Partida Rol por web

Tad notó el insidioso conjuro que se metía en su cabeza, pero se mordió el labio. ¡No dejaría que una vampira se colara! Había practicado hechizos mentales, él mismo podía lanzar alguno.. ¡Y a la mierda todo si iba a dejar que le atacara con eso!

—¡Mierda! ¡La maldita está tratando de meterse en mi cabeza! —gritó con obvio dolor (en los labios, que es había mordido) —¡Acabemos con ella!

Y sin decir más, levantó su varita y lanzó todas las cargas a por el malvado muerto viviente. 

No habían más dudas... sólo con ver el interior de su celda, supe que se trataba de la vampiresa y las palabras de Tad, como si lady Nolwenn hubiera intentado usar algún tipo de encantamiento con él, amedrentaron mi decisión.

Pudiera haber entendido su venganza, si no hubiera osado "convencer" a uno de los nuestros con sus sortilegios. 

-Lo lamento, milady, mas sólo podrá abandonar este castillo de una forma- y sin más distracciones, me lancé hacia la vampira, aunque la oscuridad de la celda me hizo errar mi estocada, dada la dificultad de mi visión.

Di un paso atrás en cuanto oí a la mujer. Había algo en su voz que no me gustaba. Mis compañeros también debieron de presentir algo, pues todos se pusieron alerta. Mi mano fue rápidamente a mis ingredientes de hechizos. Tampoco la apariencia de la mujer me gustó, demasiado siniestra.

El tono conciliador de su voz no hacía más que aumentar mis suspicacias. Ella misma estaba confesando sus crímenes, y aún así seguía intentando hablar. Respirando con calma, me dispuse a intentar entenderla. Puede que la dama tuviera sus razones. Siempre había creído en la necesidad de oír todas las historias antes de juzgar.

Lamentablemente, la vampiresa hizo un mal movimiento y los demás comenzaron a atacar.

- ¿Porqué siempre terminamos atacando? - lamenté en voz baja - no hay duda de que son gente de acción.

Resuelta, eché a correr dentro de la celda y levanté la luz hacia la vampiresa para intentar cegarla al mismo tiempo que me ponía en medio de todos para detener el combate.

- ¡Ya es suficiente! Luchando no arreglaremos todos los males - dije mirando a mis compañeros - aunque la dama haya usado algún truco, por el momento no nos ha atacado, actuemos pues como los nobles que somos en vez de comportarnos como salvajes - inmediatamente, mi mirada se posó en la vampiresa - señora, agradecería que no usarais vuestros trucos en mis compañeros, resulta un comportamiento poco cortés si pretendéis que la entendamos.

La mujer seguía tratándonos de convencer de que aquello no era cosa nuestra y que nos largáramos y la verdad es que desde hacía un rato, estaba pensando en que eso tendría que haber sido lo más sensato que habríamos hecho, pero claro, luego nuestras conciencias tendrías problemas con nuestras decisiones. Quizás era el motivo por el que estábamos todos allí.

En cuanto Tad dijo que estaba tratando de entrar en su cabeza, yo ni me lo pensé, e independientemente de lo que dijeran mis compañeros ataqué. Si algo tenía claro es que aquel hombre tenía que ser mi esposo, independientemente de si me gustaba o no y a ver cómo le explicaba yo a mi padre que lo había dejado morir.

- Si de verdad quisieras hablar, zorra, no estarías intentando entrar en nuestras mentes.

Sin pensármelo lancé un espadazo contra ella, seguramente fuera lo más suicida que había hecho en la vida, pero al menos yo defendía a los míos y no trataba de seguir hablando cuando alguien ya los había atacado, como estaba haciendo alguno de mis compañeros.

La vampiresa habia intentado afectar la mente de Tad para comvencerlo de que nos largasemos, por lo que decia el bardo. Eso no estaba nada bien. Yo intentando convencerla y ella jugando sucio. 

Tad lanzó una descarga de su varita y Adeline se lanzó a la carga, Por lo que no pude hacer otra cosa que apoyarlos. 

- Al estiércol con el dialogo... - Me lamenté mientras creaba una esfera cromatica tomaba forma en mi mano. Al terminar de hablar la lancé contra la vampira. La esfera fue cambiando de color hasta que al impactar era roja brillante liberando una llamarada que intentaba consumir a la vampira. 

Dante se mantuvo en guardia mientras los que eran más hábiles dialogando tomaban partido, siempre pendiente de la seguridad de Katarin vio como el resto del grupo se abalanzaba sobre la presunta vampiresa. La verdad es que Dante dudó unos instantes, miró de soslayo a su prometida que parecía oponerse a esa línea de acción y eso le contuvo en primera instancia. Pero cuando toda opción de diálogo se fue al garete, Dante esgrimió sus dos espadas lanzándose al ataque junto a los demás.

