Partida Rol por web

Al entrar en el bar el Gnomo no pudo evitar percatarse del tamaño de la entrada, toda la gente grande tenía que agacharse para poder pasar por allí, ¿acaso se trataría de alguna broma?, pensaba mientras atravesaba la puerta y observaba la multitud que se aglomeraba en su interior, al fondo de el bar reconoció a sus compañeros sentados en una mesa, Zanc levantó el brazo en señal de saludo a medida que se acercaba hacia ellos con una enorme sonrisa. 

-Que tal!- Saludó en cuanto llegó a la mesa y acomodaba una silla, con un ágil salto subió a la silla y se acomodó en la mesa... -Se han perdido de una buena paliza! Jajajajajaja, nuestro amigo enano lo ha dejado como un saco de patatas!- Exclamó emocionado parándose en la silla y simulando una pose de pelea mientras propinaba un par de puñetazos al aire -Debían haberlo visto!... JaJaJaJa- levantando su mano buscó a alguna camarera -¿Quien sirve los tragos aquí?- preguntó a la vez que volvía a sentarse, entonces sus ojos se posaron en el extraño que compartía la mesa con los demás, su mirada volvió a dirigirse a sus compañeros para decir -¿Y este quien es?- preguntó extrañado.

La cara del pirata mostró la sorpresa al ver la afilada daga emerger de la manga de la chiquilla. No era la primera vez que veía tal gesto pero sí la primera vez que observaba a una mujer ejecutarlo tan rápidamente. ¿Serían las cervezas o es que se había confiado demasiado? Quiso creer lo segundo antes que reconocer que existía una tercera opción, que la chiquilla era de armas tomar y realmente podría haberlo matado de haber querido. ¡Ey! ¡Cuidado, no vayas a pinchar a alguien! - Exclamó en tono divertido pero teniendo muy presente lo que había sucedido. Como medida de precaución apartó un palmo la silla.

Vaya, conocía alguno de esos nombres pero nunca me había parado a pensar en la de capitanas famosas que habían surcado estos mares. - Dijo el pirata sinceramente. Fue un movimiento centelleante pero Jedrekal, receptivo a a todo lo que le rodeaba, logró captar cómo los ojos de Ogna se dirigían a la puerta. En un principio pensó que se trataba de otro truco pero para cuando quiso girarse sus compañeros ya estaban encima de ellos.

 Primero apareció un elfo y al instante un gnomo que se encaramó a la mesa y comenzó a contar algo atropelladamente acerca de una pelea. Todo adquirió sentido cuando Kormack hizo acto de presencia tras ellos dos con un ojo medio hinchado y el labio superior a juego con él, aunque al menos esto lo camuflaba bajo la barba pelirroja. Sin embargo, y a pesar de las heridas mostraba un orgullosa sonrisa. Un encapuchado Cuinthere no tardó en aparecer por detrás del enano sujetando a Gus entre sus pequeñas garras. ¡Es cierto, es cierto! ¡Escúchenle, escúchenle! - Decía para que todos hiciesen caso a Zanc mientras saltaba emocionado.

El kobold, al ver que no se encontraba un extraño entre sus nuevos compañeros, se detuvo al instante y colocó a la gaviota bajo el brazo.

Jedrekal Sthero, para servíos... - Se apresuró a contestar levantándose de la silla. Sin embargo, por alguna extraña razón la presentación del pirata se ahogó en un susurro en cuanto examinó al grupo en su conjunto. Encantado de conoceros...

Tranquilos, sólo hablaba con vuestros amigos un rato acerca de algunas dudas que tenían. ¿No es verdad? - Respondió a Losse y Zanc. Ha sido un placer compartir éstas cervezas con ustedes. Ya saben, acuérdense de mi si logran esa misión. - Se despidió con un guiño de Morwing y separó su silla para volver con sus compañeros de tripulación. 

- ¡¡Oh, Oh…!!, se lamentó Morwing al ver entrar a sus compañeros en la taberna y dirigirse directo a ellos. Era evidente que toda la isla estaba informada del ataque a la Torre de Drizas por un grupo de aventureros y a los que aun no habían dado caza, como comentó Jedrekal. Sin duda la descripción de estos asaltantes se habría extendido por el gremio pirata como la pólvora, y esto unido a la forma de despedirse de Jedrekal y a que el grupo de por sí ya era bastante peculiar, hizo que Morwing se percatase al instante que los problemas estaban a punto de producirse.

