Partida Rol por web

Boris ascendió y emergió a la superficie boqueando en busca de aire.
Se impulsó con los brazos para salir del estanque y cuando consiguió calmar la quemazón de sus pulmones mostró a sus compañeros la mano abierta que contenía cinco o seis llaves plateadas de distinto tamaño.

- Hay cientos como éstas ahí abajo, pero nada más. ¿Por qué tirarían tantas llaves?

Jalles no quería acercarse al agua límpida pues no confiaba en nada de lo que pudiera haber en aquel lugar. Después de ver el estado en que se encontraba Roldare estaba claro que no estaban de excursión, así que mantuvo la alerta mientras el resto del grupo de dedicaba a la exploración del fondo de aquella balsa de agua.

No me fío, ni un pelo...- repetía más para si que para nadie en concreto.

Contuvo el aliento cuando Boris se sumergió en el agua... Y volvió a respirar cuando lo vio salir...

Debe de ser parte de algún rito o costumbre... El tirar las llaves digo...

- Es muy extraño. - Dijo Boris mientras guardaba el puñado de llaves en una de sus bolsitas.
Comenzó a vestirse y recogió todas sus cosas que había dejado amontonadas en el suelo.

- Bueno, aquí no creo que haya nada más. ¿Seguimos por la que está abierta?
Boris señaló con un dedo a la puerta que había inspeccionado antes y se encaminó hacia allí.

Bronco observó el manojo de llaves. Bajo el agua no había nada más que esas llaves, con lo que no era necesario perder más el tiempo. Esperó hasta que Boris volviera a estar preparado para proseguir, mientras escuchaba las elucubraciones de Jalles.

- Quizás tengas razón...- dijo el druida semiorco. - La puerta abierta es una buena elección.- afirmó.

Tras el enigmático hallazgo de cientos de llaves plateadas en el fondo de la fuente dedicada a la amada de Ekat Kassen, el grupo optó por continuar avanzando hacia una nueva estancia al sur de la que se encontraban, la cual dió paso a un corredor en cuyos muros se encontraban varias estatuas esculpidas de un guerrero con armadura y una gran espada larga de acer clavada en el suelo en cada una de ellas.

LLamó la atención que las cuatro primeras estatuas, situadas más al norte, tenian sus espadas recubiertas por una vaina de cuero, mientras que las espadas de las estatuas del sur estaban desenvainadas. El rostro de espesa barba de las esculturas era inconfundible, una nueva representación del héroe fundador. Al fondo del pasillo, una nueva puerta parecía conducir a una nueva estancia.
 

Paul quedó anonadado por el descubrimiento, ¿a qué se deberá esa especie de ritual?, ..., si es un ritual, ..., e iba a comentar algo, pero el resto ya plasmó la pregunta, y evidentemente, no tuvo respuesta. Con lo que lo mejor que podían hacer era continuar.

Paul renovó el hechizo de luz para alumbrar el camino desde la retaguardia ...

El grupo accedió a un largo pasillo flanqueado por multitud de pétreas esculturas que representaban al héroe que todos admiraban.

Boris se adelantó en busca de algún peligro oculto, pero no halló nada en esa estancia.

- Bueno muchachos, esto también parece limpio.

Tras esto, reparó en el detalle de las espadas y comentó: - Es curioso, ¿Os habéis fijado en que hay algunas hojas desenvainadas? ¿Tendrá algún significado oculto?

Bronco miró a Boris mientras escuchaba su pregunta. El pícaro no había detectado peligro, con lo que nuevamente le tocaba iniciar el camino hacia la siguiente puerta. Hizo una indicación con su mano para que Haggar lo siguiera. El druida tenía muy claro que debía continuar abriendo la marcha.

- Eso lo averiguaremos ahora.- dijo el semiorco al tiempo que comenzaba su andanza por el pasillo, apretando con fuerza el mango de su gran hacha. 

Tras él, Haggar caminaba tranquilo bamboleando su cuerpo de un lado a otro. El oso de vez en cuando se detenía y profería un rugido apagado. Bronco se detuvo y girándose, le dijo al oso con voz severa:

- No es hora de comer... ¡¡Gordo!!

Boris escrutó el pasillo, flanqueado por las altas estatuas y sendas espadas, y tras unos instantes aseguró no localizar ninguna clase de trampa. El grupo se dispuso a pasar por el estrecho pasillo con movimientos lentos y cuidadosos, mirando de reojo aquellas amenazantes esculturas con el rostro del héroe fundador que parecían vigilar atentamente allá donde el grupo pisaba.

El recorrido se hizo eterno, la amenaza de algún peligro para lograr alcanzar la puerta de la otra punta del corredor parecía bastante evidente a pesar que el pícaro del grupo no había conseguido hallar nada extraño. Bronco había encabezado la marcha, ejerciendo una vez más de pilar central del grupo con una determinación y valentía dignas de cualquier nirmathiano.

