Partida Rol por web

El sol se oculta tras un día frío y lúgubre. El otoño avanza inexorable, con sus bajas temperaturas, su humedad y sus grises cielos encapotados. Todo es deprimente, pero no sólo por el clima.

Metro City parece una ciudad sin esperanza alguna. La desesperación recorre unas calles en las que la buena gente no puede sentirse a salvo si aún conserva un mínimo de sensatez. Los mafiosos dominan el mundo de los negocios, extendiendo sus sucios tentáculos por lo ilegal y lo legal por igual. Las bandas hacen suyas las calles y barrios, luchando encarnizadamente entre ellas por los territorios, extorsionando y dañando a quienes las transitan. Los delincuentes no encuentran una oposición real en la policía, muchas veces a sueldo de las propias mafias, o incapaces de hacer frente a toda la mierda que deben enfrentar mientras se cubren las espaldas. Nadie parece capaz de hacer nada por mejorar la situación.

¿Los políticos? Nadie confiaría en que de ellos surgiera una solución. Precisamente, hoy ha dado comienzo la campaña electoral a la alcaldía de Metro City. El actual alcalde, Samuel Johnson, tratará de revalidarse en una nueva legislatura, una más de su larga lista. Es difícil recordar cuándo alcanzó por primera vez el sillón de la alcaldía, pues lleva más de veinte años en el cargo. Sus opositores le acusan de connivencia con las mafias, pero o es todo mentira o es demasiado astuto para que le pillen. Lo que sí está claro es que se trata de un auténtico tiburón político, alguien sin escrúpulos al que no le tiembla el pulso para tomar decisiones difíciles. Defecto y virtud a partes iguales.

Frente a él en esta campaña, se presenta Jason Collins, un hombre idealista con una fulgurante carrera judicial en la fiscalía. Cansado de combatir la delincuencia caso por caso desde los tribunales, se presenta a la alcaldía con la promesa de limpiar las calles de la ciudad, algo que pocos creen posible en realidad. Realmente, tampoco es el primero ni el último en presentar ese tipo de promesas electorales. Está claro que es la debilidad de Johnson de cara a su electorado.

Y hoy la campaña ha dado el pistoletazo de salida, lo único especial que auguraba este domingo gris. Los periódicos le han dedicado sus portadas, y los informativos de las cadenas locales arrancaron sus titulares con ello. Por la tarde, los candidatos protagonizaron la tradicional pegada de carteles frente al ayuntamiento. Por la noche, como es tradición en Metro City, se debe estar celebrando un baile de gala que reunirá a los candidatos y su personal de campaña con personalidades de la ciudad, empresarios, periodistas y, en general, todo el que es alguien. Un acto hipócrita de buena voluntad de cara a la campaña, que se suele emplear para buscar titulares, perseguir apoyos y financiación de última hora, y multitud de otras sucias maniobras políticas.

Eso es lo que cabía esperar de este frío domingo de noviembre, inicio de quince días en que el futuro de la alcaldía se mezclará con la deprimente lista de sucesos de la ciudad de Metro City. Nada nuevo, nada que te interese. Las campañas electorales no han cambiado nada en la ciudad desde que tienes uso de razón. Todo va de mal en peor. Por eso te cargaste un arco al hombro, dispuesto a buscar por tu cuenta lo que los dirigentes de la ciudad no pueden o no quieren ofrecer. Justicia. Por eso nació Montaraz, cuyo uniforme portas ahora mismo mientras te apoyas en la cornisa de un tejado, en un edificio del centro, observando las calles de Metro City desde las alturas.

Miro el calendario de mi habitación. 1 de Noviembre, día de Todos los Santos. La noche anterior fue la festividad de Halloween que aproveché para salir a patrullar camuflándome entre los miles de disfraces que poblaban las calles de esta decadente ciudad.