- Debemos salir de aquí YA…, comentó puesto en pié y haciendo un gesto con la mirada hacia la salida.

Todo estaba yendo bastante bien hasta que sus compañeros entraron en la taberna. Efectivamente habían tardado 5 minutos. Sus ojos se detuvieron exclusivamente en Losse. ¿Podían ser menos cuidadosos? Debían haberse sentado a parte de manera discreta, pero no, les saludaron como si se encontraran tranquilamente en Athkatla. Pero lo pero era que eran tan llamativos que no podían pasar desapercibidos. Losse con su precioso cabello liso y plateado, el diminuto Zanc dando la nota pidiendo de beber, Cuinther que sería conocidos por todos y, como no, Kormack, cuya falta de discreción era conocida en el mundo entero. Encima parecía que veía de armar bulla en el prostíbulo, eso  o es que le gustaba que le dieran caña. Así que cuando Morwing les advirtió, Ogna no puso pegas a su idea. Tenían que salir de allí y entonces agradeció haber pagado por adelantado. Irse sin pagar no hubiera sido una opción con Blogar de tabernero.

Con todo el disimulo posible del que un grupo de composición tan dispar podía valerse, los compañeros abandonaron la mesa y caminaron con paso rápido pero no a la carrera hacia la pequeña puerta. Desde la mesa cercana a la que ellos habían ocupado, Jedrekal Sthero los seguía con la miradacon una mano apoyada en el mentón, paciente y en silencio cual águila en un risco siguiendo con la vista a su presa. ¿Por qué no daba la  voz de alarma?¿En verdad los había descubierto? El pirata parecía ajeno a las conversaciones de sus camaradas que seguían bebiendo como si nada.

A medida que se abrían paso por la atestada sala les llovió más de una sonora despedida o palmada sobre la blindada espalda de Allen, pero aún así el pirata no reaccionó. Sólo al salir por la puerta el hombre bajó la mirada y sonrió como un lobo que acaba de encontrar a un cervatillo tumbado sobre la hierba.

El exterior de la taberna seguía tal cual lo habían dejado, con algunos grupos de piratas bebiendo de forma distendida frente al local y otros más ocupados con sus actividades diarias. Nada parecía haber cambiado, pero una punzada en el corazón les decía lo contrario.

Kormack salió del burdel tras un trabajo bien hecho. Le dio un par de golpecitos a su cimitarra y dijo Le debía una a Lebterrr, ahorrar estamos en paz! y la sonrisa brotó en su rostro. Luego pelonieve encargaba una tarea al gnomo Ahorrra todos son tus lacayos? dijo con reproche ante la actitud de superioridad del elfo. BAH! dijo llenado rumbo a la taberna. El enano se sentía especialmente bien, había limpiado el nombre de un pirata a cambio de su cimitarra. Era suya, no? pensó dubitativo...

Tras llegar a la taberna el enano sonrió, la puerta tenía el tamaño adecuado y hacía tiempo que no veía algo tan bueno. El elfo tuvo que inclinarse a lo que una risa acompañó su gesto. Kormack miró un segundo la sucia piel del tabernero y asqueado dijo Puaj... la cerrrrveza seguro sabe a pis de troll mientras llegaba a la mesa tras el bailecito del gnomo. Vio levantarse al feo aquel del pelo corto y no le dio tiempo para más, porque sus amigos corroboraron sus palabras y preferían salir del tugurio aquel. El enano se encogió de hombres y les siguió pausadamente, mientras hablaba con CUinthere. Eh, pequeño! JA! Prrrronto usarrrás tu ballesta, ia verrrás. No te impacientes! Y grrracias por tener lista la poción. No pude decirrrrte nada antes dijo sonriendo y palmeando la espalda de su fiel escudero.

Una vez fuera y algo alejados de oídos curiosos, Morwing tomó la palabra:

- ¿Os habéis dado cuenta? Aquel tipo de la taberna me da la sensación que sospechaba algo. Quizá no sea nada…pero era mejor salir de allí. Para futuras ocasiones creo que deberíamos entrar por separado donde vayamos… ¡Llamamos demasiado la atención, joder! Y recordad que la mayoría de los piratas de por aquí están informados del ataque a la Torre de Drizas y probablemente del grupo de asaltantes…no lo olvidéis y sed cuidadosos porque todo se puede ir al traste con el más mínimo desliz, sentenció el hechicero a modo de reprimenda.

