Partida Rol por web

Estación de tren de Viena, 00:17 horas

La rápida reacción de Jonathan, que consigue apagar las aún débiles llamas del tablero, no evita que la humareda se extienda fácilmente hacia el pasillo y el resto de compartimentos del vagón. Para cuando abrís la ventana es demasiado tarde, y la situación llama la atención de todo el mundo.

Durante la siguiente media hora hay un gran revuelo en el tren, especialmente en el vagón en el que estáis vosotros. Podéis ver a Danisse hablando con un revisor del tren (que no es Dominico, por cierto) haciendo gestos de disculpa, y Hans y Helena están con vosotros exclamando: ¡La que habéis liado!

Pronto llegáis a Viena, pero ahí el revuelo no termina. Estáis al menos media hora más en la estación, mientras unos guardias hacen preguntas a la gente antes de dejarles marchar finalmente. Cuando llega vuestro turno os sorprende descubrir que los breves interrogatorios no se deben a la incidencia que habéis creado, sino a la desaparición del revisor que conocísteis al llegar, Dominico.

- ¿ Y bien, han visto algo que pudiera ayudarnos ? - pregunta finalmente el policía, en un inglés con un inevitable acento alemán.

El hombre pregunta qué vimos, pues nosotros no vimos nada, yo solamente lo hice. Yo vi al hombre caer del tren y destruirse contra las vías; ví su cuerpo desmembrarse como un lechón al que se le sacan las partes para adobarlas y servirlas en ciertas comidad especiales. Yo lo ví...

Miro al guardia y, tragando saliva, digo:

-Lo... yo...yo lo ví caer del tren.

Respiro hondo, evitando que me trabe al hablar, pensando en que tengo a mi hermano al lado apoyándome.

-Lo ví caer del tren y partirse sobre las vías, corrí a buscar a mis amigos pero- (no quería meterlos en un meollo a ellos así que no diría nada que pudiera ser interpretado mal) no nadie más vió nada. Pensé que estaba teniendo pesadillas... ya he tenido un montón de ellas desde que vine a este concurso... Le juro que creía que estaba loca.

Me pongo a llorar

-¡¡Ví monstruos en la ventana, ví nazies en un campo de concentración, pensé que esto era otra de esas visiones!! Desde que entré a este maldito concurso no puedo pegar un ojo sin que la muerte me aceche...

Me pongo a llorar como una endemoniada, no soy tan fuerte.

-Quiero volverme a casa......

Cita:

Al escuchar esto, los policías alzan lentamente la cabeza de su block de notas y te miran fijamente, a la expectativa. Pero cuando empiezas a llorar y hablar de otros temas, uno de ellos levanta los ojos en un gesto inequívoco: !Ah, ya..."

- Monstruos, nazis, visiones... ya entiendo señorita. - el otro policía no puede evitar una sonrisita maliciosa.

Danisse se disculpa ante ellos con un escueto: - Está en estado de shock tras lo ocurrido. - y ambos se marchan continuando con su trabajo.

Danisse se acerca a ti e intenta consolarte cariñosamente con achuchones y palabras.

- Tranquila, tranquila. Ya pasó todo. Vamos. - Danisse mira al resto del grupo que está en silencio, incluídos Hans y Helena, y propone abrir la marcha.

- Son la una y cinco. Vayamos al hotel y descansemos, creo que todos lo necesitamos. Está a unos quince minutos de aquí, podemos ir andando sin problemas.

Para entonces, la estación está casi vacía. Además de unos pocos empleados solo estáis vosotros, los chicos del interraíl y los policías que le están tomando declaración, que ya se marchan. Paul os saluda desde el otro lado de la vía y se aleja con tres chicas, con esa extraña mirada que le caracteriza y el rostro sonriente.