Pude ajusticiar a un par de camellos que estaban pasando meta en mal estado a los jóvenes en una rave a las afueras pero no me llenó, sus dos muertes no han podido equipararse a las doce sobredosis que se dieron en esa fiesta...de haber actuado antes pude haber evitado esas muertes. Conocía a esos dos camellos del instituto, ya de aquella eran tramposos y pasaban cafeína en lugar de algo más fuerte. Desconocía que se habían pasado a traficar con meta pero al verlo anoche me alegró, no habían sido demasiado buenos conmigo en el instituto...no es que me molestaran demasiado pero sí que molestaron a mi hermana en un par de ocasiones...así que la ocasión la pintaban calva y decidí terminar con su vida. Los rajé fácilmente apareciendo desde las sombras, no tuvieron ni tiempo de dolerse de sus heridas...el problema es que la caza fue demasiado fácil...no calmó del todo mi rabia anterior y más ahora que leo los periódicos y veo que el daño ya lo habían hecho.

Revisé la prensa en mi portátil buscando casos que llamen mi atención, esa es mi forma de elegir mis objetivos. Observo la prensa e investigo un poco. A veces llamo a los periódicos desde cabinas públicas para obtener más info sobre algunos casos...o pregunto en las tiendas de la zona donde están los sitios chungos de noche para evitarlos...la imagen de universitario humilde buscando piso barato funciona bastante bien y suelen decirme en qué sitios venden o atracan. 

Cuando reúno suficiente información me dedico a observar, es la parte más tediosa pero no me gusta lanzarme a la aventura sin al menos comprobar la zona. Al fin y al cabo también quiero identificar a mis objetivos, no quiero lastimar a ningún inocente aunque la gente que consume esa mierda poco a poco deja de parecerme inocente y los considero culpables...pero todavía no tengo pensado cruzar esa línea...todavía. Tras observar un par de noches decido actuar y lo hago directamente, mis blancos son únicos para esa noche aunque he tenido la suerte de que alguna vez algún gilipollas que no conocía se une a la fiesta y decide ayudar a los malos lo que le convierte en otra víctima de mis flechas o de mi espada.

Pero para hoy no tengo nada que me llame la atención, y tengo ganas de fiesta...ganas de acabar con otro malnacido esperando que sea uno de los que mataron a mi madre. Limpiando la mierda de las calles poco a poco llegaré a ellos y en ese momento sabrán lo que es la verdadera venganza...

Sí, esta noche no cuentas con pistas que seguir. Los periódicos no te han ofrecido nada, más allá de malas noticias y un extenso estudio acerca de la situación política de la ciudad. Mierda sobre mierda. Promesas que nadie cumplirá. El actual alcalde Johnson se presenta con un ex militar como abanderado de la lucha contra la delincuencia, una especie de héroe americano, originario de la ciudad, hijo de uno de los más prósperos empresarios de Metro City y hermano del fallecido colaborador de su oficina. ¿Eso debería ofrecer esperanza? Samuel Johnson lleva tantos años al frente de la alcaldía que, si alguna vez hubiera tenido el menor interés en limpiar la ciudad, ya lo habría hecho. ¿Y su rival? Seguramente, más de lo mismo.

Y para aumentar tu enfado, parece que la campaña política ha hecho que toda la mierda de la ciudad pase a un segundo plano.

Pero no es así, la delincuencia es cada día mayor. Tú lo sabes bien, lo hueles en las calles, en aquellos que venden drogas, en quienes las distribuyen, en quienes cobran impuestos por una protección que no ofrecen, en quienes se creen dueños de las calles en que trapichean, como si Metro City fuera un pastel cortado en trozos por los que luchar a sangre y fuego.

En eso estás pensando, cuando un ruido de cristales rotos te saca de tus ensoñaciones. No te lo puedes creer, pues es justo en el edificio colindante a aquel en que te encuentras, un garaje de varias plantas. Te asomas a la cornisa, descubriendo que varios tipos tratan de hacerse con un coche. Desde tu posición logras ver a tres, aunque no descartas que haya alguno más. Llevan cazadoras anchas, de color marrón, modelos militares quizás. Y lo más curioso es que cubren sus rostros con máscaras de dos colores, negras a un lado de la cara, y amarillas al contrario.

Sin pensármelo demasiado me decido a actuar, la noche está siendo aburrida y el cuerpo me pide algo de marcha. Cojo carrerilla y salto desde la cornisa al otro edificio para atajar, podría haber bajado y seguirlos pero perdería demasiado tiempo...y el tiempo que tengo es escaso para malgastarlo...

