Partida Rol por web

- Claro que sí, dame un ratito - dijo tomandon la capa, frotando despacio el tejido entre sus dedos para evaluar la manufactura -, ¿Crees que la capa afectará para algo al acertijo?

Una vez se hubo familiarizado con la prenda procedió a pintar sobre el suelo simbología arcana para el ritual que necesitaría para extraer respuestas acerca de la naturaleza mágica de la capa. Le llevaría un rato, de manera que para evitar distracciones canturreó bajito las distintas partes del pentagrama.

- No, pero por si acaso. - contestó sencillamente encogiéndose de hombros antes de sentarse mientras Vakaipa realizaba su magia.

- Humanos, elfos, estaciones del año... menuda sarta de sandeces, aquí lo que hace falta es meterle una buena coz a este altar para ver que hay debajo - se decía Ilvor así mismo, dejando a lo mejor escapar alguna cara que mostrara algo de duda y frustración. - Hmmm - carraspeó mientras guardaba su arma, espolsaba sus manos y dejaba al resto el trabajo intelectual. Se puso a rememorar tiempos en los que iba de cacería, rompiendo cráneos de orco de aquí para allá.

Al rato de que Vakaipa comenzara el ritual para descubrir qué secretos guardaba aquella capa, preguntó: - ¿cómo va el descubrimiento mágico? ¿algo por ahí?

Vakaipa observa después de realizar algunos rituales que la capa no tiene poderes mágicos, seguramente las teorías de Nube fuesen las más acertadas y simplemente un atuendo ritual. Mientras Vakaipa está enfrascado descubriendo si la capa es mágica, Nube observa el portadocumentos, al no ver nada extraño lo abre, por suerte no activa ningún tipo de trampa al hacerlo, en su interior ve dos pergaminos con extrañas runas mágicas

- Jum jum jum... La capa es muy bonita, de puntada delicada peeero no, no es mágica - informó a los demás antes de que sus ojos se posasen sobre los pergaminos -; ahora bien, estos, jejejeje, estos tienen secretos que durarán menos que mi vestimenta cuando volvamos a la civilización.

No quería mirar a nadie en particular en aquel momento pero su cola se trenzó con tanta tensión que parecía un sacacorchos, pudiera ser por su mente entreteniendo la idea de perder sus ropas en compañía o, más probable, los pergaminos le tenían embelesado.

- Envidio tu vida sencilla, Ilvor, genuinamente; vivir sin que la curiosidad te atrape debe ser la mayor libertad del mundo - le reconoció al centauro sin apartar los ojos de las escrituras, sus dedos de una mano recorriendo los párrafos mientras que los de la otra parecían llevar la cuenta de unos cálculos que quizás ni siquiera Vakaipa se daba cuenta que estaba procesando -. Algún día leeré algo que no deba, lo sé, y si fuese más como tú estaría a salvo.

Observas los pergaminos, no tienen secretos para ti, es un pergamino con el ritual restauración menor y, el otro, es de hablar con los muertos

Vakazara metió la nariz en el momento en que aquellos dos pergaminos aparecieron. Quizá el hambre estaba haciendo mella en ella, pero la curiosidad fue más fuerte y ver a su hermano emocionado con material mágico también ayudó un poco a que su estado de ánimo mejorara considerablemente.

-Tu nunca estarás a salvo hermanito. Por eso no puedo apartarme de tu lado – Dijo sonriendo y guiñándole un ojo - ¿Qué has descubierto? ¿me dejas mirar? – Preguntó con evidente entusiasmo, deseando ayudar a discernir qué es lo que tenían entre manos.  

- Jejejejejeje, son todos para ti, hermanita mía - le hizo saber con una sonrisa, un guiño y la lengua bífida latigueando -. Este de aquí es para Hablar con los muertos y este otro es una... ¿Restauración menor? Sí, estoy convencido de ello.