Cuando la punta del grupo ya había superado la mitad del pasillo, uno de los pisotones del semiorco provoco que una de las planchas de piedra del suelo se hundiera emitiendo un fuerte ruido mecánico. Casi instantaneamente, todas las espadas de las esculturas que hasta ese momento se habían mantenido en posición vertical aferradas por ambas manos descendieron violentamente sobre los integrantes del grupo que en ese momento se encontraban delante, como si de una guillotina se tratara

El primero de todos fue Bronco, quien recibió los tajos de las espadas de acero por parte de las dos esculturas inmediatamente cercanas, las cuales lograron causar serias heridas en la espalda y brazo del semiorco, quien en un espacio tan estrecho perdía mucho margen de movimiento dada su corpulencia.

Boris recibió otro par de tajos de las esculturas cuyo acero de las espadas estaba recubierto por la vaina de cuero, de los cuales pudo esquivar uno de ellos pero no así del otro, el cual le golpeó fuertemente sobre una pierna inflingiendole mucho dolor a causa de la contusión pero ninguna fractura ni herida seria.

Por último, el instruido de la cadena armada de Xian recibió los dos últimos tajos de las esculturas con la espada envainada en cuero, las cuales impactaron directamente en la espalda y pecho del guerrero inflingiendole mucho dolor pero ninguna herida seria que pudiera hacer peligrar su vida.

Haggar rugió desesperado en cuanto la carnicería de aquella macabra trampa a prueba de saqueadores de tumbas se desató sobre el grupo. A escasos metros más atrás Paul se había encontrado por una vez y por paradójico que pareciera en el mejor de los sitios en el momento que saltó la trampa. Tal vez Erastil le había protegido...

El estrecho pasillo había quedado ahora obstaculizado por las espadas, las cuales se mantenían en posición horizontal, una encima de la otra, barrando el paso pero facilmente sorteables si se pasaba entre ellas con equilibrio y precisión.

Cuando el grupo accedió al pasillo, Bronco decidió ir delante.
Pese a que Boris no había descubierto ningún indicio de que en la estancia se hallase ninguna trampa, los compañeros avanzaban con cierta tensión. Era como si estuviesen esperando alguna "sorpresa".

Y la sorpresa llegó.
De repente Boris escuchó delante suyo un "clic" que no le gustó un pelo; instantes después las estatuas hicieron descender las espadas atacando cruelmente a los muchachos en el proceso.
Por fortuna, más que por reflejos, el joven pudo esquivar uno de los golpes, mas el segundo le dio de lleno en una pierna produciéndole un fuerte dolor. La Providencia quiso que las estatuas que le acometieron tuviesen las hojas envainadas.

Una vez superado el susto inicial, el chico no pudo evitar disimular su frustación: - ¡Placas de presión! ¡Pues claro! ¡Boris, estúpido! Y yo mirando las jodidas estatuas...

Cuando todo hubo pasado, era momento de evaluar los daños. Al parecer, sólo Bronco, Jalles y él mismo habían sufrido algún tipo de perjuicio.
El grandullón presentaba un tajo en el brazo que sangraba con profusión. No obstante, el peor parado parecía ser el que cerraba la marcha: Jalles se llevó un tremendo impacto que le dejó tumbado en el suelo con la vista perdida.
El propio Boris cojeaba visiblemente, mas no tenía derecho a quejarse dado el estado en el que se encontraban sus compañeros. Además, en cierto modo él tenía parte de culpa en lo ocurrido .

- ¡Paul! A ver que puedes hacer por ellos.
Ya lo había visto actúar antes, Erastil solía escuchar al zagal cuando éste quería sanar las heridas de sus amigos.

El problema más inmediato en ese momento (heridas aparte) era que las propias espadas les entorpecían en gran medida el paso a través del pasillo.

La sorpresa cayó sobre ellos cual anuncio de la muerte: silenciosa pero despiadada. Varios sufrieron la violencia de las espadas al caer, y sólo gracias a que muchas de las espadas estaban envainadas en una especie de vainas de cuero, sin duda una precaución tomada por los organizadores del pueblo, hizo que no tuvieran que lamentar un mal mayor.

Sin embargo, Paul no dudó un instante en recurrir a los poderes concedidos por Erastil, no hizo falta que Boris se lo recordase. La energía se liberó, devolviendo la conciencia al oriental luchador, que yacía en el suelo.

Bronco dio un paso más en aquel angosto pasillo y...

Un infierno de espadazos se desató en aquel espacio demasiado escueto para poder evitarlos. Tanto sus compañeros como él, se sentían como moscas pegadas a la miel, incapaces de evitar aquel diabólico escarnio. El druida recibió la peor parte, pues dos espadas tajaron su cuarteada piel. El semiorco intentó escapara de los filos de aquellas espadas, pero su rección fue demasiado lenta.