Bajo la cabeza y agradezco a Denisse que haya intervenido tratando de calmarme. Entiendo lo tonta que habré sonado delante de esos uniformados pero solo empecé a hablar y la verdad salió de mis labios como un caballo loco al que no se puede detener. Me sequé las lágrimas y me fijé cómo era la estación. Busqué un asiento y me quedé sentada, mirándome las manos, jugueteando con los dedos en una especie de tic nervioso.

No quería mirar a Neil o a Jonathan a la cara, por sus expresiones. Sobre los otros, Hans y Helena, no me importa lo que piensen, apenas hemos conversado y no vieron lo que nosotros vimos.

Miro el suelo y espero que me digan a dónde hay que ir, no tengo ganas de nada... me siento como un globo que acaba de explotar y se ha quedado sin aire...

La noche es fría y húmeda. Una ligera neblina invade el ambiente, pero afortunadamente no llueve. Os encontráis en vuestro hotel, el GMHB de Viena, un lujoso hotel de la capital muy decoroso e iluminado. Acabáis de llegar tras venir andando desde la estación atravesando la ciudad. Viena, la capital de la música la llaman algunos, pero para vosotros no parece que tenga demasiada vida. Las calles por las que pasáis se encuentran en su mayoría vacías, y apenas se oyen voces o el rugir del motor de un coche a lo lejos. No obstante, tenéis oportunidad de pasear junto a algunos edificios arquitectónicos de gran valor histórico, como apunta Hans, al parecer experto en tales debates. Aún no habéis tenido mucho tiempo para conocer a Hans y Helena, pero tras la fiesta en el vagón sí que habéis entrelazado un poco de amistad, y lo cierto es que son buenas personas.

Tras despediros de ellos marcháis a vuestra habitación. Hans y Helena disfrutarán de otra habitación para ellos, mientras Danisse tiene al parecer la suya propia, todas alquiladas por la Black Sabbat. Cuando entráis os dáis cuenta de que en realidad hay dos camas, solo que una de ellas es de matrimonio. No importa, después del día que habéis pasado lo único que necesitáis es descanar, olvidaros de todo y empezar el nuevo día con ánimos renovados. Realmente a Neil no parece importarle demasiado lo ocurrido, y tan solo parlotea acerca de pasar la noche jugando a Ragnarok, un juego de rol de horror ambientado en vuestra época.

Lo primero que hago cuando veo que me toca una habitación para mí sola es ir con los chicos y quedarme un rato, pero, como todo en mi forma de ser, pido primeramente permiso a ellos dos:

-¿Os molestaría que me quede aquí... con vosotros hasta que me venga el sueño? No... no creo que pueda estar sola allí. Es una habitación muy bonita pero he pasado tantas cosas.

Me apoyo contra la pared, un gesto poco típico en mí que suelo ser demasiado seria, pero estoy muy cansada. Cansada emocionalmente hablando.

-Si... si después de lo dicho allí creen que no quieren que esté aquí con vosotros, lo entiendo. Sé que soné algo loca.

La sesión de espiritismo. La llegada del tren a la capital de Austria. Las preguntas de la policía sobre el revisor desaparecido. La húmeda noche vienesa. El lujoso hotel donde los han alojado.

Durante todo este tiempo Jonathan ha permanecido prácticamente mudo, apenas respondiendo a los que le preguntaban con gruñidos y algún que otro "sí" o "no". En cuanto llega al hotel se encierra en el baño, se desnuda y entra a la ducha, donde permanece una media hora, intentado limpiarse de las últimas experiencias vividas como si se tratase de simple suciedad.
Cuando sale, sin decir una palabra, abre directamente el minibar y se lleva dos pequeñas botellitas para salir acto seguido fuera de la habitación.

Cuando vuelve, una hora después, se encuentra con Yael y Neil en la habitación. La muchacha, que parece terriblemente agotada, le pide al chico permiso para pasar la noche aquí, a lo que el otro responde afirmativamente con un tartamudeo y poniendose colorado hasta las orejas.

Cita:

No estás loca. Jonathan se quita las lentes y las lanza sobre la cama. Después se sienta en una silla, con las piernas abiertas, la cabeza agachada y agarrandose las manos, como si rezara.

