Partida Rol por web

-¡Han dado a Filippo! ¡Hijos de putaaaaa!- Gritó Carolo mientras empezó a vaciar el cargador, los casquillos de bala caían por doquier mientras el cañón del arma que empuñaba el siciliano escupía llamaradas de muerte. Dos hombres empezaron a sufrir espasmos y a convulsionar violentamente mientras agujeros oscuros se iban abriendo en su pecho.

-¡Me rindo!- Gritó el que había disparado hace unos instantes arrojando rápidamente el arma. -Sólo hacíamos lo que nos ordenaba 'El Largo' -Empezó a justificarse rápidamente mientras se agachaba con las manos en alto.

Los cuatro desconocidos que se conocieron en el Panepinto's hará apenas un puñado de horas se encontraban intentando procesar un cúmulo de emociones que les había embargado aquella noche. Desde luego que nunca habían vivido nada así hasta aquellos momentos, el no sentirse parte de la sociedad y sentirse que estaban por encima de ellos. Y lo mejor de todo es que habían rescatado al pobre Antonino

-¡Antonino! ¿Estás ahí? -Exclamó alguien mientras acostumbraba su vista al polvo que se había levantado con el enfrentamiento.

Fue entonces cuando lo vieron, atado a una silla en un rictus un tanto antinatural. Sus manos se encontraban atadas al reposabrazos y una de ellas parecía un amasijo de sangre, al fijaros advertís que le faltaban un par de dedos. Sin embargo era el agujero en su frente el que eliminaba cualquier tipo de esperanza.

Le habían ejecutado...

De fondo seguían sonando los gritos del pentito que se había rendido. Mientras uno de ellos herido de un brazo, tal vez Filippo le estaba dando patadas mientras le maldecía...

Corrió hacia Antonio sabiendo que que era inútil. Habían fallado, habían llegado demasiado tarde para salvarlo. No entendía muy bien porqué se sentía de esa manera, a fin de cuentas era un desconocido hace unas horas y aún lo era. Con tanta acción apenas habían podido cruzar unas palabras. ¿Eso era lo que quería para su vida? ¿acabar atado a una silla con una bala en la frente? Está bloqueado, no era capaz de diferenciar sus sentimientos.

¡no, aquello no era lo que quería para su vida! Lo que quería era saber que si le pasaba alguna cosa similar le importaría a alguien y alguien haría algo. Cuando escucho al hombre de Moretti rendirse supo que quería. Se acercó a él y puso el cañón de la pistola en la sien. Si alguien hubiera visto sus ojos no hubiera dudado que iba a hacerlo. Apretó el gatillo. Tal vez los hombres de pannepinto no lo vieran bien, tal vez lo ejecutaran a él después;  pero se sentía en paz tras acabar con aquella escoria.

Esto es por Antonio. Fue todo lo que dijo.

Se quedó inmóvil ante el cadáver de Antonino, contemplándolo con frialdad. Esta sensación, este ambiente...los recordaba también de la Grande. Avanzó hacia Fedor y el bastardo cobarde que había arrojado su arma.

-Parece que llego tarde-comentó con una sonrisa satisfecha mientras el cuerpo sin vida caía al suelo-. Tan solo lamento que no haya sufrido más...bien hecho, compadre.

Mientras pronunciaba estas palabras, escupió sobre su oponente derribado y puso una mano en el hombro del ahora ejecutor.

Luca coloco la pistola en su espalda, al parecer ya todo había acabado. Uno había escapado, pero el no estaba en condiciones de lanzarse a perseguirlo.

- No estoy seguro de si ya acabamos con nuestra venganza... No sabemos si los muertos de aquí son las cabezas de los que mandaron a los matones al bar, o si hay alguien más detrás.

En cualquier caso, era hora de conocer quiénes eran los que le habían tendido una mano.

Luca comenzó luego a revisar los cadáveres de los enemigos caídos, aun habían un par de sobres que les habían arrebatado y quería recuperarlos.

Cuando Fedor se acercó al último superviviente apuntando con el arma a su cabeza, su víctima abrió los ojos como platos y empezó a balbucear.

-¡No, yo...- Un disparo silenció aquella retahíla de palabras que se adivinaban inteligibles. 

El resto del grupo mostró su conformidad con aquel acto. Incluso creyeron advertir una sonrisa en el rostro del anciano.

Fue entonces cuando habló.

- Habéis demostrado tener valor e integridad, y eso son grandes valores en los tiempos que corren. -Comenzó con un marcado acento italiano, acompañando aquellas palabras con sus manos- Mi nombre es Vincenzo Boldini. Estamos pasando tiempos muy difíciles aquí en Creekville, como habéis podido ver. Los bastardos se creen con la impunidad de acribillar a balazos a hombres civiles y lo llaman víctimas colaterales. Eso es lo que le ha pasado a vuestro amico.- Negó con la cabeza expresando pesadumbre

-Hombres como vosotros nos irían muy bien. Lo que os estoy ofreciendo es que colaboréis con la Familia. La principal familia de Creekville. No será un camino de rosas como habéis podido ver, esos bastardi eran hombres de Moretti, otra Familia. Tratan de echarnos de los muelles, de las calles, tratan de desprestigiarnos, pero con hombres como vosotros, la familia prevalecerá.  La paga es buena, vestiréis buenos trajes, tendréis buenos coches, os codeareis con gente poderosa de la ciudad, las más hermosas mujeres querrán acompañaros y satisfaceros. La familia Panepinto os está abriendo las puertas, y sólo se abren una vez en la vida. Pensároslo si queréis, pero daros prisa en tomar una decisión. Si finalmente os decidís, acercaros por el Panepinto´s Bar, en el distrito portuario.

