Partida Rol por web

La niebla pareció agitarse ante las palabras de Adeline pero la vampiresa no se manifestó de nuevo.

Yo ya estaba pensando canciones. Acerca de la malvada Lady Nolwenn, su desprecio a su marido y su hija, su escape evadiendo sus deberes, su entrega a los vampiros de los secretos del reino y su vuelta para mutilar a su honorable marido y ensuciar al pobre Uthard, al que sin duda sedujo con sus malas artes y ahora querría destruir tras él recuperar su vida.

Si lo iba cantando taberna tras taberna y cantando que Foix necesitaba valientes caballeros y aventureros, describiendo la situación, seguramente un ejército de nobles acabarían acudiendo a matar a la vampira. Pero no sabía si queríamos acabar nosotros. 

Adeline lo había dicho, yo miré a Elisabeth —Como digáis vos, sois clérigo y por tanto comprendéis mejor esta situación, puedo hacer que esa vampira acaba atacándonos... y que sea lo que los dioses quieran— solo tenía que hacer unos versos con mis pensamientos. 

Apenas había hablado, pero porque aún estaba tratando de procesar lo que acababa de suceder. No podíamos hacer daño a aquella vampira, porque ya habíamos visto que de los golpes que se había llevado sólo la magia parecía haber hecho algo. Después resulta que la amenaza va en plan " o hacéis lo que yo quiero que hagáis u os mato ".

- Las opciones son o la ayudamos o nos mata ¿no? ¿Eso es lo que ha dicho?

Estaba aún alucinando un poco con todo lo que estaba sucediendo.

- Pues lo siento, pero yo bajo coacción no voy a hacer nada.

Puede que no fuera muchas cosas, pero siempre era fiel a mí misma, por lo que tenía más que claro que no iba a ser manejada por una zorra con los dientes largos.

Elisabeth era de mi cuerda, bajo coacción y la palabra de un vampira no haríamos nada. 

—¡No permitiremos que sigas aquí alimentándote de pobres campesinos! ¡Ven a enfrentarte a nosotros o...

Tad sonrió, sacó la bandurria y empezó a cantar:

—Erase, una vez, una Lady que...

La canción hablaba de la irresponsable Lady Nolwenn, que había desertado de su noble y amante marido, de su hija y de su ciudad para irse a entregarse a los vampiros, llevándose a un pobre con ella, y luego volvió como vampira, comiéndose a la gente en los bosques. Hice la canción pegadiza y divertida.

—Y allí sigue, en el castillo abandonado, y Foix espera, espera que un caballero noble llegue y acabe con su estupidez y elimine la maldición...

—Hummm, tengo que perfeccionarla, si la hago bien, se cantará durante años, será "La estupidez de Lady Nolwenn y la tragedia que fue toda por su culpa...

En silencio escuché todas las opiniones. Estaba claro que no eran de mi misma opinión y cuando había una mayoría respetaba lo que se decidía. Era cierto que no podíamos perder mucho más tiempo con la vampiresa dejando de lado nuestra peregrinación, por mucho que quisiera ayudar. 

Ideas cruzaban mi mente mientras pensaba en la manera más conveniente de tratar con la situación y tan sólo una se me ocurrió de manera que pudiera satisfacer todas las opiniones.

Miré con desagrado el mal gusto del bardo a la hora de componer canciones, pues no había tenido en cuenta más que el hecho de que Lady Nolwenn era una vampira. Ella también había sido humana una vez y sus motivos habría tenido para sus actos. Si había algo que había aprendido en mi aburrida vida era a tener paciencia y a no juzgar los libros por su tapa.

Sin embargo, me guardé bien de expresar en palabras mis pensamientos, pues ya había visto que la educación que habían recibido mis compañeros no era la misma que la mía. Puede que me faltara ver más mundo.

Ladeé mi cabeza al escuchar a Tad.

- ¿En serio está cantando y tocando ahora?

No cantaba ni tocaba mal, pero era como algo que se me antojaba totalmente fuera de lugar.

Por unos instantes me dieron ganas de coger el instrumento, estampárselo en la cabeza y que no pudiera arreglarlo en lo que quedara de viaje.

De todas maneras respiré profundamente y traté de calmarme.

- Quizás sólo tengas a acostumbrarte.

Y bueno, era cierto, porque en nuestro castillo no había ni un sólo bardo, ya que el que había cuando era pequeña murió y no estaba acostumbrada a tener música de fondo en cualquier momento.

Siendo criaturas poderosas e irascibles, no era difícil inducir la cólera en un vampiro, más aún cuando Tad se burlaba abiertamente manipulando la historia que ella misma había relatado recurriendo a las pocas emociones que habían sobrevivido a su transformación.

La niebla fue arremolinándose pero no podíais hacer nada contra ella. Pronto se concentró en el aire, solidificándose en el posterior instante y la vampiresa cayó al lado del bardo.