Los tres vimos lo que sucedió con la tabla de ouija. Y no estamos locos. Mira a Yael. Viste al revisor, Dominico, cayendo del tren y muriendo. Yo... la noche anterior, cuando volvía de la fiesta con los chicos del Interrail, lo oi discutiendo con alguien... No entendí demasiado lo que decía porque hablaron en francés, pero la voz que le respondió todavía me pone los pelos de punta cuando la recuerdo...

Jonathan retuerce las manos. Sigue hablando, pero parece que le cuesta un tremendo esfuerzo hacerlo. La voz le surge ronca.
Dices que viste un monstruo a través de la ventanilla. Yo también. Dices que viste nazis y un campo de concentración. Yo también.

No estamos locos. Algo está pasando. Algo nos está pasando a nosotros tres. No sé que es, pero tenemos que hablarlo. Tenemos que saber por qué nosotros y porque ahora... porque siento en las tripas que esto no ha hecho más que comenzar...

Vete.

Eso es lo que todo mi ser dice. Coje la maleta y lárgate lejos. De vuelta a Londres. Coge el primer avión para allí y olvida toda esta locura.

Fumando el último pitillo en un balcón abierto del hotel, no dejo de pensar en lo ocurrido en la sesión de espiritismo, y lo que dijo la japonesa sobre el "monstruo" del tren y los campos de concetración nazis. A ella también le ha pasado. Y estoy seguro que a Neil también, aunque todavía no haya abierto la boca.
No es algo que me esté ocurriendo a mí. Nos está pasando a varios.

Tengo la maleta todavía sin deshacer. Podría cogerla e irme. Debería hacerlo. ¿Qué pinto yo aquí? No soy ningún experto en ocultismo ni en fenómenos paranormales. Solo soy un tipo que finge serlo para parecer "especial" ante los demás.

Debería irme. Pero tengo miedo. Miedo de que aunque me vaya y vuelva a casa las pesadillas continúen. De no poder librarme de ellas. Eso no podría soportarlo.

Por eso apuro de golpe la botellita de vodka del minibar y vuelvo de nuevo a la habitación, para hablar con Neil y Yael. Puede que ellos sepan algo que todavía no han dicho. La razón para que nos este sucediendo todo esto precisamente a nosotros.

Los ojos se me abrieron como platos. Alguien me tiró un balde de agua fría sobre el rostro, metafóricamente hablando, para darme a entender que estaba despierta, que no estaba perdiendo la chaveta y ese alguien fue Jonathan. El que me haya dicho eso me liberó al menos de gran parte de mis miedos.

-Arigato Jonathan san, por ser sincero. Recién ahora estoy convencida de que alguna fuerza oscura está actuando sobre nosotros. Tenemos que averiguar qué es y cómo detenerla.

Me muerdo el labio inferior, en un gesto nervioso. Pienso lo que qué sobre estos temas, pero ¿qué es en realidad esto?

-La ouija ha servido yo sé que no cómo esperábamos pero al menos ha habido una contestación. Una muy seria. Nos ha dicho peligro, y todos sabemos que es una verdad. Ahora tenemos que pensar el paso dos. Las preguntas que se me ocurren son:

¿Por qué nosotros tres?¿ Tenemos algo en común aparte del concurso?

¿Aparte de habernos reunido aquí por Black Sabbath? No creo. Edades diferentes, procedencias distintas, historias diferentes...

Mi... primera visión... sucedió en el vuelo que me llevó a Lyon. Jonathan mantiene la cabeza baja, mirando al suelo. Es como si le costase terriblemente hablar de este tema, pero una vez que empieza no puede detenerse.
Tenía que ver con los campos de concentración nazis. Fue... como estar metido dentro de la película de la lista de Schindler ¿sabéis? Yo... estaba allí... llegando en tren junto con los prisioneros... fue tan real...

