Partida Rol por web

Fedor no se detuvo ni un instante a escuchar las protestas de sus compañeros, estaban llegando tarde a una cita en la cual se podrían hacer buenos negocios.

Se adentró en la oscuridad totalmente desarmado en lo que parecía un acto de valentía, otros lo considerarían un necio por lo que estaba haciendo. No llevaba ninguna luz de ningún tipo y avanzaba ciegamente tomando como referencia la posición de los destellos que habían sido emitidos unos instantes antes.

El tiempo pasaba, y los que quedaron atrás comenzaron a impacientarse. No tuvieron que esperar mucho más pues del interior del almacén salió disparado un camión que los pilló desprevenidos, de su interior bajaron dos hombres con ametralladoras apuntándoles fijamente, el conductor por su parte optó por permanecer en su sitio mientras apuntaba a los recién llegados con una escopeta.

- Muy bien amigos, ¡tirad las armas! Jimmy, ¡se te acabó la suerte!– Dijo uno de los que habían bajado.

En ese instante se escucharon unos pasos detrás de donde se encontraban: más canallas apuntándoles con armas. Una emboscada.

Fedor no se detuvo ni un instante a escuchar las protestas de sus compañeros, estaban llegando tarde a una cita en la cual se podrían hacer buenos negocios.

Se adentró en la oscuridad totalmente desarmado en lo que parecía un acto de valentía, otros lo considerarían un necio por lo que estaba haciendo. No llevaba ninguna luz de ningún tipo y avanzaba ciegamente tomando como referencia la posición de los destellos que habían sido emitidos unos instantes antes.

Entonces sintió un golpe en la sien que lo derribó. Sus ojos no alcanzaron a ver nada al caer por la oscuridad en la que se encontraba inmerso.

Asintió, conforme con la decisión de Fedor. Prefirió, sin embargo, no comentar en voz alta el riesgo que todos sabían podía correr al poner en práctica su planteamiento. Tendremos que estar preparados, pensó. Esa gente le caía bien; si podía escoger, prefería que ninguno más encajara demasiados balazos aquella noche. Siempre cabía la posibilidad de que las cosas salieran bien...

Pronto comprobó que no sería así. Apretó los dientes con la misma fuerza con que su mano aferraba el revólver. Demasiados. No tenían elección, y no estaba dispuesto a morir por el tal Jimmy, quien a juzgar por lo que Rocco había presenciado aquél era muy probablemente o un gilipollas o un cabrón.

Dirigió el cañón del arma hacia el suelo, pero no la dejó caer; si comenzaban a volar balas, prefería llevarla consigo. Aun así, tenía muy claro que si sus acompañantes empezaban a cumplir la orden de aquél desgraciado, lo mejor sería imitarles. Además, en caso de emergencia, todavía llevaba su gancho bien escondido...

Observó sus inmediaciones en busca de una posible vía de escape para él y sus compañeros. Debían mantener la calma y valorar todas sus opciones...No sobreviví a la Grande y a esa jodida explosión para que me maten estos bastardos.

Todo aquello había sido una real estupidez al menos de su parte... Había ido a ciegas sin saber ni siquiera a qué. De haber sabido que iban a conseguir enemigos probablemente hubiesen entrado de forma distinta, de hecho el mismo Fedor no hubiese entrado solo y desarmado.

Ahora ya era tarde para lamentarse.

Luca colocó la escopeta en el piso, pero si se daba la posibilidad podría tomar el revólver que esperaba a su espalda. De seguro antes de morir vendería cara su piel.

Antonino levantó ambas manos en el aire sin soltar la pistola y puso una cara de profundo disgusto y pocas pulgas que no le costó mucho. ―Jimmy no está aquí "amigos". Y yo no le estaría apuntando a las personas que tuvieron que terminar ése trabajo por ustedes idiotas ―dijo intentando intimidarlos.

Los dos hombres que se bajaron del camión empezaron a reírse en respuesta a aquella amenaza. No la habían tomado en absoluto en serio.

De repente Antonino sintió un golpe seco en la parte posterior de su cabeza. Se sintió caer antes de que la oscuridad nublase su vista.

-¡Mierda! -Gritó Mauro al ver caer a su compañero por un culatazo en la nuca. Aquel golpe podía ser fatal si no se vigilaba-. ¡Soy médico, dejadme verle!

-¡Tú! -Le dijo a Rocco siendo consciente de cómo le miraba- Y el médico, cogedle y seguidnos. Todavía no, ¡cacheadles primero!