Partida Rol por web

Miro levantando una ceja a los compañeros que me miran como si no hubiese razón en mis palabras, lo unico que he tratado es de que haya buen ambiente, pero con la severidad, que esas memeces, me provocan.
Prefiero no contestar al mago y llevar a cabo mis acciones pertinentes.
Me levanto y de mi mochila saco mi tienda de campaña. A cierta distancia del árbol, pero dentro del "campamento" monto la tienda. Refunfuño para mis adentros por la confusa reacción que mis compañeros han tenido con respecto al "Diálogo".

Vamos vamos, amigos. Es de noche y llevamos toda una jornada de duro camino. Además este hedor está perjudicando nuestras mentes. Podríamos arriesgarnos a internarnos tierra adentro para alejarnos de este lugar, o simplemente echarnos y haced las guardias, mañana será otro día, y el viaje continuará.

El semielfo se acerca para mirar directamente a los ojos de los presentes, hasta que se retira un poco en dirección a donde se fue el dracónido.

Nekrach ! Tus palabras me han conmovido. - dice con una ligera sonrisa - Tienes un sentido del honor muy elevado, y eso te honra. Pero vamos, tenemos un trabajo que hacer...

Mmmmm, parece que llega la calma, eso es bueno

- Parece que entonces dormimos aquí, Nekrach, Ireth, ¿hacéis vosotros la primera ronda?, si es así luego darnos el relevo, podemos ser los segundos si nadie tiene inconveniente.

Si dejamos el turno medio a Darth y tiene que dormir en 2 tandas, a saber el humor que tendrá mañana

Monto mi tienda y me dispongo a dormir

-Así es, buen amigo. Descansa tranquilo, velaremos tu sueño- responde con amabilidad al enano, agradecida con el hecho de que todavía haya alguien de confianza que no se haya resentido por la pequeña riña. Con un poco de suerte cuando despierten ya no recordarán ésa chiquillada o no le darán importancia, aunque en realidad lo duda un poco, y más siendo hombres.

Ayuda a Voiran a montar su pequeña tienda y después vuelve a su puesto, mirando de reojo a Gueldar y el dracónico inquisitivamente. ¿Porque pierde tiempo de lo que debería ser un preciado descanso...? Espera unos minutos más y en caso de que el semielfo siga conversando opta por acostarse y deducir que él se encarga de la primera guardia... aunque está totalmente convencida de que no conseguirá conciliar el sueño.

Nekrach se despliega en toda su estatura cuando Gueldar se acerca a hablar con él. Cuando termina, el dracónido se encoje de hombros.

Os agradezco vuestras amables palabras, pero los elogios sólo sirven para aumentar la vanidad propia. Me esfuerzo al máximo cada día pero aún me queda mucho camino por recorrer.

Y las prueba de ello son numerosas a lo largo de nuestro primer día de aventura --piensa el señor de la guerra.

Deberíais descansar -dijo Nekrach al bardo dando la discusión por concluída-. Necesitaréis las fuerzas para mañana.

Con ademanes enérgicos, Nekrach se colocó el yelmo y aflojó la correa de su mangual, que permitiría extraerlo con facilidad.

Que los dioses os velen en el Mundo de los Sueños, nosotros os cuidaremos aquí. Descansad.

El cansancio hace mella en vosotros que acabáis discutiendo sobre cómo pasar la noche. El dracónido e Ireth hacen la primera guardia mientras el resto descansa todo lo apaciblemente que el suelo y el frío de la noche permiten. La noche es oscura y la luna apenas ofrece visibilidad a causa de unas pocas nubes que se agolpan en el cielo. La hoguera improvisada en el campamento casi se ha apagado y la elfa lo mantiene vivo hasta que pasan las dos horas de la ronda y Mushu y el enano toman el relevo. Durante su guardia, observaron y escucharon relinchar salvajemente a los caballos aunque no parecía haber razón aparente, ya que el lugar estaba tan desierto como una taberna a primera hora del alba. Ya casi de día, Gueldar y el mago desearon buen descanso a sus compañeros y tras un rato se dejaron de escuchar a los caballos...

Ya por la mañana, conforme váis abriendo los ojos bajo la luz de un sol brillante con cielos muy despejados, observáis a Gueldar y Dardh cerca de donde dejásteis los caballos. Estos aprecen tirados en el suelo con cara agonizante y el cuerpo casi disecado.

- Malaria. - comenta el semielfo conforme os acercáis y vais preguntando por la situación.

La cara de Gueldar es un poema y puede verse un atisbo de rabia contenida. Al final Nekrach iba a tener razón y el lugar era un cúmulo de enfermedades que debíais evitar a toda costa. Por suerte, llamaradas no se encontraba mal, si no más bien todo lo contrario, pstando unos metros más allá en un apetitoso prado de hierbas resecas.

