Partida Rol por web

Se detuvo. Para él la decisión era fácil aunque también lo fue cuando entró desarmado en el almacén. Miró a los demás y se encogió de hombros tampoco es que supieran a donde llevaba el túnel y puestos a elegir mejor seguir por la superficie.

Esperad aquí, si no os aviso en un par de minutos seguid con el plan. Dijo señalando la continuación del túnel. Sin dar tiempo a que nadie le convenciera subió y trató de echar un vistazo.

Tras subir por la escalerilla de hierro, Fedor levantó la tapa no sin apenas un poco de dificultad. La levantó poco a poco, con suavidad. Desde abajo se veía como aquel hombre se dedicó a otear un tiempo desde su posición.

Desde donde estaba se distinguía el exterior del tinglado número seis. No se veía ni un solo alma, y la luz proveniente de una única vieja y torcida farola, era muy pobre.  

Luca asintio y espero en silencio a ver que encontraba Fedor. La verdad es que no estaba como para arriesgarse mucho, estaba bastante herido y era un milagro que aun siguiese en pie.

Igual no seria facil largarse sin Fedor, el tenia la antorcha y sin eso estaban mas que ciegos en la cloaca.

La decisión, no fue fácil volver a bajar no cambiaba nada y salir era bastante arriesgado. Porca miseria. Salió intentando no hacer ruido y alejándose tanto de la luz como del tinglado número 6.

Echó un nuevo vistazo por si veía algo que le indicara donde estaban los amigos de Jimmy. Esta vez viera o no algo volvería a bajar. Ya se la había jugado bastante por un día. Tratando de no ponerse al alcance de la luz se dirigió al tinglado 2

El doctor seguía a sus compañeros. Todos entendían las circunstancias y habían decidido salir de allí... para volver en cuanto tuvieran armas adecuadas para enfrentarse a aquellos hombres y ajustar cuentas. Al menos no había visto signos de reproche en las caras de sus compañeros cuando habló, puesto que todos veían necesario aprovechar la oportunidad para escapar de su encierro. Aquello dejaba su conciencia más tranquila.

Marcharon durante unos minutos por aquel lugar, a la orilla de aquella riada nauseabunda de desechos. Rossi rezaba porque nadie diera un paso en falso para caer por aquel camino. El resultado sería terriblemente desagradable y lo que es peor, haría una cantidad de ruido que podría alertar a cualquiera de su presencia.

Al poco, se encontraron en la situación de decidir por donde ir, y se alegró de que Fedor decidiera subir a la superficie intentando apartar la tapa de alcantarilla, era la opción que él mismo habría elegido.

-De acuerdo, te esperamos. No tardes mucho.-No sabía si Fedor le habría escuchado, ya que el hombre subió sin apenas esperar respuesta de sus compañeros. Solo confiaba en que volviera pronto para decir que tenían vía libre por esa salida.

Aún en tales circunstancias, sonreía. Le gustaba ese grupo. Hombres valientes, sin duda. Ese Fedor tenía un par de cojones, aunque no se notara a primera vista. Aguardó, tratando de ignorar la inquietud que le exigía acción.

Ha pasado tiempo desde que Fedor salió por la tapa, ni rastro de él... Las preguntas empiezan a agolparse en las mentes de sus compañeros quienes esperaban no tan pacientemente: ¿Le habrán cazado? ¿Se habrá largado? ¿Volverá?. En sus manos estaba decidir si seguían con aquella interminable espera, si seguían los pasos de su compañero para ver qué había sido de él, o si por el contrario seguían intentando investigar en aquellas alcantarillas.

El tiempo corría...

No ha pasado mucho rato desde que Fedor salió de la alcantarilla, sin embargo los nervios eternizaban el momento en el que recorría el camino mal iluminado que recorría el muelle de Creekville. Salpicado como estaba de de charcos de agua salada, aceite, grasa y combustible no tardó en tener los pantalones llenos de mierda. Lo que en otro momento habría sido una preocupación, ahora se antojaba insignificante tras haber estado coqueteando con la parca.

