Partida Rol por web

Cuando llego a la habitación de Enrique agradezco la quietud, la calma del lugar.

Comienzo a buscar decidido, y cuando parece que mi búsqueda va a resultar infructuosa encuentro una libreta bajo el colchón, la tomo entre mis manos con malsano interés y comienzo a pasar las hojas buscando respuestas, desvaríos, continuo avanzando sin tener claro si encontraré algo útil, ¿direcciones?, ¿cuánto hace que llego Enrique?, trato de recordar en vano, si pudiera llegar hasta ellas, quizás allí..., las hojas se suceden una tras otra hasta que por fin encuentro un nombre...

Signo, mis mandíbulas se tensan y mis dedos se crispan, ahogo el impulso de destrozar la libreta entre mis manos. Voy pasando las páginas sin que el nombre abandone mis pensamientos.

Para cuando cuando llego al final, no tengo claro si servirá de algo lo que he encontrado. Signo, el Primero, los ojos de fuego...¿qué significa todo esto?

No me molesto en ordenar la habitación, salgo de allí con la libreta ocultándome y me encamino al rincón mas oscuro del sanatorio, decidido a esperar.

Mientras espero que caiga la noche, sentado, sumido en mis pensamientos, cavilando cual será el modo mas acertado de proceder, recuerdo a la muchacha. Abro los ojos entonces, ¿qué habrá sido de ella?, nos interrumpieron y no tuve tiempo de observarla, miro hacia los lados, decidido a abandonar mi refugio para ir a buscarla, ¿quizás su presencia no haya sido una casualidad?. Me levanto del suelo. Bien pequeña, a ver si tienes algo que decir. Suelto por primera vez la libreta desde que la encontré, y la dejo en un rincón, oculta, donde creo que nadie, podrá verla.

Observó algo desconcertada la marcha de aquella mujer, había algo en todo aquello que no tenía sentido. Sus conocimientos sobre este tipo de poderes la decían que no debía andar demasiado lejos, por lo que comenzó a buscarla, pero fue a otra mujer de rubios cabellos a quien encontró. Miró de arriba abajo a la recién llegada intentando encontrar alguna explicación a lo que estaba pasando… Madre mía, este mundo se está volviendo loco, ¿realmente puede ir con esas pintas por la calle?... pensaba para sus adentros cuando sonaron los disparos.

- Mierda!! El gordo!!!. - exclamó justo antes de que la mujer la hablara. – ¿Y tú de dónde has salido, de los vigilantes de la playa?¿Por qué no te ayudas a ti misma y me dejas en paz? Tengo cosas más urgentes que hacer que hablar con la Pamela Anderson de turno. – le dedicó una falsa sonrisa al decir esto.

Acto seguido, abrió un portal hacia la casa de quien le pagaba para acudir allí lo más rápido posible.

La hechicera abre un portal, una grieta en el espacio que convierte dos lugares dispares en uno sólo durante un breve espacio de tiempo. Con la familiaridad que le ofrece su conocimiento acerca de ello, se arroja de un salto a través de él. Kassandra, necesitada de la ayuda de esa mujer, no duda en correr tras ella, atravesando también el portal. La sensación es caótica, desconcertante. De un sólo paso, cruza una puerta dimensional para desaparecer de los exteriores de la casa... y aparecer en el interior de la misma.

Y el espectáulo del interior es dantesco.

Se trata de un inmenso y destrozado salón, con chimenea, sofás rasgados, un billar con un cadáver sobre el tapete, cristaleras rotas desde las que se ven los jardines, y una piscina interior climatizada en la que flota un cuerpo sin vida que mancha el agua con su sangre diluida. Un hombre gordo y semi desnudo se encuentra arrodillado y temblando ante un desconocido cubierto con una oscura toga raída y una capucha que oculta completamente su rostro. Tras él, un hombre que no parece un hombre sostiene el cuerpo sin vida de un hombre armado. Con las escasas y destrozadas ropas de un paciente de algún tipo de institución psiquiátrica, el desconocido tiene el cuerpo cubierto de verdes escamas, y una gran cola nace en la base de su espalda. Sus manos están armadas con afiladas garras, y su rostro se parece más al de un reptil que al de un humano.

...El hijo se alzará contra el padre, y todos reptarán en busca de su lugar en el mundo... -Recita el desconocido, como si fuera una sacra plegaria, mientras el gordo tiembla de terror, como sumido en un trance hipnótico- ...La venida del Primero es inminente, Signo te reclama...

El gordo comienza a agitarse, sacudido por una fuerza incontrolable, mientras su cuerpo crece y su piel se vuelve oscura y agrietada. Grandes pústulas se abren paso, extrayendo granos de arena y pequeñas puntas de roca puntiaguda que van creciendo desde su interior. El hombre se pone en pie, más de dos metros de bestia salvaje cubierta de protuberancias rocosas, y se gira para miraros con ojos velados, ciegos, cerrados por una especie de grapas de roca.

...¡¡Caliza!!

