Partida Rol por web

Victor Caro carga con el cuerpo del chico sin demasiado miramiento, echándoselo al hombro como si tal cosa. Te felicita por tu victoria, aunque su coletilla "no ha estado mal" te resulta algo incómoda, molesta. Aunque por su expresión no parece haberlo dicho con intención de menospreciarte precisamente. Te pide, eso sí, que le acompañes, y así lo haces tras recoger tu lanza.

Salís de ese bloque a los exteriores ajardinados, y por sus caminos alcanzais la entrada de la cafetería, desde donde entráis al bloque principal. Caro te guía, con Neithan al hombro, por varios pasillos auxiliares poco transitados, hasta llegar a una puerta doble de metal, que abre sin llamar.

Al entrar notas que hace frío. No tanto como para no poder soportarlo, pero más de lo acostumbrado. Un hombre con una larga bata blanca y guantes azules hasta los codos sale a recibidos, maldiciendo, pero no es su atuendo, ni sus gafas oscuras que ocultan sus ojos pese a no haber una luz excesiva lo que llama la atención de él. Lo es su piel pálida y azulada. El hombre, de una edad bastante mayor que Caro, reniega de la irresponsabilidad del profesor, a lo que éste responde divertido que los chicos deben probarse, depositando su cuerpo sobre una camilla.

Han pasado unos veinte minutos desde que Neithan perdiera la consciencia. Y la consciencia regresa a él, junto a una gran inquietud. ¿Donde está? Las luces, el equipo, el frío... Parece encontrarse en una especie de laboratorio, sobre una camilla similar a la de un hospital. Incomprensiblemente, no siente dolor alguno, aunque tiene una vía en su brazo derecho.

Ve tres rostros a su alrededor. Uno, cubierto por su permanente máscara amarilla, corresponde al profesor Caro. A su lado ve la melena rubia de Eclipse. Pero más cerca de él ve un rostro mayor, de piel azulada y gafas oscuras, que le observa concienzudamente.

El golpe que le propiné a la luchadora pelirroja no sirvió mas que para azuzarla. Al golpearla tuve tiempo de notar la dureza de sus músculos, aquí había algo que no encajaba. Sí, era más alta que yo y más corpulenta, pero su fuerza… no era normal, fuerza, agilidad, parecía tenerlo todo. Las proezas que había visto ejecutar en los últimos días a seres de un tipo y otro eran increíbles.

Pero todo puede superarse con entrenamiento, debo entrenar más y superar mis límites. ¿Aún sigo aquí, no? – reflexiono mientras comparo mi fuerza con la de la poderosa guerrera y me preparo para defenderme de su ataque.

Muy enfadada de nuevo, habla en voz alta mientras concentra su mirada durante un instante en el Maestro y tras ello se lanza como si fuera una manada de búfalos a la carga, solo se veían músculos y puños, esquivé los dos primeros, la sutileza no era el fuerte de la chica pero ella no cejó en su empeño, aceleró y golpeó duro, no pude esquivar uno que me dejó sin aliento, mucho más poderoso que el anterior que me había derribado, tras el primero descuidé mi guardia por el dolor y los siguientes impactaron de lleno, no… no podía hacer nada, caí al suelo como un trapo a varios metros.

Mientras volaba por los aires, aunque solo fue un suspiro, mi mente fue capaz de cuestionar por un segundo toda mi vida y existencia, todo el tiempo empleado en estudiar y entrenar, todo… absolutamente todo… superado por una simple guerrera que no parecía saber más que pelear sin detenimiento en enriquecer el alma ni purificarse. Pero no tengo tiempo para más, extenuado, con falta de aire y con la oscuridad cerniéndose sobre mis ojos atisbo al Maestro que se acerca y le veo con una aguja. Si hubiera tenido fuerzas hubiera gritado pero no recuerdo más.

(…)

Abro los ojos y me noto sentado en una camilla, miro mi brazo derecho con una vía, así que me llevo el izquierdo al pecho palpándolo, no noto nada roto ni dolor. Después soy consciente de que no estoy solo, dos rostros conocidos y uno que no. Yo… ¿Estoy bien? – pregunto en voz alta con cierta extrañeza, el como puede ser después de un golpe así no lo concibo, detengo mis ojos en el personaje de piel azul que intuyo es el que ha actuado, gra… gracias acierto a decir.