El tinglado número dos no se diferenciaba mucho de los demás a excepción del número. En su exterior se encontraban dos coches estacionados y junto a ellos un par de tipos que no parecían diferenciarse mucho de los cabrones que habían dejado atrás. Ambos portaban gabardinas y sombrero calado hasta las cejas. Un hilillo de humo ascendía desde un punto luminoso frente a ellos.

Mejor no pensarlo. Entró mostrando las manos para que ninguno de aquellos dos se pusiera nervioso. No era consciente del todo del mal aspecto que debía tener pero si del hecho que no iban a escucharle demasiado tiempo si no conseguía su atención. 

Nos manda Jimmy, quería venir él en persona pero le han disparado. Esperaba que con eso fuera suficiente aunque pensándolo bien tampoco tenían ninguna prueba. Por un momento pensó que le dispararían y listo y entonces se acordó. Jimmy nos dejó su coche para venir hasta aquí. Está en la entrada del muelle. Vamos, piensa, el tiempo es crucial. Los hombres de Moretti han asesinado al de la garita y ahora mismo están torturando a mi amigo.

Ambos sacaron los revólveres rápidamente en cuanto le escucharon acercarse.

- ¡Quieto ahí! Las manos bien altas, ¡que pueda verlas!–. Ordenó uno de ellos. -Mierda-. Maldijo en cuanto vio caer su cigarrillo al suelo. Ni su vicio ni la oscuridad le permitieron ver que su interlocutor iba desarmado a pesar de las buenas intenciones de Fedor.

Nos manda Jimmy, quería venir él en persona pero le han disparado. Jimmy nos dejó su coche para venir hasta aquí. Está en la entrada del muelle. Los hombres de Moretti han asesinado al de la garita y ahora mismo están torturando a mi amigo. -Dijo apresuradamente buscando salir de aquella situación en la que se había metido.

- ¿Jimmy? ¿Jimmy Brincos Bonomo?–. Preguntó el segundo de los tipos, tenía un palillo entre los dientes. -¿Cómo no está aquí? -Volvió a preguntar mientras dedicaba una mirada tras Fedor esperando encontrarle de un momento a otro.

Vale, vale, tranquilos. Os cuento. Yo estaba en el Panepinto cuando entró Jimmy. Un rato después tres tipos empezaron a disparar, una, carnicería. Por suerte Jimmy sólo resultó herido y nos mando aquí mientras Frank lo llevaba a curar.

Lo que nos dijo fue que tenía que encontrarse con unos amigos en el muelle a medianoche  en este tinglado y que nos estarían agradecidos. Fedor no las tenía todas consigo pero el tiempo apremiaba si querían salvar a Antonio. El Bolt Ace Fordor color azul de Jimmy está en la entrada del muelle y los pistoleros de Moretti que están en el tinglado 6 nos han quitado la pistola de Jimmy. Supongo que reconoceréis las cosas del señor Bonomo. Se quedó con las manos en alto esperando ver que pasaba.

-Mamma mía... -Contestó el primero. -Ven, un momento, te cachearé-. Contestó el segundo antes de iniciar la ceremonia. Tras palparle secamente todo el cuerpo asegurándose de que no tenía ningún arma añadió. -Está limpio. Parece concordar con la historia.

-Síguenos, a alguien le interesará conocer tu historia-. Uno de ellos abría el paso, el otro lo cerraba, no se fiaban y no querían tenerle detrás tampoco. El interior del tinglado era parecido al que habían estado anteriormente, la misma construcción, los mismos materiales... La diferencia residía en los detalles. Y en que le estaban tratando mejor.

En el interior se encontraban seis tipos sentados alrededor de una mesa la cual se encontraba dispuesta exactamente bajo una de las largas lámparas que iluminaban tenuamente el tingaldo. Un séptimo hombre armado se encontraba en pie, en segundo plano. Al ver acercarse a Fedor escoltado por sus dos compañeros se acercó escopeta en mano.

