Partida Rol por web

Alan apareció con ¿Otra Necros? Realmente estaba de moda aquella armadura últimamente, principalmente para los que se enfocaban en sus habilidades ya que la armadura las iba sintetizando al extraer un poco de sangre de su portador por unos tubos incluidos en el torso que luego volvía a inyectar a su usuario, volviendo la armadura parte de su cuerpo.

- Vamos a lo que queda de Alejandría entonces, ya llamé y tenemos un jet preparado, dije que sabía que había una criatura incubándose allí y haciéndose más fuerte cada segundo, información que tenía gracias a mi poder ya que si la iba ahora la mataría y de lo contrario, sería ella la que me mataría a mí. Y coló.

La excusa era mala, pero viniendo de Alan y aprovechándose de que nadie sabía cómo funcionaba su poder exactamente, podía permitirse eso. Por otro lado ¿Ahora su armadura también era perfecta? ¿Sería indestructible o qué? Sin demorarse mucho y cargados con sus mochilas llegaron al aeropuerto donde tomaron el Jet y horas después, estaban colocándose los paracaídas para saltar sobre el Cairo.

- Alejandría esta cerca ¡Vamos! - añadió Alan, dejándose caer de espaldas del avión y haciendo un picado hacia tierra y esperando hasta el último momento para abrir su paracaídas, por lo que llegó el primero a tierra.

Tras llegar al lugar, se vieron de pronto sobre las ruinas de una ciudad completamente aniquilada.

Cuando Alan hablaba, más que cosas prácticas - que por desgracia, las decía - sólo escuchaba una voz sinuosa que le recordaba que había asesinado a su amiga y que, aunque esta hubiera resucitado, la había cambiado para siempre. También estaba toda su historia previa, por supuesto, pero era algo que palidecía al lado de todo lo que había sucedido con Roxy.

Como no podía decir mucho, a parte de darle la razón en sus decisión es y eso era algo que no iba a hacer, permaneció callada y fumando un cigarro tras otro como si no hubiera fin y sus pulmones fueran de usar y tirar. Así estuvo incluso en el jet, sin importarle que el ambiente se viciara y se volviera casi irrespirable.

Sólo detuvo su carrera hacia la muerte por intoxicación cuando Alan anunció que estaban sobrevolando el Cairo, lo que para ella era algún lugar del mundo sin importancia. Entonces tuvo que apagar el cigarro para ponerse el paracaídas porque lo de saltar fumando, por más presumido que quedara, se le antojaba una mala práctica que podía acabar con ella muriendo ahogada por una colilla.

Claro que su idea de no alardear estúpidamente no fue compartida por Alan, que decidió saltar de espaldas y luego hacer un picado, como si hubiera saltado en paracaídas cientos de veces. Era lo que tenía ser perfecto, la primera vez te iba a salir como si fueras un profesional.

- Gilipollas - no se molestó en bajar la voz cuando abrió la boca por primera vez en lo que iba de viaje -. Nos vemos en el suelo - y, dicho aquello, saltó.

— Ala, pensó Jay sorprendido al ver que los tres vestían la misma armadura. — Así hasta parecemos un equipo y todo, jejeje... — Soltó una risilla nerviosa pero cuando vio que las miradas de ambos se clavaron en él descubrió que calladito estaba más guapo. — Je. Bueno, vámonos ya. — Y antes de abandonar el edificio cerró la puerta de casa con llave.

Fue un alivio que Alan se hubiera encargado de preparar un Jet para el viaje, era increíble como una habilidad tan sencilla podía dar tanto de sí misma. Una vez en el aeropuerto subieron al avión en cuestión y en unas cuántas horas finalmente alcanzaron a sobrevolar por encima del Cairo. El ambiente estaba enrarecido tanto por el silencio como por el humo, Jay no solía hacerle feos al tabaco pero en un espacio tan cerrado y con tantos cigarrillos consumidos se estaba volviendo casi imposible respirar, así que cuando llegó el momento de saltar no pudo estar más agradecido. Todos se equiparon sus correspondientes paracaídas y saltaron.

— Bien, ahora me toca de mí. — Flexionó sus rodillas y se preparó para saltar.

— Venga, vamos. — Añadió su réplica.

— ¿Eh? — Se giró para encontrarse con su sombra materializada, tropezó y cayó. — Cabrooooooooooooooón... — Gritó mientras caía al vacío.