Ni una sola palabra de reproche sale de las fauces de Nekrach. Sin esperar un momento se pone a trabajar.

Ireth, búscame hojas de Tres Puntas por las proximidades. Crecen cerca de las zonas húmedas. Creo que vosotros la llamáis Mano de Lagarto porque parece la pata de un cocodrilo. Sabe a rayos pero les curará. Mientras actúa la Tres Puntas, tenemos que rehidratarlos y bajarles la fiebre. Voiran, ¿podrías acompañarla y traerme algo de agua fría?

Sin esperar respuesta el dracónido se arrodilla junto a sus compañeros y los observa con preocupación. Les toma el pulso y comprueba su temperatura.

- No servirá de mucho, mi buen Nekrach. - musita el semielfo abatido. - Tres al menos han muerto, y el resto está agonizando. Quizá deberíamos sacrificarlas.

Y así era, los que quedaban vivos no podían ni mantenerse en pie, y otros comenzaban a emitir un hedor a muerte repulsivo. Además no llevábais encima ungüentos, plantas medicinales ni nada que sirviera para tratar una enfermedad compleja. Habría que rendirse a la evidencia, y atravesar las Tierras Salvajes a pie...

-...A pie...genial...Y si nos turnamos para montar a la mula?- bromeo, bueno, cosas peores se han visto, que atravesar esto a pie. Digo mientras recojo la tienda.

Contemplo desolado la estampa de los caballos, pobres animales.

- Bueno señores, ya lo adelantó Darth, creo que me tocará cargar con alguna cosa, pero creo no tenemos otra opción que seguir avanzando, no merece la pena perder el tiempo con lamentaciones.

Empiezo a recoger mis cosas deprisa.

- Creo debemos movernos cuanto antes, a la vista de los acontecimientos creo no es adecuado permanecer aquí demasiado tiempo.

Gueldar escucha al enano y observa como su pie izquierdo golpea firmemente el suelo al finalizar su comentario, como de manera autómata. Lo cierto es que el semielfo apenas se había encontrado con enanos durante sus años de viajes y con Voiran estaba aprendiendo de ellos. Y le resultaba de lo más curioso...

- Tienes razón, tenemos las provisiones muy justas para ir a pie.

Tras el comentario de Mushu, Llamaradas se acerca mientras olfatea los hierbajos del suelo y le lenza una sacudida con la cabeza en sus partes traseras mientras rebuzna sonoramente. El brinco del elfo provoca las risas en todo el grupo, lo cual venía bien moralmente tras la desdichada pérdida de los animales.

-La madre que la pario...- susurro entre las risas de mis compañeros alzando el puño, que tras lo ridiculo de la situación no me queda más que reirme.
-Hala, a otro que le caigo mal.- digo mientras miro a Dardh con una sonrisa.

Ireth se acercó prudentemente a los animales, observándoles con compasión mientras algunos daban su veredicto y Nekrach se disponía a hacer algo al respecto.
Asintió a sus palabras sin pensárselo mucho y de giró andando a grandes zancadas, pero apenas a un par de metros de distancia se detuvo por completo paraescuchar a Gueldar, el cuál por desgracia tenía razón.

Suspiró entonces hondamente, con cierto desánimo, dejando caer los hombros mientras volvía hasta el grupo y recogía alguna de las alforjas anteriormente cargadas por los animales.
-No podemos rendirnos después de haber llegado hasta aquí, ya nos falta poco- sentenció con firmeza y decisión observando a todos los presentes uno por uno hasta que Llamaradas se acercó a Mushu golpeándole de tal modo que la risa fue incontenible a pesar de cubrirse la boca con una mano para intentar disimular parte de ella.

El inmenso dracónido se levanta con fluidez mientras observa a sus compañeros con ademán reluctante.

«Probablemente Gueldar tenga razón y las bestias estén condenadas —piensa el señor guerrero—. Aunque, ¡por la Sagrada Coraza de Erathis, a mi me enseñaron a que jamás se debe dar una batalla por perdida!»

Supongo que tenéis razón —dice al fin—. Podría tratar de curarlos, pero ralentizaríamos la marcha y nos expondríamos durante demasiado tiempo a la enfermedad. Mushu, quizá seas tú el más adecuado para darles una muerte rápida. Nos han servido bien, y no querría que murieran de hambre y sed mientras esa enfermedad los acosa.

Como si fuese capaz de entender lo que estaban hablando, Llamaradas lanza una coz a Mushu, y Nekrach se une al coro de carcajadas del grupo de buena gana.