No puedo evitar sonrojarme al ver como el combate de prueba había acabado en humillación, una lección más sin duda, yo…, miro a Eclipse sin fijar mucho la vista, me llevo la mano izquierda a la cabeza y me rasco ligeramente, lo siento, había proferido muchas palabras que no debí y desde luego tendría que ser más humilde en lo sucesivo, mi mundo conocido no era ni de lejos el más fuerte ni importante, después desvío los ojos hacia el Maestro, no… no he sido muy buen contrincante. Debo entrenar más, o… no sé, no sé si algún día podre resistir algo así – no puedo evitar que me venza cierto desánimo al sentir mi pasión y modo de vida cuestionados por hechos irrefutables y palpables.

Eclipse conocía bien el alcance de su fuerza –o eso creía ella- y no llegó a pensar que esos golpes la alzarían con la victoria del combate. Quizá los humanos sean más débiles que nosotros después de todo- aquel pensamiento le había rondado la mente desde su llegada a la Tierra, pero parecía confirmarse ahora que había tenido su primer entrenamiento.  Cuando se dispuso a avanzar, pensando que su rival se levantaría, un movimiento tan rápido del hombre que era su profesor impidió su avance y la hizo gruñir ligeramente.  El hombre que la había detenido parecía ser lo suficientemente fuerte como para ser obedecido, al menos en ese instante. A fin de cuentas ya le he enseñado de qué soy capaz, aunque no alcancé mi límite.

-Como quieras- se encogió de hombros y resopló.

La figura de Neithan en el suelo no la preocupó en absoluto: en su hogar también habían caído muchas veces debido a la extenuación del combate, y esta vez no había sido diferente.  Recogió su lanza mientras caro cargaba con el joven y lo acompañó por los pasillos, preguntándose porqué tenía que hacerlo. ¿Qué esperaba? ¿Qué se disculpara o algo por haber sido más fuerte y rápida? ¿Qué lo cogiera de la mano mientras se recuperaba? Estupideces. No obstante, lo hizo porque esa había sido la experiencia más divertida desde su llegada.

El lugar al que llegaron no terminó de gustarle debido a que la mujer estaba acostumbrada a las temperaturas más cálidas y su atuendo no la ayudaba a resistir el frío, aunque tampoco la molestaba lo suficiente como para sentir que debiera cubrirse. Se vio enormemente sorprendida por la presencia de alguien con rasgos azulados, algo que jamás había presenciado hasta la fecha. Cuando terminó de echarle la bronca al profesor, la rubia habló.

-¿Tú eres de este mundo?- preguntó, extrañada. Probablemente pertenecería a una dimensión diferente a la que se encontraban.

Se sentó en una de las camas que vio con gesto aburrido, esperando a que el tiempo pasara, aunque esperar siempre le había sentado mal.  Cuando el chico abrió los ojos supuso que su estancia allí acabaría pronto. El chico se disculpó con ella y la mujer puso los ojos en blanco durante un instante: no le gustaba que los demás mostrasen debilidad porque al final ella siempre acababa ayudando al más débil.

-Bah, tonterías- respondió ella, poniéndose en pie y acercándose a la camilla. La gente de mi plano es más fuerte que la de este-sonrió con orgullo- y aún así me queda mucho por aprender, no te creas.  Podemos repetirlo cuando quieras, uno se forja a partir de los golpes que le dan, y ya luego empieza a poder darle los golpes a otros.  Así que no te pongas a llorar tan pronto- concluyó, con su especial tacto. 

Después de la felicitación del profesor, acompañada por su estúpida coletilla que perfectamente se podría haber guardado, Eclipse lo miró con dureza. ¿Otro que me menosprecia? ¿O está jugando conmigo? 

-La próxima vez, si quieres, me pones a alguien a mi altura para que veas de lo que soy capaz, incluso puedes ser tú. Me gustan los retos. 

Respondió, incapaz de callarse. ¿Cuándo se había guardado para ella si podía soltarlo sin más? Ese era su estilo. 

Me estiro ligeramente en la camilla mientras saco las piernas por un lado de la camilla incorporándome despacio.