El Cairo, una ciudad que antaño fue cuna de la civilización - algo que, por supuesto, Brooke no sabía -, ahora era un montón de escombros arenosos salpicados por los blancos esqueletos pulidos por las décadas de tormentas de arena que habían asediado el lugar.

Posiblemente las bestias carroñeras eran ahora la especie dominante de la zona, pero en el momento de su caída aquello parecía vacío. El desierto le iba ganando terreno a lo que un día fue una muestra de cómo la humanidad trataba de doblegar la naturaleza a su tecnología.

Brooke estaba bastante lejos de tales reflexiones, de hecho, sencillamente peleaba contra las ganas de encender un nuevo cigarro. Pelear contra ese vicio le ayudaba, por lo menos, a no dejarse distraer por sus ganas de rebanarle el cuello a Alan.

- Qué acogedor - así era Brooke normalmente, toda sonrisas socarronas con sus ojos rasgados. Pero le resultaba difícil actuar con naturalidad cuando el idiota estaba presente -. ¿Tu sombra o lo que sea eso puede alejarse de ti? Porque estaría bien comprobar los alrededores sin peligro.

— Ruinas, genial. — Fue el primer comentario que salió de la boca de Jay tras echar un vistazo a aquello que ya había visto desde ahí arriba en el Jet. Así que esto era lo que quedaba de Alejandría; ruinas, polvo y un artefacto que les ayudaría a acabar con posiblemente el peor villano de todos los tiempos. Bien, entonces lo mejor sería ponerse en marcha de una vez.

— Sí que puede, respondió a Brooke, pero si pasa demasiado tiempo materializado o le dan una paliza volverá a su sitio y tendrá que descansar un buen rato. Si queréis lo enviamos de paseo por ahí, pero como nos toque luchar igual no podrá ayudarnos.

— Cobarde, marica. — Añadió la sombra, materializada una vez más cuando le había dado la real gana.

— Tú ríete, pero si muero te vienes conmigo. — La réplica pareció refunfuñar algo enfadado y se desmaterializó bajo los pies de Jay, ahí donde cualquier sombre debería estar. Mientras no le necesitaran lo mejor sería que descansara, una vez inhabilitada su sombra no podría ayudarles a no ser que Jay invirtiera una gran cantidad energía en recuperarla instantáneamente. — Además, lo necesito para luchar. Juntos somos más fuertes.

Alan observó como Brooke y Jay discutían sobre qué hacer. Él era demasiado vago como para organizar a un grupo y demasiado independiente como para aceptar ordenes, pero el tener que trabajar con otros dos que eran igual que él era igual de molesto que entretenido, tenía ganar de poner al límite a su compañero de piso y a su ex amante. No le apetecía mucho tener que darles órdenes, pero le apetecía buscarles las cosquillas.

- No es necesario comprobar los alrededores, por lo que se podía ver desde arriba no hay un peligro inmediato, así que lo importante es ir ya a por el maldito artefacto, cuanto menos tardemos, mejor. La biblioteca estaba cerca del río, vayamos y busquemos una entrada subterránea, es obvio que si aquí no hay nada, lo hay bajo tierra.

Y comenzó a andar en dirección al río a un ritmo ligero, no le apetecía estar demasiado tiempo al solo con aquella armadura, se asaría dentro.

Le seguía pareciendo mejor idea que Jay tuviera que pelear como una persona normal durante un rato que no investigar en absoluto pero como siempre, Alan tuvo que salir con esos aires de suficiencia que se gastaba. Apretó los dientes, tratando de no entrar al trapo. Era difícil. Brooke no tenía problemas en soltar comentarios mordaces a diestro y siniestro pero conocía a Alan y no quería entrar en su juego. Sabía que lo que más le fastidiaba era que le ignoraran y eso pensaba seguir haciendo.

- Por más que no viéramos nada desde arriba no quiere decir que no haya peligro, podrían mimetizarse perfectamente con el ambiente - acabó por decirle a Jay, ignorando que Alan había empezado a caminar -. Al menos haz que tu sombra pulule por aquí, aunque no sea lejos. Tampoco suena divertido que entremos a alguna especie de tumba subterránea y un pelotón de bichos nos corte luego la salida.

— Sí, ¡aquí el único peligro eres tú, jiji! — Respondió a Alan en una de sus características muestras de humor absurdo, pero pronto dejó de reír como un crío al recordar la mala relación que había entre Brooke y su compañero de piso. Además estaban en tierra de bestias, así que por el momento no había lugar para bromas, aunque contenerlas le resultaría difícil. 

