Partida Rol por web

El tiempo ha pasado, y aquella joven chica que empezaba a convertirse en heroína, entrenaba con Maze Strom y luchaba por su vida en exámenes se ha convertido en una gran maestra de artes marciales que actualmente dirige el dojo de su maestra.

En estos últimos años también han cambiado muchas cosas en la ciudad, entre ellas las desapariciones que se han incrementado en los dos últimos años y que, recientemente ha dado lugar a que se abra una investigación. Aquello ha mermado los ánimos de muchos, viendo como hay más soldados de lo habitual por la ciudad, como paran a héroes al azar para realizarles preguntas sobre la actitud de otros héroes o si han notado algo raro y como la paranoia de ver a enemigos por todos lados invade a más de uno.

Pero ahora mismo, todo aquello era secundario pues Nataly se encontraba impartiendo una de sus clases y frente a ella sus alumnos se encontraban entrenando, dando y recibiendo golpes unos de otros. Aún ninguno de ellos estaba preparado para aprender el puño de fuego y se estaba dando cuenta de lo que había aprendido ella en los últimos años ¿Ella luchaba así también? Porque ahora podría vencerlos a todos juntos si quisiese.

La puerta del dojo se abrió y entró Frank. Este parecía preocupado por algo pero no  interrumpió el entrenamiento, se sentó tranquilamente a observar.

Observaba el combate, de pie y brazos cruzados. Algo apartada, examinando el combate, analizando cada movimiento y dando alguna que otra instrucción. Esos habían mejorado bastante, pero no lo suficiente. Aún tenían capacidad para algo más. Seguramente se habrían pensado que el club sería bastante más tranquilo y menos estricto con la baja de Maze, pero lo cierto es que Nataly sabía llevarlo perfectamente. Mantenía el nivel de dureza e incluso en ocasiones eran aún más estricta que su propia maestra. Y le gustaba. Vaya si le gustaba... liderar en aquel club era una de las cosas que más le apasionaba. Le daba importancia y poder; además, era el mejor lugar donde poder desahogarse.

- No arquees tanto la espalda cuando cargues el puño. Pierdes fuerza y precisión.

Estaba justo dando aquel consejo cuando las puertas del club se abrieron. Apareció Frank y en su rostro desde luego se podía adivinar que no traía buenas noticias. Ella abandonó la atención de la pelea momentáneamente, dirigiendo su mirada al chico que se acercaba.

Esa cara no presagia nada bueno.

- Suéltalo. ¿Qué ocurre?

Se apartaron ligueramente de los combates para hablar y Frank se acercó para que aquellos susurros solo los escuchase Nataly. Con el paso de los años se habían vuelto cercanos y confiaban el uno en el otro y además, recientemente estaba preocupado por lo tensa que estaba la situación y había empezado a dar largos paseos por la ciudad para observar la situación. Si veía algo raro, solía comentárselo a Nataly para conocer su opinión al respecto y parece ser que la razón por la visita de hoy era aquello de nuevo.

- La cosa va a peor, han encerrado a Astrid por resistirse a responder y… - suspiró - y mandar a una veintena de soldados al hospital cuando han intentado reducirla. Es cierto que Astrid puede ser muy antipática pero… no creo que sea malvada.

Suspiró antes de continuar hablando, no le gustaba aquella situación y querría arreglarla pero no sabía por dónde empezar ni cómo hacerlo.

- Al parecer sospechan de ella por ir a hacer misiones a solas. Además, han aumentado la vigilancia a Rose… no creo que tarde mucho en estar haciéndole compañía a Astrid.

El rostro de Nataly formó expresión de preocupación. No es que Astrid y ella hubieran empezado con buen pie en primer curso, pero la verdad es que aquella batalla final juntas las había unido en cierto modo. Nataly conocía el poder de Astrid y sabía que la chica prefería no hablar. ¡Si hasta había dejado que la encerrasen con tal de no abrir la boca! Tampoco es que su relación se hubiera estrechado, pero lo cierto era que Nat sentía empatía por la solitaria chica. 

Suspiró. No podían encerrar a una persona inocente solo por irse de misión a solas. Quería solucionarlo de inmediato. A saberse lo mal que lo estaría pasando Astrid... ¡era inocente!

- Se acabó el entrenamiento.- anunció a los dos luchadores.

