Partida Rol por web

Una vez la puerta esta abierta, observo con atención, y tras oir su pregunta, una sonrisa comedida se dibuja en mi rostro, - si, ahí están, poco a poco mi cuerpo comienza a fundirse, como si fuese un gran pedazo de hielo derritiéndose sobre el suelo de la estancia, hasta que desaparezco completamente en las sombras, para deslizarme después hacia la puerta. Mientras escucho el sonido de sus pasos, me llega también su voz, opaca, amortiguada por las sombras que me envuelven, que me cubren.

- Puedes continuar, respondo, y casi puedo ver, como las sombras tratan de engullir las palabras que pronuncio, - si necesito que te detengas... te lo haré saber, y es que las sombras, siempre tratan de devorarlo todo.

Trato de caminar a su lado, de que no se aleje demasiado, saltando de una sombra a otra, desconozco este lugar, asi que me decido a preguntarle, -¿dónde vamos Xandra?, y por algún extraño motivo, ya no me molesta tanto lo de pronunciar su nombre.

Pero ¿que demonios? Aquella chica volvía a decir cosas sin sentidos. Dos veces en un dia.¿Que demonios pasaba en aquella academia? Esperaba que todos los dias no fueran así..  Él no dijo nada, aquello no iba con su persona y aquella chica tampoco estaba a su cargo. Ahora más que nunca, deseaba irse por solo, meditar un poco y descansar. Aquello ya pasaba de castaño oscuro. Cuando ya todos estaban otra vez preparados, Neithan fue el primero en recuperar el paso y avanzar a la cabecilla. Cuando estuvieran ya cerca de la academia, un poco de manera seca (tan tipica y topica de él):

-Pues nos vemos...

Y ya está. Se fue a su habitación. 

Al abrir la puerta y preguntarle a Nicte si así estaba bien, este respondió afirmativamente, para en seguida comenzar a perder su forma en dirección al suelo; fundiéndose con las sombras de este. Tragué saliva ante tal espectáculo, saliendo entonces por la puerta y volviendo a preguntarle a mi compañero ante su particular situación.

Miré hacia un lado y otro, cuando Nicte me dijo que podía continuar con tranquilidad, y puse rumbo a la parte trasera del edificio. Aquello era demasiado grande, y no tenía muy claro por dónde empezar a buscar, pero sí con quién quería contar.

- Creo que de momento a mi habitación. – respondí a Nicte, aprovechando para pararme un segundo y recolocarme con cuidado la minifalda, que venía sufriendo el trajín de aquel paso acelerado que llevaba. – Hoy es mi primer día aquí, no conozco lo suficiente a nadie… Pero creo que mi compañera de habitación podría ayudar. – dije retomando el paso.

No tardamos en llegar al exterior, deteniéndome en el umbral de la puerta. Había un pequeño camino hasta el edificio en el que se encontraban las habitaciones de las chicas. Pero allí fuera también se encontraban las canchas y la piscina.

- Los recién incorporados teníamos la tarde libre, quizás alguno haya aprovechado para hacer algo de deporte. – dije señalando hacia la zona deportiva, sintiéndome algo extraña por estar hablando a una sombra. – Parece haber menos sombras por aquí… - murmuré pensativa, con un dedo en mi barbilla. – Acerquémonos un poco, ¿De acuerdo? – sugerí, caminando hacia una zona desde la que pudiera divisar las canchas y la piscina.

Sigo a la muchacha, sin otra preocupación mas que eludir la luz, poco me importa donde vayamos, cada paso que doy, me acerca mas a Signo. Me detengo un instante y observo a Xandra... su miedo está cambiando. Salgo de mi ensimismamiento cuando sugiere ir a su habitación y continuo caminando, - ¿tu primer día?, no sin cierta sorpresa, sonrio divertido, - también el mio, pensé que llevabas aquí mas tiempo... y aunque resulte extraño para mi mantener una conversación en estos terminos, no me percato, - tu compañera, murmuro mas para mi que para ella.