— Eh... Sí, será lo mejor. — Dio la razón a Brooke, si bien no habían visto nada sospechoso antes de saltar también era cierto que podía haber cualquier cosa por ahí escondida, y más en un desierto donde las criaturas suelen camuflarse con el ambiente. — Tú, ¿te das un volteo por ahí? — Preguntó a la réplica, que ya había dado media vuelta para dar un vistazo por los alrededores.

— Claro, con un poco de suerte ninguna bestia me saltará al cuello.

— Intenta averiguar si por aquí habita algún tipo de criatura peligrosa, para saber a qué podríamos enfrentarnos. No tardes mucho, si encuentras algo vuelve e intenta que no te vean.

— Sí, mami. — Se escabulló entre unos restos de piedra y desapareció.

Alan miró arqueando una ceja a Jay - No os preocupéis, no os haré nada siempre y cuando os portéis bien y seáis útiles.

Los tres caminaron durante un rato. Jay notó como el tener a su sombra fuera y lejos le comenzaba a cansar y cuando esta volvió internamente lo agradeció, no podía continuar gastando energía a esa velocidad. La sombra, por su parte, se encogió de hombros - Nada, esto está vacío, aquí no hay nada… y ahora, necesito descansar - tras aquello, volvió a Jay a descansar. No saldría de allí en un rato para poder recuperarse un poco y que Jay dejase de gastar tanta energía.

No tardaron mucho más en llegar a donde el rio desembocaba en el mar, y no tuvieron que buscar mucho, pues sin necesidad de rastrear mucho el lugar, encontraron unas escaleras que llevaban a un subterráneo que no estaba especialmente escondido.

- Esto es obviamente una trampa, pero tampoco hay más opciones - comentaba Alan, que comenzó a bajar las escaleras de forma despreocupada.

No sintió ningún tipo de satisfacción cuando Jay le hizo caso a ella en lugar de Alan. El chico había demostrado en todo momento más sensatez que ellos dos al tratar de mantener su enemistad a ralla. Supongo que era obvio que la que saltaría en caso de disconformidad era ella. 

Aquella era una misión importante y posiblemente muy peligrosa pero no era capaz de centrarse todo lo que debería en ella. Su odio por Alan había alcanzado el punto de lo irracional e incluso en un momento como aquel en que debería liberarse de las distracciones, no podía evitar reaccionar según sus palabras, actitud o acciones, a pesar de que debería dejar todo eso de lado.

Por eso le molestó que pusiera en palabras sus propios pensamientos. Esa entrada tan al descubierto tras años de abandono y polvo... Resultaba imposible, lo que se traducía en trampa o simplemente, que la zona no estaba tan deshabitada como podía parecer.

- Genial - masculló. Tenía ganas de decir que no pensaba entrar ahí pero en circunstancias más normales su actitud sería similar a la de Alan: encogerse de hombros y resignarse a caer en la trampa. Ahora, simplemente por ser propuesto por él, ya le ponía de mal humor. Por desgracia, de poco serviría adoptar una actitud más infantil de la que ya estaba mostrando así que, atenta a sus alrededores, entró tras su ex.

A medida que iban caminando entre las ruinas Jay sentía como su sombra se iba alejando cada vez más, ya que cuando mayor era la distancia a la que se encontraban también aumentaba la cantidad de energía que requería mantener a su compañero materializado. El sol y la armadura no le ayudaban en nada y cada paso que daba se convertía en un suplicio en el que deseaba que la réplica apareciera y se uniera de nuevo a él. Lo cual tampoco fue malo del todo ya que aquello le mantuvo calladito todo el viaje. Cuando ésta volvió se sintió agradecido.

— Sí, yo también. — Respondió a su sombra. — Digo, métete de una vez. — Se corrigió, se secó el sudor de la frente y siguió caminando con los demás.

Poco más tarde llegaron a donde el río desembocaba al mar, lugar en el que también se encontraron con unas escaleras que llevaban a una especie de zona subterránea. La entrada no estaba especialmente escondida ni vigilada, simplemente estaba ahí como si esperara a que ellos tres se metieran sin más. A Alan esa idea no pareció desagradarle y entró como si nada aun siendo consciente de que podía ser una trampa. A Jay no le molaba especialmente la idea, pero lo cierto es que tampoco tenían mucho más a donde ir, así que se metió tras él y Brooke.

