Partida Rol por web

Una leve caricia en tu mejilla te distrajo y al volverte hacia ella Cáprica te sonrió de forma sesgada mientras te observaba con la curiosidad plasmada en su rostro. El aroma que emanaba de ella era mereante y su cálido  tacto te provocaba pequeños escalofríos en la piel. La mirada de la mujer era tan intensa que de repente todo lo demás dejó de tener sentido y sólo pudiste contemplarla en silencio.

-¿Tú quieres tener hijos, Gaius?-te preguntó al cabo de unos segundos mientras su mano se deslizaba por tu cuello y jugueteaba con tu pelo.

Necesité de un segundo para saber cómo reaccionar ante una pregunta que me había sorprendido. Su curiosidad era enorme pues no paraba de plantear cuestiones que en la mayoría de ocasiones me tenían a mí como objetivo (al fin y al cabo solo yo la veía), pero nunca  hubiese esperado nada de este estilo.

No sabía hacía dónde quería llevar la conversación. Quizá se interesase por la vida humana, esa que deseaban destruir con tanto empeño; a lo mejor quería saber si me creía capaz de criar a alguien de mi propia sangre: paternidad, responsabilidad, estabilidad, familia y todos esos valores que socialmente se consideran propios del rol de padre; o simplemente fuese una respuesta de mi subconsciente para que reflexionase sobre las trescientas muertes que se acababan de contabilizar…

- ¿Yo?- pregunté mientras cruzaba las piernas preso ya de sus caricias. –No, no quiero descendencia. La mayoría solo busca una esposa e hijos para llenar un vacío producto de su propia incompetencia, de su falta de ambición y aptitudes. Seguramente su trabajo es aburrido, rutinario, nada que ver con las altas expectativas que tenían en su juventud. Carecen de arrojo para cambiar su vida de forma notable y van a la solución fácil, la que se ha considerado correcta por simple tradición: la familia.- cogí una gran bocanada de aire que se entrecortó un par de veces antes de llenar por completo mis pulmones cuando sentí el delicado y placentero roce de la cylon en mi nuca. Necesitaba levantarme del asiento pero no podía hacerlo, así que simplemente volví a cruzar las piernas.

Se… - proseguí tras vaciar mis pulmones del aire que la tortura había llenado. Mientras, la torturadora seguía con sus juegos… –Se casan creyendo que tras volver del trabajo tendrán a alguien con quien aliviar sus penas, pero pronto se dan cuenta de su error. Se percatan de que la vida conyugal es igual o más monótona que su vida laboral, que solo supone más problemas, discusiones y preocupaciones. Uno y otro solo se diferencian en que es más fácil dejar a tu jefe que a tu esposa. Matrimonio e hijos es la respuesta para gente conformista, incapaz de dar un cambio radical a su vida para que esta sea como desean que sea.- sentencié. –Yo no necesito a nadie para ser feliz. Soy lo que quiero ser.

Al escuchar tus palabras la mano de Cáprica se detuvo en su caricia y se congeló sobre tu nuca. La expresión de curiosidad y especulación que últimamente parecía dominar su rostro fue borrada por otra de preocupación y dolor. Sus pupilas de color dorado se ensombrecieron por la pena mientras retiraba su mano y murmuraba en voz baja.

-Uno de los mandamientos de Dios es procrear, Gaius...

De nuevo atacaba con su fe, con el dios al que siempre recurría cuando no sabía que más decir. Le miré extrañado, quizá cansado de repetir lo mismo una y otra vez, pero sobre todo molesto por que habían cesado sus caricias y su atención volvía a un tema que creía demasiado manido, y sobre todo aburrido. 

- Los mandamientos de un Dios en el que no creo. Pero, ¿qué validez pueden tener las directrices de alguien con el que no podemos hablar? ¿Cómo nos dice qué es lo que quiere? Y, si él no lo hace, ¿quién tiene autoridad para hacerlo y cómo podemos confiar en su juicio?- esbocé una encantadora sonrisa. Estaba acostumbrado a utilizarla, aunque hasta hacía poco solo había ido dirigida a mujeres de carne y hueso y no a alucinaciones que me planteaban dilemas de todo tipo. –No se puede dar validez a una norma que no se sabe de dónde proviene. Y no, Dios no es una fuente válida. Cualquiera podría crear leyes absurdas y decir que son obra suya.- añadí por si no había quedado suficientemente claro.