Me detengo unos metros detrás de ella, las sombras comienzan a clarear, a resultar demasiado débiles para poder ocultarme, poco a poco voy abandonandolas, quedando al descubierto, y entornando los ojos los resguardo también con mi brazo, - demasiado luz, no puedo salir fuera... mi respiración se vuelve mas pesada, como si me costase respirar en presencia de la luz, miro hacia los lados, - tendré que esperar a la noche, ve tu si quieres, yo te aguardaré aquí, me giro dando la espalda a la puerta para observar el pasillo, aunque... - seguro que este no es el único camino, en casa * había edificios mas alejados, y estaban todos comunicados por galerias subterraneas. Alli había tuberías y distintos conductos, giro la cabeza para mirar a Xandra y explicarle, - solo bajabamos yo, las alimañas, y el personal de mantenimiento, y seguro que aquí hay algo parecido, avanzo unos metros alejandome de la salida, - solo necesito encontrar una puerta, donde ponga, acceso restringido o  personal autorizado.

Abandonáis el despacho del director bajo la atenta mirada de ambos responsables del centro, que contemplan vuestra marcha con diferente actitud. Rasputín se muestra profundamente satisfecho con la situación, atusándose el bigote con una mirada felina. Mientras tanto, el director García no parece muy contento con cómo se han desarrollado los acontecimientos, aunque parece verse forzado a aceptarlo, a regañadientes.

Uno de los pasillos del edificio principal recibe a tan extraña pareja. Xandra ejerce de guía para el extraño ser de sombras que la acompaña, el cual aprovecha las diversas sombras del lugar para desplazarse sin problemas. Esta sección del edificio no tiene mucho contacto con el exterior, y las dispersas ventanas son fácilmente evitables. La luz artificial de las luminarias interiores no pueden dañarle, así como tampoco la luminosidad indirecta que se refleja del exterior, pero Nicte es muy consciente del ancestral enemigo que supone el sol para él.

Por ese motivo, cuando os acercáis a los aledaños de la cafetería, el Tulpa se ve obligado a detenerse. La cafetería, local previo a la salida al exterior, cuenta con una techumbre abovedada de cristal, a través de la cual se filtra la luz solar directamente. Cuando Xandra habla de su habitación, señalando el edificio donde se encuentra, queda claro el trance que exige llegar hasta allí. Y es que, necesariamente, debería desplazarse bajo los rayos del dañino sol...

Nicte se detiene, consciente como sólo el puede de sus limitaciones, pero también abriendo el abanico de posibilidades que le han ofrecido sus años de experiencia. Ambos miráis alrededor, buscando las palabras que el Tulpa conoce tan bien, aunque no tiene por qué funcionar del mismo modo en este edificio que en su antiguo hogar. Aún así, no tardáis en ver una puerta cerrada con llave, con un rótulo que pone "privado"...

Tras un par de pasos mirando las paredes, encuentro lo que andaba buscando, y volviéndome a la muchacha la interrogo sin esperar realmente una respuesta por su parte, - ¿ves?. Después encaro nuevamente la puerta, y estoy tan convencido de mi suposición, que contemplo directamente la posibilidad de deslizarme bajo la puerta, pero justo antes de que empiece a fundirme de nuevo sobre el suelo, caigo en la cuenta de que esta vez es distinta a todas aquellas, de que por primera vez, no estoy solo.

No pasa por mi cabeza romper la puerta, con los años he aprendido, que las construcciones humanas son barreras eficaces para mantener al otro lado la luz del sol, además, no me gusta pasar inadvertido, y una puerta rota, es lo bastante llamativa como para que la gente empiece a preguntarse que ha sucedido. - ¿Puedes abrirla Xandra?, pregunto antes de valorar mis otras opciones

Nicte se sorprendió con que se tratara de mi primer día, pero pareció sonreír al decirme que también era el suyo, y que pensaba que yo llevaría allí más tiempo. Por un momento me plantee bromear acerca de ello, cada vez menos inquieta por las peculiaridades del Tulpa, haciendo algún tonto comentario sobre mi increíble seguridad y presencia; pero en seguida lo deseché, viniéndoseme a la cabeza de pronto el motivo para todo aquello.

Fruncí el ceño con preocupación, continuando rumbo al exterior, tan centrada en lo que debíamos lograr, que apenas sin darme cuenta comencé a adentrarme en la cafetería; pidiéndole a mi nuevo compañero que nos acercáramos a echar un vistazo.

Este en seguida me informó de que era demasiada luz para él, dándome la opción de que fuera en solitario, no pudiendo acercarse hasta que fuera de noche.

