Partida Rol por web

BUSCANDO JUSTICIA

1 de Noviembre: Domingo por la noche; bajo el ala de la justicia

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28/07/2020, 20:03
Misery

No pasó mucho tiempo más hasta que me di cuenta de que aquella mujer del látigo no iba a ser la última persona que veríamos rondando aquel lugar ni mucho menos.

Armour, quien encabezaba el reducido grupo que formábamos, volvió a indicarnos de aquel modo tan marcial que nos detuviéramos; dándome cuenta en seguida no sólo de la presencia de aquella mujer rubia que se valía de las sombras para pasar desapercibida y que tal y como nos advertía el justiciero iba armada, si no también de que los recursos con los que esta contaba no debían ser nada desdeñables a juzgar por el arma tan especial que portaba. Aunque pronto pensé en que también cabía la posibilidad de que aquel arma no fuera más que la excepción a la regla, habiendo una interesante historia detrás sobre cómo habia llegado a sus manos.

Fue poco antes cuando me percaté de que alguien más rondaba aquel lugar, un rostro curiosa e inquietantemente iluminado se movía entre los contendores hasta terminar por desaparecer tras una esquina.

Mi atención no había tardado en regresar a la mujer rubia, manteniendo un actitud defensiva resguardada parcialmente tras el escudo del enmascarado y con una de mis manos presta sobre el arma de fuego que portaba, terminando la justiciera por girarse hacia nosotros a pesar de haber comenzado a encarar la entrada del callejón. Pareció compartir algunas palabras con el indigente, dando la impresión de que era la respuesta de este lo que le hizo girarse hacia nosotros.

A pesar de tener una idea bastante clara de lo que sucedía, mi cuerpo estaba preso de cierta tensión, una tensión que continuó presente aun cuando las palabras de la mujer rubia parecieron confirmar mis sospechas. Todo aquello no dejaba de ser de lo más inusual, y no descartaba aún que hubiera una posible trampa, aunque no me daba la sensación que esta pudiera provenir de aquella desconocida; así que aparté mi mano del arma.

Armour no tardó en responder a aquella mujer con un exceso de formalismo que ya había mostrado con anterioridad, y que por tanto parecía formar parte de su personaje, ejerciendo de portavoz del grupo. Cuando nos miró, asentí, queriendo mostrar mi acuerdo con proseguir con nuestro descenso; pareciedo ser por aquello por lo que preguntaba la interrogante mirada del justiciero.

Tras un cauto descenso, durante el cual no dejé de estar pendiente de nuestro alrededor, me adelanté a mis compañeros y tendí mi mano a la desconocida mujer.

- Misery. - me presenté, estrechando la mano de la mujer con firmeza si correspondía mi saludo. - Estoy convencida de que no ves el exceso de celo como algo malo. - me permití comentar con media sonrisa, y es que ella misma había demostrado ser precavida.

No quise presentar a mis compañeros por si preferían guardarse aún su nombre, pero retrocedí pronto hasta volver nuevamente junto a ellos, queriendo facilitarles el que se presentaran si lo veían preciso.

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29/07/2020, 15:40
Montaraz

Segunda vez en la noche que me sorprenden, se ve que no es mi día en lo que a estar atento se refiere. Observo con cautela a la rubia, porta un arma. Perfecto, todo el mundo puede disparar y yo me he quedado sin flechas. Mis compañeros se presentan así que haré lo mismo por no ser maleducado, mejor que caerle bien de momento a alguien que puede dispararte.

- Montaraz. Mucho gusto.

Sigo observando la situación con cautela, porque si no somos los únicos invitados puede que alguno tenga más mala leche o no sea precavido. 

- ¿Has visto a alguien más o somos los primeros de la noche? - pregunto directamente para saber si ella ya se ha cruzado con algún que otro justiciero y mejor saber si pueden aparecer más.

