Partida Rol por web

Contemplas el coche destrozado. Quizás deberías sentir algo al respecto, pero ahora que estás muerto, tienes otra perspectiva: Ya nada es importante.

Todo alrededor es niebla, excepto la casa, que se levanta en mitad del vacío con una claridad que casi duele a la vista, los colores brillantes y las líneas nítidas.

El suelo es un enorme charco de sangre. Miles de ondas lo agitan, como si estuviese lloviendo, el aire está limpio y despejado.

Hay algo moviéndose entre la niebla. Algo grande, algo poderoso. Algo furioso que busca venganza.

Podría estar sorprendido, pero por más que busco algún sentimiento solo encuentra una calma que resulta placentera. Ya todo pasó. El dolor y la sensación inmediata de que todo acaba, la angustia incipiente, todo....todo ha finalizado para mí. No sabía dónde ir, no entendía esa nueva percepción que habia adquirido...lo poco que quedaba de Randy solo se fijó en esa extraña y oscura entidad que, inmisericorde, buscaba venganza. ¿Qué podría hacer yo? Aunque me preguntase el por qué, no podría avisar a Gwen.

Gwendolyn...

Comienzo a andar hacia la casa. Ese brillo me llama, me atrae...quizá por allí se acceda a algún otro lugar. Quizá ese sitio contuviese respuestas, respuestas a qué debería hacer ahora. Caminaba con paso enérgico, la gravedad y otras leyes físicas habían dejado de funcionar en mí. Todo era nuevo y diferente. Estaba muerto.

Estás en la puerta de la mansión. Las pareder reverberan, vibran, haciendo que estén borrosas. La luz es intensa en el interior, todo parece bañado por la luz del sol, como si brillase a través de las paredes.

Un charco de sangre se extiende lentamente por debajo de la puerta del comedor, oscuro, negro, sin vida.

Una voz apagada te llega desde muy lejos:

- No creo que sea Randy...

De la cocina surge una luz que se acerca. Ves a Amanda y a Jake, y al tipo ese, Guy, salir de la cocina. Están rodeados de un halo de luz, como si la luz surgiera de ellos... pero ellos no estuviesen allí. O no del todo. Dejan un rastro fosforescente, como si fuera humo o niebla, que desparece tras ellos, pero sus voces son lejanas, como si hablasen desde el fondo de un pozo, y ellos mismos son casi invisibles, apenas una manchas de colores y formas indefinidas, como esas fotos en las que la gente sale movida. Se dirigen hacia la puerta principal.

Afuera sólo hay negrura, y las brillantes presencias que sabes que son Mina y Gwen, la primera apenas una llama que se apaga, como una vela en la tormenta, pero rodeada por un halo azul eléctrico que hiere la vista. Y Gwen... Gwen brilla con la intensidad de dos soles, uno dentro de otro, un punto luminoso apenas del tamaño de una moneda creciendo en su vientre... 

Intento comunicarme con ellos de alguna manera. En estos momentos me siento confundido, extraño, alejado...diferente. Quizá sea porque todavía no soy consciente de mi estado, pero quiero volver a tocarla, quiero que dirija su mirada hacia mí. Todo ahora es más lento, pausado...todo queda dispuesto de otra forma, aunque mi principal anhelo, en la confusión, es volver a ver todo con claridad, a expresar palabras que intento salgan de mi boca.

Alguien pasa corriendo a tu lado. Una mujer joven, con un traje beige. Corre y mira hacia atrás, desesperada, tratando de llegar a la puerta de la finca. Te percatas de que está descalza, sus pies corriendo sin mover la grava del suelo del aparcamiento.

De repente la mujer cáe al suelo, como golpeada por la espalda. Una luz la ilumina, los faros de un coche que no puedes ver. Las piernas se le tuercen en ánglos dolorosos e imposibles, los huesos asomando entre la sangre. Trata de arrastrarse, y entonces escuchas un húmedo crugido cuando es aplastada, una y otra vez, por un peso invisible que pasa sobre ella, dejándole marcas negras y rojas sobre su cuerpo. Las marcas paraleleas de dos ruedas anchas. Sus gritos se ahogan en un estertor y una burbuja de sangre.

Doy un paso hacia atrás, sorprendido. Nervioso, comienzo a otear todo a ambos lados. Parecía claro que el único que había visto eso era yo. ¿Dónde demonios me encontraba? Aún no había asimilado del todo que, simplemente, estaba muerto.