- No, de eso nada. – me negué en rotundo, no queriendo dejarle atrás, y volví sobre mis pasos. – Tiene que haber alguna forma… - dije pensativa, aunque no tenía ni la más remota idea de cómo podría hacerse.

Entonces Nicte pareció recordar algo, relatándome el modo en que accedía a otros lugares en su casa. Hablaba de un lugar con distintos edificios conectados por lo que parecía ser algún sistema de alcantarillado.

¿Qué clase de casa es esa?

Pero mi curiosidad tendría que esperar. No pude evitar sentir algo de pena cuando le escuché decir que aparte de los trabajadores, las alimañanas eran las únicas que accedían a aquel lugar junto a él. La primera sensación que transmitía aquel ser era la de sentir miedo, por su aspecto, por lo desconocido; pero era más que sombras.

- Acceso restringido o personal autorizado… - murmuré, pensando en si había visto algo parecido, con los dedos de mi mano derecha acariciando mi barbilla.

Comencé a mirar en las cercanías, cuando la voz de Nicte llamó mi atención. Había encontrado una puerta rotulada con la palabra “Privado”, y se posicionaba frente a ella de inmediato. Me acerqué despacio, observando qué era lo que hacía, pero en seguida me preguntó si podía abrir la puerta.

- Lo intentaré, pero no sé si… - me acerqué a la puerta, agarrando la manilla y comprobando que efectivamente, la puerta estaba cerrada.

Aún sin soltarla, me quedé mirando el brazalete fijamente.

¿Podría…?

Nunca había intentado nada parecido, y suponía que el director García nos daría acceso si se lo pedíamos, pero no quería perder más tiempo; y al fin de al cabo, estaba allí para aprender a usar mis capacidades.

O mejor dicho, sus capacidades.

Traté de despertar el brazalete, y así lo hice, provocando que el metal formado por la pulsera comenzara a separarse de esta en plateados hilos que terminaron formando unas ganzúas. Aun conectadas a mi pulsera, estás me permitían manejarlas, así que intenté abrir la puerta utilizándolas.

Nunca había hecho nada parecido, y quedó claro al fallar repetidamente en mis intentos. Lancé un suspiro dándome por vencida, mirando hacia atrás, a aquellos ojos inmersos en la oscuridad.

- ¿Quieres intentarlo? – le pregunté, volviéndome y tendiendo mi muñeca hacia él. – También podemos pensar en otra cosa, o recurrir a García… - añadí, dejando claro en el tono de mi voz que no me apetecía nada acudir al director.

Intentarlo... - si, apartate, digo retirando a la muchacha sin demasiado consideración esta vez, me ayudo del brazo, sin llegar a aplicar fuerza, para apartarla.

Ladeo la cabeza y echando el brazo hacia atrás, cierro el puño, para golpear la parte de la cerradura con fuerza, pequeñas volutas de sombra se dispersan justo antes del impacto.

Mientras volvíamos Oráculo comenzó con una de sus nuevas predicciones que me hizo poner los ojos en blanco.  Maldita sea, estas visiones a medias tampoco es que aporten más que problemas- puse los ojos en blanco mientras la joven hablaba y luego suspiré.

-Tus palabras exactas han sido “El lobo se volverá contra la propia naturaleza, la Sombra saldrá a la luz, y será la señal de la llegada de la muerte afilada...”- recité. Lo había dicho tres veces seguidas pero no sabía exactamente porqué.  No te preocupes, Oráculo, en mi hogar la gente acaba aprendiendo a controlar ese Don tan especial que tienes –o eso o muertos, o esclavizados. Me saltaré esa parte de la conversación.

Cuando llegamos hasta el enorme edificio, el tipo de facciones extrañas comenzó a alejarse tras despedirse.

-Nos vemos.

Tampoco es que formáramos una patrulla o algo para que tuviéramos que ir juntos. De hecho habíamos salido para dar una vuelta juntos y uno de nosotros se había exiliado y otro se había vuelto loco. ¿Qué demonios pasaba en este lugar?  Depredador, si vas a hablar con alguien de lo que ha pasado cuéntale que Tarzán se ha marchado también. Vamos, por si tienen que hacer recuento o algo. Yo me voy a dar una vuelta para conocer esta mierda.