La atractiva guerrera se dirige a mi y su tono no me gusta nada. Sé que antes no había sido del todo correcto con ella ni con mis compañeros, pero ahora parece hacer cierta mofa de mi pese a ella tener una fuerza sobrehumana. ¿Llorar? - para una vez que intento abrirme un poco, esto no se me da bien... claro le respondo sin más, mientras me incorporo encontrándome en perfecto estado.

¿Qué me habéis dado? Estoy perfecto- pregunto con cierta extrañeza.

 Llegamos al garaje, donde nos espera un tipo con el saber estar como en el culo. Ni que a mí me gustara esta mierda, y encima tiene puesto a Manolo Escobar. Madre mía, y yo que creía que la feria era el único sitio en el que tenía que aguantar esta música. 

 - Sí hija sí... - Confirmo, flipando yo también. 

 Nicte llama al tipo por su nombre. ¿Lo conoce, o piensa que ese es su nombre después de lo que ha dicho Xandra? Me tapo la boca para ocultar una ligera sonrisa ante la idea. Ese bicho no me gusta, pero si es así, ha tenido gracia. Igual es como Eclipse, que no pilla muy bien algunas cosas.

 - Como quieras. - No pongo pegas, prefiero que no esté al lado mía. Tampoco le ayudo con el maletero, no por ser él, si no por que no quiero tocar el coche de este tipo tan amable sin su permiso.

El hombre de piel azulada no muestra expresión al despertar el alumno nuevo, completamente restablecido. Como si eso fuera lo más normal e incluso rutinario del mundo, se dedica a reorganizar su equipo en su lugar de forma metódica, y solamente cuando Neithan pregunta qué se le ha suministrado se dirige al chico con gesto serio.

¿Quieres la fórmula completa, o un resumen para profanos? -Pregunta sin acritud alguna, al menos voluntaria- Es un fármaco destilado a partir de las propiedades sanguíneas de un donante... anónimo, un colaborador nuestro. Trabajamos en la composición de la fórmula mediante la cual elaborarlo sintéticamente, de momento sin resultados, de modo que contamos con una producción muy reducida y basada en las muestras que nos facilita. Así que cada vez que un alumno se pone en peligro inútilmente, también perdemos muestras de estudio inútilmente. -Afirma con gesto regio- Soy el doctor Morell, por cierto, vuestro profesor de tecnología. -Informa a ambos jóvenes- Y sí, jovencita, soy de este mundo. Una reacción inesperada durante un experimento me dejó algunas secuelas, entre las que se encuentra mi... peculiar aspecto.

El maestro de defensa personal reacciona con una lacónica sonrisa a la provocación de Eclipse. Parece estar por encima de tales cosas, aunque las encuentra divertidas, si bien el despertar de Neithan hace que probablemente deje en el tintero una respuesta ocurrente. Deja hablar al doctor, ignorando la indirecta que a buen seguro va más para él que para el alumno, y se cruza de brazos.

Esta era una lección que necesitabas, muchacho. -Afirma con cierta condescendencia- Una de muchas. La derrota es inevitable. -Sentencia, de un modo sumamente catastrofista en un principio- Por mucho que entrenes, por mucho que te esfuerces, siempre habrá alguien más fuerte que tú. Entonces ¿por qué entrenamos? ¿Cual es el fin de nuestros sistemas y duros entrenamientos? -El maestro cruza una mirada con el doctor, quien niega con la cabeza, sumamente poco interesado en lo que trata de decir Caro. Morell suspira y se gira para continuar con su labor de recoger el material, dejando que Víctor continúe su exposición- Si entrenas con el objetivo de ser el mejor luchador del mundo... déjalo ahora. Buscas una quimera. -El maestro sonríe, mirando también a la joven terrana- Los jóvenes valoráis cada combate en función del resultado. Si he ganado, lo he hecho bien. Si he perdido, no ha valido de nada. ¡Error! -Exclama, alzando una mano con el índice alzado- Ahora sólo puedes pensar en los golpes que has recibido, las ramas no te permiten ver la grandeza del bosque. No logras ver los golpes que has evitado, aquellos que podrían haberte tumbado mucho antes pero que has esquivado. Dime una cosa, ¿crees que habrías durado tanto sin el duro entrenamiento al que te has visto sometido? Entonces... el entrenamiento no te ha hecho el mejor luchador del mundo, pero sí te ha hecho mejor luchador de lo que serías sin él, ¿no es así? Te hace el mejor luchador que eres capaz de ser...