Has seguido los rastros. Primero libremente, aprovechando la oscuridad de la noche. Después con más dificultad, ocultándote del sol como buenamente has podido, moviéndote en el interior de las sombras que el día genera por los rincones a los que el sol no puede llegar. Afortunadamente, tu presa no ha sido lo que se dice discreta, y ha ido dejando un rastro de miedo y destrucción que seguir. Casi lo has perdido en los últimos kilómetros, pero te la has jugado a una carta. En este terreno inhóspito donde te encuentras no hay gran cosa que tu antiguo alimento pudiera desear.

Excepto una casa.

Y ahí la tienes, la casa que buscabas. Es un caserón bastante caro, de tres plantas, con terreno. La observas desde las sombras del bosque, ocultándote bajo el espeso ramaje de los árboles. Hasta que oyes disparos, gritos... y un poderoso rugido.

Accedes al interior de la habitación cuya terraza queda a la altura del tejado. Es un cuarto sencillo, minimalista, carente de adorno o detalle que le otorgue algo de personalidad. ¿Un cuarto de invitados? Posiblemente. Y eso significa que no habrá nada mínimamente de valor. Te acercas a la puerta, dándote cuenta de que los disparos han terminado, y en la casa se respira una tensa calma. Abres la puerta y ves un pasillo y al fondo una escalera que desciende, con algunas puertas cerradas entre medias.

De fondo se oye un murmullo, una voz lejana. Y seguido de ella, un gruñido gutural.

¿Qué coño está pasando?

Se había esforzado para lograr llegar con velocidad hacía el portal de aquella dama que buscaba. - Odio que no sea el agua - pensaba sobre sus forzados movimientos.

La imagen de aquel suceso impacto a la guerrera, sin dudas no esperaba aquella escena; tal vez un par de golpes con unos guardias. - ¿Que será todo esto? - se preguntaba frente aquel encapuchado que había transformado al humano en una abominación. Pero aquel no era su territorio, no eran sus personas, ni les interesaban quienes fueran; solamente necesitaba hablar con la muchacha.

Prefirió mantenerse alerta frente aquella criatura, de la que sus ojos parecía emanar una energía de furia y rabia descontrolada; quizás su pequeña compañera actué y ayudarla sería el primer paso para ganar su confianza y realizar su pedido.

Desde luego, la imagen que vio al traspasar el portal no era lo que se esperaba. Los hombres de su “jefe” yacían muertos y el cabronazo del gordo se encontraba arrodillado ante aquellos dos extraños personajes. Observó a ambos con cara seria, como si pudiera escudriñar en su interior justo antes de que el encapuchado hablara y el gordo se transformara en aquella horrible bestia.

- Algo me dice que no voy a cobrar por mis servicios esta vez. – comentó en alto, aunque realmente se lo decía a si misma mientras simulaba una leve sonrisa en su rostro.

- Te felicito, has conseguido que ese cabron parezca incluso más guapo.-  dijo señalando a Caliza. - ¿Pero?, ¿Qué cojones está pasando aquí?, alguno de los dos tendría la amabilidad de explicármelo.  – dijo con voz calmada mientras observaba el resto de la habitación, como si estuviera buscando a alguien. No se le había olvidado la desaparición de la muchacha morena de antes, la cual debía estar con ellos, pues parecía que había creado una distracción para que esos dos tipos entraran en la casa.

Noto la piel lastimada, pues aunque he intentado evitar los rayos del sol, algunos de estos me han alcanzado. Entonces mientras descanso al amparo de una sombra, puedo sentir un rastro, puedo paladear la emoción que me sustenta, y aunque no me encuentro hambriento, es demasiado intensa como para eludirla, y mis pasos me llevan hacia una casa, que quizás "esconda" a mi viejo amigo Enrique.

Entorno los ojos, fijando mi vista en la casa, los gritos, los disparos...el rugido procedente del interior, todo despierta en mi la emoción de la "caza", convencido de que Enrique, y quizás el ladrón que irrumpió en mi casa, se encuentren dentro.

Te he encontrado.

Miro la distancia que separa el bosque de la casa, buscando la ruta mas segura, el camino mas oscuro. Y finalmente me dirijo hacia la vivienda, decidido a terminar con Signo, y con Enrique.

El desconocido de la capucha hace oídos sordos a la presencia de las dos mujeres. Ni siquiera ante las palabras de Katia, a las cuales no responde, y se limita a mirar desde las sombras de su traje al gigante rocoso que, según parece, ha creado él de alguna manera.

Alzate y cumple tu cometido, hijo mío, pues has sido elegido a través de Signo para formar parte de la Cofradía del Oscuro Designio... -Las palabras del desconocido se detienen de repente, cuando veis que su capucha se gira como si el desconocido levantase la mirada hacia el techo. Hace un gesto con su brazo, cuya mano no podéis ver bajo los amplios tejidos de su manga, y el hombre reptil que se encuentra a su espalda reacciona inmediatamente. Como un depredador que ha detectado a una presa potencial, se agazapa y comienza a correr a toda velocidad, saltando hasta la mitad del primer trecho de escaleras que ascienden hacia las plantas superiores, y recorriendo el resto reptando por el suelo hasta desaparecer en la primera planta- Es hora de comenzar tu parte de la gran obra, hijo mío. -Dice el desconocido, fijando su rostro en vosotras dos- Acaba con ellas, y acude después a la llamada del Primero.

