Partida Rol por web

- Necesito pensar, pero no me quedaré sentado esperando mientras tanto

Voiran comienza a caminar hacia los tritones, toma su cuerda y comienza a atarlos con fuerza, tratando de inmovilizar a cada uno de ellos, y al pasar de uno a otro no corta la cuerda, los deja unidos por la misma.

- Si estos quieren hacer algo creo que no lo van a tener fácil, al menos la iniciativa será nuestra

Te acercas al marco superior de la pesada puerta de piedra y observas los signos rúnicos que, una vez los lees todos, forman un poderoso hechizo. Lo reconoces al instante, y sirve para Disipar la Magia almacenada en algún lugar u objeto.

Todos parecéis absortos cada cual en sus deberes, Irëth y Dardh estudian los signos de la puerta mientras Voiran, Gueldar y Mushu le dan vueltas a las estatuas. Mushu, con buena vista, descubre que el brazo del pirata Darelguer resulta ser una palanca, mientras un botón permanece semioculto como piedra decorativa de su casco.
En ese momento, el enano, intimidado por el excesivo realismo de las estatuas, se apoya sobre la base de éstas y rodea con su simple cuerda una de ellas, pero al intentar pasarla a la otra estatua, al otro lado del pirata, resbala y cae al suelo provocando un ruido sordo...

Tras un largo silencio, Gueldar vuelve con llamaradas, atada a un pico de roca cerca de las escaleras, y saca un par de picos y palas, levantándolas en alto hacia vosotros.
- A las malas, nos abrimos paso a la antigua usanza !

Con cuidado, tiro de la palanca y aprieto el botón, suavemente, a ver que reacción tiene sobre la puerta o estancia.

Después de la tonta caida me reincorporo y decido atar los tritones, alargando la cuerda entre ellas.

Cuando Mushu mueve la palanca camuflada en el brazo del temerario pirata, un estruendoso sonido sale de la gran puerta de piedra en forma de una intensa luz azul brillante que va a parar a las estatuas del centro de la sala.
Dardh e Irëth ocultan sus ojos tras los brazos mientras giran bruscamente hacia atrás y, en apenas un segundo, Voiran es empujado al pedregoso suelo por segunda vez consecutiva. Cuando alza su mirada, sus ojos desorbitados muestran a las criaturas, antes de piedra, moverse libremente mientras su piel escamosa se recubre de vida...

Al encontrar la entrada secreta de la cueva, Necrach no pudo evitar sonreir...

Una ilusión simulando la pared de roca, tal y como yo había imaginado...- pensó mientras se internaba a través de la ilusión, con su mayal asido con firmeza, sin saber qué clase de peligros podían encontrase...

Al ver la cueva vacía y como sus compañeros se distribuían por ella investigando las estatuas y la maciza puerta de piedra, decidió volver a salir al exterior para vigilar que las cobardes hienas no se reagruparan y les enboscaran...

-Voy a controlar a esos carroñeros, no me gusta dejarles a nuestras espaldas...-dijo a sus compañeros. Y por carroñeros no re refería tan solo a las hienas, sino que también pensaba en más meroreadores goblins... o en posibles compañeros de Gueldar...

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Tras haberse alejado un poco de la puerta secreta, buscando indicios de posibles enemigos, llega a sus oídos gritos y claros indicios de que sus compañeros están siendo atacados. Como un resorte sale disparado de nuevo hacia la entrada de la cueva para unirse a la batalla.

Otra vez igual...siempre me quedo fuera de la acción- piensa mientras traspasa la ilusión esgrimiendo sus armas recordando el encuentro con los goblins.

Antes de que Dardh e Ireth se dieran cuenta, dos criaturas de estatura media, de aspecto humanoide y con un tridente cada uno, saltaron de su base golpeando al enano y emitiendo un sonido parecido a una risas. De piel escamosa con manos y pies palmeados, su boca está cuajada de colmillos afilados. Poseen una larga cola que termina en una aleta curvada, y tienen también aletas en sus brazos, espalda y cabeza. Sus ojos, grandes y de mirada fija, son de color negro intenso...

- ¡Será manazas..! - grita Dardh desde la puerta a un perplejo Mushu, que contesta de idéntica forma al emisor.
- Oye lanzachispas, esto no ha sido culpa mia. Al final, seguro que íbamos a tirar de la puta palanquita...

