Partida Rol por web

Haces bien en temer. Ahora dame ese antidoto. Mahir se lo arrebató de las manos y lo guardó entre sus ropas. Antes de que escuche que tu boca me da las gracias por dejarte salir con vida de este lugar quiero me respondas a una pregunta. Dime ¿Que demonios tratas con Hazim? ¿Que es lo que hace aqui ese canalla?

El gigante Kushar salió de la tienda y buscó una zona cerca de la tienda, donde se recostó parcialmente y, sostiendo la lanza contra su pecho, cerró los ojos sin importarle el trasiego a su alrededor, acostumbrado a avanzar y dormir entre ejércitos.

Beltu-Simmu, temblorosa, te da un vial del antídoto.

Ha-hazim es mi cliente. Él es quién fabrica el veneno y... el antídoto. No sé de dónde saca los ingredientes. Algo sobre un templo en el desierto. Yo si-simplemente soy su distribuidora.

N-no digáis a Hazim que os he contado esto... Por favor.

No le diré nada mujer. No temas. senteció Mahir Ahora marchate. el chacal se apartó del camino que separaba a Beltu de la salida de la tienda. Mientras en su cabeza aparecían los fantasmas tormentosos del pasado. El sentimiento de venganza sobre el malnacido de Hazim le nublaba la razón. Intentó sosegarse. Nadie le quitaría la satisfacción de dar muerte al que le traicionó pero para ello debía estar calmado.

Zobaru agarra de buen grado el odre de vino y echa una mirada rápida a ver si su hermano estaba por allí cerca. Viendo que no bebió tranquilo, nadie le quitaría el odre de la mano a ninguno de ellos y se echaría todo el vino de un trago. 

- Pues no es por nada, no soy Rey Brujo ni nada, pero seguro que puedo darle a esa algo mucho mejor ¡jajaja! 

El arquero se sumó a las bromas y la juerga de los cimmerios. 

El eunuco oculta una mueca de ira. Todo escapa a su control, y por un momento duda si acertó al decidir embarcarse en esta maldita búsqueda... Le dirigió una sonrisa fingida a Ushkanni que escondía preocupación. Sorbió un poco de té, y pensó. Debía haber alguna salida a este turbio asunto, y la respuesta debía estar ante sus ojos, pero... donde...

- Un té exquisito.. Ekurzakir se quedó un momento, pensando, mientras una idea se dibujaba en su mente. Una idea horrible. ¿Y si todo forma parte de una trampa? ¿Y si no había tal rebelión y los chacales esperaban que los extranjeros que habían traido sus riquezas se matasen entre ellos? Y que más da. Que podría hacer si así fuese...

Amigo, ¿quieres jugar con los auténticos hombres? ¿Qué te parece si nos jugamos algo a los dados?

Te dice un Cimmerio.

Mahir sale de la tienda en la que estaba.

Kushar está durmiendo (aunque parezca increíble, es un soldado) en medio del poblado, y Zobaru está divirtiéndose en el campamento Cimmerio. Parece que hace buenas migas con los bárbaros.

- Con la paga que tengo como no me juegue los pelos del bigote no se que me voy a jugar.- el esclavo se echó a reir esperando que los demás rieran con el su broma.- Creo que tengo alguna moneda por aquí que me puedo permitir. 

- Siempre podemos optar por dirimir la disputa de Mahir, creo que quien mata a un Uridimmu debe pagar una deuda de sangre, y si fuese el propio Cimmerio quien insulta y mata a Asraf.

Como te dije antes, querida, ¿crees que podrías convencer al bárbaro de que Ashraf ha intentado envenenarle? ¿De que otro modo podriamos engañarle? Aunque si está realmente enamorado... puede que si pensara que hay un riesgo o amenaza para su amada...

Zobaru se pone a jugar con los Cimmerios. Al principio todo va bien, y consigue ganar unas cuantas joyas que los bárbaros apuestan, pero pronto llama la atención de Shavleg, el líder de la banda.

Juguemos, a ver si eres tan hábil al enfrentarte a un hombre de verdad...

Dice el enorme bárbaro mientras se sienta a tu lado y empieza a agitar los dados.

Zobaru tenía ciertas reticencias a la hora de apostar alegremente con desconocidos.

- ¿Y si me retiro invicto?.- el comentario provocó las risas de los cimmerios más bebidos.- Venga, de momento la suerte me ha sonreido, veamos si me sonrie un poco más. 

Todos vosotros, incluso los que estáis dentro de las tiendas, oís un gran estruendo: un coro de potentes voces masculinas coreando a voz en grito dos nombres:

¡Shavleg, Shavleg, Shavleg, Shavleg!

¡Zobaru, Zobaru, Zobaru, Zobaru!

Muy bien, pero subamos las apuestas. Yo me juego las riquezas que aquí llevo, y tú te juegas las que habéis traído con vosotros. ¿Qué me dices?