- Veo que prefieres quedarte conmigo para divertirme. Qué gesto tan considerado.

La mujer agarró con fuerza la camisa de Tad pero este reaccionó con rapidez, dando un tirón que la desgarró y librándose de la precipitada presa. Nolwenn miraba con desdén al joven bardo y no parecía desearle ningún bien. El noble se había ganado su desprecio y nadie podía saber lo que eso conllevaría.
 

El repentino ataque de la vampiresa me tomó por sorpresa y me eché atrás contra la pared cuando atacó a Sir Tad. Si bien el bardo se había ganado a conciencia el rencor de Lady Nolwenn, no era una actitud muy elegante lanzarse sobre alguien dejándose llevar por la ira. Posiblemente, su naturaleza vampírica tenía mucho que ver.

Tras la primera impresión, metí rápidamente la mano en mi bolso y tomé lo primero que encontré, mi daga. Abogaba más por el diálogo que por la lucha, mas llegados a tales términos, no podía dejar que matara a uno de mis compañeros. Tomé firmemente la daga y se la arrojé apuntando a su brazo.

Esto ya rozaba lo increible. Elisabeth posicionada totalmente en contra (cosa que entendia, nos enfrentabamos a una vampira), Tad componiendo una tonadilla tan pegadiza como fuera de lugar (cosa que aunque me esfuerce no tengo ni idea de porque lo hacia), la vampira que querria arrancarle la garganta a Tad por la cancion (cosa que entendia... A mi me habian entrado las mismas ganas) y luego Katarin que le lanzaba una daga a la vampira (cosa que entendia y a la vez no. Katarin parecia no aprobar la violencia, pero defendia a Tad). En fin... 

- Alejate de nuestro bardo! - Le grité arrojandole un proyectil de fuego. Dudaba que le hiciera gran cosa, pero esperaba al menos auyentarla.

La vampira apareció justo al lado de Tad y cuando vi que lo agarraba incluso se me cortó la respiración. Una cosa era que no hubiera sido yo la que había planeado aquel compromiso y otra muy diferente que fuera a dejar que le hicieran daño. Se iba a convertir en mi marido y quería que llegara entero a la boca.

- ¡Malditos vampiros! - Dije en voz alta.

Yo entendía que la vida de aquella mujer había sido una mierda, pero la de otras muchas personas también lo era y no iban por ahí planeando venganzas.

- Perdonar cuesta más trabajo que tratar de vengarse ¿verdad? Así que para qué esforzarse lo más mínimo.

De todas maneras, yo tenía claro que aquella mujer estaba más que consumida por el odio y la única manera de detenerla era matándola. Lo que nos ponía en una situación bastante difícil.

Volví a levantar mi espada ya que había tenido a Tad prácticamente al lado y ahora al moverse, sólo quedaba ella allí. El momento de hablar ya había pasado.

—Rajad, matad, acabad con la malvada vampiresa, ¡El reino os lo agradecerá! —comenzó a cantar Tad, a la vez que seguía rasgando su bandurria. Era la vampiresa o él... y estaba casi seguro de que iba a morir. 

Pero también había muerto el pobre capitán de la guardia, e innumerables campesinos morirían ante las malvadas acciones de la vampiresa. Se encontró haciendo algo noble por una vez. 

Si llego a saber lo difícil que es ser bueno, no me reiría de ellos tanto habitualmente. 

A pesar de las intenciones dialogantes iniciales, la cosa se torció rápidamente cuando la vampiresa intentó coaccionarles. Dante se había resistido de entrar al trapo, especialmente para respetar la postura de su prometida, pero cuando todo se fue de madre el caballero dio un paso adelante con sus espadas en ristre.

No era la idea que tenía como peregrinaje romántico, pero a fe que Dante no podía dejar impune tamaña villanía. Sin separarse en exceso de Katarin, lanzó al ataque ambas espadas con la esperanza de dañar a la criatura mientras esta cercaba al deslenguado bardo.

¡Caerás, criatura!

Resoplé, resignada. Mi propuesta de largarnos de allí y dejar a todos con sus problemas, pues se suponía que no éramos hérores ni heroínas, sino parejas de prometidos cumpliendo una tradición, fue elegantemente ignorada y luego encandilada por la poco apropiada canción del bardo.

Tampoco esperaba volver a verlo, ni deseaba esta unión, pensé con amargura , al menos una muerte en combate es lo menos que podría aspirar una mujer como yo.

Sin decir nada más, me lancé al ataque con el resto de mis compañeros. Frustrada, desganada. De hecho, erré en mi ataque, como no... no puedes acertar cuando no quieres combatir. Con aquella criatura, ni la palabra ni el acero valían.

