Partida Rol por web

La ráfaga de aire frío barrió el interior de la cueva congelando el aire, la sangre y hasta los corazones de dos de los compañeros. Tharas y Lignindor quedaron rígidos unos momentos todavía sosteniendo el cuerpo de Kilder para luego desarmarse como lo hace el hielo cuando el sol calienta un bloque. Sedelon que estaba en el medio vio como los miembros del clérigo caían sin remedio acompañando el derrumbamiento de los compañeros y se quedó estupefacto ante como estaba perdiendo a todos sus compañeros uno a uno. Sus ojos casi no podían pestañear porque se habían congelado las pestañas y pegado tornando la visión difusa.

De pronto un brillo surgió detrás de la criatura alada, una luz que erradicó la oscuridad dentro de la cueva con más fuerza que la de las antorchas y la figura de la bruja había desaparecido. El dragón enfurecido gritó encolerizado y vio como único objetivo al guerrero elfo que todavía estaba en pie delante suyo. Se levantó en sus patas traseras y saltó directo al guerrero que atinó a soltar al clérigo y cubrirse rápidamente de la feroz embatida más una garra se escurrió entre las mallas y rozó ligeramente al elfo.

La reacción no se hizo esperar y el elfo sacó su espada para blandirla contra la criatura y hacerle caso a Zenobia que parecía ser la única en pie con un plan a llevar a cabo. El acero brilló jugando con la estela de aire frío remanente en el aire, pero los reflejos del elfo seguían siendo lentos y el dragón con un simple movimiento se situó fuera de peligro.

Con el portal abierto, corre junto a Sedelon. Su intención es ponerse delante de él con la Mano de Bigby a modo de escudo para ambos. Con lágrimas en los ojos no cesa en su empeño y se motiva más aun al ver lo que queda de sus compañeros. Aquellos que siempre la protegían y salvaban, han dado su vida por ella.
Encolerizada y delante de Sedelon, comienza a avanzar para empujar a la bestia al portal.

¿Un dragón? ¡Un puñetero dragón! El miedo, le impedía actuar, hacer nada más que mirar abobado aquella gigantesca figura blanca que se estaba llevando por delante a sus amigos uno tras otro. Miraba a Zenobia sin saber siquiera de dónde había salido, únicamente entendía que debía empujar al dragón hacia el portal... ¿pero cómo?

Agarró con fuerza la espada, tanto que los nudillos le dolían. Le parecía un mero mondadientes, incapaz de derrotar aquella gigantesca figura marmórea, pero daría su vida en ello si con eso conseguía salvar a uno sólo de ellos.

Vio venir a Zenobia y esperó.

El miedo había paralizado al elfo a tal punto que no se dio cuenta que Zenobia estaba con él hasta que la místico le instó a avanzar. Una gigantesca mano había aparecido delante de la mujer llamando la atención del elfo pero al ver que Zenobia estaba dirigiéndola se quedó tranquilo y las preguntas quizás las haría más adelante en un mejor momento. La idea de la mística era simple, empujar al dragón dentro del portal que había abierto más atrás encerrando al dragón entre dos frente infranqueables. El exterior un portal que no le dejaba salir de la cueva y del lado interior una mano de proporciones gigantescas que le impedía el ingreso.

Sin ser una criatura brillante el dragón vio como única opción atacar lo que tenía forma de algo que conocía. Se lanzó con garras y dientes hacia la mano de manera desesperada aunque sin lograr dañarla.

Zenobia, viendo el éxito del conjuro y que la bestia no puede dañarla al menos a dentelladas, hace hincapié en su objetivo. Empuja. Avanza con mas confianza que nunca sabiendo que el dragón, desconcertado, no sabe bien cómo reaccionar. Ya no lo hace tan delicadamente. Lo hace con la firmeza con la que un padre empuja a su hijo hacia algo que sabe que no se atreve y que no pasará nada por intentarlo. Carga peso hacia adelante si es necesario para sentirse más estable. - Sedelon, EMPUJA!-

El dragón estaba completamente acorralado de un costado por la fiera élfica que blandía acero de un lado al otro hasta que en un descuido de la criatura alada le enterró casi hasta la empuñadura en dos oportunidades la espada. El dragón giró rápidamente y atacó con furia aunque apenas logrando un par de rasguños teniendo en cuenta lo gran de su mandíbula y el tamaño de sus garras. Sedelon sabiendo que no tenía chances de escapar a menos que les pasar por encima no se amilanó y siguió con su embate a la par que Zenobia empujando con su conjuro de una mano gigantesca.

-Maldita sea, Sedelon. ESPABILA! - trata de salir ella también del miedo y las dudas que empieza a tener sobre la eficacia de su plan. - Tenemos que luchar!!-

Sedelon atacaba ciegamente, llevado por el miedo y la desesperación. Sabía que Zenobia le hablaba, pero todo parecía transcurrir a cámara lenta, como si estuviesen en un plano diferente. Lo único que podía ver era la gigantesca y fría figura del dragón... y el miedo atenazaba su espíritu. Sabía que debía ayudar, que sus compañeros caídos dependían de el, pero nada de eso le importaba, únicamente quería matar al dragón, aunque eso le costase su propia vida.