Cuando todo pasó, Jalles estaba inconsciente en el suelo y Boris cojeaba de una de sus piernas. Bronco apretó los dientes, no era momento de lamentarse, pero todavía quedaba la peor parte. Después de accionarse el mecanismo de la trampa, las últimas espadas quedaron en posición horizontal y existía bastante riesgo de aumentar la cuenta de cortes al pasar a su lado.

- Mirad si se pueden extraer esas fundas de cuero- preguntó el chamán - Quizás podamos envainar estas espadas y evitar más heridas.

Nada encontraron de interés en el manantial que brotaba de aquella fuente. Solamente unas llaves de metal que bien podían haber sido lanzadas por los peregrinos en un ritual tiempo ha olvidado. La atención del grupo volvió a centrarse en seguir explorando la Cripta. Aún mantenían la esperanza de encontrar a algún superviviente con vida, además de la hermana de Roldare.

Dispusieron un orden de marcha y se adentraron en un largo pasillo flanqueado por estatuas del héroe Kassen. Las pétreas imágenes portaban unas largas espadas, unas envainadas y otras no. Fueron pasando uno a uno y Jalles cerraba la marcha. En un momento determinado las armas se pusieron en movimiento golpeando a diestro y siniestro a los inexpertos jóvenes.

Fruto de los golpes el joven hijo de un herrero sufrió un desvanecimiento que le llevó a dar con sus huesos en el suelo. Al poco sintió como una energía vigorizante le hacía abrir los ojos y contemplar de nuevo a sus compañeros.

A partir de ahora todos pondremos nuestro granito de arena para intentar detectar estas trampas que nos están masacrando....

No deberían dejar al pobre de Boris la responsabilidad de encontrar esos diabólicos ingenios. Jalles observó detenidamente el nuevo escenario que se les presentaba, para llegar al otro lado debían cruzar por una barrera de afiladas hojas... Jalles estaba confiado en que sería capaz de cruzar aquella maraña de espadas desenvainadas, pero aquella misión no era una competencia individual, ni siquiera era ya una prueba colectiva a tenor de lo ocurrido.

Ok Bronco. Paul, puedes ir pasando hasta un lugar seguro? Quitaré una funda, se la pasaremos a los de vanguardia y avanzaremos. Si es necesario repetimos... ¿De acuerdo?

Paul asintió con la cabeza:

- Yo no corro peligro en esta posición, y en la de Boris, las espadas ya están envainadas, con lo que necesitamos quitar las de tus espadas para pasarlas adelante y que Bronco enfunde las suyas. Bronco podrá avanzar con Haggar y Boris, y nosotros podemos quedarnos quietos, luego Boris pasará las vainas de las espadas dónde está, y Bronco ponerlas en las del final del pasillo. Bronco y Haggar podrán terminar de pasar, previa inspección de la sala siguiente, no vaya a ser que haya algún peligro, y después Boris podrá volver, quitar las vainas de las espadas del final del pasillo, ponerlas en las que tenemos delante, avanzaremos todos y quitaremos las de las segundas para volverlas a poner en las última y poder salir de este infierno.

Paul tenía la extraña impresión de que estaba muy claro en su cabeza, pero no sabía si lo había expresado bien al resto de compañeros.

Una vez restablecidos de las heridas y contusiones provocadas por la letal trampa de las espadas que habían activado en aquel corredor, el grupo urdió un plan a propuesta del clérigo de Erastil para lograr salir de aquella difícil situación en la que se habían quedado atrapados, bajo aquellas altas estatuas de piedra y sus anchas espadas afiladas.

Con mucha paciencia y poco a poco el grupo fue distribuyendose por el corredor, desenfundando y enfundado espadas, resolviendo así aquel intrincado puzzle que les permitiría proseguir la exploración de la cripta. Tras practicamente media hora, el grupo logró llegar sanos y salvos hasta la puerta del sur, la cual fue inspeccionada por Boris quien no detecto ningún peligro en la misma.

El grupo entró en una nueva estancia hecha con muros de piedra natural y no tan pulida como las anteriores. En ella habían dos zonas diferenciadas por una doble altura y con unas pequeñas escaleras dobles que las conectaban. En los muros podían observarse estandartes con la heráldica de Kassen, consisentes en un arco cortado por un leño de madera en diagonal.

En a la izquierda de la pared del fondo se encontraba una robusta puerta de madera y hierro con lo que parecía ser un pergamino enrollado clavado en la misma. En el centro del muro, una enorme estatua esculpida con madera con la representación de Ekat Kassen se eriguia firme, con dos enormes escudos paveses, uno en cada extremidad. En uno de ellos podía leerse la inscripción "HOGAR" y en el otro "FAMÍLIA".