Añadí antes de ponerme a caminar sin rumbo fijo, más que nada con la intención de rodear el edificio y ver qué había por los alrededores. Esta vez evitaría alejarme demasiado para no tener que enfrentarme a grupos armados a los que querría quitarles los dientes para hacerme un nuevo colgante.  No pregunté si alguien quería acompañarme porque no lo veía necesario, pero eran libres de seguirme. 

 Aparto ligeramente la cabeza cuando Cassandra empieza a hablar. ¿Qué narices quiere decir eso? Nada que tenga que ver conmigo, parece. 

 - A-A lo mejor hay alguien por aquí que más o menos sepa interpretar lo que dices... - Le digo, aun sin saber nada de eso, y esperando que lo que dice Eclipse sea cierto, que aprenda a controlarlo, que todos los que lo necesitamos aprendamos a controlarnos. 

 Neithan decidió volver por su cuenta, mientras Eclipse decidió volver a marcharse. Yo por mi parte no tengo ánimos para seguir deambulando por ahí, ni para nada, y ahora además... Soy yo la que tiene que ir con Cass. Claro que tampoco es que sea culpa suya.

 - Volvamos, Cass. ¿Cómo te encuentras? -

Regresáis sobre vuestros pasos, en dirección al edificio principal. Bueno, Neithan tiene la intención de acudir a su habitación, aunque parte del recorrido en conjunto igualmente. Alejo, con gesto pensativo, decide adelantarse, apresurado por acudir al despacho del director y tratar su caso particular. Se despide de vosotros agradeciendo vuestro apoyo y pidiendo nuevamente disculpas por lo sucedido, visiblemente afectado, y corre hacia el edificio. Cassandra, por su parte, parece bastante cansada, ¿es posible que cada visión que recibe la debilite un poco más? Como si le supusiera un gran esfuerzo...

Al llegar los aledaños del edificio, justo antes de separaros, os detenéis sin embargo, extrañados por lo que os parece estar viendo. La zona del edificio más cercana a donde os encontráis es la cafetería, un espacio semicircular con grandes cristaleras y techo abovedado de cristal, completamente visible desde el exterior. De la cafetería surge un pasillo, que gracias a la luminosidad que se filtra desde la bóveda puede verse con cierta claridad.

En ese pasillo hay alguien. Dos ¿personas? Una sí lo es, sin duda. Se trata de Xandra, vuestra compañera, agachada frente a una puerta, como si tratase de abrirla, o algo así. Sin embargo, no es ella quien llama vuestra atención.

A su lado hay alguien más, alguien oscuro, tenebroso, cuyos ojos brillantes resplandecen en la oscuridad que él mismo crea a su alrededor. Xandra se levanta, y esa sombra ocupa su lugar, abriendo la puerta con su poderoso brazo oscuro. Más que abriendo, reventándola por la fuerza.

Ese ser es una sombra con forma humana, y la voz de Cassandra regresa a vosotros resonando en vuestra memoria.

La Sombra saldrá a la luz...

Xandra dediste de seguir intentándolo. La cerradura no debe ser de alta seguridad, precisamente, pero ella tampoco es una experta en este tipo de cosas. Finalmente, le cede el sitio a Nicte por si quiere intentarlo él. Le ofrece sus ganzúas, pero el tulpa no parece siquiera percatarse. En lugar de ello, coge la manilla de la puerta y tira de ella con fuerza. La cerradura salta, con un característico sonido de tornillos cayendo al suelo y madera quebrada. Bueno, madera es decir mucho, la puerta parece más bien de aglomerado barato.

Al abrirla, lo que veis al otro lado parece un cuarto de mantenimiento y limpieza. Con consternación, contempláis unas baldas con productos de limpieza, herramientas, y un buzo colgando. Sin embargo, al asomar la cabeza a su interior, también veis que el cuarto continúa a la derecha, donde unas escaleras descienden hacia un sótano mal iluminado.

Esperaba algo mas sólido y mi rostro refleja cierta sorpresa al quedarme con la manija en la mano, tras lo cual la dejo caer al suelo antes de empujar la puerta.

A pesar de que resulta difícil leer mis expresiones, la frustración que siento al observar el pequeño cuarto es patente, hasta que consigo observar lo que buscaba, - siii, y una sonrisa felina aparece en mi cara, - ya tenemos nuestro camino de baldosas amarillas.

