Partida Rol por web

Tras ser cacheados y despojados de todo lo que pudiesen valorar en aquel momento, tanto armas como dinero, les empezaron a llevar a punta de pistola, llevaban pocos pasos cuando se percataron de la presencia de un bulto con forma humanoide, al acercarse se dieron cuenta de que era Fedor.

Todos fueron llevados no muy lejos de donde se encontraban. Al mismo tinglado número seis. En su interior advirtieron varias lámparas que se encontraban colgadas de los altos techos y descendían varios metros mediante largos cables hasta quedar a unos tres metros del suelo. La luz era muy pobre y amarillenta.

En el centro del lugar, bajo la luz, se advertía una mesa de madera con un maletín negro. Mauro se percató de que era igual que su propio maletín, un maletín de médico. A un lado de la mesa tétricamente se encontraba dispuesta una vieja silla de madera. 

Allí los hombres trajeados que les habían detenido empezaron a ponerse cómodos quitándose las chaquetas de sus trajes quedando así en mangas de camisa mostrando las sobaqueras con sendas pistolas embutidas en su interior. Eran cinco.

Sin tiempo a ver mucho más los desafortunados siguieron siendo dirigidos hasta el final del tinglado a una sala que se encontraba aparte. Parecía un pequeño almacén en el interior del tinglado. 

Entonces uno de los cinco se acercó, un tipo bajito y malcarado.

-Mirad el linguaccia. Se ha despertado. Traedle, comenzaremos por él... – dijo sonriente mostrando sus dientes amarillos.

Los dos hombres de antes se dirigieron a Antonino -quien se acaba de despertar del culatazo- mientras un tercero apuntaba al resto con un revólver para prevenir sorpresas. Lo levantaron y se lo llevaron de vuelta a la sala por la que habían pasado hacía un momento.

Sin dar más explicaciones el malcarado cerró la puerta.

Antonino apenas era consciente de lo que sucedía, el culatazo había sido duro y la hostia era aún reciente. Para cuando quiso darse cuenta, se encontraba sentado en una vieja silla de madera. Las manos las tenía atadas a la espalda y un gorila en camisa se afanaba por atarle los pies con cinta aislante a las patas de la silla.

Un segundo tipo, le había escuchado hablar antes se encontraba con un maletín, tras dedicarle una mirada sonriente abrió el maletin. A continuación empezó a sacar una sucesión de objetos metálicos y brillantes, todos parecían de uso quirúrgico.

- Está bien amigo, tú eliges como quieres hacerlo. -Le dijo-. Por un lado puedes cantar como Caruso y decirnos cuanto queramos saber... O por otro lado, puedes hacernos perder algo de tiempo y hacerlo difícil. En cuyo caso...– El tipo bajito metió la mano en el maletín y sacó una especie de alicates de aspecto muy afilado–. Te iré cortando dedo tras dedo hasta dejarte las manos tan redondas como las patas de un elefante, ¿capicci?

Tras recuoerar la conciencia se llevó la mano derecha al lugar donde había recibido el golpe. Había caído de cabeza en la trampa. ¿Qué hace el resto aquí?  Era una pregunta que no tenía importancia ahora mismo teniendo en cuenta que con toda posibilidad iban a estar muertos dentro de un rato. Miró a Rocco buscando algún tipo de indicación, pero fue sólo un segundo hasta que se llevaron a Antonio. Si iban a hacer algo tenía que ser rápido.

Che cosa succede? Sería un auténtico milagro si conseguía engañarlos pero no se le ocurría otra cosa en esos momentos y esperar a que le tocara el turno de ser torturado no le apetecía. Sono un scaricatore di porto, solo in cerca di un posto per fumare una sigaretta. Miró al resto del grupo. Chi sono questi?

Las palabras de Fedor cayeron en oídos sordos. Para cuando los matones armados se marcharon empezó a revisar el lugar con nerviosismo, no quería morir en aquel lugar de mierda. No tardó mucho en entretenerse con una serie de cajones y trastos en aparente desuso. Empezó a apartarlos con cuidado, primero en solitario hasta que finalmente sus compañeros se percataron de lo que quería hacer y corrieron raudos a ayudarle.

Bajo todos los trastos encontró lo que parecía ser una tapa de alcantarillado.

Era una oportunidad. Lo sentía por Antonio, pero quedarse allí no iba a ayudar al pobre. En cambio si lograban salir podían contraatacar. Dudaba mucho que Rocco y Luca fueran a dejar la cosa así. ¡Porca miseria! Él tampoco quería que quedara de ese modo. Había creado algún tipo de vínculo con aquella gente, además huir era volver a su anterior vida. Buscar trabajo para poder comer un día más sin ninguna posibilidad de prosperar.

