Partida Rol por web

Les llevó más tiempo del previsto llegar a Ashendorf, principalmente porque dieron un aconsejable rodeo para alejarse de Eirfrentz. La carretera que llevaba a Ashendorf era ancha y empleada con cierta frecuencia, aunque de tanto en tanto se la encontraba barrosa y descuidada. Una pared de unos dos metros de altura rodeaba la pequeña ciudad y se podía entrar a través de cualquiera de las tres puertas con las que contaba, la compañía de la alcachofa suprema llegó por el este. Oscuras nubes amenazan con lluvia sobre la ciudad.

La entrada era una puerta reforzada, pero no había ningún vigilante, y la gente entraba sin ningún impedimento en la ciudad. La mayoría a pie, pero eran muchos los que iban montados o acompañando a una carreta cargadas con fardos. Niños revoloteaban en torno a esas carretas, molestando el paso.

—Por fin llegamos —dijo Johannes a quien el viaje se le había hecho eterno, como siempre que pasaban tiempo por el campo—. Será mejor que busquemos alojamiento antes de que caiga una tromba. No me gustan nada esas nubes. Veré si me entero de algún sitio y sobre nuestro "amigo".

Según entraban el ladrón se apartó un poco para preguntar a alguna de las personas que estaban cerca de la puerta.

—Ey, amigo —dijo amable—. ¿Es de la ciudad? Estoy buscando un sitio donde pasar la noche, ¿conoce alguna posada que esté bien? Un amigo me recomendó "El vidente sórdido", ¿por dónde queda?

Johannes tuvo que preguntar a varias personas. La primera, un hombre joven con una mochila y una ballesta en la espalda  decía venir de fuera. La segunda le pudo indicar.

Sí, pero no tiene que entrar en la ciudad. Vaya rodenado el muro por ese lado y la encontrará. No es el mejor lugar para hospedarse, pero cuando no hay dinero...

El camino para el elfo como siempre habia sido placentero, pero la alegria habia llegado a su final, estaban en su destino Ashendorf, la entrada de la ciudad no estaba custiodada, habia un puerta reforzada entre unos muros de unos dos mentros de alto, habia algo de transito en la entrada, la nubes presagiaban lluvias, era el momento de buscar la posada para pasar la noche como bien habia dicho Johannes. - Estoy contigo deberiamos buscar rapidamente la posada puesto que las nubes estan a punto de descargar. - Seguimos la indicaciones dadas a Johannes de uno de los lugareños, y rodeamo la muralla hasta llegar a la posada.

¡Sí! ¿Y quién sabe si podremos comer pastelitos o rica carne asada con una salsa de guisantes? ¡Vayamos!

El estómago de Hugo rugía pidiendo comida y bebida, un merecido descanso tras la sura caminata.

-Sí, vayamos a la posada -asintió el ladrón-. Una vez allí estad atentos por si oímos algo sobre nuestro hombre.

Sonrió ante el comentario del siempre hambriento Hugo.

-Yo no esperaría mucho del lugar. Por el tono con el que me lo han dicho tiene que ser un tugurio o una posada de mala muerte -añadió Johannes. Y más estando fuera de la ciudad, donde no hay que cruzar las murallas para deshacerse de un inoportuno cadáver, pensó también. Con una sonrisa terminó:- Siento romperte las ilusiones, Hugo.

El Vidente sórdido era un posada de desalentador aspecto y poco acogedor interior, el asfixiante humo de la hoguera no era expulsado por la chimenea, no había sido deshollinada en mucho tiempo y gran parte del humo se quedaba en el interior. El suelo, mejor no describirlo, pero las botas se adherían a él. Parecía regentarlo una mujer rechoncha con el pelo sucio, aunque se oía una voz masculina en el interior de la cocina.

Buenas tardes-la mujer casi escupió esas palabras- ¿Qué es lo que quieren?

Creo...-empezó diceindo el halfling- que por una vez renunciaré a la comida...