Nataly seguía siendo ella. Imprudente e impulsiva. Por ello, actuaría de inmediato sin tener realmente un plan pensado. Miró entonces a Frank.

- Voy a ver a Astrid. Llévame con ella.

Y sin esperar respuesta comenzó a caminar con seguridad hacia la salida del club, dispuesta a solucionar aquel problema como fuera.

Frank observó como Nataly cerraba el club y observó sin saber muy bien cuáles eran las intenciones de esta. Los estudiantes por su parte, se sorprendieron pero no se opusieron y tras unos segundos de duda debido a la sorpresa, recogieron sus cosas y se fueron de allí, realmente quedaba poco para la hora en la que solían acabar por lo que tampoco estaban si quiera molestos.

Pero cuando dijo de ir a Astrid se sorprendió y no pudo evitar agarrarla del brazo para detenerla, no la dejaría ir.

- No, relájate y piénsalo, es cierto que ella es inocente pero se resistió demasiado y la ha liado, no vas a lograr nada y que intentes interferir solo empeorará las cosas para ella y para ti. La mejor forma de salvarla es encontrar al verdadero culpable y lo sabes.

Conocía el temperamento de Nataly, era similar al de su hermana mayor, así que estaba en guardia por un bastante probable golpe como acto reflejo.

Frio. Hacía mucho frio en aquel bosque, ¿Qué hacia allí? ¿Dónde era exactamente "allí"? Su cabeza le daba vueltas y la sangre que goteaba de sus múltiples heridas teñía la nieve de blanco. Un bosque cubierto de nieve en medio de una tormenta que no dejaba ver más allá que un pequeño puñado de metros y Brooke, completamente llena de heridas, exhausta, desarmada y con su armadura hecha girones e inútil.

Andaba descalza por aquel lugar con tan solo un pensamiento en mente, huir de allí, paso a paso mientras tanteaba con la mano y al mayor ritmo que le permitía la nieve y las escasas fuerzas que le quedaban. Avanzaba… avanzaba… y avanzaba… pero aquel lugar parecía un laberinto blanco sin muros, donde andar recto era imposible y parecía estar dando vueltas todo el rato, hasta que de pronto vio una silueta frente a ella ¿Aliado o enemigo? Aquello era una gran incógnita pero antes de que pudiera reaccionar, aquella figura le habló con una voz que sabía que había escuchado en algún lado pero no terminaba e poner cara.

- Brooke… ¿Qué haces? Vete de aquí… no has venido a por mí antes y sé que no lo estás haciendo ahora. Olvídame.

Aquella extraña voz se mezclaba entre el ruido de la tormenta mientras aquella figura le miraba inmóvil a escasos metros.

El brazo de Nataly se tensó ante el contacto de Frank, pero resisitió el impulso de quitárselo de en medio. Se paró, seria y se giró hacia Frank. En parte sabía que tenía razón, pero el mero hecho de pensar en Astrid atrapada durante a saberse cuanto tiempo le encogía el estómago. Astrid no tenía a nadie.

- Solo me tiene a mí.- dijo con total confianza. Aunque la propia Astrid no quisiera verlo de ese modo- No voy a formar un boicot ni a romper la celda. Solo voy a hablar con ella.

Era impulsiva pero no soberanamente idiota. Intentaría el plan de la diplomacia. Sino funcionaba...

- Y si no me dejan hablar con ella... me iré. No me encerrarán porque sé que si me encierran... ella no tendrá salvación.- entendía que Frank se preocupara por ella. Una parte de Nataly sabía que tras las últimas semanas acostándose, Frank se había encariñado aún más con ella. Pero para Nataly él solo era un modo de olvidarse de Brooke por algún momento.- ¿Si te prometo que no me meteré en ningún lío al irla a ver me soltarás?

Porque si no me sueltas me soltaré yo misma.

En estos últimos años también han cambiado muchas cosas en la ciudad, entre ellas las desapariciones que se han incrementado en los dos últimos años y que, recientemente ha dado lugar a que se abra una investigación. Aquello ha mermado los ánimos de muchos, viendo como hay más soldados de lo habitual por la ciudad, como paran a héroes al azar para realizarles preguntas sobre la actitud de otros héroes o si han notado algo raro y como la paranoia de ver a enemigos por todos lados invade a más de uno.