La mirada de Cáprica se ensombreció mientras hablabas atacando sus creencias y una leve mueca crispó sus bien delineados labios cuando te referiste a los mandamientos como leyes absurdas. Con expresión contrariada desvió la mirada hacia la mesa baja que había ante vosotros y se demoró unos instantes allí mientras pensaba. Su mano, cuyas caricias antes te habían parecido tan exquisitamente placenteras, se deslizó por tu espalda y cayó como sin vida en el posabrazos del sofá, olvidada su función. El silencio se instaló entre vosotros mientras aguardabas su respuesta y, justo cuando pensabas que ya no podrías soportarlo más, la mujer se volvió hacia a ti y pegó su rostro al tuyo, clavando sus ojos con intensidad en los tuyos. Su rostro tenía una expresión medio enloquecida y sus ojos brillaban con un brillo febril cuando susurró presa de una gran agitación

 -Quiero tener un hijo contigo...Gaius-su tono de voz era vehemente, enroquecido por su deseo.

Cualquier réplica que fueses a dar a tan inusitada confesión quedó olvidada cuando detrás tuya la voz de Billy te sobresaltó.

-El doctor Amarak...-durante unos segundos no supiste por qué las palabras del secretario te había llamado la atención pero entonces caiste en la cuenta. Ese nombre te sonaba, de hecho te hacía ponerte en tensión. Científico de gran prestigio en el campo de la física y las comunicaciones, el doctor Amarak era compañero tuyo del ministerio de defensa y en los meses previos al ataque había seguido muy de cerca tu trabajo sobre el programa de navegación que había sido la llave para la victoria de los Cylon. ¿Podía ser posible que el hombre estuviese vivo? Tu huida de Cáprica había sido tan precipitada y tu estancia desde entonces en la flota tan incierta que hasta el momento no te habías planteado si alguien de tu equipo de trabajo había sobrevivido....pero la mera idea de hizo estremecer. Si alguien se enteraba...si alguien tenía la mínima sospecha de lo que habías hecho...  

Había quedado pasmado tras escuchar la confesión de Cáprica. Aquellas simples palabras: “quiero tener un hijo contigo”, me habían trastocado por completo haciendo que más interrogantes se unieran a los que ya intentaba resolver de forma poco exitosa.

Si aquella mujer no era más que un sueño, un producto de mi mente trastornada, un reflejo de mis inquietudes, miedos y deseos, ¿significaba acaso que realmente quería un hijo aun a pesar de todas las razones que acababa de dar para oponerme a ello? ¿Deseaba tenerlo con ella, con la real, con la de carne y hueso? Y si lo que veía era real y lo que me contaba era cierto, me preguntaba que de dónde venía aquella fascinación por tener un hijo de un hombre que de tener la flota cylon éxito muy pronto se hallaría muerto.

No tuve tiempo de decir nada; una preocupación más se sumó a las que ya remolcaba. Bueno, más que nueva era antigua, pero escuchando aquel nombre un problema de fondo volvió a situarse primer plano.

Me levanté de mi asiento sin fijarme si al hacerlo ella seguía allí o había desaparecido. - Presidenta Roslin, ¿el doctor Amarak está vivo? Ya… ya sabe, éramos compañeros en el Ministerio de Defensa.- pregunté cuando alcancé la mesa frente a la que ella y su ayudante se sentaban.

Tenía que saber si aquel nombre había sido pronunciado como una más de las innumerables víctimas de esta guerra perdida, o por el contrario era uno de los pocos supervivientes que además podían hacer peligrar mi vida.

Con la sorpresa pintada en el rostro Roslin y su ayudante se volvieron hacia ti y durante unos segundos se limitaron a observarte como si la mesa del café hubiera cobrado vida y hubiese comenzado a bailar a tu lado. Durante una semana, tu presencia en aquella sala había pasado casi totalmente desapercibida y no había que ser muy perceptivo para darse cuenta de que se habían olvidado por completo de ti. 

-Ehhh...ahhh...-parpadeando con la boca abierta Billy se volvió hacia Laura Roslin y le consultó con la mirada antes de contestar-pues...creemos que sí. Al menos un tal doctor Amarak quiere hablar con la presidenta-te informó un tanto inseguro mirando un segundo ora a ti ora al papel que tenía ante él.

-¿Siempre has podido atender a dos conversaciones?-en un tono ligeramente enfadado la voz de Cáprica te hizo girarte levemente. La mujer, sin dejar de observar a los dos políticos especulativamente, se hallaba erguida junto a tí, alerta.  

Dos conversaciones abiertas, una de ellas con alguien que solo yo podía ver. Lo debía tener muy presente si no quería tener problemas, aunque ignorar a Cáprica, tan real para mí como lo eran Roslin y su secretario, era tarea harto difícil. Más tarde, cuando terminase de hablar con la presidenta podíamos continuar a solas ella y yo con lo que habíamos dejado a medias, y se lo hice saber con una breve mirada de reproche por su interrupción.