Los valientes caballeros cargaron contra la criatura de las tinieblas. Sus ataques fueron en vano debido a la inesperada agilidad que demostraba ella. Las espadas no sirvieron de nada, sin embargo, los ataques mágicos la alcanzaron y la hicieron gritar, más por la sorpresa que por el dolor.

- Tus amigos son tan incivilizados.

Dijo a Katarin mientras su figura se consumía, expulsando una niebla a la par que su cuerpo iba desvaneciéndose. Pareciera que algo la fuera devorando y eruptando esas volutas. Enseguida, una nube blanca se elevó hacia el centro de la sala y allí sucedió el efecto contrario y Lady Nolwenn se materializó de nuevo, antinaturalmente acostada en el techo. Las heridas mágicas recibidas ya apenas se apreciaban.

- Caballeros, tan sólo tengo que transformarme y dejar que pase el día. Entonces simplemente acabaría con vosotros. Dejadme proponeros algo... dejadme proponeros una causa justa y si la cumplís ya nada me atará a esta existencia. Entonces... os concederé vuestro deseo. Os dejaré darme muerte.

A pesar de pronunciar aquella contundente frase que podría estremecer cualquier corazón, la vampiresa sonrió de una forma inesperada y fuera de lugar.

La vampira era dura y poderosa, probablemente podria haber matado a alguno de nosotros de haber querido. Pero en lugar de eso, parecia que pidiese ayuda. Que la ayudasemos a morir. Tenia un asunto pendiente y si intentabamos matarla antes de resolverlo se defenderia, pero tal vez despues no. 

- Que... Que asunto pendiente tienes? - Le pregunté vacilando un poco. No sabia si queria ganar tiempo o tal vez distraernos o si decia la verdad. Tal vez algo de magia ayudase a descubrirlo, pero no conocia ningun conjuro de verdad. 

Tad miró a la Vampiresa. No iba a dejarse amilanar. Nunca. Y menos por una chupasangres.

—Déjanos darte muerte y cumpliremos vuestra causa, si es que es justa. No hay nada más justo que reduciros a cenizas, pues sois un ser del Averno que se deleita en la sangre d los vivos. ¿O acaso no sabíais que el guardia al que vampirizasteis tenía mujer e hijos? Ahora estarán esperando que vuelva su padre. Y no lo hará. Y todo por vuestra culpa. Nada de lo que nos comentéis arreglará eso.

De su bolsillo sacó una especie de bolsita... ¡Donde había unas tartas de juguete en miniatura! —Esto parece una tontería, ¿no? —las arrojó hacia la mujer, sin intención de darle, no hacía falta para el truco —¿Sabes? Ayer el caballo de mi prometida me pidió licor. Y yo se lo dije asombrado... ¡Y ella lo estaba aún más! ¡Porque siempre había pedido mosto!

El chiste no era muy bueno, pero si conseguía que la mente de la vampira bajara las defensas...

-Lady Nolwenn, nada nos garantiza que no nos ataquéis en cuanto caiga el Sol- dije -. Contadnos vuestra causa y, como ha dicho mi prometido, si es justa la cumpliremos, mas morid con honor. Le debéis justicia a las familias de estas tierras... No podéis exigir justicia para vos si esas buenas gentes han de decir adiós a sus seres amados sin saber por qué les han sido arrebatados.

El diálogo no era mi fuerte, pero mi brazo había fallado. La sinceridad, era la única baza que me quedaba, antes de alzar mi espada una vez más.

Me sentí bastante frustrada cuando ni siquiera se despeinó para evitar mi golpe, aunque no tuve claro si lo esquivó o es que simplemente la di pero como si hubiera golpeado la nada.

- Bien, pues nada, supongo que ya podemos irnos... - Pensé no sin toda mi ironía.

Ahora aquella vampiro quería que la ayudáramos a ella y bueno, todo esto de qué iba. Primero nos paramos para ayudar y encontramos un vampiro, luego tenemos que tratar con una noble palurda y prepotente... Uno de los desaparecidos aparece pero sin brazos y ahora, la mujer esta quería que hiciéramos justicia por ella.

- Yo creo que deberíamos irnos y buscar alguien más poderoso que nosotros que solucione esto. - Estaba claro que éramos un puñado de inútiles para enfrentarnos a un sólo vampiro.

Me daba igual que me oyera ella, a fin de cuentas no creía poder herir la sensibilidad de quien no la tenía.

Tad contó aquel chiste tan malísimo y giré la cabeza hacia él, entrecerrando los ojos, como queriendo averiguar qué era lo que se le estaba pasando por la cabeza para decir aquello, que encima, ni tenía gracia ni nada.