— Bueno, una trampa, podría ser mucho pe... — Y calló súbitamente. Decir que el asunto podía ir a peor era una estupenda forma de gafar la misión.

Comenzaron a bajar aquellas escaleras que bajaban de lado a lado iluminados solo con sus linternas durante un buen rato. La luz que entraba por la entrada se perdió rápido y el camino se volvió completamente monótono y aburrido, como si estuviesen caminando por unas escaleras mecánicas, lo único que hacía diferente ligeramente el camino era que cada un par de docenas de escalones había siempre un giro de ciento ochenta grados.

- Caerse por aquí probablemente sea, cuanto menos, doloroso - comentaba Alan, aburrido ya del camino - aunque lo peor va a ser el subir luego - Continuaban bajando y el tiempo continuaba pasando sin que llegasen a ningún sitio.

Decididamente, Brooke no debería estar recreando en su cabeza una y otra vez cómo Alan tropezaba y caía por el hueco de las escaleras. Sobre todo, porque eso no sucedería. Tendría muchas más posibilidades empujándole por sí misma pero el muy desgraciado se las ingeniaría para girarse y tirarla a ella. Sí, eso posiblemente sería lo que sucedería. Mierda de idiota perfecto.

Patinó un poco con un montón de arena situado en uno de los escalones y aquello le sirvió de aviso para centrarse pues si seguía más pendiente de Alan que de otra cosa, sólo lograría ser ella la que cayera, teniendo la muerte más estúpida de la historia.

- Joder esto es eterno - acabó por decir cuando ya no pudo más de mantenerse en su obstinado silencio -. ¿Quién coño construiría esto? Ni que fuera una mina, joder. No tiene puto sentido - buscó una piedrecilla del suelo y la tiró por el hueco, esperando escuchar el sonido del suelo en algún punto.

Llevaban ya un buen rato bajando por las escaleras y el ambiente se volvía cada vez más pesado, los escalones repitiéndose una y otra vez junto a la poca iluminación y espacio para moverse le estaban agotando más que el paseo que se habían dado bajo el sol por el desierto. Lo único que hizo algo diferente al recorrido fue cuando Brooke patinó por uno de los escalones, el cual Jay se aseguró de evitar para no caerse de morros sobre los demás.

— Igual esto es uno de esos laberintos que se repiten infinitamente aún cuando tratamos de volver hacía atrás, solo tenemos que encontrar un ladrillo que sobresalga y... — Se frenó, dio un puñetazo a la pared y gimió de dolor. — Au. Vale. Solo sigamos bajando. — Lo mejor sería que cerrara la boca y siguiera andando, aunque si encontraba un ladrillo sobresaliendo de la pared lo presionaría, solo por si acaso. Los tópicos de las pelis nunca fallaban.

Continuaron bajando durante un buen rato más, el suficiente para que se plantearan que Jay había acertado y estaban en un bucle infinito de escaleras, pero finalmente llegaron a una puerta de madera con aspecto de ser muy antigua y que al intentarla abrir Alan parecía estar cerrada o atascada. Todos se prepararon y se pusieron en guardia, estaban a mucha profundidad y no sabían que se iban a encontrar al otro lado.

Alan desde su posición se preparó y cargó contra la puerta con el hombro para abrirla y esta cedió y se abrió, cegándolos a todos momentáneamente por la gran cantidad de luz que había al otro lado. Cuando se les acostumbró la vista pudieron ver algo que no esperaban, una ciudad con aspecto antiguo llena de vida, el sol brillando en el cielo y tras ellos… tras ellos había una puerta en el suelo, la que había roto Alan para entrar allí, o más bien para salir y nada más, no estaba el camino por el que habían llegado, si no que se encontraban sobre la azotea de una de las casas de aquella ciudad y que estaban en la superficie.

La ciudad era enorme, no había rastro de bestias, estaba cerca de un gran desierto y lo más llamativo era un gran faro y e enorme edificio que tenía cerca. Mientras intentaban asimilar todo aquello de golpe, fue Alan el primero en hablar.

- Bueno, pues hemos llegado a la verdadera Alejandría ¿Dónde vamos ahora Brooke? ¿Qué más decía tu libro?

En algún momento mientras bajaban Jay empezó a tararear una melodía arrítmica y desafinada creyendo que así el paso del tiempo se haría más ligero, pero se equivocaba igual que se había equivocado con el golpe de puño en la pared, además sentía que si seguía con el canturreo Brooke y Alan se pondrían de acuerdo por primera vez para patearle en culo y hacerle callar. Así que calló antes de salir herido.