No te preocupes por la comida, Gueldar —dice mientras pone su garra escamosa en el hombro de Ireth—, contamos con la más hábil cazadora del Mundo Conocido. Ireth nos ayudará a encontrar agua y alimentos para esas jornadas de más. Y ahora ¡en marcha! Si alguien necesita ayuda con su equipaje, yo le ayudo.

Me pongo en marcha rapidamente tomando las cosas mas pesado que puedo, probablemente sea la mejor opción de carga del grupo.

- Venga señores, reiniciemos rapidamente la marcha, no creo que sea prudente estar aquí, además ahora debemos avanzar a pie hasta un sitio seguro donde descansar esta noche, supongo que las etapas previamente marcadas ahora deberemos cubrirlas en varios días

Miro a Nekrach y asiento a su petición de quitarles sufrimiento a los caballos.
Me acerco con paso seguro desenvainando la espada corta, echo una mirada al grupo y espero que se alejen un poco.
-Nos habeis servido bien amigos, no sufrireis más.- Les susurro antes de atravesar su corazón con el acero de mi espada. Limpio la sangre de la hoja cuando termino la ejecución compasiva de los animales, y me uno al grupo envainando la espada.

Me acerco a Mushu

- Gracias amigo, seguro que no ha sido fácil, pero tu eras el que mejor lo podía hacer

Continúo caminando a buen paso, la marcha debe continuar con o sin monturas

Tras la inevitable ejecución de las monturas, Mushu y Voiran regresan con el resto del grupo y observan a un Gueldar mirando al horizonte y sujetando a Llamaradas para reiniciar la marcha.

"Desde el árbol hacia el noroeste, cruzando las colinas hasta llegar a las ruinas" - dice de pronto Gueldar. - Es la siguiente pista. Nos desviaremos del camino para internarnos en las Tierras Salvajes. Tras aquellas colinas - dice señalando al noroeste - deberíamos encontrar esas ruinas.

...

El sol aprieta con fuerza lo que no parece molestar al mago proveniente de los áridos desiertos de Ylarium, pero que enoja a un enano acostumbrado a las húmedas cuevas de las Altan Tepes. Todos os encontrais lejos de casa en tierras desconocidas, con un semielfo astuto y amistoso y en una misión cuyo objetivo final es haceros con un transporte que os lleve hasta la tierra de las Tres Comarcas.
Hace ya rato que habéis abandonado el Camino del Norte y, con él, la relativa seguridad que éste os proporcionaba frente a las criaturas salvajes que acechan en estas tierras, cuyo peligro casi podíais palpar en el ambiente.
Avanzáis hacia unas colinas que parecen más grandes conforme os váis acercando y antes del mediodía llegáis hasta ellas dejando atrás las tierras yermas. Ahí el clima parece algo más fresco y alivia tanto a elfos como humanos.
Cuando la tarde comienza a caer, vislumbráis al fondo los restos de unas edificaciones en lo alto de una colina cercana. Parecen ser los restos de una antigua aldea. Excepto en algunas partes, de los muros de los edificios tan solo quedan las bases de piedra que apenas se alzan medio metro.

Pero, antes de que nadie pudiera siquiera suspirar de alivio por haber alcanzado las ruinas, notáis como el suelo que pisáis comienza a temblar y escuháis un estruendo semejante como el sonar de una tormenta. Alzáis vuestras cabezas al cielo y éste aparece tan descubierto como el resto del día, aunque con un tono más anaranjado producido por la puesta de sol.

Hace un calor horrible, no lo puedo soportar, esto es demasiad seco, no creo que ni los escorpiones puedan vivir en este entorno, pero a buen seguro que alguna odiosa criatura estará dispuesta a atacarnos. Estoy dispuesto a manchar mi hacha de sangre enemiga, pero en este entorno creo que lo único que obtendré al clavarla en el enemigo será sucio sudor de bichos verdes

Avanzo mascullando con cara de pocos amigos y busco algún tipo de vegetación con la que poder fabricar una especie de parasol, ramitas con ojas que pueda colocar de forma que me alivien del sol, pero en este entorno creo que será imposible.

Me giro hacia Gueldar y le hablo

- Gueldar, ¿mencionó el borracho que hubiera que atravesar el mismísimo infierno?. Menudo sitio para esconder un tesoro, lo mejor habría sido haber hecho unas buenas instalaciones en una cueva segura, y hber contratado a un centenar de valerosos enanos, para así poder disfrutar de tu tesoro y tu vida. ¿De qué sirve hacer una guarida segura si en el camino tu mismo vas a morir intentando llegar a ella?

De pronto todo empieza a moverse, preparo mi hacha y mi escudo sin descargar la carga por si hay que salir coriendo

¿Ves algún tipo de movimiento en las ruinas, Mushu? Yo desde aquí no veo nada.