La batalla había comenzado, Mushu y Voiran se las ven con las dos criaturas que no parecen tener problemas para deshacerse de ellos. El mago y la habilidosa elfa lanzaban hechizos y flechas por doquier, pero los tritones parecían inmunes a tales ataques, pues se movían con demasiada rapidez como para acertarlos en la distancia. Ireth suspira por tales fracasos hasta que una mirada inteligente descubre en ella una posible táctica de ataque.
- Vamos chicos, en equipo, concentrémonos en una de esas bestias... !! - grita entorno a ella.
Gueldar lanzó su único medio de ataque contra aquellas bestias, pero acabó perdièndola en el fondo de la sala. Llamaradas rebuznaba cual posesa dando brincos de entusiasmo y coces en los muros de piedra, exaltada.
Tomando nota, todo el grupo aplicó sus mejores técnicas de combate para con las bestias, que azuzaban al enano y al elfo para abrirse paso a través de ellos.
La elfa adecuó su trampa del oso lanzando flechas simultáneas hacia un único objetivo, no consiguiendo su objetivo aunque una de ellas alcanzó las nalgas del tritón. Ésta chilló de dolor aunque apenas sirvió para enfurecerla aún más, lanzándose cual berséker a por la elfa. Por fortuna Voiran, enano y robusto, vió acercarse desprotegida a la criatura y alzó su gran hacha de batalla en una acción defensiva consiguiendo, para su propia sorpresa, desgarrar el pecho desde el abdomen hasta la mitad de su mandíbula.
Poco duraron las coces de alegría de Llamaradas, pues toda la sangre verdosa y gelatinosa esparcida del tritón, comenzó a evaporarse creando un cúmulo neblino muy ligero pero dolorosamente infectante.
Justo en ese momento llegaba el dracónido Nekrach, cual héroe en ayuda al escuchar gritos y murmullos de lucha.
- ¡Por las escamas del dragón sagrado! ¿Qué es esta pesteeeeegh...? -
Al llegar escaleras abajo, se sumó al bajón provocado por aquel apestoso vapor cayendo de rodillas al suelo junto a su gran pica.

- Maldito bastardo!!! - grita el enano escupiendo a la misma vez con desprecio hacia el tritón recién caído.
- Chicos, retroceded y respirad aire puro... - intentó calmar la elfa, pero el soporífero vapor llegaba ya hasta ella y el mago.

Mientras, el otro tritón consiguió quitarse de encima al elfo Mushu, tan terco en el ataque como ducho en sus afiladas dagas, aunque fue finalmente el tritón quien consiguió herirle en un costado golpeándole (que no clavándole) con el oxidado tridente.
Aunque no le hirieran, los continuos ataques de flechas y rayos mágicos acabaron por alterar al tritón quien, chillando con un sonido estridente, se lanza a por la elfa y el mago Dardh; pero es éste último el que recibe la peor parte, pues el tridente le golpea el cráneo empujándolo contra la pared y el suelo en un ruido sordo, aunque al parecer sigue consciente.
Tomándole la espalda, Mushu salta sobre la criatura indagándole la mitad de la hoja de la daga por entre sus escamas, pero cae al suelo producto de las revueltas del tritón, que, teniendo al elfo tendido bajo él, alza su tridente para asestar un golpe mortal.
Mushu observa, desde el suelo y horrorizado, el tridente abalanzarse sobre él cuando varias flechas atraviesan al herido tritón desde la espalda y el costado. Ireth utilizó sus últimas flechas cuidadosamente y acabó con el monstruoso tritón, jadeando entre una mezcla de cansancio y emoción.

Poco a poco, el vapor infectado esparcido en el aire se va reduciendo, hasta desdaparecer por completo.

Su vista está demasiado borrosa... y cuando quiere darse cuenta ya es tarde para esquivar el golpe. El tridente impacta en su cabeza de refilón empujandola contra el muro pero por suerte sin llegar a clavarse. El mago forcejea acto seguido con la criatura dando puñetazos donde intuye que debe estar pero pronto esta cae muerta de un par de flechazos sobre él.

Aún con algo de sangre surcando su rostro se levanta y lo limpia con su pañuelo, anudándolo en la cabeza para taponar la herida. Hacía falta mucho mas qu eso para derribar al mago.

Tranquilos, solo es un rasguño..