Bastantes escalones después finalmente llegaron a una puerta de madera aparentemente antigua. Alan quien tomaba la delantera de los tres hizo un intento de abrirla pero esta no cedió hasta que todos se pusieron en guardia y la derribó al cargar contra ella con el hombro. Jay pensó que de haber sido él lo hubiera intentado de una patada, que quedaría más guay al derruir la puerta de aquella forma, pero instantes después se dio cuenta de que aquellos pensamientos —o más bien, la mayoría de las cosas que pasaban por su cabeza— no tenían importancia alguna hasta que vio lo que había al otro lado de la puerta.

— Guau... — Murmuró sorprendido en cuanto la vista se le adaptó a la luz y pudo apreciar el paisaje en el que se encontraban. — Brooke, ¿tu libro decía algo de una ciudad subterránea con cielo y sol incluido? Porque, joooder, podrías haber avisado antes. — Después de avanzar unos pasos dio un respingo al ver que las escaleras por las que habían bajado ya no estaban detrás de ellos, habían desaparecido y solo quedaban los restos de la puerta en el suelo.

La verdad era que había compartido la idea de Jay, pensando que aquello era alguna especie de trampa, un bucle sin fin con un sólo y diminuto fallo que de no encontrarlo los tendría prisioneros para toda la eternidad. O hasta que se mataran, y teniendo en cuenta que uno era un grandísimo hijo de puto y que el otro tenía la virtud de hacerse irritante en momentos de tensión como aquel, eso no tardaría mucho en suceder.

Por suerte para su salud mental, aquello no fue lo que sucedió pues acabaron llegando a una puerta que Alan echó abajo sin decir nada. Otros pensarían que era caballeroso pero a ella el gesto, bueno o malo, le importaba nada o menos. Por lo menos su cabeza se abstuvo en aquella ocasión de elaborar comentarios hirientes pues la vista imposible que dejó al descubierto el lugar que antes ocupaba la puerta la dejó sin habla.

Avanzó lentamente, saliendo a la luz del sol para mirar en derredor, advirtiendo que estaba en una azotea. Imposible... Pero más imposible fue que, al girarse, la puerta hubiera desaparecido. Jay parecía emocionado al respecto pero ella estaba más preocupada que otra cosa.

- Esto se parece sospechosamente a mi poder - murmuró casi más para sí que para los demás. Si era imposible sólo quería decir que no era real. Y si no era real...es que alguien o algo lo provocaba. Tampoco había mucho que pudieran hacer más que seguir, estaba claro -. Yo que sé - acabó por responder -. El libro era un tostón, pasé de muchas partes inútiles. ¿Cómo sino me iba a leer un tocholibro en una noche? Decía que los hermanos de los brazaletes se internaron en los túneles de Alejandría y ahí desaparecieron. Pero no sé si eso se refiera al lugar del que venimos o que hay más túneles por aquí. De todos modos me parece que la respuesta es lógica. O es el pedazo faro que tenemos delante...o...no sé, igual no me acuerdo bien, pero lo único que me suena de Alejandría es algo de su biblioteca así que...

Alan suspiró… sabía que Brooke no se lo leería a fondo pero ¿Ir a la aventura? Era demasiado y peligrosamente despreocupada… sabía que tenía que ir con ella a la misión si se quería tener un mínimo de éxito. No pensó mucho en aquello y bajó de aquella casa en la que estaban. Era de un solo piso por lo que realmente estaban cerca del suelo y por su arquitectura se veía antigua, como aquellas que aparecían en libros de historia de más de mil años. Pero todos los edificios estaban hechos de forma similar y la gente del lugar que vivía tranquilamente su vida iba ataviada con ropa antigua similar a la que aparecían también en libros de historia en dibujos.

Al bajar del edificio un par de señores se sorprendieron y miraron extrañados a Alan, como si tuviese algo de raro, aunque todo parecía empezar a parecer que lo que les había pasado es que habían ido atrás en el tiempo y entonces tendría sentido que no entendiesen porque Alan iba vestido de esa forma o que hacía sobre una casa. Pero Alan, sin darle importancia a todo aquello, comenzó a andar en dirección al centro de la ciudad, si Brooke no sabía nada más no le sería útil esperarla.