Bueno, lo que estamos buscando seguramente no sea algo que se encontrará en las mejores posadas y tabernas de esta región. Puede que esto no sea una pérdida de tiempo después de todo —pensé mientras miraba la nauseabunda posada. Desde luego, no era el mejor sitio para quedarse, pero hasta que el precio que corría sobre sus cabezas no desapareciese, lo mejor era frecuentar tugurios con gente mucho más buscada que nosotros.

Así, miré a la mugrienta posadera, para decir—. ¡Saludos, bella dama!. Verá, somos "La Compañía de la Alcachofa Suprema", y como tal, buscamos alojamiento. Mucha gente nos ha hablado bien de este lugar, y claro... ¿Por qué arriesgarse a ir a un lugar desconocido cuando puedes hospedarte en un lugar que varios de recomiendan. Además de que se ve que el ambiente es altamente reconfortante. Esto es estar como en casa —siempre y cuando vivas en una piara de cerdos—. Además, buscamos algo con lo que llenar el estómago. Los caminos despiertan el hambre a cualquiera, y llevamos mucho recorrido. Por cierto, ¿no tendrá en el menú de hoy alcachofas, verdad?

Dicho esto, quedaba esperar. Desde luego, no esperaba que el menú incluyese alcachofas, pero con algo que fuese comestible (cosa que dudaba en este antro) me conformaría. Aún así, estar aquí sería útil. Conocería a la flor y nata de este lugar, y eso podía sernos de bastante ayuda.

De todos los sitios en lo que no le gustaria estar a Eldar en este momento, quizas este era el que menos, la mugre era la fauna natural de aquella maldita posada - Chicos y digo yo, no estariamos mejor bajo un arbol? una pocilga es un palacios en comparacion con este tugurio - dijo el elfo entredientes. Seguidamente vio a la mugrienta mujer gorda, que posiblemente era mas facil saltarla que darle la vuelta con el pelo estropajado y de buenas a primera a Eldar le dio una arqueada.

El ladrón miró a Eldarendil y le hizo un gesto de negación.

-Recuerda que no estamos aquí por placer -le respondió entrecortadamente antes de que entablaran conversación con la dueña.

-Una cerveza para mí -añadió Johannes después de la intervención de Wolfgang. La mujer no era muy simpática, a juego con el local que regentaba. Decidió no mencionar a Isidro todavía, queriendo hacerse una idea del lugar en el que estaban primero. En esos antros los que no hacían las preguntas correctas podían acabar con una nueva y roja sonrisa.

¿La compañía de la Alcachofa Suprema? No tenéis aspecto de grupo teatral...¿Sois acaso unos mercenarios o algo así?

La mujer sirvió una cerveza para el ladrón y otra para el halfling, que alzando el brazo y con un pequeño salto pidió otra para él. Apenas dio un sorbo le dio la espalda a la mujer y sacó la lengua en evidente muestra de desagrado

Puaj...

Tengo un guiso de cerdo y guisantes si quieren comer algo. Otra cosa que me pidan será más cara. ¿Quién les ha hablado de mi negocio? La gente que viene por aquí no se queda mucho. Sólo están de paso.

Johannes tomó la cerveza y le echó un vistazo. Al halfling no le había gustado un pelo y se imaginó que él tendría la misma opinión. Se atrevió aprobarla y le dió un trago.

—Para mí el guiso va bien —dijo después de que el menjunje bajara por su garganta. ¿Para qué pagar más por algo que seguro que sería bazofia?—. En la ciudad nos recomendaron el lugar. Un sitio económico, nos dijeron, perfecto para los viajeros humildes. Debe ver a mucha ir y venir por aquí. Y de todo tipo, incluso extranjeros. Seguro que tiene mil y una anecdotas sobre viajeros, ¿verdad?