Jay se encontraba en una de esas situaciones. Acababa de volver de una misión no muy difícil de proteger una ciudad del ataque de unas vestías y había sido enviado él con Rachel Reckless y R-Seven como líder de misión. Al llegar los habían llevado a un gran edificio, los habían interrogado por separado, habían revisado las grabaciones que realizó R-Seven y las de la zona y habían comparado todo aquello para ver si sus historias eran ciertas.

R-Seven se había ido ya, probablemente a hacerse mantenimiento a sí mismo o algo así y Jay salía del lugar con Rachel, que se iba quejando.

- Me pone de los nervios que duden de nosotros, pero aunque duden de nosotros tenemos que seguir jugándonos la vida por ellos… si es cierto que hay un infiltrado me dan ganas de encontrarlo yo misma y así que me dejen tranquila.

Su mente estaba embotada, al igual que la mayoría de sus sentidos. Pero el frío, aquel ominoso aire helado poblado de nieve que penetraba por su armadura maltrecha y por sus pies descalzos, lo cubría todo. En la periferia de su visión, el blanco se teñía de escarlata por la sangre que le goteaba de las múltiples heridas que tenía.

Intentó que su cabeza empezara  a funcionar y le trajera de vuelta los recuerdos de aquel lugar, de aquel momento, de aquella batalla que a todas luces había perdido. Nada. En su interior sólo encontró los latidos expectantes de su corazón que parecían decirle que, si tenía poco más de paciencia, lo entendería.

Fue entonces cuando divisó aquella figura en la borrasca y su corazón se aceleró todavía más. Le conocía. La conocía. ¿No? Era incapaz de decirlo con seguridad. Había algo tan familiar. Cuando habló, esa sensación fue en aumento, llenándola de una devoradora ansiedad.

- ¿Cómo lo sabes? - preguntó, sin saber por qué era eso lo primero que había podido pronunciar. Porque era...¿quién era? Lo sabía...¿pero quién? -. Por qué tú, tú eres... ¿quién eres?

En estos últimos años también han cambiado muchas cosas en la ciudad, entre ellas las desapariciones que se han incrementado en los dos últimos años y que, recientemente ha dado lugar a que se abra una investigación. Aquello ha mermado los ánimos de muchos, viendo como hay más soldados de lo habitual por la ciudad, como paran a héroes al azar para realizarles preguntas sobre la actitud de otros héroes o si han notado algo raro y como la paranoia de ver a enemigos por todos lados invade a más de uno.

Alex se encontraban en casa, era media tarde y quedaba poco para el anochecer, el frio comenzaba a notarse estando tan cerca ya el invierno y todo estaba tranquilo. En la tele anunciaban un aumento de las lluvias y el frio cuando comenzó a escucharse una fuerte discursión a las afueras, cerca de su casa, que se trataba de un pisito en la tercera planta de un edificio no muy grande y que estaba en un lugar tranquilo, o al menos lo que normalmente lo era porque ahora parecía estar bastante agitado.

Desde la ventana podía ver que se estaba acumulando un corro de gente y dentro de él podía verse a un lado a un grupo de chicos y al otro a un solitario joven. El grupo de chicos estaba gritando cosas como "¡Tú eres el traidor!", "¡Muerte al traidor!" o una gran variedad de insultos.

Frank suspiró, confiaba en Nataly, pero no en que pudiese controlar sus instintos en un momento de tensión, tras tantos soldados heridos les quedaría tan poca paciencia que una mala respuesta sería suficiente para que comenzasen a disparar dardos tranquilizantes contra Nataly y se pasase esta otros días en un calabozo.

- Hagamos una cosa, yo iré y me aseguraré de que está bien. Descubriré cuanto tiempo piensan tenerla ahí e intentaré mediar si es necesario, pensaba hacerlo igualmente. - A fin de cuentas, Astrid había sido… aunque eso daba igual ahora, no lo haría por eso, lo haría por Nataly - Tú eres amiga de Brooke y ella vive con Rose, avísales de que la situación es tal que a la más mínima podrían incluso acabar las dos entre rejas una temporada también, acostumbran a meterlas en el mismo saco.

Suspiró mientras soltaba su brazo y relajaba los músculos. No quería luchar contra Nataly, cuando él ya tenía experiencia y ella era una novata podían luchar a iguales y ahora que ella también tenía experiencia y estaba llevando su poder más allá… no podría ganarla en un dos contra uno, o al menos no sin llevarse por delante media ciudad.