Joder, ahora lo entiendo todo... -Murmura el chófer, mirando a Nicte cuando éste pregunta acerca de la ropa ofrecida por Gema- Ehm, sí, sí, en el asiento de atrás. -Señala con el pulgar a su espalda, hacia la parte trasera del coche, donde sobre el asiento descansa una gabardina mal doblada, un sombrero y unas gafas de sol polarizadas con pinta de caras- Y, esto... me llamo David, no Manolo. -Aclara torciendo el gesto con extrañeza, intentando comprender de qué va todo eso. De qué va ese tipo tan negro, qué es, qué puede esperar de él.

Finalmente, decide centrarse en las chicas, que parecen más normales. Bueno, parecen normales, no como esa cosa. Y una de ellas parece llevar la voz cantante, de modo que mira a Xandra quitándose el gorro un momento y rascándose el cuero cabelludo del flequillo.

¿Cometido? No se nada de ningún cometido vuestro, niña. -Afirma volviendo a ponerse el gorro- Se que tengo que hacer de niñera, bueno, de chófer para vosotros tres. Os tengo que llevar a Madrid, a la maldita capital, tal como está el puto tráfico, a la dirección que me digáis. Pero bueno, el "buga" tiene GPS y el aparcamiento lo paga la Fundación, así que me da igual. El encargo me quita de otros trabajos que me agradan menos, así que mientras estemos de vuelta antes de las diez para ver el partido, yo contento. -Se encoge de hombros- Así que decidme, chicas... -Comenta tratando de ignorar la presencia de Nicte, que evidentemente le pone nervioso- ¿A dónde vamos? Y ya de paso... -Se inclina acercándose a Xandra y Rocío, mirando a Nicte de reojo- ¿...qué le pasa a ese? ¿Es peligroso? -Susurra, con la esperanza de que el tulpa no le oiga.

Me muevo hacia el lateral del coche y tras manipular la puerta durante unos segundos consigo abrirla, agarro la gabardina y me la pongo moviendo un poco los hombros hasta asentarla definitivamente, cubro mi cabeza y me pongo las gafas, unos guantes no me habrían venido mal, buscaremos algunos - si, esto servirá... guantes, ¿podríamos conseguir algunos de camino?

Miro de nuevo al hombre algo extrañado, sin llegar a comprender porque Xandra se refirió a él como a Manolo - Nic-te. Digo vocalizando bien, mientras siento el hambre agitarse dentro de mi pecho al sentir su inquietud, en otras circunstancias convertiría su inquietud en miedo, pero dije que no haría tal cosa, no de momento.

Alejémonos de este lugar cuanto antes, quiero poner distancia entre el maldito brujo y yo, no quiero que vuelva a hacerme nada. Camino de nuevo hacia el maletero - viajaré aquí.

Abro el maletero y me acomodo disfrutando de antemano al pensar en la oscuridad que va a cubrirme de nuevo. - Imagino que os escucharé sin problemas. Digo agarrando la puerta y cerrándola para quedar sumido en las tinieblas.

El médico se presenta a sí mismo como el profesor de tecnología, el Doctor Morell. Escucho una leve reprimenda cuando explica en qué consiste el fármaco que me han administrado, al oír que es una sustancia extraída de la sangre de alguien no puedo evitar llevarme la mano a la vía que tengo puesta y mirarla. Pero bueno, supongo que es como una especie de transfusión… solo que mejorada. Asiento ligeramente con la cabeza, intentaré que no sea necesario volvérmela a administrármela señor, aunque eso no quiere decir que evite futuros combates.

Posteriormente interviene el Maestro Caro quien no parece congeniar demasiado con el médico, primero me lanza un pequeño dardo, supongo que es merecido por alardear e inmediatamente intenta animarme recordándome por qué entrenamos y luchamos. Mis antiguos maestros se avergonzarían de mi si hubieran visto como me había venido abajo tras la derrota, aunque desde luego ellos no sé si sabían que existía algo con tanta fuerza como la voluptuosa guerrera pelirroja capaz de darme tan severo correctivo.