Sacude la cabeza. ¿Por qué nazis? ¿Por qué campos de concentración? No lo se... aunque ahora estamos en Austria. No soy un experto en historia pero este fue uno de los primeros paises en ser anexionados por Alemania justo antes de la Segunda Guerra Mundial, y además fue una anexión casi completamente aceptada por los austriacos, creo. También aquí hubo campos de exterminio, Mauthausen por ejemplo...

Aparte de esta relación con el sueño no veo otra más que el hecho de que también viajabamos en tren...

Silencio. Jonathan busca con nerviosismo en un bolsillo del pantalón y extrae un arrugado paquete de cigarrillos. Saca un Camel doblado que enciende con el zippo. Después de un par de caladas, parece ser capaz de continuar.

Tenemos que estar seguros del terreno que estamos pisando antes de continuar. Neil. Dice levantando por fin su mirada hacia el muchacho. Se que es difícil, pero tienes que contarnos si a tí te ha sucedido lo mismo que a nosotros...

Otra calada. Exhala el humo entre los dientes, que mantiene apretados.

Y si eso es así, preguntaremos a Elena y a Hans. Y si todos hemos pasado por lo mismo, entonces quedará claro que lo único que nos relaciona a todos nosotros y lo que hemos sufrido es una sóla cosa: Nuestra vinculación con Black Sabbath...

Neil se encontraba escuchando atentamente las palabras de sus dos compañeros de viaje, sentado sobre la cama con las piernas cruzadas y la espalda ligeramente encorvada hacia delante. De vez en cuando agachaba la cabeza con timidez y observaba cómo sus finos dedos jugueteaban, entrelazándose entre sí, y adquiría un rostro pensativo.

Tras todo lo escuchado se dispuso a hablar, pausadamente y con cierto nerviosismo, apenas alzando la mirada de sus juguetones dedos de vez en cuando.

- Yo... yo también tuve un sueño parecido, en el avión, antes de aterrizar en Lyon. Skinheads, nazis de la segunda guerra mundial... violencia, odio... sentí un pánico intenso, que apenas se evaporó al despertar sudando en mi asiento del avión con la lente de las gafas partida... - dijo señalando la zona en cuestión de sus oculares - Mucho miedo, pero una vez el avión llegó al aeropuerto se fue pasando esa extraña sensación.

- ¿Creéis que a los otros dos les ha ocurrido lo mismo? - dijo refiriéndose a Hans y Helena - ¿Y a Danisse, la guía? Sería guay que todos fuésemos elegidos, como personajes en un juego de rol. - dijo finalmente tras una pausa y con cierto entusiasmo.

¿Elegidos? Pues vaya una puta mierda de elegidos. ¿Quién cojones quiere ser candidato para esto? Suelta Jonathan, en un inglés gutural de barrio bajo de Londres que no se le había escuchado hasta este momento.

Después cierra la boca con una mueca, como si no hubiera querido pronunciar esas palabras, para inmediatamente levantarse de la silla, recoger las lentes de la cama, colocárselas y descolgar su chaqueta del perchero.

Voy a preguntarselo ahora mismo. A Hans y a Elena. Y después a Danisse. Quiero saber si les pasa lo mismo que a nosotros.

Echa un vistazo a su reloj de pulsera tras ponerse la chaqueta.

Ya se que es muy tarde, pero no me importa. No creo que sea capaz de dormir hasta que sepa de qué va todo esto.
Abre la puerta de la habitación.
¿Vamos?

- Jonathan, espera... estoy de acuerdo en preguntarle a Hans y a la chica pero no a Denisse.

Miro a el chico a los ojos, estoy intentando que no suene demasiado mal lo que voy a decir pero tengo que decirlo.

-No confío en ella. Ella representa a la editorial, ¿verdad? Si, y digo si porque es cierto que no lo sabemos... si la editorial tiene algo que ver con esto, si ellos son los responsables... yo me fío de una de sus representantes.