- Por favor… a ti te harán más caso ellas y Astrid… nos ignorará a ambos igual.

Estaba segura de que Frank estaba haciendo todo eso por ella, por protegerla y aunque le habría gustado decir que no necesitaba protección, se sentía bien teniendo a alguien preocupado por ella. Suspiró. En realidad su corazón luchaba contra las ganas que tenía de ver a Brooke, porque las demás veces que habían estado juntas la sensación de pesadumbre se había apoderado de ella. Pero, al mismo tiempo, ansiaba verla nuevamente.

- Está bien. Iré a avisarlas...

Rose le daba completamente igual. Pero sabía que si Brooke acababa encerrada lo lamentaría mucho. Y entonces sí que era capaz de hacer locuras.

- Nos vemos en un rato. 

Y sin más salió con paso apresurado a buscar a las otras dos chicas. Mejor avisarlas cuanto antes. Brooke solía tener las mismas ideas locas que ella.

Brooke cayó al suelo, incapaz de continuar o arrastrarse si quiera. Aquella figura se acercó lentamente hasta que por fin se volvió más tenue y reconocible… pero era imposible que fuese quien sus ojos le decían que era.

Roxy se acercó y se acuclilló a su lado - Me has olvidado… me has sustituido por quien dice ser yo solo por tener mis recuerdos ¿Eso es lo que te importaba? - agarró a Brooke de la cabeza con ambas manos mientras apretaba sus heridas, lo que causó que el dolor recorriese todo su cuerpo mientras era obligada a mirar directamente a Roxy a la cara tras ser puesta boca arriba.

 - ¡No te importo! Yo… ¡Te amaba! ¡YO TE AMO! Y a ti te faltó tiempo para sustituirme… - estaba enfadada y su rostro comenzaba a deformarse en una mueca de odio e ira - Pero no te preocupes, que lo he pensado bien y… ¡Voy a ir a buscarte! Y, cuando te encuentre te  mataré y así, en la muerte, estaremos juntas para siempre ¡PARA SIEMPRE! - una risa loca se dibujó en su rostro.

- Todo por tu culpa… tu culpa… mira lo que has hecho… mira lo que me haces hacer… - susurraba enfadada y de forma repetitiva Roxy mientras observaba a Brooke.

Frank parecía ligeramente contento al haber logrado convencer a Nataly, casi se podría considerar que hacerlo era un logro, lo siguiente era su hermana y si lo lograba, se autoproclamaría la persona más convincente del mundo. Pero no era momento para pensar tonterías así que se fue de allí en dirección a donde tenían a Astrid, dispuesto a cumplir su palabra.

Nataly caminó durante un rato en dirección de la casa de Brooke. El sol se iba cada vez más temprano y el frio comenzaba a agarrarse con fuerza y cada vez más facilidad. Por el camino, notó como la tensión de la ciudad también había vuelto fría a la gente, muchos caminaban solos y apartaban la mirada mientras avanzaban a paso liguero mirando solo sus pues, otros caminaban por la ciudad con sus armas, armaduras y muy probablemente las píldoras a mano, incluso cuando un chico algo más alto que Nataly chocó ligueramente con esta, ni si quiera se giró a disculparse o esperar una disculpa, solo continuó su camino a paso liguero.

Finalmente llegó al piso, entro en el portal, subió las escaleras, llamó al timbre y… nada. Tras unos minutos esperando y llamar un par de veces al timbre no recibió respuesta, pero fue cuando llamó con la mano a la puerta que notó algo raro. Esta se abrió al recibir los golpes sin ofrecer resistencia ¿Se habían dejado la puerta abierta o Nataly llegaba demasiado tarde?

Uy qué raro... la puerta había cedido demasiado rápido ante un minigolpecito como aquel. Sin poder evitarlo, Nataly se puso en tensión. Sacó la mano que tenía en el bolsillo y cerró y abrió varias veces la mano, preparándose para lo peor. No quiso preguntar ni saludar en alto. Miró el interior, antes de encaminarse para allá.

Más vale que no estés con ninguno de tus ligues, Brooke.

Iba de la forma más sigilosa y rápida posible, pendiente de todo lo que pasaba a su alrededor. Se conocía bien la casa de Brooke, por lo que esto ayudaba a poder pasar aún más silencia por los sitios. Afinó sus sentidos, intentando mantener la calma.