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29/07/2020, 16:31
-- Jean Jaques Mourreau

Los primeros, sin duda. -Se adelanta a responder el hombre sentado en el suelo, con un acento que parece extranjero, bien disimulado pero aún presente. ¿Europeo? ¿Tal vez francés? Es lo que parece, si se presta atención, como lo que destaca al acercarse el descubrir que ese hombre, que por las arrugas en su rostro bien podría tener bastantes más de cincuenta años, se encuentra en un envidiable estado de forma. Solamente por la apertura de su camisa mal abrochada, asoman unos pectorales demasiado marcados para un indigente, menos aún uno de medio siglo de edad- La bala no mortal, el escudo protector, el bastón del rayo, y la flecha de otro tiempo. Han acudido casi todos... -Comenta de forma enigmática, aunque todos logran sentirse identificados con sus enigmáticas palabras, de un modo u otro, y eso no deja de ser nuevamente una fuente de preocupación para los justicieros, porque denota que esa gente sabe demasiado- Sus armas no serán necesarias, pero nadie va a insultarles solicitando que las dejen atrás. Si quisiéramos hacerles el más mínimo daño, esos murciélagos se habrían clavado en carne, y no donde los he dejado para ustedes. -Tras dejar en el aire esa revelación, el hombre sonríe ligeramente, sin ganas, desvaneciéndose tal sonrisa de sus labios casi al instante- Como le decía a la señorita, lo que buscan se encuentra más adelante, a la izquierda y abajo. -Informa finalmente, repitiendo las palabras que ya ha dedicado anteriormente a la justiciera rubia, antes de apoyar la cabeza en el muro a su espalda y mirar al frente. Aunque no puede verse, se intuye que ha cerrado los ojos.

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29/07/2020, 16:48
# CALLES DE METRO CITY

Los opresivos muros a ambos lados del callejón se ciernen sobre la justiciera, quien decide arriesgar todo y sumergirse en las sombras de tan estrecho camino. Persians cerradas que parecen llevar así demasiado tiempo, contenedores de basura sucios y abandonados, escasa iluminación, y numerosos carteles viejos y en desuso sobre las puertas desgastadas y bien cerradas, es lo que encuentra a su lento y cauteloso paso. Las plantas superiores  ambos lados del callejón cuentan con numerosos cables que unen un lado y el otro, a la par que guirnaldas propias de la cultura oriental e incluso algunas cuerdas para tender ropa. Todo ello empequeñece aún más el espacio vital, cerniéndose cobre quien camina entre charcos de podredumbre y las primeras gotas de una lluvia que amenaza con descargar en cualquier momento.

Aproximadamente a mitad de callejón, la justiciera puede ya vislumbrar el otro extremo del callejón, por donde se había planteado acceder. Sin embargo, en la distancia puede percibir que ha aumentado ostensiblemente la actividad, pues oye susurros lejanos, voces en la distancia, y siluetas recortadas de varias personas a la salida del callejón.

A su derecha, Freda descubre una baja verja de metal y lo que parece un acceso a una parte inferior del propio callejón, una especie de subterráneo mal iluminado por unas pocas farolas. El descenso parece un viaje a otro mundo, uno más antiguo y alejado de la podredumbre urbana. Se trata de una estrecha escalera de piedra con una barandilla forjada.

Al otro extremo del callejón, esa gente sigue hablando. Pero podrían acudir hacia el interior del callejón en cualquier momento.

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30/07/2020, 20:00
Freda
Sólo para el director

¿Dónde te estás metiendo? - Es lo que me pregunto mientras intento que mis pasos no resuenen de manera estridente contra el pavimento, mientras busco entre las sombras de este oscuro callejón, el abrigo que me acompaña desde hace ya más años de los que puedo recordar, y es que moverte como un delincuente es de las pocas cosas que te mantienen con vida en una sociedad, que hace años, a perdido su moral. Y es justamente esta la razón por la que mientras mi caminar se torna tan lento como cauteloso, mi mirada es la que recorre estas paredes, descubriendo así que estas paredes encierran historias que desde un tiempo al parecer, permanecen silentes y olvidadas en el tiempo. 

Negocios, viviendas, culturas, todo apilado en estas paredes, haciendo del camino algo asfixiante cuando parece que el espacio se cierne sobre ti, cuando lo que queda no es más que un reflejo de lo que siempre está por venir. Las gotas de lluvia siguen en su constante repiqueteo contra el suelo, y la suciedad, la podredumbre que se a acumulado, son ya parte del paisaje que siendo más fácil ignorar, se puede encontrar en sus más variadas vertientes, por toda esta corrupta ciudad. Es por esto que no me sorprende lo que veo, pero aunque tanta calma me inquieta al punto de hacerme bufar, de sentir como el latir de mi corazón se torna incluso audible, mis labios se curvan en una ligera y ladeada sonrisa cuando la calma desaparece a medida que avanzo y la soledad, termina viéndose corrupta por el movimiento que aparece al comienzo de este callejón. 

