Partida Rol por web

Consigues, sin muchos problemas, forzar la cerradura.

Demetrio esperó expectante a que sus compañeros llegasen. No desactivó su ofuscación. No sólo quería pasar inadvertido. También quería percatarse si alguno de sus compañeros tenía la capacidad de verle, así que permaneció en un lugar visible pero bajo la protección de sus habilidades, atento para poder dislumbrar quién podía o no, en el momento en el que apareciesen.

Se alejó de sus compañeros y activó sus dones para pasar desapercibido. Quería saber algo más sobre Calleja. No es que tuviese especial interes en perjudicarla ni nada por el estilo, pero si algo había aprendido durante estos años de cautiverio, era a que debía tener siempre algo con lo que defenderse de quién fuera, llegado el caso. La lógica, en principio, le habría llevado a buscarse algo que usar contra sus propios compañeros, pero después de los días que había pasado junto a ellos, tenía la certeza de que, o se habían vuelto más tontos, o estaban aún enquilosados, por lo que aún tendría tiempo de priorizar otras posibles amenazas, como podría llegar a ser Calleja si las cosas se torcían. El Príncipe...respecto a ese asunto, el enquilosado era él. Muy fino debía hilar, y aún le temblaba el pulso...

Así pues, aligeró el paso para poder hacer contacto visual con la mujer.

Calleja pasó trabajando un par de horas más, de camino al parking había llamado a Lopez de Haro. Quedaban para comer juntos al día siguiente. Asuntos de trabajo. Cuelga para subir a su coche...

Demetrio, consciente de la imposibilidad de poder subir al auto de Calleja sin descubrirse, se conformó, con memorizar la matrícula y el el extraño modelo* y color del coche de la jefa de policía. Aún así quedaba satisfecho. Había logrado en unos minutos suficiente información útil para el día de hoy:

1. Calleja tenía un caracter algo aristo, y no carecía de personalidad.
2. Era "ave nocturna", cosa, que podría serle muy veneficioso.
3. Mantenía contacto con López de Haro. En principio por motivos de trabajo, aunque eso era algo que debería confirmar en un futuro muy cercano.
4. La matrícula de su coche y su modelo. Dime que coche conduces, y te diré dónde vives.

Por hoy, tenía suficiente. Tampoco podía olvidar que era persona bajo la protección del príncipe, y bastante la había presionado ya. Así que volvió con tranquilidad a su refugio.

Tumbado dentro de su contenedor, esperando a que amaneciese y le embargase el sueño, no dejaba de darle vueltas a todo lo que estaba sucediendo y en cómo asimilarlo. Había suficientes variables como para tomarse un rato consigo mismo y tratar de ordenar la ideas.

De las cosas que más le preocupaban, se encontraba si duda, sus supuestos compañeros. Si bien Rodrigo había mostrado un cambio desde aquel encontronazo, no podía dejar de pensar en cuánto tiempo podría el vástago controlar su genio para resolver las cosas por la via rápida, ya fuese con Sofía, Calleja o incluso con él mismo. Sofía, por otro lado, parecía perder mucha fuerza en la saliva. La veía parada, algo desubicada. No podía culparla por ello, pero lo que ocurría era los suficientemente serio como para prescindir de ella si fuese necesario. Y Arturo...ni se fió de él en el pasado ni lo hacía ahora. Un elemento que probablemente aportase más desventajas que ventajas. Si tuviese que sacrificar a sus compañeros, Arturo sería el primero. 

Y por ello ya contaba con su propio plan. Por mucho que el Príncipe, le hubiese "aconsejado", no acercarse a las alcantarillas, no podía evitar pensar que los Sabbat se estarían moviendo a sus anchas por aquellas galerías, ajenas de ojos curiosos.

