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El segundo advenimiento

Adeline, la nigromante [Partida]

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01/09/2011, 21:39
Director

Adeline Brown
Buenos Aires, Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Jueves 5 de Agosto de 2010

Lurk la había despertado temprano. Eran apenas las cinco de la madrugada cuando su Señor golpeó la puerta de la habitación con sus fuertes manos.

-Adeline. Despierta, todo comenzará pronto.-

Se revolvió en su cama cubierta por una pesada frazada intentado volver del mundo onírico en el que estaba. Su maestro le había advertido sobre la facilidad que ella poseía para trascender de un plano a otro y sobre las dificultades que aquello podía conllevarle si no tomaba los recaudos suficientes. Al principio creyó que su maestro exageraba y mantuvo esa creencia hasta hace algunos años cuando notó que las cosas en el mundo etéreo comenzaban a cambiar, a volverse más peligrosas con cada viaje. En los últimos seis meses no había vuelto a visitar aquellos parajes pero aquella noche se había transportado sin quererlo y lo que vio le heló el alma.
Se encontraba en una formación rocosa de importante altura en aquel lugar conocido como el páramo, un lugar que funcionaba como una especie de nexo donde los espíritus no errantes se reunían pudiendo acceder a cada uno de los mundos existentes. Hacía mucho tiempo que las cosas allí se habían vuelto violentas, se decía que los demonios estaban poblando aquel plano espiritual. Un sonido, el murmullo de muchas voces llegó a sus oídos, instintivamente se recostó sobre el suelo y avanzó a rastras para observar desde una saliente.
Cientos de miles de almas demoníacas se agolpaban en las tierras del páramo aguardando impacientes a que algo sucediese. Eran en su mayoría demonios menores, peligrosos, de seguro, pero no tanto como si poseyeran su cuerpo físico. Parecían estar organizados, actuando en conjunto y siguiendo órdenes, algo totalmente atípico de estas criaturas. Alguien con mucho, demasiado poder, debía estar organizando todo pues, si había una única cosa a la que los demonios se sometían era al miedo.

-¡Adeline. Despierta de una vez!- volvía a rugir su maestro con impaciencia

-Ya voy- rumió la joven mientras abandonaba la cama.

En la cocina encontró café y algo de pan tostado junto con un tarro de mermelada de frutilla y manteca.

-Lo sientes ¿Verdad?- dijo la voz de su maestro a sus espaldas –¿Sientes como ha comenzado a vibrar?- Su maestro era mucho más sensible a los “movimientos” de la energía espiritual y podía percibir cosas de las que ella no tenía la más absoluta novedad. –Esta empezando a moverse. Hoy verás los frutos de aquel hechizo que juntos urdimos en el cementerio-

Adeline Brown
Buenos Aires, Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Sábado 10 de Julio de 2010

-Te quiero lista para salir en treinta minutos. Ropa cómoda y obscura- le indicó su maestro.

Ella se encontraba leyendo en la biblioteca de la casa de Buenos Aires cuando él asomó la cabeza a través de la puerta para dar sus indicaciones.
Habían viajado alrededor del mundo durante mucho tiempo, visitaron países de todos los continentes, en algunos su maestro se ausentaba en solitario por varias noches, en otros no abandonaba su lugar de hospedaje, ahora hacía ya casi medio daño que se hallaban estancados en Buenos Aires.
Adeline había aprendido a dominar varios idiomas antiguos, muchas eran ya lenguas muertas, otras aún se encontraban vigentes, había conocido desde pequeña el mundo mágico y había sido instruída en sus principios durante veinticuatro largos años. Hacía algunos meses su maestro había adoptado una creciente preocupación por la seguridad ya había indicado a Adeline que esta debía aprender a disparar. La mujer recibió instrucción en tiro y desde entonces, por órdenes de Lurk, llevaba una pistola cada vez que abandonaba la residencia aunque nunca tuvo que utilizarlas.

-Ropa cómoda y obscura- pensó la mujer y dedujo que aquella noche, como tantas otras, se colarían sin permiso en algún lugar.

En exactos treinta minutos su maestro se hallaba parado en el centro de la sala. Vestía pantalón de vestir, zapatos, camisa y medias todos ellos negros. Un largo abrigo de paño, también negro, que le llegaba hasta debajo de las rodillas completaba el atuendo. Ella había elegido un atuendo deportivo e informal.

-Si todo sale bien esta noche haremos llorar a los guardianes- dijo él. Adeline no entendió muy bien a que se refería en ese momento y entendió aquello como una metáfora. Horas horas más tarde lo comprenderia.

Viajaron en un automóvil común y corriente, fácilmente confundible y para nada llamativo y estacionaron cerca del conocido cementerio de la Recoleta. El lugar había cerrado hacía ya unas horas y ellos se dirigieron hacia un costado obscuro. Demostrando su buen estado físico Lurk corrió hacia la pared apoyó sus pies en ella y se propulsó hacia arriba tomándose del borde y ascendiendo la pared. Luego se inclinó hacia Adeline

-Tu turno- le dijo antes de deslizarse al interior a sabiendas de que a ella no iba a resultarle tan fácil aquella proeza. –Y no se te ocurra utilizar el Arte- añadió ya desde el otro lado justo cuando Adeline se preparaba para levitar.