- Oh, vaya. E… es una buena noticia.- pero realmente no, no lo era tanto.  

Intenté parecer algo alegre por la inesperada noticia, pero no estaba seguro de qué cara estaba poniendo en aquellos momentos. Era mejor añadir algo más, algo que pudiese explicar por qué me comportaba así, y no había duda de que lo que más fácilmente despertaba comprensión era el sentimiento de culpabilidad…

- Sí, una buena noticia que alguien más se haya salvado… Yo aun no puedo creer que alguien se sacrificase por sacarme a mí de Cáprica. Y aquí estoy, y él no. Es, extraño…-

Bajé la vista hasta topar con mis pies que permanecían ligeramente separados. Tenía que cerciorarme de que era realmente él, y de serlo saber qué sabía.

- Pero ha dicho que no está del todo seguro que no sea él. Presidenta, ¿le importa que la acompañe cuando se reúna con él?

Aún pegada a ti, Cáprica te miró interrogativa como preguntándose qué le reprochabas. Sin embargo permaneció en silencio a tu lado mientras hablábais. De pie ante su mesa y cruzada de brazos la Presidenta enarcó una ceja ante tu solicitud pero, antes de que pudiese añadir nada, su secretario comentó alzando la mirada de los papeles que tenía entre las manos.

-Lo cierto es que quería hablar directamente con la presidenta. Dijo que era urgente...que tiene información confidecial de cómo los Cylon pudieron con las defensas de las Colonias...-con el rostro oscurecido por la barba de varios días Billy estaba pálido por el cansancio pero aún así su aspecto se veía impecable. Sólo el hecho de que no llevase chaqueta ni corbata ponía de manifiesto la tensión y el estrés al que estábais siendo sometidos desde hacía cinco días.

-Presentía que sabía algo de nosotros...-murmuró Cáprica en tu oído y su aroma, picante y sensual, te inundó las fosas nasales distrayéndote.

“Información confidencial”…

Aquellas palabras irrumpieron en mi cabeza produciendo un funesto eco a medida que arramblaban con cualquier otro pensamiento diferente al de imaginarme cómo me ejecutaban por traición.

Miré un momento a Cáprica con miedo al escuchar como confirmaba mis peores sospechas con aquella frase que a propósito había dejado inacabada. Su fragancia no podía llegar en mejor momento, invitándome a unirme a ella en un lugar donde nada de aquello importaba… Pero no podía, no permitiría que me descubrieran. No podía ser posible que él supiera algo, nadie podía saberlo ¿no? Solo ella y yo, además, cómo podían saber que había estado (y aun estaba, pero de forma muy diferente) con una cylon. O quizá fuese verdad que el doctor Amarak lo sabía todo e iba a contárselo con todo lujo de detalles a Roslin .

Tardé un tiempo en apartar la vista de Cáprica esperando una ayuda de su parte, pero no llegaba. Volví a prestar atención de nuevo a la presidenta y a su ayudante intentado fingir que me había distraído mirando por la ventana mientras procesaba la información que acababan de darme.

Mis manos se retorcían nerviosas a mi espalda.

- Información confidencial de cómo los cylon acabaron con las defensas.- repetí cuando el eco en mi cabeza ya se extinguía – Es… es una información muy importante... Se le había ocurrido algo, y no desaprovecharía aquella oportunidad.

Sonrió para sus adentros. Si Cáprica estaba en su cabeza no era necesario que lo exteriorizara.

- ¿No le parece extraño que alguien se diga poseedor de una información que cualquiera querría, una información lo suficientemente importante como para atraer la atención de la presidenta de las doce colonias?- dije con gravedad.- Su secretario, Bi… Billy ¿verdad?, ha reconocido que no saben si realmente quien quiere entrevistarse con usted es el doctor Amarak.- guardé silencio durante unos instantes esperando que Roslin y Billy sacasen sus propias conclusiones después de lo que había dicho. Y aun siéndolo, es peligroso que usted se reúna a solas con él cuando los cylon pueden adoptar apariencia humana.

- Yo… yo conozco al doctor Amarak y trabajé en el Ministerio de Defensa, lo suficiente como para saber si quien quiere reunirse con usted, sea Amarak o no, tiene información veraz o solo busca una ocasión propicia para acabar con la vida de quien ahora mismo mantiene unida a lo que queda de la humanidad. También se le pueden realizar las pruebas para comprobar si es un cylon infiltrado en caso de que prefiera que esa información, de tenerla, solo sea escuchada por usted.