Por un momento, sólo por un momento parecía que Sedelon y Zenobia iban a poder sostener el combate y transportar al dragón con las brujas dándoles una sorpresa mayúscula. Pero la bestia alada no sería algo sencillo para el grupo, ya había hecho caer a tres integrantes del grupo sólo con su aliento gélido.

La gigantezca mano estaba manteniendo a raya de las garras y filosos dientes de la mística Zenobia pero nada defendía al guerrero. El dragón se lanzó con todas sus fuerzas hacia el elfo dando un duro garrazo que hizo tambalearlo y terminó la faena con una terrible mordida en el cuello, la sangre salía como si fuera un río de montaña abriéndose camino inundándolo todo mientras Sedelon doblaba sus rodillas y terminaba acostado en el suelo intentando decir algo en el medio de un mar de sangre. Dos veces estuvo ahogándose y clamando por aire, la primera con un embravecido mar que casi lo entierra en su oscura profundidad y la segunda su propia sangre. Su mirada se pierde en la lejanía y cae dejando a Zenobia sola contra la fiera alada.

La bruja Intentó empujar desesperada con todas sus fuerzas más estas le fallaron y sólo atinó a patinar en el lugar. Lágrimas comenzaron a correrle por las mejillas viendo a sus compañeros caídos a ambos lados. Clamaba por algo de misericordia aunque sabía que la criatura no entendía lo que hablaban y de habría utilidad en pedírselo. Sus pies se estremecieron y un chasquido eléctrico le recorrió todo el cuerpo cuando sintió un roce en el costado derecho. Era Tharas que se levantaba con mucho esfuerzo, no entendía como lo había hecho pero el elfo seguía vivo aun cuando todavía estaba tiritando del frío.

Tharas abrió los ojos y miró a lo alto de la cueva ensimismado, no sabía qué había pasado y por qué estaba allí. Pero un escalofrío que recorrió su cuerpo le recordó la última escena que vivió: el gelido aliento del dragón.Entonces se dió cuenta de lo que estaban haciendo y de que lo más probable es que sus compañeros estuvieran muertos. Pero de repente, escuchó la voz de Zenobia: Maldita sea, Sedelon. ¡ESPABILA! ¡¡Tenemos que luchar!!.

Luego el sonido del dragón atacando y nada más. 

Tharas se levantó como pudo y miró a Zenobia que intentaba empujar a la bestia. 

La joven maga no ceja en su empeño. Ve caer a Sedelon y aunque lamenta su muerte, decide no amilanarse ante la situación y seguir luchando y empujando la bestia hacia el portal. Es en ese momento cuando oye la voz de... - ¡¿THARAS?! ¡¿ERES TU?! - dice sin dejar de mirar a la bestia y envalentonándose aun mas que está Tharas con ella. Se siente mas acompañada y protegida si cabe.

Tharas sonrió a su bella compañera y agradeció a los Dioses que siguiera con vida. Al ver que ella intentaba empujar a la bestia, él hizo lo propio intentando ayudar en lo que pudiera a sacar de ahí a aquel animal.

La esperanza es lo último que se pierde, reza el refrán. Zenobia, la joven mística en la que recaía tanta presión que podría haber quebrado hasta al más férreo. Vio caer a sus compañeros uno detrás del otro y aun así seguía con su objetivo de empujar al dragón dentro del portal. Pero este se le resistía y no le daba tregua en su empeño, Sedelon había intentado ayudarla pero había caído después de recibir los filosos dientes en su cuello. Sólo quedaba ella y aun con todo su empeño no estaba logrando su misión. Pensó en más de una oportunidad de porque no obligaron a las brujas pero la idea de dos enanos gigantes sumados a enfrentarse a tres brujas quizá era demasiado y volvía a concentrarse en el dragón que tenía delante.

Intentó empujarlo de nuevo pero este se resistió e incluso hasta le hizo retroceder un par de pasos buscando salir del encierro en el cual estaba. Zenobia estaba viendo que todo se arruinaría, que el dragón escaparía y no habría salida de esta cueva. Que su suerte estaría sujeta a lo que las brujas quisieran hacer con ella y la idea de formar un cuarteto de brujas no le entusiasmaba.

Una lágrima comenzaba a aflorar en el rostro de la joven y descendía por una mejilla que estaba rígida. Todos sus sentidos estaban en el dragón y por ello cuando vio al elfo levantarse de la muerte su corazón volvió a latir con gran fuerza. Tharas no entendiendo el porque estaba vivo pero sabiendo que debía ayudar a la mística comenzó a empujar a Zenobia y a su vez la mano también avanzaba hasta el punto en que la cola estaba dentro del portal. Un grito de furia salió de la boca del alado reptil y quiso emprender vuelo pero ya era tarde, ya estaba en proceso de ser absorbido por el portal. Del otro lado se dibujó una gran olla y tres perfiles, no se podía distinguir quienes eran pero ya lo sabían. Unos gritos se escucharon y tan rápido como se había abierto el portal se cerró ante los ojos de los dos sobrevivientes.

