Partida Rol por web

A lo largo del camino divisaron varios focos que iluminaban pobremente el camino mostrando charcos de agua marina, aceite, grasa y combustible. Tras una pequeña carrera no tardaron en llegar al número dos, éste les puso en guardia a los acompañantes de Carollo y Fedor al ser de aspecto idéntico al lugar del que venían a excepción del número.

A lo lejos se distinguía un par de vehículos, así como un camion que estaban en marcha y con las luces apagadas. A los lados de los vehículos había un puñado de hombres que se pusieron en guardia y les apuntaron al verles aproximarse.

-¿Carollo?-. Preguntó uno de ellos. El resto bajaron las armas al reconocer a quien abría la comitiva.

-Joder Carollo... ¡Sí que habéis tardado! ¿Son esos los ragazzos?- Preguntó uno de los hombres. Únicamente Fedor le reconocía. Además de un sombrero cuyas sombras ocultaban parcialmente su cara y un punto luminoso y humeante frente  a su cara, lo que les llamó poderosamente la atención fue el arma que llevaba en una de sus manos, una ametralladora Thompson como la que habían visto hacía apenas una hora.

-No me jodas Tommy, estaban escondidos en una puta alcantarilla, esa fragancia que hueles no es la de una puta de puerto. -Escupió para subrayar su blasfemia, a continuación le hizo una seña para pedirle un pitillo, una vez dio una calada a este se dirigió a uno de los hombres que estaban tras el maletero-. Dadles unas armas, están deseosos de Vendetta, especialmente este tipo malcarado. Alegra la puta cara que tendrás tu arma.

Los cuatro se dirigieron al maletero siguiendo las indicaciones, a Rocco le detuvieron antes de que pudiese dar un paso.

El maletero estaba lleno de armas: había thompsons, revólveres, escopetas, incluso algunos de vosotros reconocisteis un arma siciliana asociada a las peores historias de vuestro pueblo, una lupara.

-Escoged la que sepáis usar, después cerrad el maletero. -Dijo uno de los hombres que custodiaban aquel arsenal, su pelo era rizado y oscuro. Su mejilla estaba cruzada por una larga y fea cicatriz que constreñían su cara en una mueca desagradable, además no sonreía lo que no ayudaba a aquella expresión.

-Shhh, chico... No sé tu nombre -Añadió en cuanto vio que no le gustaba a Rocco aquel nombre. Había agarrado su brazo para sujetarle e impedir que se alejase. Habló en un tono de susurro que no escuchaban los demás-. Tienes pinta de ser astuto como una serpiente. Jimmy 'Brincos' Bonomo nos tenía que traer un sobre. Si habéis venido a entregar el sobre supongo que lo lleváis encima. 

Luca se dejo guiar por aquel sujeto, si la vendetta estaba cerca el queria estar en primera fila... cuando los guiaron al maletero donde estaban las armas, su primer pensamiento fue tomar la lupara, pero no queria arriesgarse a abrirse sus propias heridas con el culatazo, por lo que mejor tomo un revolver y algunas balas para recargarlo.

La cara de malas pulgas de Luca era visible, aquel era un dia que hiba de lo mas movido, lo habian tiroteado, atrapado para matarlo y hecho escapar por una cloaca, pero aun estaba en pie, libre y vivo... y mas cerca cada vez de la vendetta.

- Ya estoy listo, cuando gusten

Habían llegado al momento decisivo y era un momento en el que él no iba a ser de mucha ayuda. Pensó en coger la lupara por su poder de dispersión, con ella casi no importaba que uno no supiera disparar; pero temía herir a alguno de los suyos. Al final cogió un revolver y comprobó que estuviera cargado.

¿Alguien tiene un plan de como hacerlo o entramos a las bravas?

-¿Plan? –Dijo el segundo hombre junto al maletero con un tono de extrañeza-. Abrimos una entrada con el camión y les damos de cenar plomo. Se les cortará la digestión.-. Y se echó a reír de manera burlona por su propia ocurrencia.

–Vosotros conocéis el lugar –Habló de nuevo el primero, no se había reído por las palabras de su compañero-. ¿Tenéis alguna idea mejor?