- ¿Qué demonios sucede? -Preguntó secamente y con una cara de mal humor. Definitivamente estaba por encima de aquellos dos.

-Jefe, ¡este tipo tiene algo importante que contar!–. Contestó ignorando al de la escopeta. Parecía estar dirigiéndose hacia uno de los tipos engominados que se encontraba alrededor de la mesa. El aire que emanaba, era diferente...

-¿Qué sucede, Carollo? –Preguntó aquel hombre engominado. Pareció revolverse en su asiento, como incómodo por haber sido importunado. Con aquel movimiento quedó claro que aquel traje no era de los baratos. Su mirada en dirección a Fedor era de desconfianza –Espero que sea realmente importante... Ya sabes... -Sus palabras quedaron en suspenso.

-Es sobre Brincos y Moretti... –Se apresuró a explicarse Carollo señalando al pobre Fedor que no sabía cómo actuar en aquel lugar. Estaba dándole la entrada y presentándole ante aquellos hombres trajeados. -Cuéntales lo que nos has dicho.

Como dijo un italiano hace ya muchos siglos: 'La suerte estaba echada'.

Ya era la tercera vez que contaba la historia, si seguía así Antonio moriría de viejo. Se resignó. Los hombres de Moretti ametrellearon el Panepinto tratando de acabar con el señor Bonomo, no se preocupe en estos momentos el médico al que lo llevó Frank debe haberle cosido, lo atendimos y nos pidió que vinieramos aquí. Miró a todos los presentes en especial al de la escopeta. No nos dijo de que se trataba, tan sólo que vinieramos.

Al llegar vimos que el guardia de la garita estaba muerto y mientras buscábamos este garito los hombres de Moretti nos capturaron. Yo escapé mas mi amigo Antonio sigue en sus manos. 

Había llegado el momento de jugarse el todo por el todo. Sé que no tiene ningún motivo para creerme. Si es así me gustaría pedirle un favor que pagaré como quiera. Necesito un par de armas para rescatar a mi amigo. Sólo eso. Si lo consigo no sólo estaré en deuda con usted si no que se habrán librado de algunos hombres de Moretti.

- Si no quieres servir de criadero de mejillones, espero que no nos estés preparando alguna mala jugada...-Contestó aquel hombre de aspecto de ser el líder, le señalaba con el dedo acusador al tiempo que le escrutaba con la mirada, tras unos segundos se dirigió a sus hombres:

-Carollo, Mondadientes, Bruno, vamos a echar un vistazo a ese asunto. No me gusta que anden jodiendo en nuestros negocios.

Ante aquella orden se levantaron todos los presentes. Uno de ellos se despidió de quién había hablado dándole un apretón de mano. Portaba una chaqueta de pana menos elegante que la de los demás. Tras el apretón de manos se dirigió al fondo de la sala. Con un rugido, un motor fue arrancado, a continuación aparecieron las luces de dos faros que delataron la presencia de un imponente camión. 

-¿Vinisteis sólo los dos? ¿Os dio algún sobre Jimmy?- Preguntó el jefe mientras el resto de los presentes, los seis tipos, le acompañaban a él y a Fedor al exterior.

En el exterior se desplegaron los seis hombres repartiéndose entre los dos vehículos, abrieron el maletero y empezaron a pasarse las armas de unos a otros.

En realidad somos tres más. Escapamos por las alcantarillas.  En cuanto al sobre a mí no me dio nada, quizás a alguno de los otros; pero lo dudo. Apenas podía hablar. Si le parece bien iré a buscar al resto. Esperó impaciente a que le dieran permiso para ir a buscarlos. Mientras estuvieran en el túnel no le preocupaba; pero si se habían movido esta gente dudaría de él y eso en estos negocios te llevaba a vivir bajo el mar.