Pero parece que no es mi noche y el salto no resulta como yo he pensado...en medio del salto me doy cuenta que me voy a quedar corto y si tengo suerte aterrizaré contra la pared que frenará mi caída lo suficiente para no matarme o eso espero, he visto muchos vídeos el youtube de traceurs que les ha pasado esto y lo que tengo que hacer, si tengo esa suerte, es absorber el primer impacto con los brazos y los pies para luego impulsarme hacia el otro lado y rodar al llegar al suelo. En los vídeos parecía fácil a ver si lo es en la realidad...

Las prisas son, en ocasiones, pésimas consejeras. Es cierto que el camino largo parece a veces demasiado duro y costoso, pero también lo es que los atajos están llenos de peligros. Así sucede al adoptar la precipitada decisión de sencillamente saltar de un edificio a otro, pensando únicamente en el tiempo que serías capaz de acortar, en lo rápido que podrías alcanzar a esos maleantes con los que quieres verte las caras. La rabia que bulle en tu interior no ayuda a atemperar tus decisiones, logrando entre las dos cosas que ignores el peligro que corres al lanzarte sobre el vacío sin más pensamiento que el de que todo salga bien.

Tal vez no es la decisión que tomaría un montaraz de las historias en que te basaste para crear tu alter ego.

Pero la decisión está tomada. Corres para ganar velocidad y saltas en dirección a tu objetivo, tratando de no mirar hacia abajo, al vacío que sobrevuelas. Tu vista está fijada en el destino elegido, pero... ese destino comienza a quedar demasiado arriba como para alcanzarlo. Estás cayendo. No, no estás volando hacia el otro edificio, sino precipitándote muy por debajo de la planta a la que pretendías llegar. Sin embargo, compruebas que vas a chocar con la fachada del edificio antes de caer, por lo que en tu desesperación intentas agarrarte a algo. Tus manos se agitan en el aire, intentando llegar a cualquier tipo de asidero para no morir...

...Y encuentran uno. Tu brazo derecho se enrosca duramente en una barandilla, chocando tu cuerpo con el metal bajo ella. Tus piernas quedan colgando en el aire, a varias plantas del suelo, pero estás agarrado. Te encuentras en otra planta, una inferior a la que buscabas, y si no llegas a agarrarte bien habrías salido rebotado y directo al pavimento de la calle.

Has tenido suerte, pero la suerte se acaba tarde o temprano.

Suspiro aliviado, de buena me he librado aunque debo entrenar más los saltos a partir de ahora. Busco un apoyo para mis pies y tras conseguirlo con esfuerzo logro salir del atolladero que me había metido yo solo por saltar a lo loco sin pensarlo dos veces. He perdido un tiempo valioso pero estoy un piso por debajo del que deseaba.

- Bueno es hora de acercarme e investigar... - me digo a mí mismo.

El brazo me duele pero pasará cuando haya calentado un poco, lo muevo suavemente y de primeras parece que no tengo nada roto. He tenido suerte. Decido acercarme con cautela a los individuos y poder observarlos desde un punto cercano para que pueda disparar mis flechas llegado el momento. Su indumentaria es extraña, demasiado rara aunque siendo el día que es...me puedo esperar cualquier cosa.

El dolor del brazo no puede durar mucho. Lo reconoces, es un dolor muscular, que se irá desvaneciendo a medida que calientes. Es muy posible que mañana, tras descansar, se quede frío y te duela mil demonios, pero hasta entonces pronto estarás en plenas facultades.

Te acercas a paso ligero a las escaleras del aparcamiento, ascendiendo por las mismas en silencio, listo para lo que sea. La puerta de acceso al piso que buscas se abre con discreción, y accedes a la explanada llena de vehículos. No te cuesta orientarte para buscar el lugar donde habías visto a los delincuentes, especialmente porque en cuanto llegas al lugar te llegan sus voces, apurando a quien se está dedicando a hacer un puente al vehículo.

- ¡Vamos, tío! El jefe se va a cabrear si llegamos tarde...

- Con lo que ha costado salir del puto hotel, sólo faltaba eso, ¡que se joda! En menuda nos ha metido...

- Calla la puta boca, gilipollas. ¿En serio quieres verle cabreado? ¿Te recuerdo lo que le hizo al último?