- Nosotros no hemos conseguido gran información, que digamos. El barco de Hasler llegó esta mañana y es muy probable que él y alguno de sus hombres más importantes se encuentren en el gran muelle, prisioneros, siendo interrogados, muertos… no tenemos ni idea ¿Cómo os fue a vosotros?, preguntó haciendo referencia a las heridas de Kormack.

Tras la explicación de lo acontecido en el burdel, Morwing intervino nuevamente:

- Como ya os dije ese tal Jedrekal no me dio buena espina. Si realmente nos descubrió es un riesgo darle la posibilidad de que informara sobre nosotros. Podríamos esperar a que salga de la taberna y acabar con él en la primera ocasión que tengamos.

- Por otro lado, está claro que el gran muelle es donde se encuentra Todler. Deberíamos ir hacia allí a investigar… Quién sale y entra de allí y cómo, con suerte descubrimos el método de poder infiltrarnos sin levantar sospechas. ¿Qué me decís?

- Yo pienso igual. Ese tío parece el cotilla mayor de Boca de la Sirena y si se ha enterado de algo perderá el culo por contárselo a Tolder. Ha sido una estupidez que os acercarais a nosotros como si nada. - Trató de suavizar sus palabras, pues no quería empezar otra discusión.- Un enano, un gnomo, un hombre vestido con el blasón de Cherrybroof, una...una atractiva mujer, y dos elfos lunares...llamamos mucho la atención. Eso sin tener en cuenta que aquí conocen a Cuinthere y que puede que Jedrekal lo haya reconocido.- No era una idea descabellada. El kóbold seguro que era famoso en la isla.-Tenemos que tener muy presentes que estamos en la boca del lobo. Si no sospecha algo ya, lo hará cuando lleguen las noticias del incendio y la desaparición de Cuinther.- Se arrodilló junto al kóbold.- Cuinther, ¿conocías a ese hombre?

La propuesta de Morwing de ir al muelle le parecía la mejor opción.

- Así podríamos ver qué esta pasando con Hazler y , de paso, que Zanc eche un vistazo a los mecanismos que activan las cadenas. - Es verdad que podían escapar por el túnel, arrastrándose de nuevo, pero aún tenía confianza en poder salir pro la Boca de la Sirena con el Trueno del Mar.

El enano salió el último de la taberna, para entonces enclenque tomaba la palabra. Preguntó por lo acontecido en la taberna y no había mucho que contar, aparte de lo contado por Zanc dentro. Kormack sólo añadió Errrra el prrecio de esta. dijo palmeándose la cimitarra. Luego añadió Yo no vi nada... perrro si tú lo dices, me basta parrrra darrrle una paliza... y es que el enano desde que aquella mole gigantesca le diese aquel golpe sólo quería destrozar a (...)*cualquiera que se pusiese por delante. Además el enano estaba ahorrando para un nuevo escudo, ¿qué mejor forma de financiarlo?

Hmmm no. Estoy seguro de que no le conozco. - Contestó sin duda alguna en su respuesta a Ogna el Kobold. No le había visto nunca aunque puede que él sí que me haya visto a mi. - Pestañeó un par de veces como si aquella fuese toda explicación necesaria. Tras ver que los compañeros del enano guardaban silencio, optó por añadir algo más. - Cuando vengo aquí  o en mis expediciones por la isla procuro no mirarlos a la cara porque siempre que me ven me dicen cosas feas. Un marinero del barco con el que vine me dijo que si volvía a mirarle mataría a Gus y se lo comería delante de mí. - Cuinthere no iba a dejar que la gaviota escuchase aquello por lo que antes de su comentario se encargó de tapar con su garra los lugares donde se encontrarían los oídos del ave. Desde entonces no no les miro nunca a la cara, por si es ese hombre feo el que está frente a mi.