Susurros, movimiento y siluetas entrecortadas es lo que puedo ver desde la distancia en la que me encuentro, y aunque mi mirada rápidamente se desvía hacia esa verja baja que enmarca el camino hacia las entrañas de este lugar, sería confiar demasiado el simplemente bajar, ignorando el movimiento que hay a unos cuantos metros delante de mi. Dudo durante unos segundos, pero antes de tomar una decisión realmente consciente, mis pasos ya avanzan con cuidado y silencio hacia donde aquellas personas se encuentran, shuriken en mano y con el hacha más que predispuesta a dejar alguna que otra bonita decoración si las cosas se tuercen de mala manera. 

Mi intención es acercarme lo suficiente como para saber qué es lo que sucede y quienes se han reunido en un lugar tan remoto como este, y aunque no le haré asco al combate si es necesario, mi intención al menos de momento, es simplemente vigilar y a partir de ahí, tomar una decisión sobre qué hacer y qué rumbo tomar. 

- Tiradas (1)
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02/08/2020, 19:39
Misery

Montaraz se presentó después de que yo lo hiciera, formulando además una pregunta a aquella mujer que resultó ser respondida por quien se suponía que solo era un hombre que casualmente se encontraba cerca de allí.

Sin embargo, pronto quedaría claro que no era así, no sólo por la musculatura que parecía poseer y de la que no me había percatado hasta que comenzó a hablar; si no por las enigmática palabras y las afirmaciones que nos dedicó después.

Aquel hombre de acento extranjero estaba metido en todo aquel asunto de la reunión, hasta el punto de que parecía haber sido él quien nos había hecho llegar los murciélagos, y sabía más de nosotros de lo que me hubiera gustado. Sin duda con "el bastón del rayo" se refería a mí, y no siendo apreciable a simple vista el alcance de mi arma, cobró fuerza lo que seguramente la mayoría ya sospechábamos; que tenían que habernos hecho alguna especie de seguimiento anterior a aquella noche, por breve que hubiera podido ser.

- Gracias... - respondí a aquel hombre, desconcertada, mientras apoyaba su cabeza nuevamente en el muro que tenía detrás, como si fuera a proceder a echarse una siesta. - ¿Avanzamos? - pregunté al resto, incluyendo a la mujer rubia, y es que los cuatro parecíamos encontrarnos en la misma situación; una misteriosa situación que quería desentrañar cuanto antes.

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02/08/2020, 23:57
Ácido-Base

Observó a los justicieros uno a uno, con una mano descansando sobre su cadera, solo lo suficientemente cerca de su arma. No le pasaron desapercibidas las que portaban los recién llegados. Ni tampoco la sonrisa del hombre a su lado, era evidente que encontraba toda la situación hilarante, y le hizo preguntarse cuanta gente más habría en la organización. -No tiene frío? - Preguntó al "indigente", mirándolo de reojo.

Imitó al hombre del escudo y con deliberada lentitud metió su mano en el bolsillo para sacar el pequeño murciélago. Sus movimientos se leían militares. "No uno de gatillo fácil, espero" No tenía ninguna intención de acabar esa noche a los tiros, ya era demasiado tarde para aquello. Considerando el resguardo que todo portábamos, cualquiera diría que estábamos acostumbrados a cuidarnos el culo a diario. Creía que eso descartaba casi cualquier duda que quedara sobre el oficio de todos los presentes. "Excepto el hombre que parece el titiritero" Si todo aquello era una trampa, era una jodidamente elaborada. Pero estaba bastante segura de que ellos tres no serían los orquestantes. Dejo caer la mano de su cintura observándolos con atención mientras bajaban.

-Acido-Base - Se presentó estrechando la mano de la mujer, sonriendo a su remarque - Gajes del oficio - Contestó mirándola y luego al hombre del escudo que había señalado lo mismo. Saludo con la cabeza al que parecía un arquero sin flechas a juzgar por su carcaj. "Al menos dentro de lo visible"

El hombre del sombrero se le adelantó a la respuesta, e hizo un gesto de la mano presentándolo, y negando suavemente con la cabeza ante cualquier mirada interrogante que pudieran dedicarle. No sabía más que ellos.

-Casi? - Preguntó un poco incómoda por la diferencia de información manejada. ¿Cuanto hacía que los observaban? "Me estoy poniendo vieja" Como podía ser que nunca los hubiera visto.

Pronto fue obvio que si querían más detalles tendrían que ir a buscarlos. Encontraba al hombre intrigante, y frustrante, todavía le faltaba decidir cual ganaba de las dos.