Los pliegues de la túnica del desconocido comienzan a plegarse sobre sí mismas de un modo claramente antinatural, replegándose y desapareciendo unos sobre otros hasta convertirse en nada y desaparecer.

En ese instante, el gigante gruñe con una voz cavernosa, dando un paso hacia vosotras con los puños cerrados...

Aún estas tratando de decidir qué hacer a continuación, cuando oyes un sonido suave y bajo, como golpecitos sobre madera. Una sombra anticipa la llegada de algo, y lo primero que piensas es en la posibilidad de que haya un perro en la casa. Pero no, la criatura que aparece por el pasillo está muy lejos de ser un animal. Al menos, esa clase de animal. Un ser bípedo y del tamaño de un hombre grande, delgado, cubierto de escamas, con garras en sus manos y pies, con una larga cola surgiendo de su espalda y un rostro mas similar a un reptil que a un humano, camina cubriendo su cuerpo con los restos de lo que parece un uniforme de hospital.

Desde las sombras de la espesura decides asumir el riesgo que supone llegar hasta el edificio. El trayecto es corto pero carente de resguardo, de modo que tu piel nacida de la oscuridad y el miedo sufre al contacto con la luz que encuentras en tu camino. Trepas el muro a toda velocidad, y desde lo alto te sumerges en la sombra que proyecta un árbol sobre la casa para recorrerla hasta una ventana abierta en el ultimo piso, adentrándote en el cuarto interior. Es un cuarto sencillo, minimalista, carente de adorno o detalle que le otorgue algo de personalidad. ¿Un cuarto de invitados? Posiblemente. En la puerta, una joven de pelo oscuro trata de abandonar la habitación saliendo al pasillo, sin reparar en tu presencia.

En ese momento, la chica se detiene y del pasillo te llega un siseo, un sonido familiar.

Enrique esta ahí...

Cuando alcanzo la seguridad que la oscuridad me ofrece me apoyo contra una pared apenas unos segundos, y deslizo mi mano sobre mi brazo, notando las ampollas que el sol ha levantado en mi negra piel. Hacia tanto tiempo que no salia de l a seguridad del sanatorio, que ya no recordaba el dolor que el roce del sol me producía. Siento como escuecen las pápulas cuando las rozo, y como algunas se levantan dejando salir un fluido tan negro como la tinta.

Observo entonces la estancia, un vistazo rápido, y la muchacha, se esconde. Escucho entonces su siseo, si..., Enrique, ¿es esta tu hija?. Miro la ventana apenas un segundo, demasiada luz. Mientras la joven mira la puerta, trato de cerrar la persiana rápidamente, con un golpe certero*. Y cuando caen las sombras en el cuarto, oculto, me decido a hablar entonces, no me interesa la joven, solo Enrique, después beberé su miedo. - Deja que entre.

Laura estaba decidiendo que hacer cuando ve aquella criatura, al verla da un paso hacia atrás sorprendida mientras piensa par si misma:

• Qué clase de casa me he metido, la tía de los ojos rojos y ahora un hombre lagarto, pues menuda mierda, creo que será mejor por el momento que no me vea

Ágilmente se coloca detrás de algún objeto grande para ocultarse, a fin de cuentas su objetico era pasar desapercibida

La luz de la habitación por la que has entrado en la casa comienza a desvanecerse, a medida que alguien baja la persiana de la ventana. Entonces, con el cuarto en tinieblas, oyes una voz proveniente del interior, que te dice...

Deja que entre...

Laura mira hacia donde había escuchado aquella voz y en susurros dice mientras trata de ubicar a quien haya hablado en la habitación:

- Esa mala bestia? no pienso ponerme en su camino, pero tú eres...

El sosiego de la muchacha me resulta llamativo, no acostumbro a que la gente conserve la calma cuando escuchan mi voy, y en cierto modo esperaba su miedo para poder nutrirme, llegado el caso, durante la inminente pelea con Enrique.

... tú eres...

Callo un instante y trato de hacer memoria, pero no recuerdo cuando fue la última vez que alguien me pregunto quién soy.

¿Quién soy?, difícil respuesta. Creo que nunca he tenido un nombre...

Durante un instante mis pensamientos me llevan hacia atrás en el tiempo, tratando de recordar, y en el tiempo que dura un suspiro, puede verse una oscura figura entre las sombras de la habitación.

Si, ya recuerdo, soy la Oscuridad, el Miedo, las Sombras, la Noche... - soy Nicte. Hablo mas para mi que para la muchacha. - He venido a por Enrique.