- Oye, el plan ha salido a la perfección, ¿okey? Simplemente se nos ha jodido el vehículo y estamos pillando otro, lo entenderá.

- Estábamos currando con los amarillos y los italianos, imbécil. El jefe quiere quedar bien, y si llegamos tarde se va a cabrear. Además, aún queda un buen trecho para el puto muelle y mira que hora es...

Con sus poco disimuladas voces, no te cuesta localizarles, intentando arrancar un cuatro por cuatro de color negro, de gama alta. Quizás, precisamente por eso, les está costando tanto hacerse con él. Los coches caros son más complicados de afanar. Y desde tu posición, escondido tras un utilitario, logras ver a dos de ellos. A buen seguro hay un tercero agachado en el asiento del conductor del vehículo, intentando acceder a los cables de arranque para hacerle un puente. ¿Habrá alguno más?

Interesante...hay una fiesta de bandas, es raro que italianos y amarillos colaboren...así que habrá que acabar con dos y dejar a uno para que hable pero no se me pueden escapar...serán una fuerte importante de información...

Cargo una flecha en mi arco y me preparo para acabar con uno de ellos, luego intentaré lanzarme a por el segundo. Lo que hago es apuntar en silencio a uno de los tipos para no errar el disparo. En el momento que lance la flecha cargaré la segunda y atacará al otro que veo...luego intentaré acercarme para inutilizar el coche y noquear al que quede cuerpo a cuerpo para poder hablar con él "amistosamente"...

Apunto durante unos segundos, y me concentro para no errar el tiro...cuento hasta tres y disparo la flecha intentando dar al que apuntaba...

Empieza la fiesta...

Colocas convenientemente la saeta en el arco, adoptando la posición más adecuada y tensando la cuerda mientras apuntas con precisión. La iluminación no es la más adecuada, y se encuentran aún a cierta distancia, pero tomándote tu tiempo sabes que eres perfectamente capaz de lograrlo. Además, los tipos no parecen especialmente duchos en eso de robar coches, porque al encargado de hacer el puente le está costando demasiado hacerse con él.

Tras un rato asegurando el disparo, sueltas el proyectil. El tu mente se te aparece la imagen de Kevin Costner liberando a cámara lenta una flecha con la punta de fuego, en la memorable Robin Hood, Príncipe de los Ladrones, y lo cierto es que tu disparo estaría a la altura de Robin de Locksley. La flecha vuela a través del aparcamiento, desapareciendo de tu vista al cruzar los puntos de peor iluminación y brillando como un flash cuando cruza bajo una luminaria. No llegas a ver cómo se clava en la espalda del delincuente, sumido en la oscuridad, pero oyes su grito agónico y las voces de sus compañeros.

¡Mierda! ¡¿Qué coño...?!

¡¿Qué es esto, una puta flecha?!

¡¡Al suelo, al suelo!!

Los matones que quedan en pie se cubren rápidamente, parapetados tras los vehículos que los separan de tu posición. Puedes oír, en el silencio del aparcamiento, el amartillamiento de un par de armas de fuego.

Uno menos...

Respiro hondo para preparar mi siguiente ataque, cargo otra flecha en el arco y me muevo en silencio entre los coches buscando un mejor ángulo para poder lanzar mi segundo ataque. Es preciso que no me detecten ya que sus balas son bastante mortíferas y es más fácil de disparar que mi vetusto arco.

Cuando gano ángulo me preparo para el segundo disparo, no me concentro tanto como en el primero porque quiero actuar más rápido y causarles miedo, que noten el aliento de un enemigo invisible en su cabeza. Luego haré que descarguen sus armas y me lanzaré espada en mano a por ellos, un poco de cuerpo a cuerpo me vendrá bien.

Tras un primer premio al abatir a uno de esos delincuentes, te preparas para lo que ya va a convertirse en un tiroteo en toda regla. Al estar ellos ya sobre alerta, todo va a precipitarse mucho más. No sólo se trata de tu puntería, sino también de que van a devolver los disparos, y ellos tienen armas de fuego. De modo que sales de tu escondite con velocidad, sabiendo que actuar rápido es incluso más importante que ser preciso. Porque más importante que hacerles caer, es no caer tú en el proceso.