Se desempolvó los hombros con las manos, presumiendo de entendederas y buenas luces. Estaba contento de haber podido contribuir a revelar algunos de los secretos de aquel lugar... En particular por verse muy superado por el rompecabezas de las estatuas que esperaba que otro resolviese.

Nube esperó sentado vigilando la entrada mientras Vakaipa analizaba la capa y los pergaminos. Era interesante lo que había averiguado, pero no compartía su emoción por la magia.

- Entonces, ¿estatuilla de humano? – se animó poniéndose en pie - ¿Algún voluntario para ponerla? Yo lo haría llevando la capa. No creo que suponga ninguna diferencia, pero por si las moscas…

Giacomo esbozó una media sonrisa al escuchar al tiefling.

 -Eso suena a desafío, Vakaipa. Desafío que aceptaré gustosamente cuando encontremos una posada adecuada.

Por lo demás, coincidía con sus compañeros. Los pergaminos serían más útiles en manos de Vakazara y si la capa no tenía nada de interés, el siguiente paso a dar era poner la estatuílla que habían pensado que podía encajar.

 -Bien, adelante Nube. Ponte la capa, coloca la estatuílla y aléjate en cuanto lo hagas. Si va a saltar una trampa, que no nos pille a ninguno cerca. Aunque antes de que lo hagas, creo que deberíamos inspeccionar el altar por si vemos alguna marca o algo que nos indique la presencia de trampas, resortes, agujeros para lanzas, trampillas o cosas así.

¿Se estaba pasando de precavido? Puede. Pero ya había perdido a Ashara por culpa de toda esa mierda. No quería perder a nadie más, por el motivo que fuera.

- No me estaba ofreciendo como voluntario, pero si nadie más lo hace a alguien ha de tocarle… - replicó mientras inspeccionaba el altar como había sugerido Giacomo, aunque le preocupaba más que si activaba alguna trampa fuese una más grande y que no estuviera instalada en el mismo altar, algo como una piedra rodante gigante. ¿De dónde habría sacado una idea así?

- Oh por favor... - carraspeó Ilvor algo cansado de esperar - humano entonces, ¿no? - se acercó a una de las estatuillas de los humanos, la sacó de su sitio y se acercó al altar donde esperó y miró a sus compañeros esperando que se apartara - ejem...  - una vez se apartaron, colocó con cuidado la estatuilla en el hueco en el que parecía encajar, apartándo apresuradamente la mano como si una boca de orco se tratara y quisiera comerle algún dedo.

Pensé por un momento lanzarle la capa por encima a Ilvor, pero tampoco creía que fuese a servir de nada, así que me limité a alejarme antes de que la colocara. Eso sí, desde la distancia me probé la capa azul a ver que tal me quedaba.

Vakaipa se sonrojó ante las lindezas que llegaban a sus oídos, ajustó un poco la capa sobre los hombros de Nube para indicarle que le quedaba bien y luego se echó atrás, aguardando el resultado a su solución al extraño puzzle. Tintinearon las cadenitas sobre su cornamenta cuando le dedicó una mirada a Vakazara y otra a Giácomo.

- Qué emoción, ¿qué creeís que revelará este misterio? ¿Hmmm? - tamborileó con sus dedos sobre su báculo y sus ojos fueron en muchas direcciones a medida que la mente conjuraba premios, deseos y secretos - Si es algo para la humanidad sólo tenemos a un humano entre nosotros... - miró al arlequín con la ceja alzada, una duda asomando en su rostro - Espero este rompecabezas no requiriese que precisamente fuese un humano quien colocase la estatua de humano.

Ilvor agarra la estatuilla del humano y la coge, ésta comienza a gritar, está gritando durante diez segundos con un sonido ensordecedor, después Ilvor la coloca en el altar, la estatuilla parece recobrar vida

-Oh, pero mira si hay visita, por favor, quedense, no se vayan jamás, haré lo que quieran, pero quedense aquí conmigo.

Mientras la estatuilla habla, os dais cuenta de que siete hombres lagartos suben las escaleras que llevan hasta donde os encontráis, seguramente alertados por los gritos de la estatua.