Su hábitat natural, por otra parte. Le gustaba la intimidad que aquel conjunto de túneles le proporcionaba. Todo aquello era motivo suficiente como para querer, en algún momento, dedicarle el tiempo que se merecía. Eran tan inmensas las posibilidades allí, que no podía por menos que tratar de hacerse con su control. Si su teoría sobre cómo se movían, al menos una parte del Sabbat, por la ciudad era correcta, podría, con suerte, identificar a algunos. Puede que incluso contactar con ellos. La gente no lo sabía, pero en las ciudades, siempre existían dos principados. El de la superficie y el del subsuelo.

El Príncipe era otra gran preocupación. Creía que de algún modo, Elena le había influenciado, incluso trastornado, y no podía evitar seguir sintiendo lealtad por él. Le preocupaba el posible rencor de sus compañeros hacia su Príncipe. No parecían darse cuenta de que se había vuelto enfermizamente suspicaz y paranoico. Aurelio y su situación personal era un ejemplo de ello. Solo confiaba en Elena y en un elenco de progenie caprichosa y mal criada. Quizás tanta soberbia en aquellos chiquillos, junto a las malas artes de Elena, pudieran un día convencer a su descendencia de que había llegado la hora de sustituir a su "padre". Y sus compañeros aún se daban el gusto de enfocar toda su frustración con aquel que confió en ellos plenamente en lugar de la más que probable responsable de aquello, Elena. No los amenazó en vano. Si alguna vez trataban de atentar contra el Príncipe, ya podían asegurarse de darle la muerte definitiva a él primero o los cazaría como a ratas, uno por uno hasta darles muerte, o recibirla él mismo.  

Resultaba frustrante no confiar en nadie. De hecho, probablemente la única persona en la que medio confiaba era Aurelio. Era consciente (o así lo creía al menos) de que Aurelio solo tenía un interés. Salvaguardar la integridad de su progenie. Cumplir, y largarse con ella. Y que si eso significaba tener que arrancarle la cabeza al nosferatu, porque el Príncipe así lo quería, ni pestañearía un segundo al hacerlo. Pero a fin de cuentas, era su enlace con un mundo que le resultaba aún extraño y repleto de cosas por descubrir. Era el único que le había ayudado en cierto modo. Y el nosfreatu era muchas cosas, pero no desagradecido. Algún día, esperaba poder compensarle por su paciencia y ayuda. Por otra parte, estaba interesado en aprender la disciplina de protean al nivel más básico. Sabía que aquella habilidad para poder ver en la oscuridad, era algo que le vendría especialmente bien, sobre todo en las alcantarillas.

En cuanto a su plan respecto al Alcalde...cada vez lo veía más complicado. No porque no fuese un plan que podría tener éxito, sino por los compañeros que le ayudaban a llevarlo a cabo. Por eso, la posibilidad de encontrar a los Sabbat y asestarles un golpe mortal, le rondaba, cada vez con más fuerza, por su cabeza inquieta y elucubrante. Mira por dónde. Quizás llegado ese momento, Rodrigo sería un gran soporte.

Sea como fuere, no podía olvidar que en todo esto, estaba tan solo como acompañado.

Demetrio se refugió al amparo de su ofuscación para echar un vistazo a la zona. Comprobó el nombre de las calles y trató de memorizarlas. Se fijó especialmente en los accesos de alcantarillado y la posibilidad de acceder a ellos de una manera sencilla, ya que más tarde estudiaría el plano de estas para ver posibles salidas y entradas alternativas a la zona. No tenía realmente certeza de que algo extraño fuese a ocurrir, pero quería asegurarse. A fin de cuentas, llevaba 70 años de desventaja con el resto del mundo. Ser precavido y más ahora, era algo que solo le supondría algo más de tiempo y esfuerzo. En cualquier caso, mañana trataría de estar antes y revisar la zona, tanto de la superficie como del subsuelo.

Demetrio busca en las hojas, aquellos eventos que estén programados en la agenda del alcalde, en horario afín y nocturno, tratando de quedarse con las horas y direcciones, así como con los nombres y número de escoltas o acompañantes para dichos eventos.