Y disparas. Sabes que no es un mal tiro, eres consciente de ello en cuanto la flecha se separa de la cuerda, pero también que no es el mejor disparo del mundo. El virote choca contra la chapa metálica del vehículo tras el que los matones se están parapetando, desviándose hasta perderse más atrás. Y puedes verlos, a ambos hombres, con sus rostros ocultos por máscaras que te apuntan con sus pistolas, dispuestos a liberar todo el plomo que puedan para hacerte caer.

Intento esquivar pero el disparo me impacta de todas formas. Mi armadura aguanta mal este tipo de ataques, cosa a mejorar... Mascullo intentando no gritar y pienso en contraatacar. Hay que devolver los disparos...

Me deslizo entre dos coches mientras cargo mi flecha en el arco, me asomo un par de segundos y disparo contra la cabeza que vea...mi intención es simple...salir y disparar hasta que caigan todos o me maten.

Aunque deberé acercarme si quiero hacerles algo, mis capacidades no son las de los cómics y no puedo hacer que las flechas reboten y les den a esos malditos hijos de puta.

En ese momento antes justo de darme cuenta que he obrado mal al atacar de esa manera, empiezo a reírme a carcajada limpia y les grito:

- ¿Sabéis el chiste de un hombre que llega al cielo y lo recibe San Pedro a las puertas? San Pedro le lee la cartilla y le dice que no ha hecho ni mal ni bien y que no puede dejarle pasar. El hombre le dice: ¿Pero los pandilleros contará no? San Pedro le pide explicaciones y el hombre le comenta: Iba conduciendo por una carretera, de noche, cuando vi a un grupo de pandilleros dando una paliza a un pobre tipo. Salí del coche, me acerqué al jefe del grupo y lo golpeé en toda la cara...San Pedro parece sorprendido. El hombre sigue narrando y dice: Entonces les dije a todos que soltaran al tipo o se las iban a tener que ver conmigo, así que lo soltaron... San Pedro le pregunta: ¿Hace cuánto de eso? El hombre responde: Pues hace un par de minutos....

Espero unos segundos y les pregunto:

- ¿Es bueno eh?

Mientras lo cuento me muevo para parapetarme tras una rueda de un coche y evitar un tiro en el pie o pierna, ellos puede que no hayan tomado esas precauciones, será interesante comprobarlo en breves momentos.

El disparo impacta en tu hombro, haciéndote retroceder con un súbito dolor que casi te deja sin aliento. Obviamente, tu armadura no soporta ese tipo de ataques, porque... no tienes armadura. Llevas un uniforme, pero no te protege físicamente. Responde a la necesidad de ocultar tu identidad, pero sin duda deberías plantearte vestir con algo que te proteja de los disparos de los delincuentes.

Mientras tratas de recuperarte, sobreponerte al dolor, te mueves unos metros antes de surgir y disparar por sorpresa. Y ¡oh, sí! resulta ser un buen disparo en esa ocasión. Te ocultas de nuevo tras disparar, pero has vislumbrado la trayectoria y, lo mejor de todo, oyes el grito de dolor del delincuente, y el seco sonido de un golpe contra el suelo. Ha caído, y eso te deja, si no hay sorpresas, un sólo matón capaz de prestar batalla. Así que empiezas a hablar, a ganar tiempo, a despistar a ese tipo. De hecho, le cuentas un chiste, mientras oyes su voz tratando de interrumpirte, cada vez más nervioso. Te manda callar, a gritos, pero sigues hablando, logrando ponerle de los nervios. Es muy posible que esté incluso a punto de disparar a bulto, sólo por hacerte callar.

Pero antes de eso, comienzas a moverte. Te desplazas entre los coches, ocultando tu presencia, aprovechando los puntos de oscuridad, los puntos ciegos, y alcanzas la parte trasera de un vehículo bajo el que puedes ver los pies del delincuente al otro lado, junto a dos cuerpos inertes en el suelo y una bolsa de deporte bastante voluminosa. Allí está, a tu alcance, sin ser consciente de tu presencia...

Tenso la cuerda del arco y disparo sin que el hombre se percate de mi presencia. Lo miro a través de la punta de la flecha y digo:

- ¡Sorpresa!

