Partida Rol por web

Comienzo a caminar entre toda la multitud en busca de Magdalena, pero no consigo encontrarla.

Maldita sea, algo que debería ser fácil, y no la encuentro ni a ella ni a la Hija de Sir Frederic.

Sigo buscando hasta que encuentro a una camarera, y le digo en voz baja al oído:

-Hola guapa, no habrás visto por aquí a la doncella llamada Magdalena, es que tengo un mensaje para ella, se discreta, porque me parece que es de su amante, y claro, esto sería un secreto entre tu y yo.

Le guiño un ojo con mi mejor sonrisa.

Gracias- dice. Se acerca hacia donde duerme el guardia, y le zarandea ligeramente para despertarle- ¡despierta!

-Desde luego señor.-Es la respuesta concisa de la joven mientras os indica la escalera de acceso y describe las ropas que llevan. En un momento subes al estrado donde caballeros, damas y doncellas conversan animadamente. Pronto descubres a las dos, dama y doncella descritas a la perfección.

Umh....?-

Me acerco hacia la dama (hija de Sir Frederic), y le digo:

-Muy buenos días señorita. ¿Le importaría si la separo un momento de su doncella para que hablemos de unos asuntos en privado? Es un tema un poco delicado para hablarlo aquí en público, sólo será un momento. Ni se va a dar cuenta de que estoy hablando un momento con ella.

Al oído le susurro:

-Es un tema sobre su amante, y claro, al caballero no le interesa que se hable públicamente de ello.

-Según los soldados de allí -señaló a la mesa, aunque no estaba seguro de si sería capaz de ver con claridad donde le señalaba- tu fuiste quien estuvo haciendo guardia en la puerta del patio, y queremos hacerte unas preguntas. ¿Sería mucha molestia? -preguntó, pero su expresión no era demasiado amable, aunque tampoco intentaba intimidarle-.

La cara de sorpresa de la doncella hija de Sir Frederic denota que no sabía nada sobre ese amante. Al parecer la doncella sabía los amores de la una pero no al revés.-Llevárosla, creo que ya no la necesito en absoluto.- El tono de ofensa era palpable, al igual que su gesto de levantarse para marcharse de allí. La doncella os mira con furia y va en pos de su amiga y dama comenzando una explicación. 
Vos os quedais de pié un momento intentando saber que ha pasado exactamente. 

-Si vos hubieseis estado de guardia toda la noche, ¿os molestaría que os despertaran para haceros unas preguntas por la mañana?.- Aunque lo dice alto, su tono de voz no denota enfado. Acto seguido se echa de nuevo sobre el jergón.

Siento mucho que te hayamos despertado- dice, impidiendo que el hombre vuelva a dormirse- y créeme que no te molestaríamos si este asunto no fuese importante. Además, cuanto antes nos respondas antes te dejaremos en paz.

Maldita sea, siempre he preferido pelear contra un oso con mi puñal que tener que tratar con las mujeres, menos mal que Eliott está con Sir Daolen.

Para tratar con esta chica, voy a tener que tirar las cartas sobre la mesa, y esta vez llevo el as de bastos.

Salgo rápido detrás de ella, y le digo:

-Señora, espere un momento para aclarar mis dudas y ayudar a nuestro compañero, es sobre el tema con el cinturón de nuestro amigo, no se vaya tan lejos, que tendré que gritar el nombre del amante.

Je, si me da un guantazo, con a barba que llevo se le va a pelar la mano.

Espero que mis compañeros lleguen rápido, el soldado no les dirá gran cosa, ya que sospecho que el asesino está aquí dentro, y con el ruido que estoy haciendo no será muy difícil localizarme.

-Esta bien, esta bien.-El guardia se sienta en el camastro de paja mirándoos con ojos soñolientos.-Que quereis saber?.-

-Ni sé de quién hablais ni a qué os referís, sin duda vuestra mente lo soñó.-La doncella se gira con un ademán de cabeza.

Al ver la negativa que me da la dama, decido intentarlo por el lado mas diplomático, y salgo tras ella, hasta ponerme a su altura, y le digo:

-Señora, por favor, este es un tema un tanto delicado, le ruego me de audiencia, ya que no lo hago por gusto, sino para proteger a u amado y a su merced. No quiero que se castigue a inocentes, y preciso de su atención.

Le pongo cara de pena.

-Como os habeis enterado?.-Dice con voz baja.-¿Quién os lo ha dicho?.-Continúa un tanto enojada.-¿Que sabeis?.- 

-Mi querida señora, siento mucho haberos tenido que atacar de esta manera, y espero no parecer demasiado descarado con ciertas preguntas que tenga que hacerle.

Cojo aire, y le digo:

-La noche que murió el padre de Sir Daolen, las malas lenguas dicen que ellos dos estuvieron discutiendo, pero por otro lado, me he enterado de que eso no es cierto, sino que aunque el no lo afirme para defenderos a vos, me han contado que esa noche estuvieron ustedes dos juntos toda entera. ¿Es cierto bella doncella?

La muchacha se da la vuelta rápidamente, sin pensarlo, como por acto reflejo. Al cabo de unos segundos os coge del brazo y  os indica que vayais con ella a un sitio más apartado. 
-¿Como os habeis enterado?. Por favor, cuidad de no mencionarlo pues mi honra está en juego.-La ves visiblemente angustiada.-Es cierto, estuvimos juntos.-

-No se preocupe, ya juré ne mi momento que no revelaría su nombre para no manchar su honra. Ahora la pregunta es un poco mas escabrosa, si cabe decirlo. Por favor sea lo mas honesta posible conmigo. ¿Estuvieron vestidos completamente toda la noche, o dejaron la ropa en algún sitio para estar mas cómodos?.

Antes de que me de un bofetón, le digo:

-Recuerde que es por el bien suyo y de su amado, yo no tengo ningún interés en detalles del tipo sexual, quiero centrarme en la ropa, no en sus cuerpos.

Ves a la doncella angustiada y nerviosa, no os mira directamente a los ojos evitando incómodas miradas. Cuando ya no es sostenible la incómoda situación, una voz la llama desde el palco. Otras tres doncellas observan la escena y la llaman. Rápidamente y sin que podais evitarlo escapa corriendo hacia la seguridad del palco en compañía de más gente.

Mierda, mierda, mierda y mierda, malditas gallinas que han de estar cacareando siempre, y mas en el momento menos preciso. Lo único que puedo hacer es separarla del grupo, y así no la podrán venir a buscar ni llamar.

Me acerco al grupo de damas, y le susurro al oído a Magdalena:

-Doncella, la espero en unos 30 minutos en la enfermería, agradecería si pudiese venir a visitarme para poder proseguir con las investigaciones para poder salvarla a usted y a Sir Daolen.

-Queremos preguntaros sobre la guardia de la pasada noche. Sabemos que aceptaste unas monedas por dejar pasar a Daolen, hijo del difunto Sir Duain, y por vuestro silencio. Nosotros también tenemos monedas y queremos saber qué pasó, quién entró y quién salió -sacó algunas y las mantuvo en su mano, esperando una favorable reacción por parte del centinela-. Sólo tenéis que hacer algo de memoria y las monedas serán vuestras -debería haber añadido "Si me place lo que escucho", pero era mejor mantenerlo en su pensamiento-.

Usó un tono cómplice, para el pequeño grupo. Al resto de guardias no le importaba demasiado la conversación que pudieran tener.