Partida Rol por web

Trepas por el edificio, no sin esfuerzo. Cuando llegas hasta los tragaluces del techo, ves que en la zona de camiones hay una tapa de alcantarillado (interior del edificio). Así que puedes proceder rompiendo un tragaluz y saltando abajo, o podrías intentar localizar ese otro acceso subterráneo.

Sopesó la posibilidad de buscar la entrada por la alcantarilla, pero no había resultado sencillo subir hasta ahí. En cualquier caso, no tenía todas consigo, ya que no conocía las cloacas -Tengo que hacerme con un plano del alcantarillado de la ciudad- se recordó a sí mismo mentalmente. No quería acabar perdido en un rio de agua y heces. Tampoco disponía de luz. Mañana iba a ser un día de aprovisionamiento. Una lámpara de aceite o un farolillo de sereno le vendría de perlas para poder explorar las alcantarillas. Así que finalmente se decantó por el tragaluces. Se quitó el abrigo y lo puso sobre el cristal, para amortiguar el sonido de este al romperse. Tenía la esperanza de que las propias paredes del almacen amortiguaran el ruido de los cristales, al menos hacia el exterior. Sacó una de las dagas y con el mango, propinó un golpe seco sobre la tela del abrigo que cubría el cristal, el cual se aseguró de sostener con la otra mano.

Tragaluces roto, ahora a saltar sobre los cristales rotos para entrar :)

No le gustaba mucho la idea de saltar sobre cristales...no le gustaba mucho la idea de saltar, pero ¿quién dijo que la vida del nosferatu fuese sencilla?. Volvió a ponerse el abrigo y lo cerro a conciencia lo mejor que pudo. Se colocó la capucha y puso en la posición correcta sus guates sin dedos. Con la daga limpió bien de restos de cristal del traga luces. Comprobó que era los suficientemente sólido como para lograr sostener su peso, pues iba a dejarse descolgar por el, para balancearse ligeramente y tratar de, si no evitar la zona de cristales, si caer en una en la que hubiese medos cantidad o fuesen más pequeños. -Quién te ha visto y quién te ve, rata de cloaca- se dijo a si mismo. -Adelante-

Caes, "mas o menos bien", lo suficiente para no hacerte daño pese a que la altura era respetable. 

Hay varios contenedores metalicos de mercancias abiertos y vacíos, tambien una oficina subiendo unas escalerillas que dirias posiblemente perteneciera a contabilidad.El resto es espacio abierto. 

Esos contenedores  tenían buena pinta para poder pasar allí el día. Aún así prefería echar un vistazo a esa oficina primero. Si había aún algo de valor o que pareciese importante, todavía podía encontrarse con la desagradable sorpresa de una visita diurna. Convenía cerciorarse. Por otro lado, quizás pudiese encontrar algo que pudiera serle de utilidad.  Algunas cajas vacías podrían serle de utilidad para cubrirse en el contenedor. Aún tapándolo, toda precaución era poca. Quizás alguna herramienta, bandolera...lo que fuese. Ahora mismo solo podía contar con sus dagas...

Sillas, mesas, estantes... una oficina en desuso que hace tiempo que se vació. La mesa quizá sea una buena cobertura adicional, cajas de cartón ninguna aunque hay unas cortinas gruesas que quizá...

Pues parecía que entre todas aquellas cosas sin valor, lo mismo algo le podría ser útil. Cogió una de las sillas y la colocó encima de la tapa de alcantarilla. Sobre esta varios de los cristales rotos del tragaluces. Una muy rudimentaria alarma, por si alguien intentaba entrar al recinto por el alcantarillado. Después descolgó las cortinas, que podrían hacerle las veces de cobertura y de algo un poco más suave y blando que el contenedor. Pensó en el uso de la mesa, pero en caso de que alguien entrase por las cloacas, podría llegar a resultarle incluso un estorbo. Le pareció bien así. A fin de cuentas eran muy pocos los que sabían de su liberación ese mismo día. Una de esas personas era sin duda la persona de la que más sospechaba responsable de sus siete décadas de cautiverio. Pero si estaba en lo cierto, había demostrado ser meticulosa y calculadora. No creía que esa misma noche recien liberado se lanzase a un poco elegante ataque. Tenía mucho más estilo. Todo había que decirlo.

Así que con las cortinas se metió dentro de uno de los contenedores y cerró la tapa. Ya dentro, trató de envolverse bién con las cortinas, cuidando con esmero aquellas zonas más descubiertas, pero en general, tratando de cubrir todo su cuerpo, por si, en el caso de que alguien abriese el contenedor, tuviera suerte y pensase que solo había unas viejas cortinas tiradas a la basura.

Pasas el día sin incidentes, cuando despiertas y examinas el lugar, todo esta como lo dejaste. 

Bien, era hora de tratar de conseguir algo de aprovisionamiento. Esperaba que el Príncipe o Aurelio incluso, pudieran echarle una mano. El Príncipe podría ser muchas cosas, pero también sabía en qué situación estaba, y si lo quería para algo y deprisa, seguramente se lo daría. Para él eran nimiedades. Con toda seguridad, un par de sus zapatos costaría muchísimo más de lo que él iba a necesitar.