Sacudo un poco la cabeza como desterrando esos pensamientos, esbozo una ligera sonrisa, me paso la mano por el pelo estirándolo ligeramente para colocarlo bien, y después hago una leve reverencia tiene razón Maestro, yo…me he dejado llevar por el desánimo, debo perfeccionarme y seguir. Estoy dispuesto.

Me quedé estupefacta al escuchar a Nicte llamar Manolo a aquel hombre. Por un momento no había caído en que el tulpa no era una persona como los demás, y me dio la impresión de que se estaba quedando con él; pero no, tal y como sucedía con muchas otras cosas, aquello se le escapaba. Sin embargo, no tardó en volver a sorprenderme pero en el sentido contrario, conociendo el funcionamiento del coche y solicitando ir en el maletero.

- ¿En el maletero? ¿Estás seguro? – pregunté antes de apretar mis labios.

No me gustaba aquella idea, era otro de nosotros, igual a Rocío y a mí; no tenía que ir en el maletero, aunque comprendía las razones que le habrían llevado a decidir aquello.

- Tienes la ropa y las luna están tintadas, preferiría que fueras con nosotras, pero como quieras. – le hice saber, dejando que él mismo decidiera, cuando el designado como nuestro chófer confirmó que contábamos con lo solicitado.

Cuando el tipo me miró, quitándose el gorro y rascándose el pelo antes de responder a mi pregunta, le tendí la mano de inmediato.

- Disculpa, no me he presentado. Soy Xandra. – dije estrechándole la mano, antes de presentar a mis compañeros, señalándoles respectivamente. – Esta es Rocío y ese Nicte.

Dejé que David continuara explicándose, dejando claro que no sabía cuál era nuestra misión, si bien le habían dicho hacia dónde debía llevarnos. No parecía demasiado contento con su trabajo habitual, e incluso ante este encargo que decía era mejor no se mostraba del todo conforme, pero preferí obviar eso por el momento.

De vuelta antes de las diez… Ojalá.

Entonces nos preguntó por nuestro destino, aunque tras ello en seguida lo hizo sobre Nicte, cosa que ya tardaba demasiado en suceder.

- No lo es, al menos en principio. – dije seria y en voz baja, con sinceridad – El director no le habría dejado venir con nosotras si le creyera peligroso, así que no hay nada que temer. – añadí con más convencimiento del que realmente sentía ante aquella idea, no es que Juan García fuera precisamente la persona número uno en mi “Top 10” de gente de confianza. – Debemos ir a la embajada japonesa. Cuanto antes lleguemos mejor, pero nada de correr, eso podría terminar atrasándonos aún más. – le advertí, no sabiendo qué esperar de un tipo vestido de aquel modo.

A Eclipse le aburrían las explicaciones largas: era una mujer a la que le gustaban las cosas cuanto más directas, mejor. Acertó a quedarse con el nombre por curiosidad, y asintió cuando lo dijo, aunque no esperaba tener que acabar en ese lugar nunca.

-Ah…experimentos- asintió.  Debía haberla cagado con algo muy grande para quedarse de esa forma, pero no fue lo suficientemente maleducada como para verbalizar lo que se le venía a la cabeza.

Asintió a las palabras del otro profesor, el cachas, porque se expresaba bastante mejor que ella a la hora de intentar hacerle entender al derrotado lo que ella pensaba. Lo cierto es que ella entrenaba por mejorar, claro, pero también porque la adrenalina que le producían los combates y el ejercicio eran difícilmente comparables a cualquier otra cosa placentera que hiciera.  Avanzar, eso es lo que nos queda. Siempre seguir avanzando.

Eclipse veía que ya no podía hacer nada allí. Los lugares cerrados siempre le habían transmitido malas sensaciones y ya llevaba demasiado tiempo para su gusto sin hacer nada. Carraspeó un poco antes de comenzar a moverse por la habitación.

-Ahora que veo que estás bien, me marcho. No me gusta este lugar- se rascó la nariz y miró al otro profesor- No es nada personal, ¿eh? No es de mi estilo, sencillamente. Creo que va siendo hora de que siga deambulando por este… sitio- no sabía bien cómo definirlo en base a las experiencias que había extraído del mismo. 

 El exmanolo se presenta en realidad como David, aunque creo que con su aire garrulo le pegaba más Manolo. Por nuestra parte, es Xandra la que se encarga de dar las presentaciones.