Atacásteis a la vampiresa con violencia. Las espadas de Dante se mostraron certeras, cortando sus vestimentas así como su carne, mas el resto de intentos no llegó a buen propósito. Seis contra una parecía una ventaje insuperable, pero la mujer era terríblemente veloz. En el tiempo que uno de vosotros se recuperaba para volver a atacarla ella ya había golpeado cuatro veces. Al principio, todos sus ataques se concentraron en Tad, el cual no tardó en caer al suelo derrotado.

Las heridas causadas por el caballero de las dos espadas quedaron en nada pues repentinamente sanaron. Unos pocos segundos después el siguiente caer fue Dante, tras realizar algunos nuevos tajos. Aún así ella era resistente como un demonio y su cuerpo se curaba a la misma velocidad que ella golpeaba.

Pronto fue evidente la superioridad de ella sobre todos vosotros, pero nadie iba a ceder en sus intentos ni a huir deshonrosamente, de manera que vuestra única opción ya era luchar y nada más que luchar, deseando que finalmente ella cayera antes que el último de vosotros.

Sin embargo, vuestros cuerpos tocaron el suelo uno tras otro y todo acabó volviéndose negro. Parecísteis uniros a la incipiente noche en el descanso eterno...

Adeline y Tad fueron los primeros en recuperar la consciencia, horas después. Sumidos en la oscuridad, acostados al aire libre en el propio patio de aquél castillo. Alguien había tratado vuestras heridas y permitido que reposárais hasta despertar de nuevo.

El suelo había sido arañado, desgarrado para mostrar la palabra "Uthard" escrita en el suelo, en letras grandes.

Dante y Elizabeth abrieron los ojos tratando de recobrarse mientras que Katarin y Phillipe tan sólo se removieron en el suelo, aún muy cansados para ser capaces de hacer nada. Finalmente también lograron mirar a su alrededor, tras caer en la cuenta de que estábais vivos y la vampiresa no había rematado su sangrienta tarea.

Estábais los seis, aunque faltaba la mascota de Devonshire.

No pudimos hacer absolutamente nada. Y la verdad es que si todo hubiera durado un poco más de tiempo hubiera resultado frustrante para todos, pero fue todo tan rápido que no pudimos ni pensar en ello. Lo único que pude ver antes de caer, fue cómo caía Tad y como claramente me metía entre la vampiro y él para que no pudiera darle el golpe de gracia.

A partir de ahí tan sólo había oscuridad...

Abrí los ojos sin enfocar aún la mirada. Me dolía el cuerpo, pero no por las heridas, sino por la postura que tenía en aquel suelo de piedra. Hice un sonido de dolor cuando al fin pude mover un poco el cuello, pero era una de esas molestias que desaparecen en seguida una vez consigues mover los músculos.

Me incorporé y quedé sentada en el suelo llevándome las manos a la cabeza y luego, parpadeé varias veces pero aún tenía todo borroso.

Fue precisamente en aquel momento cuando me di cuenta de lo que había sucedido y a pesar de que aún no había recuperado del todo la conciencia, dejé escapar un sonido de mis labios.

- ¿Tad? - Pregunté por el bardo y eso que aún no podía ni saber si yo estaba entera o dónde estaba.

Habíamos perdido. Habíamos perdido por mucho. Caí en la inconsciencia deseando que eso fuera como en los combates que contaban los aventureros, que a veces caías, pero luego tus compañeros te levantaban con un conjuro.

Aquí no pasó nada semejante. Me dolía todo, abrí los ojos y llevé las manos a mi cuello, aliviado de no tenerlo abierto, aliviado de no haber muerto. Tomé mi odre y bebí agua, agradeciendo no tener una nueva sed de sangre...

...me incorporé para dar las gracias a Elisabeth que seguro que me había curado... y vi a todos mis compañeros caídos. Pero todos respiraban. Menos mal. No había sido ella, había sido la condenada vampiresa. Esa mujer que disfrutaba arrancando brazos. Repasé mis pertenencias y... y mi bandurria había sido reducida a cachitos. Mierda...

Escuché mi nombre y me volví a incorporar. Elisabeth se había despertado. —¿Elisabeth? Au, me duele todo... ¿Cómo os encontráis? Nos han pateado el trasero pero bien... Jodida vampira.

Tad respondió a mis palabras y a pesar de el atontamiento, seguro que pudo ver mi expresión de alivio. Momentos después estaba más centrada y ya pude observar lo que tenía a mi alrededor, incluyendo al bardo, que parecía interesado en cómo me encontraba.

La verdad es que me había preocupado mucho por él cuando me había despertado y había recordado que fue el primero en caer.

- Estoy bien. Estoy bien.

Con un poco de cuidado no fuera a marearme, me puse en mi con cuidado, colocando bien mis ropajes y luego mis armas.

- Creo que debería mandar un mensaje a mis superiores y que se encarguen ellos. Seguro que podemos pagar a un hombre porque lleve un mensaje.

Los clérigos iban a ayudar en aquello, estaba segura y los había tan poderosos como para hacer frente a esa vampiro.