Tharas cayó de rodillas exhausto. Por fin habían podido mandar al dragón lejos de allí. Si la cosa salía bien las burjas acabarían con el dragón, o el dragón con las brujas y el supervivientes estaría bastante malherido...y si las cosas salían mucho mejor, todos morirían en ese intercambio de vidas.

Entonces el elfo se acordó de sus compañeros y se giró. Se miró su mano y entendió porqué estaba vivo. Sin pensárselo dos veces, el elfo se quitó el anillo y se lo puso a Kilder, esperando que hiciera su efecto curativo en el clérigo. Si lograban revivirlo quizás pudiera ayudarles a salvar a los demás.

Luego se fijó en Zenobia. Lo había dado todo y había visto como uno a uno todos íbamos cayendo ¿hbaía algo más terrible.

El elfo se acercó y la abrazó con ternura. dejando que la tensión se transformara en llanto y compasión.

Al rato, Tharas la miró sonriente. 

- Lo hemos hecho bien...lo mejor que hemos podido- dijo para tranquilizarla-. Ahora tenemos que salir de la cueva y buscar un sitio más agradable...o por lo menos al sol. Quizás el astro Rey nos ayude. Además no sabemos si el dragón volverá...hay que moverse.

Ve como la bestia no puede resistir el último empujón que le propina a través del hechizo y se queda mirando el portal fijamente por si la bestia vuelve. Se queda asi unos instantes hasta que sus fuerzas comienzan a fallarle. La tensión, el miedo, la impotencia, la inseguridad.... son todo un mar de sensaciones que le pasan factura en cuanto ve cómo el dragón se ve al otro lado del portal, desconcertado por esa mano misteriosa que le ha expulsado de su cueva y llevado ante tres desconocidas que seguramente quieran su cabeza. - ME DEBEIS LA VIDA DE MIS COMPAÑEROS! - solloza cayendo derrumbada al suelo y sabiendo que ella no puede hacer nada por curarles. - NOS DEBÉIS EL RETORNO A DONDE QUERAMOS!!! -grita impotente y pensando en dar sepultura a sus compañeros. No alberga esperanza de resucitarlos.

Siente el abrazo de Tharas, y se derrumba en lágrimas. Nadie le preparó para semejante sufrimiento. Jamás pensó que acabaría llorando la muerte de aquellos que la protegían. El dolor (y desconocimiento) es tal, que comienza a albergar sentimiento y deseo de venganza hacia las brujas. Aprieta los puños mientras se arma de valor y fuerzas para continuar "su cruzada".

La oscuridad se había cernido sobre tu mente, todo se había apagado súbitamente con el último embate del dragón. Pero contra toda idea no moriste, algo te ataba todavía y no entendías que o como. No pudiste evitar pensar que habías fallado y ya por segunda vez dejándote sucumbir primero a las frías aguas y ahora a las fauces de una cría de dragón. Quien podría culparte dado que son peligros de los cuales muy pocos han sobrevivido y más por suerte que por mérito propio.

La oscuridad comenzó a diluirse, esfumarse como si estuvieras viendo un amanecer aunque seguías pensando que deberías estar muerto. Sentiste un hormigueo en tus miembros y pestañeaste repetidamente. Sin descubrir como tus ojos se abrieron completamente y viste a Zenobia de rodillas junto a ti y Sedelon de pie. Te quedaste perplejo desde tu inmovilidad momentánea que él también estaba vivo y no entendías que estaba sucediendo. Luego de un momento pudiste ver con más claridad y sentiste una extraña sensación en tu dedo anular, como si hubiese sido un corazón latiendo. Miraste tu mano y era el anillo que curaba las heridas, ahí se te aclararon todas las ideas y supiste porque no estabas muerto a esas alturas.

Con el portal cerrado la mística descargó sus sentimientos gritando demandas a las brujas que les habían enviado a esta dura misión, una que se había cobrado la vida de tres compañeros del grupo dejando sólo a dos sufriendo por las pérdidas. El dragón se había desaparecido con vida cuando pasó por el portal, les tocaría ver si cuando volvieran con la bruja estaría con vida y lograr así el cometido de ir a donde ellos quisieran.

Zenobia estaba derrumbada sobre el suelo pensando incluso en venganza y Tharas por su parte en algo de calor para así poder mover sus músculos que estaban todavía algo entumecidos. El abrazo que tenían los dos era algo íntimo, los dos finalmente solos, pero solos por la tragedia acaecida al grupo. Se miraron por un instante que pareció durar un día entero y sin pronunciar palabra alguna hasta que una tos los sacó del momento, giraron ambos el rostro hacia el lugar de donde provino el sonido y vieron a Sedelon cuando abrió los ojos y mirar una de sus manos.