Quería tener lo que tenía Jimmy o Moretti y eso no se conseguía fichando de siete a siete. Buscó la mirada de Rocco y Luca Si conseguimos llegar al coche tenemos una posibilidad. En el maletero aún deben estar las otras dos thompsons.

Si salía de esta lo primero que haría sería aprender a usar un arma. Para llegar a ser alguien iba a tener que tratar con muchos matones como aquellos y nada mejor que una pistola para no dejarse intimidar. Si salgo de esta, claro. Vamos no hay tiempo que perder si queremos volver antes de que acaben con Antonio. Mientras hablaba intentó abrir la alcantarilla. Sus músculos se tensaron por el esfuerzo. 

El chofer tenia una mente despierta y habia encontrado una posible salida.

- Joder si hago fuerza para levantar esa tapa me vas a hacer saltar la sangre de nuevo... pero si no te ayudo nos van a matar de uno en uno.

No habia que pensar mucho la cosa, se acerco a donde estaba fedor y poniendo sus manos en la tapa lo ayudo a halarla.

-Espera que voy yo también, entre los tres será cosa fácil-. Observó rápidamente Rocco mientras corría a ocupar su posición entre Luca y Fedor.

-Esperad... Que lo hacemos bien y no armamos ruido... A la de tres, una, dos y... -La tapa fue levantada con un sonido seco metálico. A aquel sonido natural les llegó un olor muy desagradable, en parte esperado pero a la vez inesperado por los inumerables matices que venían de las entrañas de la tierra.

Al asomarse advirtieron que el hueco era un nicho de oscuridad hacia la cual se perdía una herrumbrosa escalera de pared. La decisión se antojaba complicada, buscar ayuda en algún sitio, tal vez en el tinglado que les dijo Jimmy... Y dejar a su compañero en manos de aquellos puttanos. O quedarse a ver si el destino les traía otro golpe de suerte...

-¿Qué ha pasado?, ¿se te han quitado las ganas de hablar? -Preguntó con una sonrisa totalmente irónica mientras aproximaba su rostro al del prisionero, al acercarse Antonino no pudo evitar advertir el hedor que asomaba entre sus labios.

-Creía que eras de los habladores... Empecemos por algo fácil, mi nombre es Gianfranco, ¿cuál es tu nombre?

Mauro había despertado unos instantes después, en el momento justo para observar como se llevaban a Antonino a otra sala, mientras dejaban al resto allí encerrados.
No quisiera estar en el pellejo de Carzo ahora mismo, con el primero siempre se emplean con más ganas...

Fedor fue el primero en ponerse en marcha, removiendo los trastos de aquel almacén hasta encontrar una especie de tapa de alcantarilla en el suelo. Inmediatamente Luca y Rocco se apresuraron a prestarle ayuda para levantar aquella tapa. Los desagradables olores que les llegaron confirmaban que aquello debía contactar con un conducto de residuos.

-Bueno, no es el mejor de los caminos para salir de aquí, pero es el que tenemos.-Dijo el médico tras asomarse brevemente al agujero que quedaba al descubierto.-Es horrible dejar a Antonino tirado, pero creo que la situación está demasiado en nuestra contra como para hacernos los héroes.-Mauro miraba a sus compañeros, pero dijo estas palabras más para terminar de convencerse a sí mismo que para los demás. Esperaba que sus camaradas no le tomaran por un cobarde.

No vamos a dejarlo tirado respondió sin que hubiese ninguna emoción en sus palabras la idea es volver y ayudarlo. Y es lo que haremos.

Tampoco tenemos más opciones. Si huimos no van a dejarlo estar, nos cazaran uno a uno. Además le debo un golpe a uno de esos. 

Echó un vistazo desde la boca de la alcantarilla buscando algo con lo que iluminar el túnel antes de descender por la escalera.

-Tenemos que acabar con esos bastardos...

A pesar de que la rabia y el temor parecían resueltos a impedir pensar con claridad, al mismo tiempo despertaban un lado animal de su persona que podía ayudarle a salir con su vida y orgullo intactos del asunto, o eso esperaba él. De nuevo hubo de suprimir pensamientos impregnados por tonalidades rojizas y dejar que la elemental lógica, sumada al instinto de supervivencia, se abrieran paso.

-No podemos volver ahí nosotros solos...-afirmó, señalando con un gesto de la cabeza hacia la puerta-. O buscamos ayuda, o aceptamos a Carzo como una baja y encontramos la manera de volar por los aires el tinglado.

Pese a la dura frialdad de sus palabras, se notaba que esta última opción no terminaba de producirle agrado.

