límite de la extinción. Solo era cuestión de tiempo que la presa se rindiese exhausta y el cazador cobrase su recompensa. Alargando la persecución no hacían más que regodearse en su superioridad.

Como un acto reflejo apreté con fuerza la mano de Cáprica intentando sujetarme a algo antes de dar el salto. No sabía si aquello le dolía o le molestaba, ni siquiera si realmente sujetaba su mano con la fuerza que creía al ser solo una imaginación el que ella estuviera allí conmigo. Cada vez podía controlar menos sus apariciones (si es que alguna vez lo había hecho): se esfumaba cuando más podía necesitarla y reaparecía cuando uno menos quería, no respondía a las preguntas que le hacía y me daba respuestas que no pedía.

Desde mi asiento giré la cabeza para poder verla una vez más -¿Por qué no acaban ya con todos?- Aun así ella era la única que podía poner fin a la inquietud que este y otros tantos interrogantes provocaban.

 

Cargando editor
08/02/2009, 21:09
Director

Desde su asiento Cáprica se limitó a sonreir levemente ante tu pregunta y alzando la mano te acarició la mejilla con suavidad.

-Sabes que el ser humano tiene límites ¿verdad?-te preguntó tras unos minutos de silencio durante los cuales te observó intensamente con una sonrisa sesgada pintada en su rostro. Antes de que pudieses contestar oiste un leve carraspaeo y al girarte descubriste sentados en frente tuya a un hombre y una mujer de mediana edad que con aspecto cansado y mirada entristecida que te observaban curiosos ¿Pensarían que estabas hablando con ellos? Mientras intentabas decidirlo la línea de tu pensamiento fue interrumpida por la voz formal del capitán.

-Damas y caballeros, por favor retornen a sus asientos...vamos a efectuar el salto en tres, dos, uno...-como las otras doscientas treinta y seis veces anteriores el mundo pareció desdibujarse y ondear ante tus ojos mientras las naúseas te embargaban y tu estómago se encogía. Mareado, tuviste que agarrarte al reposabrazos para no caer aunque la sensación duró tan solo unos segundos y todo volvió a estar en su sitio. Ya estaba, habíais vuelto a saltar, a huir poniéndoos a salvo pero... ¿para qué? ¿para volver a hacerlo dentro de treinta y tres minutos después? ¿o quizás esta vez alcanzaríais vuestro límite tal y como había dicho Cáprica? Como si la conjurases con el pensamiento la mano de la mujer volvió a deslizarse por tu cuello en una suave caricia.

-Dime, Gaius...¿qué opinas?-susurró la mujer junto a su oreja. Su aroma, penetrante y dulce, te asaltó y provocó que tu pulso se acelerase ante su cercanía.

Cargando editor
10/02/2009, 20:31
Dr. Gaius Baltar

Tras el salto volví a mirar hacia delante, donde aun permanecía la parejita de la que no me había percatado momentos antes.

La pregunta de Cáprica aun se repetía en mi cabeza. Lo que pensaba y no había dicho, lo que temía y no había confirmado lo había escuchado ahora por labios de aquella ensoñación con forma de mujer. ¿Acaso eso era la confirmación de que los cylon buscaban llevarnos hasta nuestros límites para en el último momento exterminarnos? No. Seguramente fuese mi subconsciente.

Confirmando que estábamos bien o simplemente como respuesta educada al carraspeo sonreí al hombre e incliné levemente la cabeza ante la mujer. Luego miré a Cáprica que de nuevo me hablaba.

-¿Opinar de qué?- dije bajando el tono de voz para que no volviesen a chistarme. –¿De este viaje de placer por el espacio?- Tras el sarcasmo conseguí relajarme y el acelerón de mi pulso que había sido provocado por su belleza y más tarde por el enojo, volvió a ser culpa de su fragancia. –Solo sé que disponemos de treinta y tres minutos hasta un nuevo salto.

Busqué junto al brazo de su butaca su suave mano para volver a entrelazar mis dedos con los suyos tras haber tenido que soltarla. Me acomodé un poco más echándome hacia atrás en el respaldo, sonreí de nuevo a la pareja de enfrente por si me habían visto mover los labios cuando no veían a nadie a mi lado y cerré los ojos buscando escapar a mi casa.

Cargando editor
16/02/2009, 15:30
Director 2

La mano de Cáprica era suave y cálida cuando estrechándola te reclinaste en el asiento y cerraste los ojos buscando alejarte de la pesallida en la que se había convertido tu vida. Sin embargo, ya fuese por la tensión en la que estabas o porque el ir y venir de la gente entorno a la mesa de Roslin te distraían, el sueño se resistió y tras largos minutos de intentarlo terminaste por abrir los ojos de nuevo. Justo en ese momento un movimiento captado por el rabillo del ojo te hizo alzar la mirada. Con aspecto cansado, el secretario de la presidenta tomó asiento frente al escritorio en el cual Roslin revisaba unos papeles con expresión concentrada. Un suspiro se escapó de los labios de Billy mientras reclinándose en la silla dejaba una carpeta amarilla ante la mujer.

-Recuento actualizado, señora Presidenta...-informó en voz baja pero no lo suficiente como para que desde tu sitio no pudieses oirlo. Dejando a un lado lo que estaba haciendo, Laura cogió la cuartilla que le tendía su ayudante y la examinó con el ceño fruncido durante unos segundos antes de dejarla sobre la mesa. En actitud pensativa se llevó la mano a la boca y la dejó ahí al tiempo que alzaba la mirada y obsevababa a su ayudante pensativa.

-¿Cómo se han perdido trescientos?-preguntó por fin. Cogiendo de nuevo la cuartilla, Billy le echó una ojeada antes de contestar de manera vaga.

-Se contaron de más ah...muertes de heridos y...desaparecidos en el último ataque...

Sin añadir nada más, Roslin le observó unos instantes con expresión seria antes de ponerse en pie y, pasando por detrás de su silla, dirigirse a la pared del fondo donde había una pizarra con un número escrito en ella en grandes trazos. Lentamente, como si estuviese sumida en profundos pensamientos, la mujer cogió el borrador y lo pasó por encima del número desdibujándolo antes de coger un rotulador y escribir otro nuevo. Después, en silencio, permaneció ante la nueva cifra estudiándola con detenimiento.