Partida Rol por web

Habia visto esto y no me lo creia. Como era posible? Eramos los unicos humanos en el mundo digital?

- No...no acaba de hacer lo que creo que acaba de hacer, ¿verdad?

De repente, Valentina se encontraba mucho menos cómoda con encontrarse en un mundo extraño con seres capaces de destruir ciudades enteras con un gesto.

En mi descenso, una voz se alza por encima y más allá de los cúmulos de digimons que observan un punto fijo. De seguro, el mismo destino de las miradas es el origen de esa voz, un gigante digital de aspecto imponente y terrible. Oigo sus palabras, sus frases, y no puedo evitar mirar a Mushra y pensar que alguien no ha entendido nada de lo que significa esa relación. ¿Atados a ellos? Quizá. Pero, ¿acaso eso no significa que ellos están atados a nosotros? Y con fuerza y tesón, queda por supuesto claro quiénes son los grandes y los fuertes de la relación, y quienes los necesitados y ayudados. Decididamente, no hay que escuchar ninguna tontería más, así que termino mi descenso hasta los hombros de Mushra antes de acurrucarme del todo.

-No creo que... -empiezo a susurrarle cerca, cuando las miradas de varios de los humanos miran algo en el cielo. Y cuando alzo yo también la mirada, esperando... algo, veo la curvatura del espacio. Y entonces esperaba una explosión. Un algo, al menos. Quizá como mínimo una onda de ruido y empuje de aire. Pero simplemente no hay nada donde antes lo había. Una idea me recorre el cuerpo proveniente de lo que solo puedo considerar datos antiguos, pero no es lo suficientemente fuerte como para que llegue a pensar nada claro, y no quiero terminar de pensar una idea compleja ahora. -Yo... lo siento, Mushra. Me hubiese encantado ver tu hogar... -alcanzo a decir, con un tono quedo y desganado, sintiendo tanto dolor como mi compañero por un hogar y unas personas que, según parece, nunca podré conocer.

Musrha se sentía realmente curioso por ver lo que pasaba con todos los digimon ahí reunidos observando a lo que luego captó con la vista, otro digimon, mucho mas grande y algo extraño. Escuchó atento a sus palabras sin esperarse por nada lo que sucedería a continuación. Pese a que alzó la vista a tiempo de no perderse nada, su mente parecía aún no creer lo que acababa de ver. No.. Intentó entonar palabra pero no podía, un nudo en su garganta parecía impedírselo. Rápidamente se giró, aún escondido de todos los Digimon y se abalanzó sobre el desconocido tomándolo del cuello de la camisa con tal fuerza e impulso que terminó cayendo con su peso sobre él sin soltarlo. Explícame...Qué es todo esto. . . Dime que no es verdad...Dimelo...A pesar de que hablaba en una especia de susurro mezclado con ira y dolor, la furia impregnaba cada palabra. Hasta que algo volvió al pelirrojo en sí. Las palabras de su compañero. Dejó caer sus manos, soltando al sujeto y por encima de su hombro volvió a mirar hacia donde hacía un segundo había ocurrido tal atroz suceso. 

Comence a apretar los puños con fuerza, tanta que comenzo a gotear sangre por mis manos. Mi mirada era fiera, y soltaba un instinto asesino tal que mas de uno me miro con miedo. La "bestia" interna mia queria salir, pero no serviria de nada. Ahora tengo un compañero al cual ayudar y proteger, hacerle más fuerte.

- Juro por todo lo que existe, que los vengare. (digo con voz totalmente contenida, impregnada en furia)

Kapurimon pensó que si había algún momento en el que ser un bebé recién nacido con muy poca experiencia aparte de la de vidas pasadas era este. Ante la desaparición del hogar de los humanos, se encontró absolutamente sin palabras. ¿Qué sabía él de la pérdida? ¿Y de la soledad? Se esforzó en invocar recuerdos que lo ayudaran, pero el digimon que era antes de ser un huevo no respondió.

Los humanos parecían divididos entre el estupor y la rabia. Sin embargo, en Valentina vio también algo distinto, un rastro de otra emoción. ¿Podría ser miedo?

¿Qué le digo, qué le digo? No sé qué puedo decir...aunque tal vez...

Estirándose, cogió carrerilla con un par de botes y saltó casi directamente al hombro de su compañera sin tener que pasar por otras partes de su cuerpo. Una vez allí, se acurrucó y enroscó su cola alrededor de su cuello, buscando transmitir algo de consuelo.

Miré atónito el lugar donde antes se había erigido el hogar de mi compañero. Un montón de datos... no, de vidas, borradas en un instante. En no más de 10 segundos. Si hubiese parpadeado, no lo habría visto. Miré al digimon responsable de eso. No había signos de remordimiento en su único ojo. En un instante, destruyó el trabajo de varias vidas y a los constructores de todo eso. Y aun así, seguía ahí, parado, sin mostrar ningún sentimiento. -¿Creén... creén que si nos encuentra...?- Dejé la pregunta al aire. No quería saber qué pasaría si llegaba a saber lo cerca que estábamos.

Luego de cuestionarme eso, miré a los demás. Mostraban diferentes emociones. Miedo, dolor... Me pregunté que sentía Kotaro en ese momento. Yo también estaba asustado, pero ellos debían estar muchisimas veces peor. -Kotaro...- Le dije a mi compañero. -¿Te encuentras bien?-

A pesar de toda la emoción que os recorre, todo el temor, la ira y la desolación que sentís no pueden evitar que empecéis a adormeceros. Estáis cansados, muy cansados...¿es el esfuerzo de la batalla anterior, cuyas consecuencias estáis notando ahora? No, no puede ser, no de forma tan repentina y no todos al mismo tiempo...

Incluso daros cuenta de eso no os salva. Los digimon son también presa de esta somnolencia extraña que os invade, su actividad decayendo poco a poco hasta el borde del sueño. Inevitablemente, perdéis la consciencia. ¿Qué os pasará ahora?

FIN DEL CAPÍTULO 0: CÁSCARAS

CONTINUARÁ EN EL CAPÍTULO 1: CAMINO