Partida Rol por web

Los aventureros llegan a ciudad Pesquera y preguntan n el puerto por Salome.
Un hombre de unos 50 años OS mira desconfiado cuando se le pregunta

Que asuntos OS traen con el ? os pregunta y OS mira algo desconfiado mientras espera respuesta sigue haciendo tras cosa para no atrasar la faena.

Vaya, parece que en este lugar no son demasiado simpáticos.

Nada importante, un asunto de negocios. - No podía dejar que a las primeras de cambio no nos tomaran en serio. En estos lugares no hay que dejarse intimidar por nadie. Si ven debilidad, estás muerto. Hay que tener decisión y actuar con descaro.

¿Podrías indicarnos dónde podemos encontrarlo?
 

El puerto estaba lleno de vida la gente entraba y salia en busca de pescas jugosas y En busca de objetos que en antaño el mar había reclamado para si.
Mi compañero se aproximó a uno de tantos de esos marineros y buscadores que se podía ver en aquel lugar.

El hombre parecía algo reticente a responder.
Yo me quede al lado de threkor, esperando la reacción de aquel hombre.

Miro con el entrecejo al forastero y a la dama luego les indico.
pues veo que tiene el barco amarrado, así que debe estar en la ciudad, tiene un puesto en el mercado en la zona de los prestidigitadores

Gracias por la información - digo al hombre. En estos sitios valía más dejar a un lado las malas actitudes y tratar de no parecer desagradable. Una cosa era mostrar seguridad al hablar para que la gente te tomara en serio y otra muy diferente hacerse el prepotente. De esta manera, nadie te contestaría a nada.

En el mercado, vamos - me dirijo a mis compañeros. Vigilad las bolsas. Los mercados son lugar de carteristas y pequeños cortadores de bolsas.

Con la información en la mano, buscando un puesto cerca de los prestidigitadores. No creía que fuera difícil de encontrar la zona. Ya preguntaríamos por Salomé una vez allí. No hacía falta tentar a la suerte siendo demasiado curiosos con el pescador del puerto.

Se agradeció la información de aquel hombre.
Mientras Caminábamos Threr tenia razón y no había caído en ello.
Teníamos que tener cuidado con las bolsas y pertenencias.

El mercado a esa hora de la tarde no tenia mucho movimiento y algunos puestos estaban cerrados.
Se podía caminar medio bien.
Había olor a especias, carnes, y de los caminantas

Cojo a uno de los lugareños - ¿La zona de los prestigitadores?

Me señala a uno de los rincones del mercado. No hay mucha gente, así que avanzo más o menos deprisa, pero sin parecer ansioso. Uno de los mercaderes veo que está recogiendo el puesto para irse. Me acerco a él. Saludos, busco a Salomé

La zona estaba despejada.
Seguramente por la mañana habría mas multitud
Mi compañero preguntaba a unos y yo a o otros, haber si teníamos la suerte de encontrar al hombre en su puesto

Preguntando llegaron hasta el puesto de Salome.

Pero estaba cerrado, era tarde ya, uno de los acróbatas se acerco a los aventureros y les indico que suele comer en la taberna llamada "Pescadictos" a tres calles más arriba.

Habíamos llegado tarde. Salomé ya había cerrado y según uno de los malabaristas, estaba cenando. Aquello parecía más un juego que una búsqueda. Ahora aquí, ahora allá. Le hice una indicación a los demás para que me siguieran y encaminé la calle en dirección a la taberna.

La calle empezaba a estar vacía y la animación nocturna empezaba a aparecer por ella. Algún marinero ya borracho salía de alguna casa después seguramente de haber estado entre las sábanas de alguna mujer sin marido.

Un letrero en la puerta de una de las casas, con un banco de peces dibujado en ella, me hizo intuir que esa era la taberna que estaba buscando. Giré el pomo de la puerta y entré.

Era tarde el estomago me pedía algo de comer, y al escuchar que nuestro hombre podría estar en una taberna comiendo reuni fuerzas para continuar, era normal pensé pues si ha de salir temprano con el barco y al llegar al puerta luego ha de abrir el negocio, ese hombre tendría que llevar una vida dura y solitaria, tal vez su dura vida nos llevara el a nosotros a someternos a una dura prueba antes de darnos lo que queríamos.

Conforme las horas pasan y el día termina va cambiando el tipo de personas que nos vamos encontrando por la calle.