-Ya hemos llegado hasta aquí - Contestó encogiéndose ligeramente de hombros. Y su curiosidad no la iba a dejar vivir si se retiraba ahora.

 

Notas de juego

Disculpen la tardanza!
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03/08/2020, 08:32
Montaraz

Saludo con una leve inclinación de cabeza al hombre que nos ha sorprendido. Siento deseos de preguntarle ante su enigmática presentación si él es Merlín o la Diosa del Lago pero decido que es mejor dejarme de coñas en estas situaciones, no quiero que la cosa empeore y más cuando no tengo flechas que lanzar. Creo que no es un hombre corriente, demasiado en forma y en buen estado para vivir en las calles.

- Vayamos, tengo curiosidad por saber qué nos vamos a encontrar... - digo mirando de reojo al hombre mientras mientras sigo a Misery y al resto de mis compañeros. Tengo ganas de conocer a esos murciélagos y ver qué es lo que quieren de nosotros. Saber si son aliados potenciales en la lucha que llevo cada noche.

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03/08/2020, 17:56
Armour

Mis compañeros fueron presentándose, uno a uno, así como aquella desconocida, quien se presentó como Ácido-Base. No tenía del todo claro qué significaba aquel nombre, pero supuse que tampoco tardaríamos demasiado en descubrirlo. Mientras tanto, en último lugar me acerqué a la mujer y le tendí mi mano con solemnidad.

Armour, un placer. -Me presenté ante aquella mujer, desviando pronto mi mirada hacia aquel desconocido.

Nada en él parecía ser lo que aparentaba desde lejos, algo que quedó claro rápidamente, sobre todo por toda la información que parecía tener acerca de nosotros. Aquello no me gustó, y es que el anonimato y la clandestinidad eran las armas más eficaces de que disponíamos para combatir el crimen en Metro City. Al menos, ese era mi caso. Pero aquel tipo, y la organización a la que parecía afirmar representar, sabían demasiado. Y nosotros muy poco. Esa ventaja táctica nos ponía en una situación comprometida.

Y era él quien nos había dejado aquellos mensajes.

Me giré sin disimulo cuando el desconocido comenzó a describirnos con apenas unas escasas palabras. Escudo protector, obviamente haciendo referencia a mí. La flecha de otro tiempo era Montaraz, sin duda. El bastón... mis ojos se posaron en Misery y aquellos bastones suyos. ¿Del rayo? ¿A qué venía aquello? Por último, dado el arma de fuego que reposaba en la cadera de Ácido-Base, tuve que suponer que la bala no mortal debía ser ella.

Será mejor que sigamos, sí. -Acepté ante la propuesta de mis compañeros, sin disimular una mirada llena de desconfianza hacia el desconocido de las gafas de sol, que no se había molestado en presentarse- Aquí saben mucho acerca de nosotros. Va siendo hora de que también nosotros sepamos algo sobre todo ésto.

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03/08/2020, 18:08
# CALLES DE METRO CITY

La decisión guía los pasos de la justiciera apodada Freda a través de ese callejón, guiada por la presencia de desconocidos donde nada ni nadie debería haber. Con su hacha en la mano, acorta la distancia que la separa de aquel, cada vez más convencida está al verlos mejor, variopinto grupo. Son cuatro personas que se encuentran junto al excéntrico presunto indigente que se encontraba apostado en la entrada del callejón, curiosamente todos con su identidad protegida de un modo u otro.

Una larga cabellera rubia es lo único que destaca en la mujer completamente cubierta de negros ropajes que oculta su identidad tras un antifaz que rodea sus ojos. Freda alcanzan a ver el brillo de una pistola colgando de su cinturón, y con un rápido vistazo puede comprobar que se trata de un arma modificada, un gran revolver poco convencional y seguramente creado fuera de la industria armamentística. La obra de un artesano, un maestro armero, o al menos alguien que sabe lo que se hace.

Cerca de ella se encuentra un hombre con un uniforme táctico urbano, un casco con la letra "A" en la frente que ejerce además las funciones de antifaz al rodear los ojos, y que se protege a sí mismo con una especie de escudo, un disco de metal con los colores de la bandera estadounidense y una estrella en su centro.

Justo tras él se aposta con confianza una mujer de larga cabellera pelirroja, que cubre sus ojos con unas curiosas gafas de lentes opacas que dificultan identificarla. Porta un curioso uniforme azul marino y blanco, y un par de bastones similares a los de la policía pero de inusual diseño, con una extraña mezcla de metal y madera y lo que parece ser algún tipo de dispositivo electrónico.