- La idea de caerles encima con el camion me gusta... seria la segunda vez en la noche.

La primera vez habian pisado a 2 con el carro, pongan un camion en las manos de Fedor y almenos pisa a 6.

Durante unos instantes, por la cabeza de Rossi pasó la idea de poner tierra de por medio. Tenía la oportunidad perfecta, en ese mismo instante, para marcharse y poner fin a aquel embolado en el que se había visto involucrado sin comerlo ni beberlo. No podían reprocharle nada, él solo era un médico...

Y entonces se acordó de la conversación en el bar, de las amables palabras de Antonino, cediéndole su pañuelo para limpiarse las manchas del café... Y ahora estaba ahí dentro, a saber si seguía tan siquiera con vida, en las manos de aquellos matones. No, no podía dejarles tirados, aunque fuera por Antonino. Vendetta

-No sé si serviré de mucho entrando a disparo limpio junto a los demás. Lo mío es más bien reparar los destrozos de esos disparos, ¿verdad, Luca?-Miró al hombretón, buscando algo de complicidad.-De todas formas pasadme una de esas pistolas, que no tenga mucha potencia, o retroceso, ya me entendéis. Iré con vosotros y trataré de ser todo lo útil que pueda, aunque espero no tener que usar esto.-Terminó de decir el doctor, mientras observaba la pistola desde distintos ángulos, como si fuera un objeto venido del espacio.

Aun estaba nervioso por la decisión que acababa de tomar, pero tenía claro que era lo que tenía que hacer.

Se detuvo y miró a los ojos del trajeado por un momento; era desconfiado por naturaleza y un cumplido innecesario acostumbraba a ser mala señal. No pretendo quedar como un idiota, pero ahora mismo tengo otros asuntos en mente...y no sé si este tipo pretende reírse de mí o si le gusta ir lamiendo culos.

-Rocco Auditore, estibador. Cuando Jimmy nos pidió este favor-respondió, midiendo con cuidado sus palabras pero procurando que no resultara obvio que lo hacía-, mencionó que entregásemos algo. Delante de mí no llegó a decir más, salvo que era un asunto importante, y se quedó inconsciente. Por lo que sé, estuvo de charla con nuestro hombre del otro tinglado antes de poner su confianza en nosotros.

Después de todo, no era una mentira, no del todo, y en ese momento lo que le interesaba era derramar un poco de sangre y cumplir con la manida frase "nadie se queda atrás". Esperaba que sus palabras empujaran a la acción a esos tipos, así como que la disimulada referencia a cómo Jimmy había recurrido a ellos en busca de auxilio no cayera en saco roto. También esperaba notar si su profesión les causaba interés, respeto o mofa. Cuanto antes lo comprobase, antes sabría cómo actuar.

Optó por esperar educadamente en vez de seguir caminando, sin dejar de mirarle a los ojos con gesto decidido y colaborador. Esos tipos se dedicaban a negocios serios, lo que suponía ir con pies de plomo al tiempo que no se cedía terreno.

-Entendido Rocco. –Contestó al tiempo que asentía-. Se lo diré al jefe. Ve a coger un arma al maletero que vamos a por tu amico. –Sin esperar espuesta por su parte se dirigió a uno de los vehículos y se colocó en el asiento trasero, a continuación empezó a bajar la ventanilla rápidamente.

Aquella premura hizo que se dirigiese a toda leche al maletero. Éste estaba lleno de armas: había thompsons, revólveres, escopetas, incluso algunos de vosotros reconocisteis un arma siciliana asociada a las peores historias de vuestro pueblo, una lupara.

Los otros tres ya tenían un arma en su mano, tal vez intimidados por el tamaño de las otras armas, tal vez por considerarlas más manejables se habían decantado por revólveres.

Estudió rápidamente las armas desplegadas, acariciándolas con una mano. Lástima que no haya nada más "cercano". Un rifle tampoco hubiera estado mal. Pasó sus dedos sobre un par de revólveres, dedicando solo unos instantes por herramienta, y escogió uno que, por alguna razón, parecía antojársele más apetecible que el resto.