- Adelante Fedor te seguimos. Vamos a por ayuda y volvemos a cargarnos a estos cabrones... Pero rapido antes de que vuelvan y vean que nos fuimos.

aquel tunel no era tentador, pero quedarse como ganado en la cola del matadero lo era menos aun.

El plan estaba claro, tampoco parecían tener más posibilidades y aquellos hombres (aunque no lo sabían todavía) no eran ganado. No estaban preparados para morir, al menos no de esa forma, esperando su turno para sentir el abrazo de la parca.

Fedor siguió rebuscando entre los trastos hasta que encontró una caja de cerillas, no era la mejor de sus opciones pero claramente era mejor que nada. También tomó uno de los leños que había en aquel lugar para utilizarlo como antorcha una vez abajo. No era el momento para usar aquello así que se guardó en el bolsillo las cerillas para a continuación con mucha dificultad guardarse aquel leño con el que improvisaría una antorcha. 

Fue el primero en iniciar el descenso, le siguieron el doctor Rossi y Rocco. Luca fue quien cerró el paso no sin cerrar la alcantarilla sin dificultad. La tapa les privó del aliento de Prometeo y con ello de toda posible esperanza en la más absoluta de las oscuridades. El descenso fue lento y trabajoso, un paso en falso en aquellos resbaladizos escalones y se acabaría su historia. Gritos empezaron a escucharse en la lejanía, aunque sonaban amortiguados el dolor se les metió en el interior de sus cuerpos atenazando sus nervios. 

Tras lo que parecían unos seis metros se escuchó un chapoteo, parecía que Fedor había llegado. El suelo estaba resbaladizo, y no tardaron en advertir que había una débil luz que provenía del techo en algún lugar más adelante. Entre las tenues brumas se percataron de que estaban en el borde de un camino que circundaba el río de los deshechos de Creekville. 

-Estos Ragazzos maleducados. Voy a hacer lo que tuvo que hacer tu padre en su momento- Empezó mientras se dirigía al maletín de donde extrajo un puño americano. Gianfranco sonrió mientras se lo ajustaba y sin previo aviso le pegó un derechazo a la altura de los hígados.

-¿Cuál-es-tu-nom-bre?- Preguntó mientras intercalaba un golpe tras cada silaba escogida.

El resto de sus hombres aguardaba en círculo fumando y negando mientras sonreían con cada derechazo que recibía aquel tipo.

-No hay remedio-. Sentenció al tiempo que se retiraba el puño americano. -Antoine. -Le indicó a uno de sus subordinados quien le tendió el revólver. 

Antonino no había hablado, no sabía qué decir, por dónde empezar... Había ido al Panepinto's por una cita y nunca sabría quién fue el que le mandó la nota. Ni siquiera pensaba en eso, estaba en un estado que rozaba la inconsciencia y no era consciente de lo que estaba a punto de suceder.

BANG

El disparo fue en la cabeza. Sus brazos colgaban inertes, sin vida.

-¡Qué desperdicio!- Protestó El Largo -Traed al siguiente.

¡Ratas! Y no se refería a los animales de cuatro patas si no a los que les dispararon en el bar, a los que le habían golpeado y habían cometido el error de dejarlos sin vigilancia. Pronto serán ratas muertas. En eso pensaba Fedor mientras caminaba por aquellos claustrofóbicos túneles y lo que veía con la antorcha improvisada no conseguía mejorar su humor.

Para ensombrecerlo más unos gritos empezaron a escucharse ¡Bastardos! ¿qué le estáis haciendo a Antonio?  Rabiaba por no poder acabar ya con ellos. A cada grito que oía se esforzaba en seguir caminado en lugar de volver como deseaba. Por primera vez desde que empezó todo aquello pensó que, quizás, aquello le venía grande; pero ya no había marcha atrás. 

¡genial! Ratas y basura. Comentó al entender que lo aquel túnel era. Con la tensión y la necesidad de hacer algo no se había parado a pensarlo. ¿qué otra cosa podía ser?  se censuró y continuó caminando buscando un lugar por donde salir.

El grupo no tardó en ponerse en camino, aún resonaban en sus cabezas los gritos de su compañero y no dejaban de tener la incómoda y egoísta sensación de que aquellos gritos durasen mucho... O se darían cuenta de su fuga.

Siguieron el bordillo que les separaba del agua sucia unos cuantos pasos en dirección hacia donde la oscuridad parecía disiparse. Rocco sintió un cosquilleo en el pie, tal vez una rata gorda o un gato pequeño... Una veintena de metros más allá encontraron el origen de la luz: una fina luz que parecía provenir de una tapa como la que habían bajado.

Frente a ellos el camino aún seguía.