Por fin llegamos ante la taberna y mi compañero es el primero en entrar, mi estomago se abre al olor de comida y el cansancio parece darme una pausa.

La taberna llevaba a una escaleras de madera hacía abajo, sonaba una extraña música que tocaban unos hombres en un rincón con guitarras, panderetas y una especie de bolsas de piel de estomago de animal llamadas gaitas, unos hombres con pinta de la zona miraban atentos a los músicos mientras una joven camarera llevaba presta las bebidas a la mesa, el rostro de cansancio de la joven la hacía parecer más mayor de lo que era.

El lugar estaba cargado de humo y no muy bien iluminado, un rico comerciante nada que ver con lo que se ve en el mercado estaba discutiendo de política con un oficial de bajo rango, mientras dos borrachos más se añadían al debate con intención de sacar alguno de los dos unas copas de más gratis.

La camarera estaba llevando a una mesa de forasteros la bebida, estos comian y escuchaban sin meterse demasiado en los asuntos de los nativos.

En la barra había un hombre mirando el espectaculo de música y otro solitario tomando algo y hablando con el tabernero, este mientras le respondía limpiaba unas jarras de bebida, parecía tratarlo como un cliente habitual.

Apoyado entre la escalera y la barra y entre un punto de sombra con poca luz había un individuo que podría ser un medio elfo, tranquilo, silencioso observando todo, no estaba tomando nada solo parecía escuchar la música y las conversaciones de los presentes en la sala.

La costumbre del lugar es ofrecer a los forasteros una mesa, recitar la carta del lugar y comentar los alojamientos que quedan libres y el estado de estos.

El lugar tenía la pinta tradicional de lo que era una taberna portuaria. Nada especial en la clientela. El único que parecía desentonar en todo el espectáculo era un semielfo que estaba apoyado en un lado de la barra.

Intenté coger a la camarera para pedirle información, pero ya tenía suficiente con sacarse de encima las manos sudorosas y nudosas de marineros borrachos, no tan borrachos y los que se hacían los borrachos para poder tocar algo de carne joven sin que les partieran la cara.

Me acerqué con decisión a la barra, vigilando a Oranda, la cual se le notaba que no estaba en su ambiente y parecía algo cohibida. Una cerveza tabernero. - pedí - Estoy buscando a un comerciante llamado Salomé. ¿Sabes quién es?

Threkor se acerco a la barra para pedir una cerveza y conseguir información yo no perdí ocasión para pedir pastel de carne o algo parecido que  hiciera recuperar mis fuerzas hacía horas desde el desayuno que no habíamos tomado nada, tambien quise algún vino o zumo de fruta, o similar. 

saqué unas monedas para pagar lo mio y lo de Threkor, no quería dar mala impresión.

Me quede mirando al forastero claro que conocía aquel tipo era un cliente habitual de la taberna, luego apareció la chica tenía mala cara.

Le dí en la misma barra un estofado con un chusco de pan y un vino blanco no terminado de fermentar.

Cuando saco la moneda pregunte si iban a pasar la noche aquí para añadirla a la cuenta y por que los huéspedes pagaban menos por los servicios de comida.

Si la propina era generosa ayudaría a la pareja.

Sera la comida y bebida tres dinares y el alojamiento 3 más pero con el descuento por se huéspedes se queda en 5 Dinares.

La música continua,

la gente se centra en la camarera y en los músicos, el elfo en todo y en todos, un hombre encapuchado esta tambien comiendo en la barra, os a escuchado hablar con el barman, pero no parece importarle nada más que terminar su plato y escuchar la música.

la camarera vuelve a la barra coge más bebidas y se marcha presurosa, cualquier demora afectaría posiblemente sus propinas.

el ambiente cargado a tabaco de pipa, y comida tipico de muchas tabernas no llega a molestar a los presentes ya acostumbrados a tales olores, tal vez la compañera se resiente un poco  más al estar más cansada.

Oranda pagó al camarero los 5 dinares, más uno que dejé sobre la barra con el dedo índice encima. Sabía perfectamente como funcionaba aquello en estos lugares. Juegueteo con la moneda, arrastrándola por la barra y cogiéndola con la mano. LA hago correr por los nudillos.

¿Salomé, por favor? Le tiro la moneda haciéndola rodas por el aire.