Junto a ellos se encuentra un tipo ataviado con ropajes inspirados en el medievo, cubriendo su cabeza con una capucha que sumerge en sombras su inescrutable rostro. Porta a la espalda un arco y un carcaj, aunque éste parece vacío.

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03/08/2020, 18:15
# CALLES DE METRO CITY

Apenas les da tiempo a los justicieros a dar un paso, antes de que desde el callejón les llame la atención un fulgor que se acerca lentamente, con precaución. Se trata de las luces que dan vida a un casco con una siniestra sonrisa, la que destaca en una figura de ropajes tan holgados que disimulan incluso el sexo del portador del hacha tomahawk que se acerca a vuestra posición en actitud defensiva, con absoluta desconfianza.

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03/08/2020, 18:22
-- Jean Jaques Mourreau

Ah, el hacha furiosa... -Comenta el desconocido, aparentemente consciente de la presencia de la figura que se acerca por el callejón. Podría parecer que la ha oído desde lejos, pero un pequeño gesto al ladear su cuello hace sospechar que se trata de algo mucho más elaborado. Aquellos más acostumbrados al uso de la tecnología en acción llegan a sospechar que tiene un comunicador en uno de sus oídos, y que alguien le pasa información desde otro lado- ...parece que ya han llegado todos. Puede que hoy pueda permitirme retirarme pronto a descansar.

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03/08/2020, 18:45
Freda

Con paso lento, y alejándome de las pocas luces que entre estas paredes aún se puede encontrar, me encamino hacia dónde los murmullos han terminado por romper el silencio que, solo corrupto por el continuó chocar de las gotas contra el suelo, me ha acompañado hasta ahora. Con una mezcla de curiosidad y cierta ansiedad, sigo el camino que me lleva hasta la misma entrada que a mi llegar, había decidido descartar en nombre de la prudencia, y aunque mientras me acercaba pude vislumbrar la presencia de cuatro personas en torno al hombre que bien figuraba ser un indigente, al acercarme un poco más, pude comprobar con cierta diversión que todos habían traído sus mejores galas para la reunión de raritos local. 

Y es que no hay que ser especialmente perspicaz como para saber que, los presentes como yo, estábamos aquí por la misma razón, después de todo, solo quienes tienen algo que perder, se esfuerzan por tener su identidad real oculta de las miradas, y los del otro... Los del otro lado tienden a usar su propia imagen como signo de poder. Pero aunque no tengo ni la más mínima intención de acercarme al grupo ya congregado en la entrada, son las palabras del tipo tirado en el suelo las que hacen que, mientras pongo los ojos en blanco, una ladeada sonrisa curve mis labios al tiempo que enciendo las luces de mi máscara. 

Me lo apunto. - Comento ante el comentario de "Hacha furiosa" con la cual delata mi llegada, y aunque poca lógica tiene ya mantenerme alejada, al decidir salir para volverme visible ante los demás, mantengo una más que bonita distancia, mientras mi hacha sigue bien sujeta en mi mano, y más que lista para clavarse en el cuello de alguien a la menor provocación. Y es que si, todos parecen estar aquí por la misma razón que yo, o al menos y aparte de toda la obviedad, así lo indica las palabras del hombre aquel, pero no por eso, tengo la más mínima intención de fiarme ni de estos, ni de la invitación, ni de nada de lo que esté por pasar. 

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05/08/2020, 09:32
Misery

No tardamos en encontrarnos a alguien más en aquel callejón, una presencia que no me pilló por sorpresa, habiéndola advertido merodear por allí poco antes. Sin embargo, lo que sí llamó mi atención, aunque no en demasía; era la actitud defensiva tan marcada que mostraba siendo aquella figura la que se acercaba a nosotros y no al revés.

El indigente que claramente no era tal, puso también nombre al que parecía ser el último de los invitados, dándome cuenta mientras se pronunciaba de que parecía recibir información a través de algún dispositivo electrónico. Sonreí de medio lado, pensando en lo curioso que era el cómo parecían querer revestir aquel encuentro de cierto aire místico mientras empleaban herramientas tecnológicas.

Pero la sonrisa no me duró demasiado, pues aquel justiciero que portaba un hacha en la mano continuaba no demasiado lejos de nosotros, con una actitud que parecía casi más amenazadora que defensiva con aquella careta tan siniestra; sin duda debía ser efectiva a la hora de enfrentarse a la escoria de Metro City.

