Partida Rol por web

Van Helsing se acercó al negro ataúd y se puso a un lado. Zhiara y Roy no estaban con el grupo, se habían quedado cerca del cuarto en el que se veían los fogonazos verdes con la intención de deshacer el hechizo que muy seguramente protegía a los cuartos del Conde.

Mientras tanto, el doctor intentó abrir el ataúd. Estaba bien cerrado y su tapa era pesada, así que pidió la asistencia del resto del grupo en su tarea.

-Dadme una mano, por favor. Ésto es muy pesado, y estad alertas... los vampiros antiguos pueden actuar bajo las sombras, aunque sea pleno día. No tienen ni la mitad de fuerza que a la noche, pero eso no quiere decir que no estén listos para lastimarnos.

Me acerco hasta el viejo doctor Van Helsing, y me coloco a su lado mientras le comento:

-Doc, prepare su estaca, que yo ya tengo la mía preparada. Levantar esta tapa es una cosa mas bien de hombres. Los demás preparaos también. Esto es pan comido.

Gracias a la testosterona acumulada y a la fuerza de la cual me enorgullezco, espero a que el resto se coloque, y levanto la tapa sin ningún esfuerzo.

Habia logrado conseguir una puerta secreta en aquel castillo. Sinceramente me asombraba la tecnología que manejaban y la capacidad para ocultar tan interesantes mecanismos. Al entrar encontramos un ataud cerrado.

Sin palabras me encontraba mientras los otros hablaban. Era extraño todo esto; lo interesante ahora era abrir el ataud. Miré a los presentes y noté como Helsing y Raymond se pusieron manos a la obra, siendo el soldado quien abrió la tapa con extrma facilidad, tanta que no valía la pena meter las manos. Me acerqué al ataud mientras lo iban abriendo...

- Esto no me gusta - Pienso - No sabemos si los supuestos hechizos de proteccion que guardaban el lugar han sido desactivados. Tal vez toda nuestra estrategia de infiltracion haya sido ya descubierta. Y sin embargo, aqui estamos todos encerrado en una angosta habitacion profanando un sarcofago que no sabemos que contiene... -

Mis temores me impulsan a acercarme hacia la puerta oculta por la que accedimos a la sala y echar un vistazo al pasillo por el que vinimos mientras Raymon abre el ataud.

- ¿Creeis que nos han descubierto ya?- pregunto mientras Raymond profana el sarcófago. Mis temores aumentan y no pienso esconderlo. Cada segundo en la casa es un segundo más de peligro que no sabemos como puede acabar.

Raymond descorre la tapa junto a Van Helsing, Alejandro y Darma se quedan mirando y Susanna echa una ojeada al cuarto anterior, por si cualquier peligro se avecina.

Fuera no parece que nada pase, pero en esta habitación se presenta, dentro del sarcófago una joven  de cabello oscuro que se ha alimentado hace poco. Así lo deja ver el rastro de sangre que gotea de sus rojos labios.

Es hermosa y duerme pacíficamente. Lleva un collar alrededor del cuello en el que un relicario se muestra.

Van Helsing hace señas de que estén atentos y prepara su estaca. Mira a Raymond que ya tiene la suya lista, invitándole a dar el primer golpe.

Con cierto nerviosismo, doy un beso a mi estaca, y le paso la lengua por la punta. La coloco en el lugar que mas preciso me parecía, justo donde apuntaba a los traidores que fusilábamos en la guerra, y cruzo una mirada con el doctor, mientras le digo con un susurro:

-Arrancarle los colmillos, y meterme dentro del ataúd media horita con ella, no es muy buena idea, ¿verdad?

Con la estaca ya lubricada, empiezo a clavar la estaca, notando en cierto momento como rozo una de las costillas, y haciendo aún mas fuerza para poder clavársela hasta el fondo, y llegar hasta la madera tras su espalda, mientras con una sonrisa macabra le digo a las chicas:

-Por fin la he clavado, ya no me podía aguantar mas. Geroge, fastidiate, ahora serán todas mías.

Al notar que llego hasta el fondo, y la madera me frena, me lanzo un poco hacia atrás, recordando que podría prenderse en llamas tal y como hizo la otra perra del infierno.

Espero a que comience la barbacoa.

Lo acepto, me había quedado callado demasiado tiempo. Estaba ido observando aquel enorme castillo, las trampas, el arte, el sarcófago. Cuando lo destaparon vi a una mujer de la que me habría enamorado en cualquier otra situación. Era hermosa, eternamente dormida ahí

- Quien va a...

No había terminado de preguntar cuando Raymond se fue encima con aquella estaca, buscando su corazón. Por un momento el pulso me tembló, cosa que no había pasado con la mujer mayor que había terminado de morir hace unas noches. Esto era demasiado, incluso para mí...

No quiero mirar. No puedo hacerlo. No puedo permitir que mis ojos contemplen una vez mas la destruccion de suma belleza como la que yace tendida, indefensa, en el ataud.