Por su parte no había nada que pensar, ya había cruzado la puerta matando a aquel mafioso. ¿qué le esperaba si no? Volver a buscar a diario un jornal con el que poder comer ese día, explotado, sin seguridad para el día siguiente. Y eso si los hombres de Moretti no lo buscaban por lo que habían hecho.

Allí estaré, además tengo que devolverle el coche a Jimmy. ¿alguien quiere que lo lleve a alguna parte? 

Dio un par de segundos a sus interlocutores para que saboreasen aquellas palabras. Aquel hombre era un orador y sabía utilizar los silencios. Asintió con una sonrisa ante las palabras de Fedor y entonces se dirigió a uno de sus subordinados.

-Nos vamos. Limpiad todo esto. Vosotros podéis volver en el coche de Jimmy 'Brincos' -Añadió dirigiéndose al cuarteto. -No creo que lo necesite en un tiempo.

Todos se subieron en los vehículos y se marcharon del lugar. Atrás quedaron otros dos hombres con su vehículo quienes ignorando a los que se habían quedado atrás empezaron a coger los cadáveres, uno por los hombros y otro por los tobillos y tras caminar unos metros los lanzaban al océano.

- Yo me voy contigo Fedor... aún tengo una coca cola sin terminar en el Panepintos... y el trabajo me interesa.

Quizás esa era la verdadera vocación de Luca, para eso había nacido.

Aquello era lo que le había ofrecido Terry antes de que lo mataran, pero aun así la puerta seguía abierta, aquello definitivamente era para el.

El doctor se había quedado por unos instantes impactado por el violento final de aquel tiroteo. Apenas unos segundos, las balas silbando por el aire y los hombres cayendo al suelo como muñecos inanimados. Qué rápido podía escaparse una vida humana en este mundo. Ni siquiera tuvo tiempo de echar mano a la pistola que había recogido antes del tiroteo, cuando solo quedaba uno de aquellos malnacidos con vida. Fedor lo ejecutó sin más miramientos.
Ya había acabado todo, pero Mauro seguía en silencio, observando el cadáver también ejecutado de Antonino. Miró uno de sus bolsillos del pantalón por el que intentaba asomar el pañuelo que le había prestado en el Panepinto´s, parecía que había pasado una eternidad desde aquel momento de espontánea camaradería. Y ahora solo quedaba el cuerpo sin vida de aquel buen hombre.

Luego escuchó las palabras del tal Vincenzo, el capo de aquella familia, para la que se habían visto trabajando circunstancialmente. El viejo parecía satisfecho con como habían manejado la situación, y les hacía una oferta interesante para empezar a trabajar para ellos. Mauro acababa de abrir su clínica recientemente, y por el momento el movimiento de pacientes por su consulta era escaso, los comienzos no son fáciles para nadie. Sabía bien que los integrantes de grupos mafiosos cada dos por tres se veían envueltos en peleas, tiroteos y demás desencuentros de los que podían salir mal parados. Eso significaba una afluencia bastante más frecuente de pacientes, y ya había visto cosas mucho peores durante su etapa como médico en la guerra. Algunos leves remordimientos éticos sobre trabajar con la mafia pasaron por su cabeza, pero su instinto de supervivencia y sus deseos de mejorar su nivel adquisitivo acallaron con prontitud esas ideas.

-Voy con vosotros.-Dijo a Fedor y Luca cuando se disponían a volver a montar en el coche de Jimmy.-Acabo de abrir mi consulta particular hace apenas un mes, pero creo que poner mis servicios médicos al servicio de la familia Panepinto puede ser algo bastante productivo tanto para ellos como para mí.

Todavía tenía la sensación de vértigo ante todos los acontecimientos que habían pasado en tan poco tiempo, pero Mauro Rossi sentía que su vida iba a experimentar un cambio para mejor gracias a la oportunidad que les tendía Vincenzo Boldini, y eso hacía que el miedo desapareciera.

De repente Fedor se acordó de que el Jefe le había preguntado por unos sobres y se puso a buscarlos entre los muertos sin encontrar nada.

Chicos, buscad los sobres que traíamos. Eran para el señor Boldini.

Existía la posibilidad de que se los hubiera llevado el matón que había huido.

Un par de palabras más, y los dos que quedaron atrás empezaron a cachear a los cadáveres de una manera extremadamente minuciosa. Antes de marcharos de vuelta al coche de Jimmy advertisteis cómo extraían un sobre de uno de los cadáveres para guardárselo en el bolsillo interior de su abrigo.