La puerta ya debería estar abierta, abandonemos esta sala antes de que cojamos alguna enfermedad

Gruñe mirando de reojo el cádaver del tritón que le hirió, dirigiéndose a la puerta.

Veo como Darth es golpeado salvajemente por el tritón y como cae al suelo, por un momento temo lo peor, pero por suerte Ireth hace gala de su magnífica puntería y sus flechas logran derribar a ese bicho.

Me alegra ver como Darth repta y logra ponerse en pie aunque con alguna magulladura. Me acerco a el para darle una grata palmada en la espalda (mas bien el costado)

- Y dicen que la cabeza de los enanos es dura, pero por suerte la tuya amigo mago tampoco anda mal.

Evito reir fuertemente para no llamar la atención de otros posibles enemigos.

- Creo que necesitas una cura

La puerta sigue cerrada, Mushu encontró también un botón aparte de la manivela en la estatua de Darelguer.

-¡Al fin...!- exclama con claro alivio la elfa, apartándose la larga cabellera tras las puntiagudas orejas para escudriñar a cada miembro del grupo asegurándose de que todos están medianamente bien a pesar de algunos de los golpes recibidos.

-¿No cede? Será mejor que nos preparemos antes de presionar ése botón, yo ya no me fío...- una de sus delgadas cejas se arquea exageradamente mirando la extraña puerta en la cuál aún puede apreciarse el hueco de los tritones. ¿Acaso resucitará el propio Darelguer para impedirles el paso? La verdad es que ya no le extrañaría mucho así que se dedica a recoger las flechas extravíadas del suelo de la caverna dejando tiempo a sus compañeros para sanarse.

Gracias Voiran, creo que ya estoy mejor.

Susurra al enano confidencial para que eso quede entre ellos y cuando ya está algo más recuperado tras su improvisado vendaje vuelve a adoptar una pose de combate, alerta ante la estatua restante.

Pulsad ese maldito botón, parece que es la única vía..

- Bueno, ¿quien aprieta ese botón?

Ando hasta situarme detrás de la estatua de Darelguer con mi arma preparada y dispuesta por si necesitara darle un hachazo.

-Si ya estáis listos... haz los honores- responde al enano, tan predispuesto en primera línea de batalla que sin duda es también el óptimo para inciar una posible confrontación.

Por su parte Ireth tensa por enésima vez la cuerda de su arco con una de sus flechas, pero no centra su atención exclusivamente en las puertas... llegados a éste punto ya no confía en las trampas que puedan asolar la cueva así que también mira de reojo las paredes laterales para intentar reaccionar a tiempo si esta vez los "problemas" vienen por otra parte.

Resoplo hasta 3 veces y entonces aprieto el botón, retomando rapidamente mi posición de ataque / defensa con mi escudo y hacha preparados para lo peor

Un gran click resuena en la amplia sala iluminada por un par de antorchas en cada esquina y un estruendoso sonido comienza a producirse en la ennorme puerta de piedra. Por unos segundos, incluso parece que la cueva se fuera a venir abajo, hasta que finalmente la puerta se abre automáticamente dejándoos vía libre hacia un oscuro pasillo...

Gueldar recoge su perdida daga de incrustaciones y arranca a Llamaradas a base de tirones. El elfo Mushu y el dracónido también se ponen en marcha, cubriendo la retaguardia.

El pasillo
Al cruzar la recién abierta puerta de piedra, llegáis a un oscuro pasillo del cual no véis el fondo. Apenas dislumbráis unos metros más alla y el camino sigue el línea recta. No resulta estrecho ni demasiado amplio, quizá tres o cuatro humanoides y algún enano de ancho. El lugar apesta a moho y a cerrado de tal manera que Llamaradas no puede evitar un rebuzno soplido.
A ambos lados de la gruta podéis ver unas estatuas de más de tres metros de unos hombres sosteniendo una antorcha, aunque todas aparecen apagadas. Si seguís el camino, véis como a lo largo del mismo van apareciendo nuevas estatuas, de igual forma y posición que las anteriores, al parecer toda la gruta los tiene a ambos lados, mirándose uno frente al otro.

Miro las estuas a largo del camino, no me gusta nada, si estos se levantan estamos perdidos

- En otra situación hubiera encendido estas antorchas, pero no creo que hoy sea buena idea. ¿no os parece?

Miro al resto de mis compañeros mientras avanzo por el pasillo