El agudo parloteo del kobold cesó de inmediato para pararse a pensar durante unos instantes. Para alguien como él, acostumbrado a vivir entre piratas, había algo que la mayoría de las veces solía funcionar para identificar a qué tripulación pertenecía una determinada persona; su acento. Conociendo como conocía la composición de la flota reclutada por Steznag y Todler no era difícil saber si aquella persona que se erguía frente a él pertenecía a un barco proveniente de Calisham o de Luskam, basándose en ello el kobold decidía si mirar o no a la cara al susodicho. De haberlo creído necesario podría haber indicado también que por cómo pronunciaba las eses debía ser un isleño y además del norte, gentes muy dadas a la piratería. Probablemente, - sabía la probabilidad exacta pero tenía malas experiencias hablando de números con aquellos que le rodeaban excepto con Gus - su barco estaría formado por gentes de su misma procedencia o al menos de una cercana. Si a ello sumaba que de los pocos barcos que ese día acogía la Boca de la Sirena sólo había dos con tripulación de esas características, y de eso estaba seguro puesto que esa misma mañana había actualizado el registro de barcos con los que abandonaron la cueva bajo la sombra de Steznag, sólo podía pertenecer al Albatros de Plata o al Hijo de Thunas. Toda esa deducción habría sido de gran utilidad de haberla compartido con el resto de sus compañeros pero no hizo falta pues Jedrekal se encargó de confirmar los pensamientos del kobold tan sólo un instante después.

Aunque Morwing había apartado sus amigos de la entrada principal para debatir sobre una forma de afrontar todo lo que tenían por delante y alejados de oídos indiscretos, no podía permitirse el lujo de perder de vista la entrada principal, por si su instinto no le engañaba y efectivamente el pirata había visto algo extraño en ellos. Y en efecto su instinto no le engañó en absoluto. Tan pronto acabó Losse y Kormack de comentar lo poco que habían sacado en claro del burdel, un puñado de hombres abandonó la taberna de Blogar. No era extraño en absoluto, puesto que en el escaso rato que llevaban discutiendo habían entrado y salido varias personas sin embargo en éste último hubo alguien que de manera grácil e intentando disimular, dio una vuelta sobre sí mismo escrutando las esquinas hasta que sus ojos coincidieron con los del elfo lunar. Fue tan sólo un instante, un pestañeo, pero el elfo supo que Jedrekal los había visto. Aún así el pirata hizo como si nada hubiese ocurrido y siguió caminando calle abajo acompañado por los suyos en dirección a los muelles.

-Maldita sea, esto no me gusta- dijo el paladín en voz baja al ver abandonar la taberna a Jedrekal y a sus compañeros de mesa y dirigirse hacia el puente.

Cuando escuchó las palabras de Cuinthere, supo que el llevarlo con ellos era una bomba de relojería. No sabía que el pequeño kobold habría podido estar aquí hace poco pues por lo que les contó en su pequeño despacho de la fortaleza, parecía no salir mucho de allí si no er para pasear con Gus. Así pues, conociendo esa información Allen pensó que podrían salir de esta si el kobold les proporcionaba la información necesaria. -Cuinthere, de aquí en adelante irás tapado con una capa y la capucha puesta. No podemos permitir volver a vernos en una situación como esta. ¿Zanc, podrías proporcionarle alguna de su tamaño?-  preguntó al pícaro pues eran de tamaños parecidos. -Por otro lado, si has estado aquí antes, conocerás la ciudad y sus recobecos. Es evidente que si no nos ha delatado aún es porque quizás exista una recompensa por nuestras cabezas y, si nos hubiese atacado en la taberna, seguro que no hubiese podido cobrarla. Pero lo que parece seguro es que se dirige hacia la isla central a reportar la información- y girándose hacia Cuinthere le preguntó -Necesitamos que nos indiques si existe un camino más corto hacia la isla central y, de haberlo, dónde podríamos asaltarlos lejos de miradas indiscretas durante un minuto al menos para después esconder los cadáveres. ¿Crees que existe un lugar así en el camino hacia la isla?- El paladín pensaba que la única posibilidad que tenían era de terminar con la vida de esos indeseables de la forma más sigilosa posible y luego esconder los cadáveres o enterrarlos en la parte trasera de alguna de las casas que componían aquella ciudad.

No, no, no, no lo hay. - Negó repetidamente el kobold. A no ser que nadéis más rápido que un pez. - Rió de forma inocente por su ocurrencia sin ser consciente de la gravedad de lo que aquello conllevaba. Aunque sí hay un sitio al que no suelen ir mucha gente, es un pequeño callejón lleno de gastos y que huele a pis. - Hizo una mueca de desagrado. - ¡Una vez fui allí con Gus y tuvimos que salir corriendo! ¡Los gatos están muy gordos!