- Si vas a usar ese hacha sí o sí, deberías empezar por él. - me pronuncié con ácido humor alzando la voz lo justo para dirigirme al desconocido, cuya vestimenta no dejaba adivinar siquiera si era hombre o mujer, señalando al falso indigente. - Pero te agradecería que guardaras ese hacha y nos acompañaras. - retomé la palabra con seriedad. - Parece que estás aquí por lo mismo que nosotros, y no creo que la reunión empiece hasta que no estemos todos. Cuanto antes empiece todo esto, antes acabará. - concluí casi a modo de sentencia, esperando que mi hija no me necesitara antes de que aquella larga noche terminara.

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05/08/2020, 12:37
Armour

Justo cuando daba la impresión de que comenzaríamos a movernos para internarnos en aquel callejón, siguiendo las instrucciones del desconocido extranjero, una nueva sombra apareció ante nosotros. Fue el propio falso indigente quien se dio cuenta de su presencia, aunque tuve la impresión de que no era realmente mérito suyo. Un ligero gesto torciendo su cabeza justo antes, algo que conocía, le había delatado. Un comunicador, en su oído izquierdo. Alcé la mirada hacia las alturas, buscando a buen seguro infructuosamente vigías en las alturas. ¿Eso era la mujer que habíamos visto anteriormente, la del látigo?

Pero el recién llegado, más allá de una voz breve y retumbante desde el interior de aquella siniestra y retroiluminada máscara, o tal vez casco, no desvelaba demasiado de sí mismo. Ni siquiera tenía claro si era un hombre o una mujer, un aspecto que resultaba en realidad irrelevante. Lo verdaderamente importante era el hacha que llevaba en la mano, y que portaba en posición defensiva, a pesar de que con aquel ilusorio rostro en su máscara daba una impresión mucho más amenazante.

No creo que sea buena idea provocarle. -Comenté ante la broma de una Misery que demostraba demasiado sentido del humor dada nuestra situación. Y es que no sabíamos nada de aquel tipo, y nada garantizaba que resultase tan civilizado como lo estábamos siendo los demás en aquella noche de locos. Por ello, alcé y sostuve bien mi escudo contra mi pecho, también en una postura ligeramente lista para la posible y nada deseable acción, mientras la pelirroja le ofrecía una alternativa mucho mejor que el enfrentamiento. Acompañando sus palabras, extraje de mi cinturón el murciélago que había recibido, y cuando Misery terminó se lo mostré al desconocido- Usted también ha recibido uno de estos, ¿no es cierto? Este hombre afirma que el lugar de la cita se encuentra más adelante, por donde usted ha venido. A la izquierda y abajo. -A pesar de mis precauciones, mientras guardaba de nuevo el murciélago dulcifiqué mi expresión, mostrándome mucho más amigable- Podemos ir todos juntos.

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06/08/2020, 02:24
Ácido-Base

El gesto del hombre la hizo sonreír, habían presentado un buen espectáculo con muy poco. Se tocó fugazmente su oído, había olvidado quitarse el auricular inalámbrico de la radio, así que aprovecho el momento.

La persona que había llegado era lo más curioso que había visto hasta entonces. Sus gestos despedían un aire de agresividad que la hubieran hecho confirmar todo como una maquinación, si tan solo hubiera llegado unos minutos antes. "Ciertamente hace honor a su apodo"

- Tampoco es buena idea pasar la noche con pies de plomo - Respondí con tranquilidad al comentario de Armour. íbamos a un lugar que ninguno sabía que era, ni que esperaban de nosotros, no pensaba además ir con alguien que daba la impresión de querer matarnos por la espalda. -Además hace frío - Comenté cambiando mi peso de un pie al otro, no estaba para pasar la noche en un duelo de miradas.

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06/08/2020, 15:26
Freda

Aun manteniendo la distancia de aquellos desconocidos, hacha en mano y mirando a cada uno de ellos de pies a cabeza a fin de poder anticipar cualquier movimiento que delate sus intenciones, no puedo evitar poner los ojos en blanco ante los comentarios de la pelirroja que si bien, en otro momento hasta me hubiesen hecho gracia, dadas las circunstancias iba a ser que no. Y es que la experiencia termina siendo la más vieja y sabia consejera, y no porque pareciesen no hostiles, iba a bajar la guardia, mucho menos cuando la esta noche no tenía nada de común con las demás. - Claro, perdón por no fiarme de un grupo de desconocidos en esta tan segura ciudad. - Respondo con una marcada ironía en la voz, y es que no sé a qué clase de peligros se han enfrentado en el transcurso de su camino como vigilantes, pero fiarse por las buenas de un desconocido, jamás a sido la idea más brillante. 