Me paro y me acerco a Jonathan para compañarlo, también miro a Neil para comprobar que venga con nosotros dos. De todas formas estoy muy interesada, al menos de momento, en que Jonathan no le diga nada a la chica rubia; realmente tengo un mal presentimiento con ella... aunque puede que sea nada.

Cuando Yael vuelve su mirada hacia Neil, encuentra a éste lanzando un extraño dado de veinte caras con entusiasmo y una ligera sonrisa burlona.

- Guau, un crítico !! - exclama recogiendo el dado y levantándose por fin - Ha sido una tirada de Suerte, así que no tenemos de qué preocuparnos. La Fuerza está con nosotros. - la última frase la pronunció entrecerrando los ojos, seguramente imitando al maestro Yoda.

La habitación de Danisse se encuentra justo enfrente de la vuestra, mientras que la de los dos compañeros se situa a vuestra izquierda, en dirección al ascensor.

"Así, en fila india, todos se aproximaron a la puerta del pasillo, ansiosos por descubrir lo que estaba sucediendo..."

Son aproximadamente las 5 de la madrugada. Esucháis un barullo en el exterior de vuestra habitación y, antes de mirar intranquila y secretamente por la puerta, apagáis las luces para quedar en una completa oscuridad.

Al asomaros descubrís unas cinco figuras oscuras moviéndose sinuosamente hacia el ascensor y penetrando en él. Consigo llevan dos pesadas cargas que no conseguís adivinar qué es. Visten ropas oscuras y sus rostros parecen tan vulgares que ninguno podéis retener un solo dato llamativo de esas caras. Excepto el pelo y ojos oscuros, son ttoalmente inespresivos y no pronuncian una sola palabra, lo que hace pensar (en medio del sobresalto y el cansancio) que en vez de sus rostros sean en realidad unas mácaras confeccionadas con piel humana. Son figuras de cierta corpulencia física, y bajo la tenue luz del ascensor al cerrarse, podéis ver reflejado el contorno de una pistola en la cintura de uno de ellos.

Poco después desaparecen en el ascensor (se ve en los botones iluminados que van hacia abajo) y el pasillo vuelve a quedar en la más completa oscuridad.

Me quedo helada, pasmada, asustada hasta la médula con lo que ví. Las piernas me tiemblan, el pulso se me acelera. Cuando los tipos esos, o lo que sea que fuesen, se alejan, recién ahí le hablo a los chicos.

-¿Qué qué está pasando aquí? Vosotros vistéis lo que yo vi, ¿verdad? Por Dios... por todos los espírtus buenos que pueblan el cielo, ¿donde nos hemos metido?

Miro a Jonathan primeramente, pues temo la cara de Neil, seguramente el pobre chico estará más asustado que yo... En este momento espero que ellos, cada uno, me diga algo, antes de seguir hablando. Además no me salen las palabras.

"¿Dónde nos hemos metido?"

Cuando las puertas del ascensor se cierran es cuando Jonathan se atreve a abrir poco a poco la puerta de la habitación y salir al pasillo, frente al rellano de los ascensores.

Cita:

No lo se... le replica a Yael antes de echar un vistazo a lo largo del pasillo.
¿Esa gente está alojada en nuestro mismo piso, en una de esas habitaciones?

Puede que sea paranoia, pero ¿podría ser que ese extraño grupo estuviera relacionado de alguna manera con lo que les está ocurriendo a ellos? Desde luego encajan perfectamente en esta historia... si es que esto fuera un relato de terror...

Jonathan permanece atento al ascensor, a los números que se van iluminando alternativamente.

Quiere saber a qué piso del hotel se dirigen los extraños...

Salís al oscuro pasillo, una vez todas las extrañas figuras se han ido por el ascensor, y Jonathan comprueba que las luces del ascensor indican que bajan hasta el nivel del sótano del hotel.

Pero eso no es lo más extraño. Tirado en el suelo descubrís un pequeño objeto en medio del pasillo. Al verlo más de cerca comprobáis que se trata de una pulsera escrita con letras inscritas en griego.