Suelto la cuerda y veo cómo se dirige hacia su objetivo. Por si acaso fallase cargo otra flecha con la rapidez de un rayo y me preparo para un siguiente ataque, no puedo dejar que me hieran de nuevo y más ahora que me he percatado que mi traje no para las balas como me hubiera gustado. Pero eso lo revisaré al llegar a mi casa y curar mi herida, tendré que limpiar la herida y sobre todo desinfectarla...no había caído antes pero no soy un experto en primero auxilios como me gustaría. Sé tratar picaduras, torceduras, cosas sencillas pero no traumas graves ni tampoco balazos. Es algo que debo remediar.

El factor sorpresa te ofrece toda la ventaja del mundo. Ese delincuente ni siquiera lo ve venir, y para cuando logra reaccionar ya tiene una flecha clavada en medio del pecho. Intenta apuntarte con su arma, pero no lega a disparar antes de soltarla mientras cae al suelo. Tan sólo, una vez da con su espalda en el asfalto de ese aparcamiento, logra escupir un espumarajo de sangra antes de decirte unas palabras.

D-da igual lo que hagáis... La ciudad s-será nuestra, t-tenemos a la niña...

El malhechor termina por callar, y tras unos instantes te percatas de que ha muerto. O está inconsciente, ¿quién sabe? Desde luego, tú no. No es que seas médico, precisamente. Pero ¿de qué hablaba ese tipo? ¿Una niña? Miras alrededor, comprobando el estado de los delincuentes y las bolsas que portaban. Algunas armas y munición, un par de granadas de humo y cuatro máscaras de gas, un chaleco antibalas y un teléfono móvil, pero nada de una niña.

¿Hablaba de un secuestro?

No puedes saberlo, aunque sí intuirlo. Como intuyes que algo sucede cuando te das cuenta de que hay sonidos de sirenas por varias calles alrededor del parking en que te encuentras. No, no debe ser que hayan oído los disparos y estén viniendo hacia ti, de hecho notas cómo se alejan hacia el centro. ¿No era allí donde se celebra esta noche el baile de gala electoral? ¿Habrá pasado algo en tan importante acontecimiento, o es sólo casualidad? Pensar en las más altas autoridades de la ciudad, políticos y empresarios, te resulta difícil, cuando crees que una menor de edad ha podido ser secuestrada. Pero, si ese es el caso, ¿por dónde podías empezar a investigar? No es como si esos delincuentes te hubieran desvelado a dónde se dirigían... ¿O sí?

Me duele el hombro, los disparos duelen de cojones...tengo que hacerme con un chaleco antibalas...y ¡voilá! encuentro uno con unas granadas y máscaras de humo. Recojo todo y me lo llevo conmigo, puede que me sea útil en el futuro. De paso recupero mis valiosas flechas para evitar que otras personas puedan encontrarlas y sobre todo identificarme porque seguramente algo podrán ver en ellas que les acerque a mí.

Escucho las sirenas y recuerdo las últimas palabras del delincuente que acabo de cargarme, tienen a una niña. Eso huele a secuestro así que tocará averiguar a quién han secuestrado y de quién es hija. Las sirenas me marcan el camino...iré al centro y husmearé un poco.

Respiro hondo y decido ir por las sombras hasta el centro, sin llamar demasiado la atención a pesar de que hoy al ser esta noche mi vestimenta pasa desapercibida así que aprovechemos el momento e investiguemos un poco.

No hace falta ser un gran cazador, saber acechar desde las sombras, seguir un rastro difuminado por los elementos. Las sirenas, ruidosas y escasamente efectivas para combatir la delincuencia que se encuentra tan arraigada en Metro City como el cáncer terminal en un enfermo, indican el camino.

Desciendes del garaje, enfrentándote a la fría noche de la ciudad. Caminas con cuidado, sabedor de que portas un uniforme que podría llamar demasiado la atención. Está pensado para ocultar tu identidad, pero no es disimulado precisamente, aunque favorece moverse entre las sombras. De modo que avanzas por las calles menos transitadas e iluminadas, aquellas en que las sombras son tus aliadas.

No tardas demasiado en descubrir lo que sucede. Un enorme cordón policial rodea el hotel Majestic, uno de los más lujosos y exclusivos de la ciudad, epicentro de Metro City en la noche del baile de gala electoral que marca el inicio de la campaña por la Alcaldía. Te mantienes a distancia, entre los curiosos que se agolpan con interés de ver algo o enterarse de primera mano de lo que sucede, y no te cuesta poner el oído y atender a las conversaciones de los curiosos.