No le pasó desapercibido el suspiro de Alan, más que nada porque estaba segura de que lo había soltado de forma audible con toda la intención. Por una vez, se permitió mirar su espalda de mal talante mientras él se alejaba. No le gustaba. Antes era un manipulador, un drogadicto que pasaba de todo, sobre todo de las clases, sin ningún sentido de la responsabilidad. Nunca había tenido talante de superheroe y eso que tampoco era como si ella pudiera decir mucho al respecto. Pero ahora había cambiado. Seguía teniendo la misma mala personalidad que antes pero su ego había aumentado exponencialmente a raíz de su poder y había escogido un camino diferente para hacer lo que le diera la gana. Eso hacía que le costara más ignorarlo de lo que le había costado antes.

- ¿Cómo lo soportas? - soltó con un bufido. Que le dieran. No pensaba seguirlo -. Eran dos gemelos y no es que ellos fabricaran los brazaletes, simplemente se los encontraron y estos potenciaron sus poderes - subnormal...por eso le contaba eso a Jay y no a Alan. Estaba a la suficiente distancia como para no escucharla -. Teletransporte y manipulación del tiempo - alzó la mano en un gesto vago para señalar su entorno -. Mira esto. Utilizaron sus poderes para aprender y luego se alejaron de la humanidad en lugar de ayudarla. Pero no parece que estuvieran tan solos - acabó por decir con un deje sarcástico mientras observaba a todas aquellas personas -. Como sea, lo último que se sabe de ellos es que vinieron a Alejandría, no hay más información al respecto - seguramente eso debería haberlo dicho antes pero no había esperado esa reacción -. Puede que este lugar esté congelado en el tiempo y sigan vivos. Si es así...esta gente los debe tener por dioses. Y yendo así vestidos puede que a nosotros también nos tomen por Dioses - dicho aquello ella también bajó pero en una dirección diferente a la que había tomado Alan y detuvo al primer transeúnte que encontró, sin pensar en los problemas de comunicación -. Eh, tú. ¿Dónde están los gemelos?

¡Que no se había leído el libro entero! Jay se sintió traicionado. Él que se había pasado toda la noche en vela leyendo el libro entero. O al menos la mayor parte de él. Bueno, solo las que parecían tener algo de importancia. Quizá solo se había leído los trozos que mencionaban el origen del bastón, sus poderes y su portador. Vale, él tampoco se había leído entero, ¡pero qué vergüenza! Entre la falsa indignación le hizo gracia imaginarse a Brooke empezando el libro con una página que decía con letras bien grandes Primer capítulo: Alejandría, la ciudad subterránea atemporal con cielo y sol y las escaleras mortales que llevan a ella, tanta gracia le hizo que soltó una carcajada en voz alta y tuvo que forzarse a callar para escuchar lo que se sabía de los gemelos.

— Bueno, tenemos dos sitios a donde ir así que pongámonos en marcha. — Siguió a Alan y se acercó al extremo del tejado del que había bajado para ver que había por las calles. Ignoró a la gente que cruzaba por ahí, aunque igual lo más sensato era consultar a alguno de ellos de qué se trataba todo esto. — Alan tampoco está tan mal. — Respondió a Brooke. — Por las mañanas me despierta golpeando objetos metálicos, por las noches acapara todo el sofá y tengo que sentarme en el sillón, cuando se acaba las pizzas no avisa y además... — Hizó una pausa, lo pensó mejor y le dio la razón. — Oye, pues sí, ¿cómo lo soporto? — Sonrío y no le dio mucha más importancia al asunto, pese a que Alan podía ser molesto y misterioso no creía que fuera mal tío además, molesto Jay también lo era un rato.

— Sí, con el mío pasó algo parecido. Con su poder podía absorber la fuerza del fuego y cuando encontró el bastón-destrúyelo-todo se dio cuenta de que al tomarlo se volvía más fuerte. — Añadió él también los hallazgos que había hecho en su correspondiente libro. En cuanto a especular de qué iba todo esto no se animó mucho, no le gustaba nada como sonaba eso de manipular el tiempo, así que en su lugar se limitó a escuchar para hacerse una idea de la situación.

Y en cuanto Brooke saltó para preguntar amablemente a unos ciudadanos donde se encontraban los gemelos él se limitó a llamar a Alan a gritos, lo último que quería era que se perdieran en este sitio, y más él que se había ofrecido a ayudarles. — ¡Eh, Alan, por aquí!