Pero aunque todo apunta a que no son como tal, una amenaza, "Escudito" parece ser dentro de todo, el más sensato de ellos al cubrirse el pecho con el escudo, dejando de lado claro está, el comentario sobre provocarme, y que mucho pecho, pero el hacha se la podría clavar perfectamente en los huevos. Pero, hay cuestiones que no puedo ignorar por muy poco que me fíe de ellos, y es que cuando saca el murciélago de metal de su cinturón, bueno, no es que precisamente gane puntos a la confianza, pero al menos y al parecer, estamos todos reunidos por la misma razón, aunque aun no tenga realmente claro cual sea esta. Dejo escapar un suspiro de resignación de entre mis labios, y aunque guardo el hacha en su lugar, bien colgada de mi cadera, con una mano saco la invitación para enseñársela al resto y con la otra, un par de shuriken que nunca se sabe cuando se pueden necesitar. - Hacha guardada, ¿contenta? - Le pregunto a la pelirroja, prefiriendo omitir el comentario de la rubia del antifaz porque, bueno, porque no hay manera de que estemos de acuerdo en esa afirmación. - Y si, sé donde está la entrada, tampoco es que tenga pérdida, así que vamos... Soy Freda por cierto. - Termino por presentarme a todos, después de todo y al parecer, tampoco sirve de mucho dilatar más el tiempo aquí, y todo apunta a que no será esta la única vez que nos veamos. 

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07/08/2020, 10:50
Montaraz

Otro más para el club. Ya somos cinco, un buen número. Puede que llegue alguno más aunque parece por el comentario de nuestro guía que ya estamos todos. La última incorporación es interesante, usa un hacha y parece tener mala gaita. Saludo al individuo con un ligero movimiento de cabeza, sin abrir la boca en esta ocasión hasta que decide presentarse.

- Yo soy Montaraz, encantado de conocerte Freda.

Ya con algo más de tranquilidad al haber guardado el hacha, toca avanzar y ver qué nos están preparando los murciélagos eses. Tengo cierto temor a que nos pongan a prueba, al menos así son los ritos de iniciación en muchas de las bandas de esta pútrida ciudad. 

 

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09/08/2020, 17:10
# CALLES DE METRO CITY

Finalmente, el grupo de, en su mayor parte, desconocidos justicieros, decide andar el mismo camino. Puede que no sean una unidad, pero comparten un destino, un final del camino. De modo que caminan juntos por el callejón, ante la silenciosa presencia del francés que permanece en la entrada del callejón sin añadir nada más en absoluto.

Los opresivos muros a ambos lados del callejón se ciernen sobre el grupo. Persianas cerradas que parecen llevar así demasiado tiempo, contenedores de basura sucios y abandonados, escasa iluminación, y numerosos carteles viejos y en desuso sobre las puertas desgastadas y bien cerradas, es lo que encuentra a su lento y cauteloso paso. Las plantas superiores  ambos lados del callejón cuentan con numerosos cables que unen un lado y el otro, a la par que guirnaldas propias de la cultura oriental e incluso algunas cuerdas para tender ropa. Todo ello empequeñece aún más el espacio vital, cerniéndose cobre quien camina entre charcos de podredumbre y una ya suave lluvia.

Aproximadamente a mitad de callejón, donde Freda ya ha visto anteriormente, el grupo puede ya vislumbrar el extremo contrario del callejón, a buen seguro por donde la siniestra justiciera de máscara iluminada ha accedido. A su izquierda, tal como indicase el francés, se encuentra una baja verja de metal y lo que parece un acceso a una parte inferior del propio callejón, una especie de subterráneo mal iluminado por unas pocas farolas. El descenso parece un viaje a otro mundo, uno más antiguo y alejado de la podredumbre urbana. Se trata de una estrecha escalera de piedra con una barandilla forjada.

La escalera es tan estrecha que obliga al grupo a caminar en fila de a uno, formación que se mantiene algunos metros más mientras la escalera se convierte en un corredor que se sumerge bajo el edificio, dando acceso al grupo a una especie de galería que podría pasar por un oscuro callejón techado, igual de mugriento que el de arriba, aunque con más iluminación. Unas luces donde destaca el color rojo, además de ideogramas orientales, tanto en los letreros como en los grafitis que ensucian persianas y paredes.