Te habrías enterado mejor de haber estado en tu casa, en lugar de patrullando las calles. Parece que todo ha salido en directo por televisión. Un puñado de delincuentes bien organizados han irrumpido en el baile, secuestrando con ello a la flor y nata de la ciudad. Tipos que, como aquellos a los que has abatido, portaban máscaras negras y amarillas. Parece ser que han dado un ultimátum a la Comisaria de Policía de metro City, allí presente. Martha Snyder, te es imposible saber si está limpia o no, pero no apuestas por ello. Apostar a que un policía está limpio en Metro City es malgastar el dinero. Pero le han dado veinticuatro horas para declarar públicamente en rueda de prensa la rendición de la ciudad, aceptar la incapacidad de la Policía que ella misma dirige para proteger a los ciudadanos de la ciudad.

Casi te parecería una broma, convencido como estás de que esa declaración no haría sino oficial la realidad que todos conocen. Si no fuera por lo siguiente que oyes. Los delincuentes, para forzarla a cumplir sus exigencias, han secuestrado a su nieta, una niña de siete años...

Poco puedo hacer tras enterarme de lo sucedido, demasiada luz y demasiada gente. Pero los foros de internet estarán ardiendo y hay mucho bocas que puede soltar información en los foros de gente mala de la ciudad...

Ocultándome en las sombras me dirijo hacia mi casa. Tengo que curarme la herida y procurar que no se infecte; además de investigar lo que he localizado y ponerlo a buen recaudo. 

Nada más llegar a casa, tras comprobar que no hay moros en la costa, me doy una buena ducha donde aprovecho para desinfectarme la herida y ver si necesito puntos. Si es así tendré que hacerme un apaño, cosa que me dolerá y mucho.

Tras la ducha, como y bebo algo para reponer las energías y sobre todo el plasma perdido. Luego me dirijo hacia mi habitación y me pongo a trabajar en el ordenador.

Lo primero es conectar una VPN de pago para hacer que navego desde otro estado y para enmascarar mi IP utilizo un par de programas más que me otorgan una IP dinámica. Lo fácil que es hacer esto con los programas gratuitos de hoy en día...antes según tengo entendido tenías que ser ingeniero como mínimo.

Entro en los foros de bandas de la ciudad, donde muchos pandilleros cuelgan sus logros y observo en busca de información relevante sobre la banda a la que pertenecían los tíos que acabo de matar..y sobre el secuestro.

Los foros de internet en los que acostumbras a enterarte de lo que se cuece en la ciudad... te dejan asombrado. No es que no logres descubrir qué sucede, es que da la impresión de que el mundo criminal de Metro City está tan desconcertado como tú a ese respecto. Están mejor informados, eso es cierto, al menos relativamente. Por los datos que parecen manejar, no descartas que tengan gente metida en la propia policía informándoles de lo que van descubriendo sobre la marcha. Nada especialmente relevante, tan sólo datos añadidos, detalles que parecen confirmar lo que has oído en las calles. El secuestro de todos los asistentes al baile de gala, la amenaza a la Comisaria de Policía Martha Snyder, el rapto de su nieta Melissa Dixon... Se añade el hecho de que, por lo visto, los secuestradores han abandonado el edificio liberando con ello a todos los rehenes, excepto a la niña, huyendo con destino desconocido.

¿Desconocido? ¿Es posible que sepas a dónde se dirigían?

También hay algo más, lo que realmente te desconcierta. Los pandilleros a los que lees comentar el asunto están realmente desconcertados por la autoría del crimen y la audacia del mismo. La banda a la que se considera responsable, los Twofaces, es una banda muy pequeña, con escasos recursos y de reciente aparición. Para hacer algo así hace falta mucho personal, recursos y ayuda de dentro. Nadie parece entender cómo es posible que hayan hecho algo como eso.

Medito en mi silla sobre los datos que acabo de leer y luego reflexiono mirando a la pared intentando encontrar la concentración suficiente para saber cuál era su destino y cómo podría ayudar en esta situación.