No podía creerme lo de mis otros dos compañeros, claro. ¿De verdad íbamos a atender las palabras de un vampiro? Me parecía que no debían entender el concepto de que una criatura como esta podía manipularles sin esfuerzo alguno.

La vampiresa hizo una mueca al escuchar las absurdas palabras de Tad, pero resistió su intento. Permanecía inmóvil en el techo. Phillipe le había hecho una pregunta directa, así que le observó mientras la respondía.

- Acepté casarme con mi marido y odio el día que lo hice. Por suerte ya le he logrado castigar, aunque no tanto como hubiera deseado. Pero aún odio más el día que me marché con Uthard. Llenó mi mente de hermosas ideas. Me enamoró como una estúpida. Luego me llevó con engaños fuera del país y me entregó a los vampiros. Desde aquél día he sobrevivido adaptándome a sus exigencias. Me quisieron enseñar lo que yo ya sabía: que los hombres adoran el poder por encima de todas las cosas y una vez muertos eso se convierte en su única ambición. Pero yo no quiero poder sino venganza.

No sabía si entendíais la magnitud de lo que trataba de transmitiros.

- Se presentó como un bardo y me contó historias y cantó tejiendo hermosas emociones. En mi estancia en las tierras de los Condes Vampiro tan sólo pude averigüar que trabajaba cerca de la corte del rey y pretendía ascender dentro de ella. Es un espía... Ahora decidme si no queréis atraparlo y entregarlo para que sea ajusticiado. Hacedlo y me dejaré morir, os lo juro. Pero no antes. No os daré la opción de que abandonéis vuestra tarea.

Miró a Adeline pues la acababa de responder y tras decir cuáles eran sus intenciones observó a la clérigo.

- Lo tendríais que haber pensado antes. Si no os dignáis a aceptar mi trato creedme que me ocuparé de que vosotras no caigáis en las redes de un hombre. - Su tono de voz cambió a uno más irónico. - No quiero que sufráis como yo lo he hecho.

Viendo el ambiente que reinaba guardé silencio, apartándome de toda acción y limitándome a asentir al comentario de la vampiresa. Ciertamente, mis compañeros eran bastante incivilizados, pero eran guerreros acostumbrados a batallas no al noble arte de la plática. Para ellos la espada hablaba mejor que las palabras.

Por suerte, algunos la escucharon, otros decidieron desconfiar, pero la pelea al menos se había detenido. La historia de la vampiresa me tocó levemente el corazón, después de todo era una dama que había pasado toda su vida encerrada en su castillo y soñando con hermosas historias de amor. Me hirvió la sangre al escuchar lo que había hecho su amante. A pesar de no había sido muy honorable por su parte engañar a su marido, lo que Uthard había hecho era aún más despreciable. 

- Mi señora, muráis o no aquí, juro que ese desalmado sufrirá por lo que os hizo - dije convencida - sea ahora, o dentro de diez años, no dejaré a ese sinvergüenza sin castigo. Pero debéis saber que no todos los hombres son iguales - me aproximé a Sir Dante y me abracé a uno de sus brazos - también hay hombres buenos.

—Así que abandonásteis a vuestro marido por un tal Uthard que os regaló como sorbete de sangre para los vampiros. Y a vuestro marido ya lo castigasteis arrancándole sus brazos. 

No había mencionado que la había tratado tan mal. Igual era una histérica estúpida que se había fugado con un guapito e igual había sido una noble señora a la que maltrataban todos los días. Tad tenía que recordar que no estaba hablando con la Dama, sino con un malvado espíritu muerto viviente que poseía sus recuerdos y sólo quería causar muerte y destrucción. Que ya la había causado. 

—Y ahora queréis que creamos que ese Uthard está en la corte maquinando e intrigando. ¿Y si es una bellísima persona y todo esto es un complot vampírico? Dadnos alguna prueba adicional además de vuestras palabras, porque la palabra de una vampira no es admisible ante un tribunal. Pero sí las últimas palabras de una moribunda, recogidas bajo juramento por nobles. Si os dejáis matar, yo prometo que investigaré a ese Uthard y destruiré todo complot de los vampiros contra el reino. Y creo que lo prometemos todos. 

No creía que la vampira fuera tan noble. Lo que si era una chiflada, si creía que él podía hacer la vida imposible a Elisabeth no conocía a su caballo, que comía bardos para desayunar, hubieran molestado a la dama o no. 

Me quedé escuchando la historia de aquella mujer y pensé que debía ser una insensible o algo así porque a mí precisamente no me estaban dando ganas de ayudarla.

- A ver si te piensas que eres la única mujer que tiene que casarse y que no elige hacerlo... - Vamos, me parecía que a la mayoría de las mujeres nobles nos emparejaban antes de que llegáramos a conocer a la persona con la que debíamos casarnos.