Comienzo a descender y apenas he descendido unos pocos escalones, me detengo para hablar con Xandra, - no creo que nos resulte difícil orientarnos, pero será mejor que no nos separemos. Tras lo cual continuo mi descenso.

Había tendido mi brazo hacia Nicte, cediéndole mi muñeca para que pudiera intentar abrir la puerta haciendo uso de las ganzúas que había creado; pero al parecer hubo un pequeño problema de entendimiento. El tulpa no sólo rehusó a usar mis herramientas, a pesar de responderme afirmativamente al hecho de intentarlo, sino que me apartó a un lado con uno de sus brazos.

- ¿Qué forma es esa de tratar a una chica? – protesté, mientras mi compañero trataba a su modo de darnos acceso al interior.

Tiró del pomo y logró reventar la puerta, permitiéndonos ver en el interior un típico cuarto de limpieza o mantenimiento. Mi rostro se ensombreció durante un instante, hasta que al asomarnos pude ver cómo el cuarto continuaba hacia la derecha, donde había unas escaleras.

Miré entonces el brazalete, viendo como este se deshacía de las ganzúas y volvía a su verdadera forma, la de aquella bonita joya. Bueno, verdadera forma… Nunca había tenido muy claro cuál era su forma natural. Si aquel brazalete, el majestuoso guante, o la forma en la que se extendía por mi cuerpo y se aferraba a mi piel; aunque quizás no fuera ninguna de ellas.

Nicte comenzó a bajar, tras pronunciar aquella expresión que me dejó un tanto sorprendida.

¿Conoce el Mago de Oz?

No me lo había planteado hasta el momento, dando por hecho que Nicte siempre había sido así, que no era una persona al uso. ¿Habría sido “normal” alguna vez? ¿O quizás parte del tiempo que tenía que pasar “a la sombra” lo dedicaba a leer o ver películas?

Con esos pensamientos rondando mi mente recogí rápidamente el pomo y las astillas que Nicte había dejado en el suelo; para que al menos la entrada a aquel cuarto llamara algo menos la atención. Me giré rápidamente, corriendo con mis tacones repiqueteando hacia las escaleras, comenzando a bajar poco a poco tras mi compañero.

- Sí, será lo mejor. – respondí a sus palabras. – Procura no alejarte demasiado, no eres fácil de ver con tan poca luz… - le pedí, mientras continuábamos descendiendo.

La protesta de Xandra me pasa inadvertida mientras la aparto para evitar hacerle daño.

Escucho su respuesta a mi sugerencia de permanecer juntos, juntos, pienso mientras la escucho. - No me alejaré, descuida, pero si no me ves en algún momento, avisa, te daré la mano para que no te pierdas. Continúo avanzando notando la humedad del lugar. Hasta que me asalta entonces una duda, su mano..., y trato de dar voz a mis pensamientos. Me detengo entonces bruscamente, sin avisar y girándome señalo la mano que se transformó, - ¿qué es eso?, pregunto sin andarme con rodeos.

Si Neithan hubiera estado solo, hubiera aplicado el atacar y luego preguntar. Pero no lo estaba, y para más INRI, su recurso especial había sido gastado. No habría fuegos especiales por su lado.  Y no sabía si Xandra les había visto y tal y tampoco quería llamar su atención (ya le habían caído broncas por ellos antes).  Con su cara habitual de poker (los occidentales le dirían que le habían metido un palo por el culo), se giro a la susodicha Eclipse y le hizo una "sugerencia":

-Estaría bien si le echas unas raices de esas... para inmovilizarla, porque muy normal, eso no me parece... luego, si acaso le preguntamos que hace aquí

Trabajo en equipo. Quien se lo iba a decir a él... tampoco  sabía muy bien que sabían hacer Rocío y Eclipse. La sorpresa sería, que si Neithan supiera, él era el más normal del trio calavera...

Nicte respondió afirmativamente a mi petición, mostrándose dispuesto a guiarme si era necesario, tan sólo tenía que avisarle si le perdía de vista.

- Gracias. – respondí escuetamente a su ofrecimiento, concentrada en no perderle de vista y en el camino bajo mis pies, que no vestían precisamente el calzado más adecuado para aquello.