Aparto la mirada y observo el vacio de la habitacion contigua mientras Raymond asesta el golpe de gracia a la bella criatura que descansa confiada entre las aterciopeladas laminas del que ahora se convertira su ataud de por vida...

Veo a la mujer y me quedo inmóvil. ¿Es esto en lo que nos quiere convertir el conde? pienso de repente mientras un escalofrío recorre mi cuerpo. En mi interior crece la sensación de que algo no va a salir bien y se me ve inquieta. Solo quiero que todo acabe y podamos salir del lugar.

El estacazo de Raymond perfora el corazón de la vampiresa. Un chorro de sangre enorme sale de allí, empapando a todo el grupo. Es como si la sangre de cinco personas se encontrase dentro de la chica. No solo eso, sino que la joven, en un último intento por aferrarse a la "vida" estira sus brazos y coge el cuello del doctor Knightley. En un abrazo fervoroso, la joven lo trae hasta ella y antes de que cualquiera de los presentes pueda evitarlo, separa la cabeza de su cuerpo...

Así muere la morena, con la cabeza chorreante del doctor entre sus manos y sus ojos abiertos, mirando al techo. Luego su cuerpo se convierte en polvo y... en el ataúd... solo queda la cabeza del pobre muchacho.

De más está decir que el resto de su cuerpo ha caído de costado, a un lado del féretro y la sangre ha cubierto todo el suelo.

Van Helsing retrocede asqueado, ni él mismo podía preveer la furia de la consorte de Drácula antes de que su último aliento se agotara.

Sin poder evitarlo un grito sale de mi boca cuando la mujer separa la cabeza de George de su cuerpo. Esto es más de lo que nunca podría haberme imaginado. El terror inunda mi cuerpo y no sé reaccionar, me paraliza. No quiero seguir mirando pero no puedo apartar los ojos de lo que estoy viendo.

Veo la gran fuente de sangre que nos chorrea por encima. Acostumbrado a ver este líquido, pero no en tanta abundancia, no me llega a sorprender mucho, simplemente la capacidad que tenía esa chica.

Cuando veo que decapita a George, sin que podamos remediarlo, simplemente digo:

-A perro goloso, palazo en la boca. ¿cómo se le ocurre besar a la chica en este momento?

Me giro todo bermellón hacia mis compañeros, y veo como Darma y Susy están bañadas en sangre, y les sugiero mientras guiño un ojo:

-Oye, ¿sabéis que os queda muy bien el rojo, a ver si un día me hacéis una visita nocturna con algo de ropa de ese color.

Rápidamente, agarro otra estaca, y miro a Van mientras le digo:

-¿la siguiente?

El resto del grupo permaneció callado. La estaca quedó en el fondo del ataúd hasta que Raymond la tomó y se la guardó nuevamente. Salieron del cuarto, aún era temprano. Susanna pensaba en la fragilidad de la belleza que había visto, Darma lamentó el destino del pobre doctor y el músico simplemente no estaba de ánimos para un pensamiento.

-Tenemos que seguir investigando el castillo-, dijo el doctor y no tardaron en hallar otra habitación. Era una enorme biblioteca llena de libros. En el medio del cuarto, tapizado de preciosas alfombras, había un globo terráqueo, mostrando distintos lugares del mundo.

Las ventanas, enormes, hacían ver que todavía quedaba luz del día.

Roy y Zhiara seguían fuera, deshaciendo el hechizo.

- Este sitio me pone los pelos de punta - dije con la voz aún temblorosa.- Supongo que nuestro plan sigue a delante, pero, ¿correremos todos la suerte de nuestro buen amigo George?

No hablaba para nadie. Simplemente pensaba en alto. Debíamos acabar aquella tarea pronto y salir del castillo cuanto antes, estaba claro que nuestras vidas corrían peligro, y la muerte de George era una verdadera prueba de ello.

Llego a la nueva sala, con el molesto olor que desprendía la sangre, el cual me recordaba al olor del metal, cuando mis ojos maravillados, ven la gran bola delmondo en medio de la biblioteca.

-Genial.

Sonrío, y rápidamente me acerco al globo terráqueo para manipularlo.

-Normalmente estas esferas son pequeños mueblebares, a ver si encontramos algo y para celebrarlo nos lo bebemos.

Con la mente nublada por el horror presenciado tras el empalamiento de la joven, continuamos nuestro escrutinio por las inhospitas salas de este maldito lugar.

No medio palabra. No puedo. Un nudo en el estomago procedente del grito ahogado de infinito terror que siento, me impide decir nada.

Entramos en lo que parece la biblioteca. El computo de libros reunidos me devuelven a la realidad. Busco con la mirada algo interesante, algo que destaque por encima del resto de paginas de ficcion e historia del lugar... por ejemplo, el escritorio del fondo...