Estuvo a punto de resoplar cuando dijo que se fue con el otro hombre.

- Vamos, que encima de adúltera, que eso lo puedo entender si no querías a tu marido, te dejas embaucar y encima quieres que nosotros nos involucremos...

Iba a decirle que yo no iba a vengarme de parte de nadie y que no iba a derramar sangre porque a ella le fuera mal la vida y mucho menos, sin prueba alguna.

- Dios me libre... - Pensé en tener que ir matando por ahí a inocentes.

Por suerte, fue Tad el que habló con la suficiente coherencia, así que volví a guardar silencio y que constara, que me estaba mordiendo ya la lengua para no lanzar alguna fresca.

No habia mucho mas que añador a lo que dijeron Katarin y Tad. Sin pruebas... Como sabriamos siquiera a por quien ir y si en realidad se lo merecia? Aunque la historia de la vampira fuese cierta. Ella misma se lo habia buscado por dejarse engatusar por un vampiro y abandonar a su marido. 

Me quedé a la espera de sus respuestas. Aunque dudaba mucho que se dejase matar y confiase en nosotros. Tal vez... Confiaria solo en ellas. 

Todo aquello había tomado tintes extraños, cuando la vampiresa sorteó con facilidad los ataques y les propuso lo que era un ultimátum en toda regla. Dante se sintió cohibido por esa situación, rabiando por no poder solucionar aquello a la vieja usanza y probablemente habría muerto contra la criatura de no ser por mentes más lúcidas en cuanto al arte de la negociación, ¿hasta qué punto eran ciertas las palabras de la vampiresa? ¿hasta qué punto podía creer en su palabra?

Miró de soslayo a su prometida, sintiendo un escozor por ser incapaz de protegerla ante aquella situación. Con las armas bajadas, el caballero suspiró frustrado. Estaba impedido, desde niño le habían enseñado a combatir a esas monstruosidades, pero ahora parecía que el enemigo, el monstruo, adquiría un rostro inusual. Sintió el abrazo gentil de su prometida, sonrió como si con ello recuperar seguridad en si mismo. Sus palabras balsámicas lo reconfortaron. La miró y asintió, estando preparado ante cualquier problema que pudiera surgir.

La vampiresa seguía anclada antinaturalmente al techo, lo que causaba que su falda cayera hacia abajo. Al escuchar las palabras de Katarin abrió los ojos durante un instante al mencionar lo de los "hombres buenos" pero luego se relajó.

- Eso es lo que quiero, vuestro compromiso. Me alegra que alguien lo entienda.

Los intentos del bardo, sin embargo, eran infructuosos y sólo lograron enfriar a la dama.

- Si sigues tratando de presionarme os obligaré a traerlo aquí como quería al principio. Id y haced justicia. Acaso crees que soy la única a la que ha engañado. No ves que han pasado varios años ya, tendrá mucho de lo que pagar. Ahora iros. Si no tengo noticias vuestras en un mes pensaré que me habéis engañado e iré yo misma a clamar mi venganza.

Pasó la mirada por todos los presentes advirtiendo el desagrado de varios, pero no le pareció importar. Con una última mirada helada su cuerpo fue disolviéndose, volviéndose de nuevo niebla y quedándose cerca de la única ventana.

No tenemos tiempo para esto.

No puedo negar que sentí el impulso de largarme del castillo y olvidarme de todo. ¿Qué me importaba a mí Foix? Nada en absoluto. Mas siempre me había jactado de respetar mis palabras y llevar el honor por bandera. Y, sin embargo... ¿Era lo correcto escuchar a una vampiresa? Ni siquiera nos había dicho qué fue lo que hizo su esposo para llegar a odiarlo tanto como para amputarle sendos brazos.

-¿Qué hace vuestra palabra mejor que la nuestra?- pregunté -¿Por qué debemos fiarnos de vos si no nos dais más que vana informarción? Lo lamento milady, mas al igual que vos no creéis nuestra promesa de cumplir la voluntad de asesinar a ese vampiro, nosotros no tenemos por qué creeros a vos- daba la sensación de que estaba ganando tiempo para que las tinieblas se alzaran sobre nosotros -. Lamento lo que os sucedió, mas no me dejáis otra opción que poner en jaque vuestras palabras.

Miré a Elisabeth -Nada nos asegura que esta dama deje a los lugareños en paz a nuestra partida, lady Woodgate. Propongo que nos marchemos y continuemos nuestro viaje. Si dudan de mi honor, que tengan un buen motivo para hacerlo. No somos héroes, sólo un grupo de damas y caballeros que tienen un peregrinaje por delante que cumplir.