El grupo de justicieros avanza hasta descubrir que el callejón subterráneo surge al exterior al otro lado del edificio, ya que pueden ver la lluvia cayendo en el suelo junto a otras escaleras. Allí, bajo el agua de lluvia, se encuentra un hombre aparentemente aguardando. El agua cae sobre su sombrero blanco, aunque a él no parece importarle. Lejos de ello, se mantiene con la mirada gacha y las manos unidas a la espalda, recibiendo el agua de la lluvia que empapa sus ropas negras con estoicidad. Tan sólo cuando los justicieros se le acercan, alza su rostro, dejando que la luz ilumine un rostro oriental que os observa con grandes ojos oscuros llenos de serenidad. Una tenue sonrisa aflora a sus labios, pero no dice una sola palabra, como si aguardase vuestro primer movimiento.

 

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12/08/2020, 14:21
Misery

No comprendí en un principio las palabras que Armour me dirigió cuando bromeé con el uso del hacha, pues no veía estas como una provocación, pero al ver cómo alzaba su escucho y la postura que adoptaba; entendí mejor sus palabras. El justiciero debía creer que el desconocido de la máscara retroiluminada podría saltar a la mínima, algo que tenía sentido viendo el excesivo celo que había mostrado este.

Ácido-Base no tardó en responderle, mostrando su impaciencia. Al parecer yo no era la única que quería que todo aquello comenzara cuanto antes, aunque seguramente todos estuviéramos en aquella posición, aunque sólo fuera por mera curiosidad.

Armour también trató de pedir a quien terminaría presentándose como Freda que nos acompañara, ofreciéndole antes cierta información. La que terminó desvelándose como una mujer, se dirigía a nosotros con tono irónico, accediendo a guardar el hacha pero sacando un par de shurikens además de la metálica invitación.

Pronto quedaron claros los aires de grandeza que se gastaba, tanto dirigiéndose a mí de aquella manera, como despreciando la ayuda que Armour había querido darle. No quise responder de modo alguno ante ninguno de aquellos dos comentarios, pero sí me pronuncié cuando se presentó, si bien lo hice después de Montaraz; quien decía estar encantado de conocerla, suponía que por mera educación.

- Yo soy Misery. - le dije en tono neutro cuando al retomar la marcha terminé dándole alcance, decidiéndome finalmente por tenderle la mano.

Si aquella mujer había sido convocada junto al resto debía ser por algún motivo, así que decidí darle un voto de confianza y dejar la primera impresión que me había causado a un lado.

Estrechara Freda mi mano o no, continuamos caminando todos juntos por aquel callejón. El camino resultaba realmente tétrico, dando la impresión de que habiendo sido un lugar en el que había habido mucha vida, no quedaba ya prácticamente nada de esta. El avance resultaba incluso asfixiante en ocasiones, entando el lugar realmente atestado de cosas.

Hacia la mitad del callejón no sólo pude vislumbrar el otro lado del mismo, si no también lo que debía ser la entrada a donde quiera que fuéramos. Esta no parecía tener nada que ver con el lugar que acabábamos de recorrer, antojándoseme una metáfora de lo que habría de pasar, pues nos adentrábamos en terreno desconocido en varios sentidos.

Sin embargo, tras descender aquellas escaleras en fila de a uno sin que dejara de observar todo a mi alrededor con cautela, terminamos dando a una suerte de galería no muy diferente al callejón de arriba; pero sin duda mucho más iluminado. El camino no parecía llegar nunca a su fin, y tras recorrer aquel lugar donde predominaba el color rojo y los ideogramas orientales, acabamos al otro lado del edificio; terminando por encontrarnos con un hombre con sombrero de ala ancha que ocultaba su cara mientras parecía aguardar pacientemente bajo la lluvia.

Fue al acercarnos a él cuando alzó su rostro, sin dirigirnos palabra alguna, pero observándonos con una mirada serena y una tenue sonrisa.

- Buenas noches... - me pronuncié con una leve inseguridad en mi voz, sacando entonces aquel objeto metálico que nos había llevado hasta allí. - Supongo que es usted uno de los responsables de esto. - comenté antes de volver a guardar el murciélago. - Mi nombre es Misery, y me gustaría escuchar lo que tenga que decir. - afirmé con convicción, sin poder evitar preguntarme mientras tanto el por qué de aquel sombrero blanco.