Sonaba convincente, ¿no?, por lo menos a mí me lo había parecido.

- Si no tiene inconveniente creo que lo adecuado sería que usted se citase con él, a solas como ha pedido, pero en la habitación dónde deberían reunirse estaríamos yo y algún tripulante de Galáctica armado (solo por si fuese necesario). Una vez se compruebe que es el doctor Amarak, que tiene información veraz, o que el "análisis de tejidos sintéticos cylon"* es negativo, podrá hablar con él a solas, sin correr riesgos innecesarios presidenta.

Desperado, con el miedo corroyéndote por dentro, te apresuraste a buscar una manera de estar presente en aquella reunión. Quizás si lo hacías podrías desenmascarar de alguna forma a tu ex compañero de trabajo antes siquiera de que abriese la boca. Una opción arriesgada pero que, al fin y al cabo, era la única que tenías. Con la cabeza ligeramente ladeada y aún cruzada de brazos, Roslin escuchó tus explicaciones atentamente. Sabías que tu plan tenía un fallo, pues el detector de Cylon humanos todavía no había pasado de ser una mera idea ya que, antes de que tuvieses oportunidad de ponerte a trabajar en ello, vuestros enemigos habían aparecido junto a vosotros de no se sabía dónde y la caza había comenzado.

-Lo que dice tiene sentido...-apuntó Billy que, olvidados los papeles que había ante él, había escuchado tu perorata con la boca abierta. Los ojos del secretario se desviaron hacia la presidenta-ahora no podemos...-pero antes de que pudiese continuar ésta alzó una mano pidiendo silencio.

-Está bien, doctor Baltar-decidió asintiendo en tu dirección-puede que tenga razón...pero no pierdo nada por escuchar lo que tenga que decir. Podrá estar presente pero de momento no se le someterá a ningún tipo de prueba-añadió bajando la voz-No es momento para que ese rumor corra por la flota, no hasta que usted haya puesto a punto el procedimiento de detección-sus ojos brillaron inteligentemente y la mirada de Laura se clavó en tí como la de un águila-lo que me recuerda que cuando esto acabe deberá ponerse a ello, ya que corre prisa-descruzando los brazos la mujer tomó asiento.-Ahora no hay tiempo asi que da órdenes para que suba a bordo en el siguiente ciclo...-rogó a su secretario mientras cogía un boli, luego alzó la mirada en tu dirección-Gracias doctor Baltar...-bajó la mirada a los papeles que tenía ante sí y se enfrascó en la lectura. Estaba claro que para ella la conversación había terminado.

-Tienes un serio problema, Gaius...-susurró Cáprica mientras se daba la vuelta y volvía a vuestros asientos.

No había nada más que añadir. Roslin había hablado y yo no había conseguido lo que me había propuesto, solo a medias. Aun tenía alguna posibilidad, aunque no conseguía ver cuál y la suerte no era una opción. Cáprica no hacía más que recordármelo.

De las doce colonias solo habían sobrevivido un número muy reducido de personas. La cifra escrita en la pizarra lo demostraba. ¿Qué posibilidades había de que el profesor Amarak estuviese entre ellos? Si no tuviese nada que probase su identidad, ¿qué probabilidad habría de que entre los supervivientes hubiese alguien que lo conociese?

Era demasiado arriesgado…

La seguí en silencio hasta que de nuevo estuve sentado junto en mi asiento, junto a ella. Fijé la mirada en la pareja de enfrente. Por unas razones u otras me iba a resultar tremendamente difícil, si no imposible, llegar a su edad.

- ¿Los cylon envejecéis?- pregunté intentando dar por zanjado el otro tema tal y como Roslin había hecho.

Sentada con las largas piernas cruzadas de tal forma que el borde de la falda apenas le llegaba la mitad de los muslos, Cáprica se reclinó en el sofá de cuero. Durante unos segundos permaneció en silencio, los esbeltos dedos de su mano izquierda tamborileando contra el reposabrazos, y sólo un ligero enarcamiento de sus cejas te indicó que te había oído. Finalmente se volvió a ti, mirándote con sus grandes y penetrantes ojos pardos.

-Es una gran pregunta, Gaius...-contestó con voz acariciante mientras su mano se elevaba y jugaba con tu pelo-como máquinas no podemos envejecer pero como humanos...-una risa juguetona se escapó de entre sus labios rojos y llenos-claro que nosotros somos perfectos, la raza humana llevada más allá de sus límites...más fuertes, más rápidos, más resistentes...

Mientras hablaba un pitido anunció la intervención del capitán por megafonía y la pareja de ancianos enfrente tuya se despertó sobresaltada.

