Partida Rol por web

Cuando el mago Dardh, encapuchado y con la túnica polvorienta, hubo acabado de realizar el ritual mágico para mantener embalsamado el cuerpo inerte de la querida elfa Ireth, todo el grupo marchó pesaroso por el camino de vuelta a Tortuga.
El trayecto discurrió silencioso, con cabezas gachas y alguna que otra lágrima surcando el rostro de vez en cuando. El grupó paró en un par de ocasiones a descansar, montando un improvisado campamento y una hoguera por la noche para ahuyentar a los depredadores. Por suerte, el cuerpo embalsamado de la elfa no desprendía hedor alguno y no atraía a las criaturas más salvajes.
En el último día de trayecto, Gueldar recordó haber visitado en una ocasión un viejo chamán que residía en las afueras de Tortuga. No sabía si tendría el preciado poder de la resurreción, pero a él lo sanó tiempo atrás de unas graves quemaduras en la piel, y de no haber sido por él, las habría mantenido de por vida.

Así, con un pequeño rayo de esperanza, el grupo partió a toda prisa hasta la cabaña del mencionado chamán, en las afueras de Tortuga. No había tiempo ni ganas de examinar con detenimiento el tesoro. Incluso Gueldar parecía obviar lo conseguido un par de días antes en la derruída caverna. Todo el oro y pertrechos lo cargaba Llamaradas, que hasta ella parecía sentir la ausencia de Ireth.

Tras un par de horas en las que el chamán se encerró con el cuerpo embalsamado de Ireth en un recinto que el mismo chamán catalogaba de sagrado, una intensa luz que despedía un fulgor azulado brillante inunda la estancia en la que se encuentra el chamán e Ireth hace acto de presencia para asombro e imperioso placer de los que se encontraban afuera. Gueldar ofrece una amplia sonrisa y Llamaradas revolotea dando brincos y mostrando su enorme dentadura como si estuviera sonriendo, soltando unos rebuznos que bien podrían ser carcajadas.

Ireth despertó como si de una simple pesadilla se hubiera tratado. Sus intensos ojos verdes volvían a brillar más que nunca tras haber traspasado el umbral de la muerte, lo cuál rpovocaba que se sintiera todavía más confusa.
Se incorporó de la mullida cama con lentitud, observando al pintoresco, pero aparentemente eficaz, chamán que había junto a ella y éste le explicó lo que había hecho por ella tras la insistencia y el pago de sus amigos para después guiarla al exterior de dicha sala.

Al otro lado, el resto esperaba expectante e impacientemente alguna noticia de Ireth, pero ninguna palabra podía ser más efectiva que su propia presencia sana y salva como si nada hubiera sucedido, incluso más limpia y radiante de lo habitual, enfrascada en peligrosas y polvorientas aventuras.

La elfa sonrió ampliamente a todos los presentes, agradecida, y después insistió hasta conseguir que incluso el más reacio, probablemente Dardh, se abrazara a ella, incluso compartió ese gesto con la terca Llamaradas.

CONTINUARÁ....  ;-P