 Por lo visto el tío cumple con este trabajo por que dentro de lo malo, es lo menos malo. Le hace ascos a todo, ¿Pero no se da cuenta del asco que da él? Es un troglodita, pero en fin, con que a mí me deje en paz lo dejaré estar, y mejor me siento detrás para no tener que verle el careto. Además Nicte irá detrás en el maletero. Es raro, es decir, una cosa rara más en él, pero también lo prefiero. Xandra es la única que no me molesta ni incomoda cerca.

 Tras explicar a David que Nicte no es peligroso, Xandra indica la dirección a tomar a nuestro chófer. A mí no me apetece mucho hablar, rodeada de extraños raros y todavía casi sin entender cómo he acabado aquí aun con el coche aún parado, así que sólo espero al momento de subir en el coche y salir de aquí. 

Enarco las cejas al escuchar la pregunta de Xandra, para valorar seguidamente qué puede ocurrir, en el maletero, viajaré "solo", a pesar de que podría decirse que me caen bien las dos jóvenes, aún no termino de acostumbrarme a la compañía, pero por otra parte, si algo sucede... delante podré reaccionar antes, quizás hasta anticiparme.

Apenas me he encerrado en el maletero, el lugar se me antoja demasiado angosto, y el recuerdo de la sala del brujo, me hace revolverme inquieto, maldito hechicero, ¿qué me has hecho?

Golpeo el maletero desde dentro, - viajaré delante, dejadme salir.

David parece quedarse algo más tranquilo al ver que Xandra afirma directamente que Nicte no es peligroso. Sin embargo, frunce el ceño ligeramente, apretando los labios, al ver cual es la explicación que le da la chica. No parece especialmente convencido de ello. ¿Cual será el motivo? Es difícil saberlo, ya que se limita a encogerse de hombros y volverse para inclinarse en el interior del habitáculo del conductor, no sin dificultad, dando marcha atrás al poco tiempo. En sus manos lleva un par de guantes, que cede a Nicte, y un pequeño monitor, que enciende apareciendo un mapa. Se trata de un navegador GPS, en el que espera notar la dirección que le indiquen. Sin embargo, al ver que la chica le indica la embajada japonesa, el hombre enarca una ceja, sorprendido.

Ah, ¿vais a ver a Akano? -Pregunta directamente, como si tuvierais que saber a quién se refiere, con una clara naturalidad. De hecho, apaga el navegador y lo arroja dentro del coche- Ese camino ya me lo se, y no muy lejos hay un bar con unas hamburguesas que te cag... Ehm... Que están buenísimas. -Se corta de soltar su lengua, al parecer adoctrinado acerca del lenguaje a emplear delante de los jóvenes- Os puedo esperar allí hasta que terminéis.

El maestro de defensa personal sonríe, orgulloso por la respuesta de Neithan. Sin embargo, su sonrisa se vuelve más divertida cuando desvía su mirada hacia el profesor Morell, quien parece haber dejado momentáneamente de encargarse de sus cosas para mirarle lanzando un pequeño bufido, como si menospreciara las palabras y la filosofía de vida del artista marcial.

¿Y ese es todo tu objetivo, Eclipse? -Pregunta antes incluso de mirar a la terrana, cruzando los brazos sobre su pecho- ¿Deambular por ahí sin ningún destino, confiando en que la fortuna pondrá en tu camino algo interesante que hacer? No lo estoy criticando, que conste, sólo quiero entender qué esperar de vosotros dos. -Rió ligeramente, casi en silencio- Algunos alumnos están marchándose ahora mismo a una misión a la ciudad, algo personal... pero que podría ser interesante y ponerles a prueba. Vosotros dos habéis rechazado acompañarles, y no se por qué. Es algo que me interesa saber, si no tenéis inconveniente. -Indica el maestro, alzando una mano en dirección al doctor, quien también se despide someramente con un asentimiento- A menos que estéis muy ocupados para charlar, puedo deambular con vosotros por ahí...

Como es normal en mi, permanezco en un segundo plano. Cruzo los brazos uno encima de otro aún sorprendido por encontrarme en tan buen estado. Escucho atento al debate entre la guerrera pelirroja y el Maestro de artes marciales, en verdad, la voluptuosa luchadora no parece que le interese mucho nada de lo que sucede alrededor suyo, solo parecía centrada en el combate, todo lo demás no llama su atención. En cierta manera, se me asemeja.