Con paso presuroso y gesto de repugnancia, me acerco al cadáver de la mujer. La observo con los ojos fijos y abiertos, mientras abro y cierro la boca lentamente, muy nervioso. Las palabras me salen durante un instante temblorosas...O-oye, me...¿me escuchas?. Era una pregunta absurda, pero lo mejor que salió de mi boca en estos instantes.

La joven gira el cuello con un sonido desgarrado

- ¿Me... me ves...?

Trago saliva y asiento lentamente, mirando atentamente sus ojos. Dios, parecía encontrarse como yo, en un estado de...de sueño, de trance o de lo qué demonios fuese lo que me pasaba. Sí, te veo. ¿Qué coño me pasa?. Inquirí en voz algo más alta, mirando a ambos lados el ambiente tan extraño que nos rodeaba a los dos. Por un momento, permanecía ajeno a todo lo que sucedía a mi alrededor.

La joven tirada en el suelo gira el cuello. La sangre chorrea por una herida abierta en su cuello. Mira a algún lugar detrás de ti.

- ¿Y a él?

La criatura está hecha de raíces, o venas. Chorrea sangre y de sus mandíbulas gotea sin cesar oscura sangre muerta. Mueve lentamente sus músculos, como si bullera desde dentro. De rabia y de odio. Odio hacia todo lo viviente. Odio hacia todo lo injusto.

Se vuelve hacia ti, y sientes su mirada sin ojos. Busca a otra víctima. Y buscará hasta que encuentre al culpable.

Gruño sorprendido al ver su herida. Esto cada vez era más raro. Iba a hacer el ademán de tocarla cuando me giro, y lanzo un grito al ver a la bestia. Mis ojos se abren desmesuradamente y tras ese primer grito de sorpresa, que no es más que una exclamación ronca, caigo al suelo sentado, apoyando mis manos en el mismo. Intento retroceder, pero mis ojos no se mueven de aquel cuerpo que no debería existir, de aquellas cuencas vacías, de aquellos gestos inhumanos. Podía oler el odio que desprendía todo su cuerpo, y ahora mismo estaba completamente paralizado. Joder...oh, joder. Joder. Joder. Murmuraba para mí en voz baja. No podía reaccionar de otra manera.

La sala de juegos está helada. La madera de las paredes parece blanqueada por el sol y el tiempo. El tapete de la mesa de billar está lleno de ampollas. La única luz parece provenir del vientre de Gwen, lo demás son sombras. Sombras de cosas vivas.

Me quedo en la sala, en una esquina, contemplando las acciones de los que antes eran mis colegas, de la que era mi amada, de lo que...estaba confuso, confuso porque no sabía qué demonios me pasaba, aunque una parte de mí no podía ignorar los hechos, el accidente, la criatura...

Trago saliva. Parecía estar en otra especie de mundo, o algo de eso. Nunca había pensado más allá del día siguiente en mi vida, y todo esto me superaba. De forma que desplacé todos esos pensamientos oscuros de mi mente y me dispuse a seguir, como un observador pasivo, todo lo que se sucedía delante mía. Aún podía recordar esa extraña criatura nauseabunda, imposible, que se había personificado frente a mí. Quizá tendría que avisarles de alguna manera de dicho peligro, pero de momento, no se me ocurría cómo.

La oleada de miedo que recorre a los chicos se te pega al paladar como el sabor metálico de la sangre. Sin embargo, no tienes paladar con el que saborear, ni realmente sentidos de los que fiarte. Hay un destello, un instante de leve claridad, como si por un segundo la niebla que te separa de ellos se dispersara por un instante. Pero pronto vuelve a caer entre tu y ellos, distanciandote.

Ante dicha circunstancia, intento desesperadamente avisarles sobre lo que me ha pasado. Ese instante de claridad fue suficiente para convencerme de que, posiblemente, existía un halo de esperanza para mí. ¿Estaba muerto? A la mierda, quizá sí, pero tenía que anunciarles lo que vi, esa criatura infernal, salida de cualquier jodido cuento de pesadillas. Intenté hacer gestos con las manos en cuanto miraban hacia dónde yo estaba, mientras gritaba el nombre de mi chica una y otra vez, deseando que pudiese verme.