Cuinthere, sin embargo, sí que sonrió y asintió cuando el paladín de Tyr habló de una recompensa; y si no la había a todas luces podría reclamarla aquel que apareciese con la cabeza de los aventureros en un saco. Sin duda, atrapar a los aventureros que habían matado a tanta gente en la Torre de las Drizas y que habían descabezado al líder de los mercenarios Zokk, valdría muchas monedas de oro o algún otro tipo de pago que implicase riqueza o poder. Pero, después de lo que había visto el kobold en el burdel de Grendalom dudaba mucho que seis piratas como aquellos pudiesen derrotar al señor enano. - A lo mejor van a por ayuda. - Exclamó. Si son marineros del Hijo de Thunas, es aquel de allí. - Señaló con su pequeña garra en dirección a un barco al este de la zona de los almacenes.

El corazón de Ogna comenzó a latir con fuerza cuando vieron salir a Jedrekal de la taberna escoltado por cinco piratas.

- ¡Mierda!- Maldijo la muchacha a la par que Allen exclamaba lo suyo. Buscó desde las alturas las pasarelas que llevaban a abajo.- Hay dos pasarelas por donde ellos van. Si me apresuro podría cortarles el camino por esta otra.- Dijo señalando a la pasarela que estaba hacia el lado contrario y teniendo en cuenta que ella era de las más rápidas.-Ya se me ocurrirá algo. Hay que obligarles a coger la más lejana y pillarlos en el callejón.- No le gustaba tener que ir sola pero no había tiempo para pensar demasiado. Quizá Morwing tuviera algún recurso oculto para detenerlos pero había que tener un plan B en caso de que no fuera así. Si como decía Cuinther iban a su barco, El Hijo de Thunas, tomarían la primera pasarela. Si iban a la isla podrían tomar la segunda, más cercana al callejón tranquilo del que hablaba el kóbold. Antes de emprender su camino se acercó a Losse y un gran sentimiento de culpabilidad inundó a la joven. ¿Y si no volvía a verlo? Volvió a posar su mano en su hombreo y le plantó un beso dulce y fugaz en la mejilla. No quería que la última imagen que tuviera de ella fuera con el ceño fruncido.- Si por lo que sea no os veo desde la pasarela o...si pasara algo, trataría de ir al callejón.- Con una sonrisa salió disparada hacia la pasarela sin mirar a atrás.

Zanc salió de allí junto a los demás, ¿sería verdad que los habían descubierto?... Observó a sus compañeros y asintió con la cabeza a medida que salían de la taberna, en realidad eran un grupo muy peculiar y fácil de reconocer, la idea de no andar juntos era mas que aceptable. El problema ahora radicaba en lo que haría aquel que supuestamente los había reconocido, la respuesta era obvia, había que neutralizarlo antes de que diera aviso a Todler y toda la puñetera ciudad pirata, or no decir toda la isla se volcaran contra ellos, no tendrían la más mínima posibilidad. Aprovechando su pequeño tamaño y la oscuridad natural que proporcionaba la caverna, el Gnomo avanzó con rapidez hacia el callejón mas cercano despidiendose de sus compañeros con un simple -Los seguiré de cerca- entonces la diminuta figura desapareció entre los callejones y avanzó con rapidez para intentar salir por una calle mas cercana al grupo de piratas, una vez allí se mezcló entre los piratas, las sombras, los barriles, los muros... Todo lo que tuviera al alcance para seguirlos de cerca e intentar evitar ser descubierto.

Los atentos ojos de Losse, siempre alerta, percibieron una mirada sospechosa en una de las esquinas. Ese tal Jedrekal sin duda les había estado siguiendo u observando para confirmar las sospechas que tendría. Había sido muy poco cauto por su parte acercarse a sus amigos como si nada y, ya podía imaginar cómo reaccionarían los piratas a encontrar a alguien nuevo en un lugar tan asiduo para ellos. - El hombre de la taberna nos ha estado espiando. Tenemos que evitar que dé la alarma. -

Mientras la mayor parte del grupo elegía perseguir a los piratas, estaba claro que alguien tendría que cortarles el paso por otra de las vías. Ogna fue la que más pronto reaccionó en tomar otro camino y, Losse, pensó que su visión táctica era la más acertada pero, estaba claro, que no podría hacerlo ella sola. No dudó mucho más en seguir su carrera. Si los piratas decidían correr, él era uno de los más rápidos del grupo también y, confiaba en que su resistencia le permitiera llegar antes que ellos a la primera pasarela. - ¡Id tras ellos, yo seguiré a Ogna! - Y tan pronto como terminó de hablar comenzó a correr hacia el punto de encuentro.