-"Damas y caballeros quedan tan sólo cinco minutos para comenzar a preparar el salto, por favor vayan regresando a sus asientos.."-las palabras del capitán omitieron el tema más importante: quedaban cinco minutos para el fin de la cuenta atrás y la llegada de los Cylon. ¿Y si esta vez no lo hacían? ¿Y si habíais logrado despistarles en la inmensidad del espacio? Esperanzas que ciclo tras ciclo en un bucle sin fin anidaban en vuestros corazones y os mantenían en pie. Pues tarde o temprano tendría que pasar algo que rompiese aquella rutina. Un fallo, un error que o bien acabaría con vosotros o con ellos. Era cuestión de tiempo y la certeza de ese hecho se plasmaba en los rostros de los que te rodeaban quienes, como si saliesen de un sueño, se incorporaron en sus asientos súbitamente atentos y se inclinaron hacia las ventanas en un vano intento de atisbar algo en la oscuridad. En pocos minutos, la tranquila quietud que se había adueñado de la nave fue sustituida por el rumor de las conversaciones apagadas y los pasos de la gente que se apresuraba a volver a su sitio.

El ser humano llevado a la perfección… Curioso pensar que quienes habían sido creados por unos seres imperfectos hubiesen alcanzado la perfección, o por lo menos se vanagloriasen de ello. Nosotros por mucho tiempo también nos habíamos considerado el mayor logro de la naturaleza y ahora huíamos de aquello a lo que habíamos dado vida. Si todo esto terminaba, si pasados los cinco minutos el bucle se rompía, ¿la soberbia de los cylon podía llevarles a cometer el mismo error que nosotros habíamos cometido?

Qué estúpido pensar que crear a los cylon había sido un error de la humanidad. No, solo era culpa de los responsables que llevaron el proyecto a cabo, y de los idiotas a los que no se les ocurrió poner límites suficientes a sus invenciones… Si yo hubiese sido el encargado de programarlos no hubiese cometido ese error.

Abroché mi cinturón a la vez que terminaban los ecos de megafonía. Como un idiota miré si mi invisible acompañante también lo había hecho.

- Así que siendo superiores a nosotros es solo cuestión de tiempo que nos deis caza.- sonreí –¿Qué harás cuando yo no esté aquí?

Los dedos de Cáprica cálidos y suaves se enredaron en los rizos de tu nuca.

-Tú no vas a ser cazado Gaius, Dios te tiene reservado un destino mejor que eso...un destino especial...-susurró inclinándose hacia tí y cogiendo entre sus labios el lóbulo de tu oreja derecha. La caricia hizo que oleadas de escalofríos te recorriesen desde la nuca a lo largo de tu espina dorsal.-Vayamos a otro sitio...más...privado..-murmuró su cálida voz en tu oído y cuando volviste a abrir a los ojos el brillo del sol entrando por la cristalera de tu antiguo hogar te cegó. Abrazada a ti, la mano de la mujer bajó por tu espalda y se posó en su base mientras sus labios jugueteaban con tu cuello. ¿Cómo resistirse a tal placer?

Por fin pude escuchar de sus labios aquellas palabras que tanto había deseado escuchar desde el anterior salto, cuando interrumpido por megafonía había vuelto a la realidad que tanto intentaba evitar.

Con sus amorosas caricias me trasportó de nuevo a aquel lugar que ya solo existía en mi imaginación y yo no quise hacer otra cosa más que corresponderla. No tuve más remedio que olvidar cuanto ella me había dicho, o yo le había dicho a ella. No importaban, no ahora, ya tendría tiempo más tarde para amargar mi existencia dando vueltas a más cuestiones. Ahora solo existíamos nosotros dos.

- Tenemos poco más de media hora.- le dije en el breve instante en que mis labrios quedaron separados de los suyos.

¿Existía algo más exquisito, más embriagador que la piel suave de una mujer contra la de uno mismo? te preguntaste mientras Cáprica esbozaba una sonrisa sesgada y llevándose las manos al cuello soltaba los enganches que sujetaban su vestido.

-Tendremos que darnos prisa entonces...-susurró con voz ronca mientras de rodillas sobre la cama alzaba las manos para quitarte la camisa. Los Cylon, el doctor Amarak, el miedo a ser delatado, todo quedó relegado a un segundo plano. Su calor..su olor...la suavidad de su piel...su cuerpo esbelto y exquisitamente formado...bajos tus manos y labios aquella mujer se convirtió en todo tu universo y ya sólo fuiste consciente del insoportable placer que ello te provocaba.