La mujer bufó pero sabía que no debía contradecir a su Maestro. Imitó a Lurk y luego de tres intentos logró colarse en el interior del cementerio. Lurk se hallaba de cuclillas y sus manos sostenían un extraño objeto que guardó en uno de sus bolsillos interiores antes de que Adeline lograse verlo con detalle.

-No creo que tengamos problemas, los guardias de estos lugares suelen ser vagos sin ganas de trabajar- dijo sonriendo con cierta malicia.

Comenzaron a trabajar de inmediato, la energía espiritual del hombre se disparó, poderosa, en forma de una niebla baja y púrpura que se filtró en todos y cada uno de los panteones de aquel lugar. Ella observó y sintió, comprendiendo con el alma que era lo que su maestro estaba haciendo.
De repente los llantos llenaron la noche y Adeline podría jurar que vio la estatua de un ángel derramar lágrimas por los ojos.

Adeline Brown
Buenos Aires, Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Jueves 5 de Agosto de 2010

Se pusieron en marcha a las seis de la mañana, su maestro insistió en que llevara su espada y pistola, él eligió un extraño juego de dagas confeccionada con un cristal y una espada en forma de hoz. Lurk condujo hacia el conocido cementerio que habían hechizado hacía ya tiempo y se colaron nuevamente en él. Adeline pudo sentir la vibración de la energía espiritual increyendo cada vez más.

-Ven- dijo Lurk desconcertrándola –Entra aquí-

Adeline titubeó, su maestro la instaba a ingresar a una cripta, no era miedo lo que sentía, se había acostumbrado hacía ya mucho tiempo a la presencia de la muerte, pero con toda aquella energía fluctuando a su en derredor se sitió perturbada.

-Debemos proteger la cripta, estaremos seguros aquí hasta que nuestro ejercito se levante- una malévola sonrisa de triunfo se dibujó en su rostro. Estaba seguro de que esta vez obtendría su venganza.

Ambos hechiceros comenzaron a levantar poco a poco diversas protecciones, al comienzo Adeline no entendía muy bien porqué estaban haciendo eso, pero luego recordó la imagen que viera en su sueño y comprendió de qué quería protegerse su Maestro.

Pasaron allí dentro varias horas descansando y reponiéndose del gasto de energía provocado por la creación de las protecciones. Su percepción se alteró alrededor de las nueve de la mañana cuando una gran explosión sacudió las corrientes espirituales. Aquello sorprendió por completo a Adeline que, pese a haber presenciado los poderosos hechizos de su maestro, jamás había sido testigo de una conmoción tan grande.

Golpes. Sonidos violentos, pasos, llantos y nuevas voces se dejaron escuchar entonces. De golpe sobrevino el silencio, entonces, luego de guardar unos segundos, Lurk abrió la puerta de la cripta y quitó las protecciones mágicas que había levantado. Adeline, confiando en su maestro pero algo insegura, le imitó.
Salieron juntos de lugar para encontrar un caótico escenario de batalla, la luz del sol ya estaba alta en el cielo anunciando poco más de la media mañana. La joven bajó lentamente la cabeza, las estatuas de ángeles y querubines que la noche anterior coronaban muchas de las criptas habían desaparecido, continuó con el descenso de su visión y encontró entonces parte de la armada de su amo. Cientos de cuerpos muertos reanimados comenzaban reagruparse, en el suelo los restos de las estatuas hechas trizas junto a varios cuerpos que ya nunca podrían reanimarse nuevamente.

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02/09/2011, 20:35
Adeleine Brown

Adeline Brown
Buenos Aires, Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Jueves 5 de Agosto de 2010
Medio día

Adeleine observó aquel espectáculo de muertos vivientes saliendo de la paz de la muerte y tragó saliva, no muy segura de si intimidarse o reverenciar a su maestro por tan magnánima muestra de poder. La joven recorrió la mirada por cada recoveco de aquel cementerio, preguntándose de qué se trataba la venganza de Lurk y, sobre todo, si aquello que sus ojos presenciaban estaba de alguna manera vínculado con su viaje mental.

Sin saber qué hacer, la muchacha puso sus manos tras su espalda y se meció esperando instrucciones, porque, después de todo, ¿por qué la quería su maestro allí? ¿De qué manera ella participaría en su "venganza"? 

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02/09/2011, 21:37
Director

Adeline Brown
Buenos Aires, Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Jueves 5 de Agosto de 2010
Medio día

Su maestro la observó y se sintió satisfecho por la expresión que pudo vislumbrar en los ojos de su alumna. Había algo de miedo en ellos y eso le gustó.