Estuvo pensando en aquella lejana, sin embargo presente noche de 1943, como si fuese ayer. Recordó al Príncipe, sus gestos. También a Elena... Era normal que la primera reacción fuese la ira, la venganza. Pero no creía que los gestos y reacciones de este fuesen fingidos. No tenía por qué. Era el Príncipe. Quizás toda esa especie de paranoia creando progenie y aislando la ciudad de gente que no fuese de su sangre, no fuese más que el reflejo de la tremenda decepción y recelo al enterarse de su supuesta traición y la del resto del Consejo. Alguien tuvo que lavarle el cerebro, y la única que aún anda por allí y tenía todas las papeletas era Elena. De estar en lo cierto, tampoco era algo muy alentador. Ella gozaba de una posición que ninguno de los de antaño gozábamos. El trabajo iba a ser doble. 

También le preocupaba la actitud tan desafiante de sus compañeros. Demetrio era consciente de que no podía hacer esto solo. Dudaba si quiera, si podrían aún siendo uña y carne con ellos. Rodrigo, en especial, estaba tremendamente desafiante. Jugaba con la paciencia del Príncipe en exceso y eso podía salirle caro, y además, salpicar a los demás. Los demás, aunque con más sutileza, estaban también tocando las notas equivocadas.

No podía negar que se le había pasado por la cabeza, tratar de huir a ese Principado independiente que había comentado Aurelio. Pero quizás fuese lealtad a Ramirez, nostalgia, o simplemente querer hacerle pagar con la misma moneda al responssable de su cautiverio, lo que hacía que no fuese a dejar aquella ciudad ni en sueños. Probablemente una mezcla de todo lo anterior.

Ya habría tiempo de ver si los ánimos se calmaban y de pensar qué hacer con Elena. Fuese como fuese, tenía que confirmar o no, su participación en la reacción del Príncipe, porque en cualquier caso, sí que tenía muy claro, que alguien había cambiado su forma de pensar y les habían usado como cabeza de turco, se tratase o no de ella. Pero ahora debía volver a ver a Aurelio. Esperaba también ver al resto allí, para tener una charla con ellos. Mucho se temía Demetrio que volvían a estar en algo metidos sin darse cuenta y que de nuevo serían utilizados. Estaban de prestado. Su tiempo era limitado.

Era hora de explorar las cloacas y tratar de localizar la salida más cercana al almacén. Tampoco le quedaba mucha más opción. Salir por aquel tragaluces no iba a ser igual de sencillo que entrar. Activó su presencia invisible y se dirigió a la tapa para intentar hacerse camino a las alcantarillas.

No te cuesta demasiado salir de allí por el alcantarillado. La tapa más cercana la encuentras a unos 50m, todavía en la zona industrial (un lugar discreto para entrar o salir)

Bien, era hora de volver al estanque de las pirañas. Había que prepararse, muchas cosas por hacer. Se dirigió a ver a Aurelio. Quizás otra charla con el Príncipe estaría bien, ver cómo reaccionaba, pero eso ya lo decidiría más tarde. Puede que incluso no quisiera atenderle. Su verdadero objetivo era Elena. Pero no quería ponerla en sobreaviso. Tenía que observarla con cautela, como si fuese algo circustancial y no intencionado...

En cuanto cruzaste el umbral, ya te estaba observando, como si supiera en que justo momento ibas a aparecer por allí. Su mirada de depredador se te habría hecho amenazadora de no conocerlo, pero la noche anterior no te había parecido que tuvieras que preocuparte por él.

- ¿Ha cambiado mucho la ciudad? - a modo de saludo

"Ya lo creo..." le respondió negando con la cabeza con resignación. "Hacerme a esto me va a llevar un tiempo" Se detuvo frente a él. "Buenas noches Aurelio... Tengo que pedirte algo. No sé si eres la persona a la que tendría que dirigirme y si me puedes ayudar, pero ya no conozco a nadie, ni tengo posesión alguna" Hizo una leve pausa como esperando la confirmación de éste. De cuarquier modo continuó. "Tengo que hacerme con unas ganzúas, un farolillo o lámpara y con un plano de las alcantarillas...esto último quizas lo podríamos conseguir de la policía ¿no?"

No pudo evitar sonreír cuando sugeriste pedírselo a la policía

- Las ganzúas y una linterna, yo te la doy hombre, claro que si - dirías que la petición le parecía incluso divertida - pero si me aceptas un consejo, pedírselo a la policía mejor no. La brigada de mantenimiento debería tener acceso a esos planos, y es una empresa externa al ayuntamiento. Te puedo dar la dirección, no creo que haya demasiada seguridad, así que podrías entrar y echarle unas fotos. Mientras no echen en falta el original nadie investigaría. 

"Sí, si es más fácil allí mucho mejor." Respondió, aunque arrugó la cara como si hubiese mordido un limón. "El problema son las fotos. No soy fotógrafo y además no tengo sitio donde revelarlas aunque supiese..." Pareció pensativo. "Quizás con un papel de calco y un lapicero claro podría hacerme un mapa muy similar al original..."