Nataly entró en la casa. El silencio del lugar solo era interrumpido por el sonido de un televisor del salón, donde la chica del tiempo anunciaba como el frio iría en aumento así como las posibilidades de lluvia. Avanzó lentamente y siendo el salón el lugar más cercano, se dirigió hacia allí. Lo primero que vio fue a Rose tumbada en un sofá en una cómoda posición y sin herida ninguna, como si se hubiese quedado dormida mientras veía la tele y tras avanzar un poco más vio a Brooke en un sofá, como si le hubiese pasado exactamente lo mismo.

Fue cuando se acercó un poco más cuando pudo ver que algo no cuadraba. Ambas estaban pálidas, demasiado pálidas. Exhalaban vaho y aunque fuera hiciese frio, dentro hacia un agradable calor gracias a la común calefacción central de aquel lugar. Todo era demasiado raro… ¡Incluso tenían un poco de escarcha por encima!

Era Roxy, era Roxy, era Roxy. Por una vez, todo el humor, toda la ironía, toda la burla inherente a su persona desapareció mientras miraba a quien había sido su amiga y amante, con el aliento convirtiéndose en nubes de vapor. Ni siquiera le importó el duro golpe que supuso su caída y el frío que cada vez la invadía más y más.

Su cuerpo ya no importaba y aunque aquella escena tenía demasiados tintes de pesadilla no podía dejar de sentir lo real que era. El frío y el tacto de Roxy. Sus ojos azules...el odio en su mirada. Era demasiado real.

- Me importas... me importas... - su voz sonó como si estuviera bajo el influjo de la hipnósis, incrédula y agotada. conmocionada -. Roxy... yo..., esto no es verdad, tú ahora eres Rose - dijo, como si tratara de convencerla, como si necesitara que aquello fuera verdad. Porque no podía haberse estado engañando tanto tiempo, ¿no? -. Y si Rose es una impostora, tú deberías estar muerta... No puedes estar aquí... Roxy perdóname...

No sabía lo que decía, sólo la veía y la sentía, percibía su odio. Y se negaba a creerlo. Otra vez no...

Menuda mierda. Al verlas así no dudó en acercarse con rapidez hasta Brooke. Estaba fría como el hielo, pálida y con escarcha.

- Joder, Brooke. 

Ahora agradecía haber hecho caso de Frank. Estaba claro que Brooke estaba en peligro y que necesitaba ayuda de inmediato. ¿Continuaría con pulso? Esperaba que sí... 

- No sé si puedes oírme, pero ya ha llegado la heroína a domicilio.- comentó con su típico tono que solo usaba con sus amigos, entre ellos, con Brooke. 

La observó, pensativa y admirada. Mira que era guapa incluso en aquellas circunstancias. Pero se obligó a apartar la mirada de sus labios. Incluso viéndola en peligro le dolía. 

Probaré a calentarla, a ver si así le quito el estado de congelación.

La única manera que Nataly conocía para descongelar a Brooke - qué gracioso habría sonado fuera de contexto- era con la técnica de puño de fuego. Su brazo se imbuía de llamas, pero normalmente este fuego contaba con una potencia para destrozar al enemigo y ahora solo quería usarlo de pequeña hoguera. Tendría que concentrarse.

De pronto la actitud de Roxy varió y miró hacia los lados, como si notase que se acercaba algo.

- Pero ahora me voy… te dejo con tu nuevo amor y con la impostora… pero no lo olvides que volveré a por ti, y ni nada ni nadie podrá impedirlo.

Tras eso Brooke comenzó a notar algo de calor… bastante… o más bien demasiado y acompañado de dolor.

Nataly intentó despertar y calentar a Brooke usando su técnica del puño de fuego… quizá pasando el golpe solo cerca de ella sería suficiente para darle algo de calor, pero no  pensó en que un fallo de cálculos y el resbalarse con la alfombra cuando iba a dar el golpe, le hiciese golpear de lleno el sillón, que cedió al golpe e hizo caer a Brooke sobre los restos del sillón donde dormía y se estaba quedando congelada, que estaba ahora chamuscado y bien calentito.

El golpe no solo despertó a Brooke de una forma dolorosa, sino que también despertó a una aturdida Rose que miraba a todos lados sin saber que pasaba y a si misma sin entender porque tenía tanto frio y escarcha por encima.