Después el experto luchador se dirige a nosotros, nos cuestiona por nuestra decisiones anteriores. Acompaña a Eclipse en su caminata. Yo me quedo en primer lugar quieto y me rasco la cabeza con extrañeza, ¿Y ahora qué hago? – me pregunto a mi mismo.

Fijo la cabeza en el doctor que está ya enfrascado en sus asuntos y me doy cuenta que ahí estoy de más, ha… hasta luego – dirijo una breve despedida al doctor y apremio el paso para alcanzar al profesor y la alumna dando unos pasos largos.

Al llegar veo que están en silencio así que mascullo, yo… ¿Rechazado?, extiendo los brazos hacia los lados, doblando el codo y con las palmas hacia arriba mientras encojo los hombros y niego con la cabeza. A continuación comento en voz alta creo que no nos hemos entendido muy bien con ellas. No nos querían allí. Estábamos siguiendo una pista y…, me interrumpo ligeramente para mirar a la pelirroja mientras sacudo la cabeza, querían a Rocío, pero ni a mi ni a ella, señalo con el brazo ligeramente sin apuntar, han tratado todo de manera muy misteriosa como si fueran muy importantes y nosotros insignificantes, no nos han explicado nada y una simple pregunta, lógica a mi entender dada la extraña situación, la han interpretado como un ataque, suspiro exhalando más aire de la cuenta con gesto de resignación, quizá yo no sea el más indicado para trabajar en equipo, nunca lo había hecho hasta ahora, pero estábamos intentando ayudar y al no entender nada se han puesto a la defensiva hasta que nos han echado, no asumiré toda la culpa.

Eclipse arrugó el entrecejo cuando el profesor se dirigió a ella. ¿Ese es todo tu objetivo? No, su objetivo quedaba lejos de eso, pero ninguno de los ineptos de ese lugar entendía que ella no pertenecía ni a ese sitio, ni a esa cultura ni a nada relacionado con ellos.  Era muy sencillo achacarle que no quisiera hacer nada, o que nada le interesara, pero la realidad era muy distinta para la terrana.

Estaba buscando una forma de expresarse cuando el chico resumió lo que había pasado con el grupo que salía de misión a hacer el imbécil.

-Tiene razón Neithan. Yo no los conozco de nada, y no me importan una mierda, pero nos hablaron como si se creyeran los reyes del mundo y como si tuviéramos que entregarles nuestras vidas para que tuvieran nuestra confianza. Confianza, tsk- gruñó por lo bajo- la chica que dijo que no confiaba en nosotros huyó como una cobarde cuando las cosas se pusieron difíciles, no sé qué demonios espera hacer ahora yendo a otro sitio. Y de todos modos, yo me he quedado aquí para estar cerca de Oráculo, que parece que a todo el mundo le da igual la chica de las visiones cuando es más útil que el ser de sombra y los demás juntos. A mí también me gusta pasármelo bien, ¿sabes? Vivir aventuras y toda esa mierda. Pero hoy no es un buen día, y este no es el mejor lugar del mundo. 

La rubia también se cruzó de brazos. Era fácil que se molestara con cualquier cosa, pero por suerte sus cabreos se iban igual de rápido que venían. Quizá era demasiado temperamental para este lugar.

-De mí no deberías esperar nada porque en algún momento me marcharé, y espero que sea más temprano que tarde. Este no es mi sitio, y en mi hogar ya hay suficientes problemas como para que encima mi padre tenga que andar buscándome. Ese tema le preocupaba más de lo que quería reconocer. Si habían ido a por ella, estaba segura de que en algún momento también atacarían a su familia. Y deambula conmigo, o con nosotros, si te da la gana. Al menos eres más entretenido y das más conversación que la soledad. De hecho, diría que eres alguien divertido de no ser porque te pasas todo el tiempo con ese modo intrigante y burlón en marcha.  Y ahora decidme una cosa, ¿por qué os pasáis todo el dia pegados a esos cacharros que no dejan de hacer sonidos y que me resultan tan molestos?- comentó, refiriéndose a la tecnología en general. Desde luego no le agradaba lo que no comprendía.