-Caminarás hacia el Sur. De allí proviene una importante alteración en las corrientes espirituales, además un... Amigo me informado de unos sujetos que me resultan interesantes, incluso puede que sean ellos quienes estén alterando las corrientes.- Respiró profundo y caviló las siguientes palabras durante unos instantes –Te recomiendo consigas un vehículo y viajes siempre a la luz del día buscando un refugio seguro donde pasar la noche. Cuando encuentres aquellos de los que hablo deberás unirte a ello, estudiarlos y espiarlos. Me mantendrás informado de cualquier novedad- Metió su mano en una pequeña bandolera que colgaba de su hombro. –Te comunicarás conmigo mediante la utilización de este artefacto- agregó al tiempo que extraía una pequeña piedra negra esférica y pulida. –Con sólo sostenerla entre tus manos, pensar en mi y el mensaje que quieres enviarme será suficiente-

Dijo aquello con la frialdad acostumbrada y luego comenzó a caminar hasta la entrada del cementerio seguido por su séquito de muertos que, como podían intentaban seguir su paso, ella corrió enseguida detrás de él pero Lurk giró tomando rumbo norte y la dejó sola, sin siquiera un guardián no muerto que la protegiera, había usado la energía de ambos para despertarlos y aún así ninguno le sirvió a ella.
Tardó unos segundos en reaccionar, cuando lo hizo el ejercito se encontraba a mas de doscientos metros de distancia, fue entonces cuando reparó en el paisaje que la rodeaba. Todo era caos, absoluto y silencioso caos. Algunos autos habían chocado los unos contra los otros, otros se habían subido a las veredas y chocado contra las paredes, locales o atropellado personas y estas últimas se hallaban todas muertas, tendidas sobre las veredas con un rictus contraído que demostraba el terror vivido en sus últimos segundos o, de lo contrario, en lo que parecía una absoluta paz pero todas y cada una de las personas que vio se hallaban muertas.

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03/09/2011, 18:38
Adeleine Brown

Adeline Brown
Buenos Aires, Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Jueves 5 de Agosto de 2010
Medio día

Adeleine se quedó atónita y hubiera protestado de buena gana si su maestro no estuviera ya bastante alejado cuando regreso de su estupor. ¿Cómo iba ir al Sur ella sola cuando siempre había viajado con Lurk? Se sentía en cierto modo insegura, y más cuando el paisaje frente a ella era una oda a la desolación y la muerte. ¿Qué esperaba su maestro de ella? ¿Cómo se iba a infiltrar entre un grupo de desconocidos y sacarle todavía la información que pudiera sin llamar demasiado la atención?

Suspiró, pestaño varias veces y luego volvió a suspirar. Considerando que ya había perdido demasiado tiempo allí, salió del cementerio y se dirigió al automóvil que había compartido con Lurk para llegar allí, poniendo las manos en el volante nerviosa. Empezó a conducir despacio, más por alargar el momento de su partida que por pereza, pero al final se vio a sí misma en el departamento donde había vivido.

Recogió sus cosas, libros sobre todo, y dio un repaso a su alrededor a forma de despedida antes de seguir las órdenes de su maestro.

Notas de juego

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05/09/2011, 22:09
Director

Adeline Brown
Buenos Aires, Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Jueves 5 de Agosto de 2010
Atardecer

La tarde comenzaba a caer sobre Buenos Aires y la distancia que había recorrido la mujer era poca. El caótico estado de las calles la había obligado a conducir a una velocidad muy reducida, lo último que quería era accidentarse o dañar el vehículo. No era una buena conductora, lo sabía y por eso tomó todas las precauciones posibles.
Hacía poco había atravesado un puente que pasaba por sobre un riachuelo contaminado en exceso. Ahora se encontraba transitando una avenida ancha de doble mano con una especie de boulevard en el medio, fue entonces cuando recordó las palabras de su maestro.

–Te recomiendo consigas un vehículo y viajes siempre a la luz del día buscando un refugio seguro donde pasar la noche.-

¿Por qué su maestro le recomendaba esconderse durante la noche? ¿Acaso no era el un hombre acostumbrado a moverse en la noche tanto como ella?

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06/09/2011, 19:59
Adeleine Brown

Adeline Brown
Buenos Aires, Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Jueves 5 de Agosto de 2010
Atardecer

Con más preguntas que respuestas y con un miedo creciene a lo desconocido, Adeleine empezó aquel viaje extraño en que la había conducido su maestro, equipándose con un bulto, donde tenía guardada su ropa, unos cuantos libros que considero interesantes para llevar, dinero, un mapa, para ayudarse en caso de necesidad, y otras cosas personales.

¿Qué planeaba Lurk ahora?, se preguntó mientras se aferraba al volante del automóvil como un naúfrago a un salvavidas. ¿Por qué tenía que hacer ella aquello? 

Suspiró con un dejo de tristeza, observando el reloj que descansaba sobre su muñeca. Ya faltaba poco tiempo para el anochecer, lo que significaba que tendría que buscarse un refugio como Lurk le había pedido. Pero ¿qué podía encontrar allí? Ella conocía tan poco de aquel lugar... Frunció el ceño, casi soltando una maldición dirigida a su maestro, preguntándose nuevamente por qué debía estar allí en vez de en un lugar cómodo con un buen libro en sus manos.