Económico es, desde luego. Es el mayor atractivo de mi local. Ludo, ¡trae guiso para los señores! ¿Cuántos platos serán? No hago mucha amistad con los clientes, y menos con los viajeros. Hablan jergas extrañas y tienen costumbres de locos. No trato con ellos a menos que no paguen.

El halfling oyó un nombre conocido, uno de su tierra.

Disculpe señora, ¿ha dicho Ludo? ¡Ese es un nombre halfling! ¿Su cocinero es halfling? ¡Tráigame comida inmediatamente!

-Muy buena actitud de negocios, señora -le felicitó Johannes mientras pensaba "así le va al local"-. Entre nosotros, basta con darle confianza a los clientes para que se aprovechen de uno.

Al ladrón se le ocurrió que si Isidro había sido raptado seguro que no había terminado de pagar al a mujer. No perdía nada por probar.

-Espero que haya tenido suerte últimamente y todos sus huéspedes hayan cumplido con sus obligaciones. Pero si no es así, le hago saber que, entre las muchas y diversas actividades que realizamos, también nos dedicamos al cobro de morosos y demás. Por si necesita algo de ayuda. Incluso cuando se esconden les encontramos.

Pues la verdad es que sí. Hay un tipo de las tierras del sur, más lejos de Bretonia, con un acento raro y el pelo largo que no me ha pagado esta semana. Como pagaba por adelantada cada semana no he hecho nada aún. pero no ha pagado esta semana y hace mucho que no le veo. No creo que se haya ido dejando ahí sus cosas, a menos que haya tenido problemas. Pero no he oído nada de ningún crimen.

Eldar asintión ante las palabras de Johannes - Habra que conformarse - replico entre dientes. Mientras Hugo y Johannes hablaban con la posadera el elfo observaba cada rincon del tugurio. - Yo también tomaré un plato - añadió cuando la posadera dijo que quien iba a querer. No estaba dispuesto a pagar por otra comida, porque ninguna comida que en aquel local hubiera de seguro seria del agrado de Eldar.

Cuando Hugo dijo que el cocinero era Halfling y pidió con tanto esmero la comida, Eldar se quedó un poco asombrado - Hugo, son buenos los cocineros Halfling? - pregunto este con mucha curiosidad.

A Hugo casi se le cayó la mandíbula al suelo de lo sorprendido que estaba. Abrió tanto la boca que le habría cabido un cuenco completo.

¡Los halfling somos los mejores cocineros del mundo! Es algo que todo el mundo sabe y no porque lo digamos nosotros. Los halfling somos los únicos no-humanos que tienen un voto para elegir al Emperador y es gracias a nuestra aportación a la cocina humana!

—¡Un plato para mí también! —digo a la mujer. Después, le digo— Vaya, qué curioso. Ese tipo de huéspedes es el que interesan. Y hablando de huéspedes, yo una vez regenté una taberna, cerca de Altdorf. La taberna no era mía, sólo la regentaba. Esos cliéntes sí que interesaban. Recuerdo una vez que tuve un cliente así, de esos que pagan por adelantado. Con el dinero que se dejaba ahí, bien podría haberse comprado una casa, pero bueno, eso era cosa suya. Después de un tiempo, resultó que no era un hombre... ¡Eran dos ladronzuelos halfling, uno encima de otro! ¡Por eso no se compraban una casa... Pagaban como uno solo, cuando deberían de haber pagado como dos! ¡Qué desfachadez! Gudo y Ludo se llamaban. Qué par de pillos. Al final no los pillaron, pero yo no sé nada más, porque al poco tiempo dejé la taberna. "El enano espumoso" se llamaba. Tal vez haya oído hablar de ella, o tal vez no. Pertenecía a un tal John Perry. Hablando de nombres, eso me recuerda, que no me he presentado. Yo soy Wolfgang, para servirla. Y, hablando de mas nombres... ¿Cómo se llama el tipo que pagaba por adelantado? Tal vez me suene de algo, porque por allí pasó mucha gente muy variada, y yo soy un as con los nombres.