El modelito es fabuloso, pero no pensaba adentrarme en unas catacumbas cuando lo elegí…

El fuerte olor a humedad me hizo arrugar la nariz, justo en el momento en que aquellos ojos brillantes se giraban hacia mí; Nicte se había detenido de forma imprevista. Frené en seco, estando a punto de chocarme contra él.

- ¿Qué pasa? – pregunté, llevándome una mano al pecho por el susto. - ¿E-esto? – respondí incrédula a su pregunta, señalando mi muñeca como él también hacía.

Buena pregunta… ¿Qué eres, pulserita?

- ¿Tanto importa? ¿No podemos dejarlo para luego? – pregunté extrañada, siendo algo que me parecía que podía esperar, pero decidí darle alguna explicación para poder continuar. – Bueno, digamos que yo no soy una “joven especial” como tú y los demás. El especial es el brazalete… Puede transformarse, cubrir mi cuerpo y algunas cosas más. Pero está unido a mí, asi que aquí estoy. – expliqué brevemente. – Espero no haberte decepcionado, je. – sonreí nerviosa, muy consciente de la diferencia entre el resto de los chicos con poderes y yo.

Mientras Neithan hace su propuesta estratégica, que Eclipse sabe difícil pues supondría adentrar la vegetación en el interior del edificio, Xandra y ese... esa sombra, desaparecen cruzando la puerta.

Observo su rostro, parece sorprendida por mi pregunta, pero no sabría decir exactamente si es sorpresa o recelo lo que muestra. - No, realmente no importa... digo dispuesto a volverme para continuar nuestro camino, pero antes de que pueda hacerlo comienza a hablar, que extraños estos humanos, dicen una cosa, y luego actuan de otra manera totalmente distinta, escucho con curiosidad su explicación, y me sorprende una de sus palabras, especial, demasiadas veces he escuchado ese termino entre los familiares de los habitantes del sanatorio, ¿ como yo, los demás...?, sigo sin saber muy bien que pensar de esa cosa, y me preocupa como habla de él, como algo ajeno, quizás hasta con voluntad propia. Siento el deseo de preguntarle mas acerca de la joya, pero ya habrá tiempo.

- No veo por qué habría de estar decepcionado. Y notando su nerviosismo, pero sin llegar a saber a que es debido, giro el torso sin llegar a moverme del sitio, escrutando con la mirada la galeria, buscando que ha causado su estado, y al no ver nada me vuelvo a mirarla algo confundido, para darle después la espalda y continuar. - Será mejor que sigamos. Mientras camino voy tratando de memorizar el sitio, pues creo que mientras dure nuestra estancia aquí, este será mi refugio.

La chica en llamas tenía en razón al decir que alguien podía interpretar las palabras de Oráculo, pero las predicciones solían ser tan extrañas que necesitaban de mucho intelecto y experiencia para acertar.  Yo, desde luego, no las entendía a la perfección y tampoco era algo por lo que sintiera un interés realmente importante.

Al llegar al lugar y, antes de decidirme a dar el paseo,  observé a una de las jóvenes nuevas junto a… ¿una sombra? ¡No me jodas! Las predicciones nunca son tan exactas. Recordé las palabras de Oráculo y me llevé una mano a los ojos para frotármelos y comprobar que estaba viendo bien.

El hombre me sugirió que lanzara mis raíces hacia la criatura oscura, La Sombra, y yo me quedé mirándolo, preguntándome si creía que la naturaleza iba a obedecer órdenes como esa.  Eso es bastante complicado…- y en ese momento ambos desaparecen. –E imposible, porque ahora ya no están.  En fin- negué con la cabeza. Estábamos en medio de una puñetera locura- Si lo del lobo iba por depredador y la sombra de la que hablan es esta… sólo nos queda esperar a la muerte- dije como si nada. Realmente la predicción de Oráculo me intrigaba y asustaba pero no podía dejar que nadie lo notara.  Puede que vosotros os llevéis mejor con los mandamases de aquí. Deberíais comentarle lo sucedido con Oráculo y esa sombra. Al menos no parecía peligrosa para la chica.  Desde luego también podían ir a cruzar la puerta para encontrarlos, pero ese era un problema en el que yo personalmente no quería meterme. Cuanto antes dieran una solución para que regresara a mi hogar, mejor.