- ¡Cocodrilos en la cocina! - alertó Vakaipa antes de alzar los bajos de sus ropajes y correr hacia los hombres lagarto, empuñar su báculo con convicción y vomitarles llamas encima - Asad, asad, que nuestra hambre tiene que pasar ¡Bleeeeergh!

Estaba en una posición súper precaria, de eso no cabía duda, pero no podía permitirse que se viesen rodeados de nuevo por aquellos monstruos; parte de su impulsividad vino del hecho de haber perdido al bebé dragón a manos de criaturas como aquellas la última vez que se vieron en una situación similar.

No por cariño, como vendría a ser normal entre humanos, sino por rabia de haberle sido arrebatado algo que era suyo, Vakaipa deseaba ver a aquellas criaturas convertidas en crujiente almuerzo... Y dedicárselo al bicharraquito que había dado su vida por él y por su hermana.

Está bien, puede que le hubiera cogido afecto a la cría de dragón y no lo estuviese reconociendo.

Tras escuchar el estruendo causado por los gritos de la estatua que acababa de cobrar vida ante sus ojos, Vakazara no tubo demasiado tiempo para pensar en lo que acababa de ocurrir, puesto que un grupo de Lagartijas armadas se apresuró a acercarse al grupo para atacarles sin piedad.

-Si dices que harás lo que queramos, ayúdanos a matar a esos hombres lagarto – Le ordenó la tiefling por si aquel hombre estatua era de alguna utilidad.

Acto seguido, conjuró los dones ofensivos de su amada Diosa e, imitando a su hermano, se situó justo a su lado, guiñándole un ojo con complicidad.

Tras ello, un cono de llamaradas ardientes se unió al de su consanguíneo, para volver a calcinar a los lagartos que ya estaban probando las manos ardientes de su querido hermanito.

Maechen se acercó a los hombres lagarto, pero quizás por el cansancio que sentía falló su ataque. Entonces Vakaipa se adelantó posicionandose delante del primer hombre lagarto y lanzó un cono de fuego que salieron de sus manos hacia los hombres lagartos, todos consiguieron esquivarlo, aún así se hicieron algo de daño, logrando herir a cuatro de los hombres lagarto. Su fiel hermana se puso a su lado, imitando a su hermano puso las manos extendidas y de ellas salió un cono de fuego, tuvo más suerte que su hermano y solo uno de ellos consiguió esquivarlo, los otros tres murieron presas de las llamas.

Uno de los hombres lagarto que no había sido presa de las llamas, se acercó a la posición de los conjuradores, pero fue a Maechen a quien terminó mordiendo, causandole una pequeña herida en el brazo

¡Vaya barbacoa habían montado entre los dos hermanitos! El olor a carne quemada, aun siendo de lagarto, hacían rugir mis tripas nuevamente, pero no había tiempo para distraerme más con el hambre.

Salí a la carrera contra el hombre lagarto que aún quedaba a duras penas en pie tras el duro castigo del fuego que había recibido y le clavé la espada en el bajo vientre, giré y la saqué con un movimiento en diagonal hacia arriba.

Sin pararme me giré y descargué un nuevo golpe con mi espada contra el otro lagarto que quedaba en pie junto a mis compañeros.

- Que bien que hayáis preparado la barbacoa. ¿Sabéis si Giacomo va a traer el vino? – les guiñé un ojo a los hermanos.

Nube tenía su estrategia bien planeada, rematar con sus dos espadas al que los hermanos habían dejado herido, pero quedando lo más cercano posible a los demás enemigos, atacó al ya herido terminando con él. El número de enemigos cada vez se reducía más

Un nuevo hombre lagarto entró en la sala colocandose frente a Maechen, pero para sorpresa de la guía que se preparaba para repeler el ataque, el hombre lagarto no le atacó a ella, sino a Vakaipa, clavó con fuerza los pinchos de su escudo en el blando cuerpo del tiflin haciendole bastante daño, había dejado al pobre Vakaipa gravemente  herido