-Por fin podemos ganarnos el jornal-sonrió.

Los dos hombres que custodiaban aquel arsenal cerraron el maletero como única respuesta. Uno de ellos abrió la puerta trasera de uno de los vehículos y aguardó en aquel sitio sujetando la puerta de manera ceremonial. 

Como si fuese una señal convenida, el hombre de más avanzada edad de aquel grupo empezó a caminar rumbo al coche, se acomodó en su sitio y antes de que los cuatro curiosos pudiesen seguir viendo más, el hombre que quedaba les habló: -Vosotros id al camión. Agarraros bien pues la entrada va a ser movidita.- Les aconsejó a modo de despedida antes de empezar a correr dirigiéndose al otro vehículo y se puso al volante.

-¡Vamos vamos!- Gritó Carollo al tiempo que golpeaba el capó apoyando sus palabras. Su cuerpo se encontraba parcialmente fuera del vehículo asomando desde la ventanilla mientras sujetaba en sus manos una Thompson.

No tardó en obedecerle el camión. Que empezó a desplazarse lentamente, casi arrastrándose sobre aquel pavimento totalmente empapado. Paulatinamente empezó a vibrar más al tiempo que iba aumentando su velocidad. Los ocupantes de la parte posterior estaban agarrados con fuerza a lo que tenían a mano no alcanzando a ver lo que sucedía delante, únicamente veían farolas pasar rápidamente en los laterales y los dos vehículos siguiéndoles a escasa distancia.

Uno de ellos pareció haceros una señal, había mucho ruido, no entendíais nada. Os mirásteis preguntándoos con la mirada qué puñetas estaban diciendo...

Un golpe que precedió en un milisegundo a una gran sacudida. Los cuatro paquetes que iban en la retaguarida sospechaban lo que había pasado sin embargo sus ojos sólo veían madera allá por donde miraran. 

RA-TA-TA-TA-TA-TA-TA-TA

El estruendo comenzó, la veda estaba abierta.

Aún retumbaban sus cabezas cuando el sonido de las balas empezó a silbar por todo el almacén. Sin bajarse del vehículo uno de los hombres de la familia Panepinto empezó a vaciar su cargador sobre dos de los hombres de Moretti mientras el fogonazo que salía de la boca de su arma iluminaba su faz desencajada. Aquel maldito cabrón estaba disfrutando de lo que hacía.

No tardó en ser secundado por su compañero en el coche, éste último con menos fortuna pues en lugar de segar vidas humanas empezó a destrozar el lugar en el que estaban. Tablones, astillas y cristales saltaban allá donde impactasen las balas.

Sin parar a disfrutar de los destrozos que estaban ocasionando se metieron raudamente en el vehículo para protegerse de una posible bala perdida.

Luca se asomó y disparó con su revólver del 44 rápidamente, parecía que había dado a alguien sin embargo no pudo evaluar los daños al tener que agacharse rápidamente. Otros dos hombres de su bando se asomaron con sendos revólveres sin embargo algo pasaba con las armas que no dispararon, maldijeron al tiempo que las tiraban y sacaban otra. 

No tardó en imitar el gesto de su compañero, una sonrisa sedienta de sangre iluminándole el rostro. Parecía a un tiempo cómodo e incómodo; la acción y los destrozos le hacían sentirse como en casa, pero estaba más acostumbrado a golpear y cortar carne que a presionar gatillos.

Dudaba haber acertado a nadie, aunque la situación bastaba para que se lo pasara en grande. Solamente le preocupaba que, tras el tiroteo, habrían de recuperar a su querido camarada y a Carzo.

-¡Mierda! ¡Vamos, vamos! -Gritó uno de ellos al tiempo que levantaba un arma y disparaba, uno de los hombres de la familia Panepinto gritó-. ¡Corred! ¡Corre Largo!

Volvió a disparar otra vez.

Os fijáis cómo a quién habían llamado irónicamente Largo era el hombre bajito que se llevó a vuestro compañero quién aprovechando la confusión, estaba saliendo por la puerta trasera en esos momentos.