Partida Rol por web

Vos, maese Gueldar, podeis cuidar de nuestra querida Llamaradas, ya que sois el único al que parece obedecer. Aunque creo que tendremos que dejarla aquí arriba una vez nos internemos todos en el pozo - responde Nekrach al semielfo mientras se enrolla parcialmente en el antebrazo la cuerda que sujeta a Mushu. - Y seguid haciendo memoria de la historia que os contó el borracho por si encontrais alguna pista de qué es lo que nos espera ahí abajo...

Mientras ayuda a bajar a su compañero, el dracónido vuelve a caer en su curiosa costumbre de cantar por lo bajini canciones populares cuando está nervioso: "Lo tiré al pozo / lo tiré al pozo. / Al elfo que me diste / lo tiré al pozo"

Dardh observa cruzado de brazos todo el proceso de atar al elfo y su descenso, con rostro ceñudo pero en silencio.

Hrmmmmmrhmm...

Deberiamos probar esa polea, por muy oxidada que esté tendremos que atar la cuerda a algún lado cuando baje el último..

- Hmm claro ! Pero no pienso quedarme aquí amigo mío !! - dice Gueldar con respeto al gigante. - Creo que el siguiente en descender deberíais ser vos, Nekrach, y la última debería ser Ireth, es la que menos pesa, y Llamaradas aguantaría su peso, no creéis ?

Mushu desciende poco a poco a través del estrecho pozo con la cuerda bien atada a su cintura y trepando hábilmente por los salientes de roca de la misma.

Al final, llega un momento en el que la luz del bastón de Dardh no llega hasta el punto en el que te encuentras; llevarás unos diez metros cuando de pronto parece que tocas suelo firme. En el último tramo de tres metros no has tocado pared, por lo que planteas que la nueva estancia posee una altura de tres metros entre suelo y techo.
Está muy oscuro, apenas consigues ves a tu alrededor, y como en el resto de la cueva, huele a moho y humedad que tira para atrás, aquí con una especial intensidad.

Desde ahí puedes escuchar las voces que te llegan desde arriba.

Enciendo el Cetro Solar, mientras desenvaino mi Wakizashi y miro mejor la estancia, antes de decir -Chicos, via libre, podeis ir bajando.-

Al escuchar el aviso de Mushu de que todo está en orden, Nekrach frunce el ceño entre extrañado y desilusionado. Rápidamente se libra de la cuerda con la que sujetaba a su compañero, y con zancadas rápidas se acerca al final del túnel por el que llegaron a la sala y toma una de las antorchas de una de las estatuas finales (ante la mirada posiblemente atónita de sus compañeros).

Teneis razón, lord Gueldar, es mi turno. Y me apuesto mi piel escamosa de que ahí abajo no es tan seguro como dice el elfo...Voiran, atad la cuerda a la mula, que me huelo que igual nos teneis que subir a ambos...

El dracónido agarra la antorcha con la boca y de un salto se introduce en el pozo, y sin más ayuda que sus poderosas zarpas empieza a descender de manera bastante rápida y eficaz.

Viag ligbre, viag ligbre...¡y una miegda viag ligbre! - farfulla mientras desciende con la antorcha todavía entre sus dientes.

Su inmensa mole ocupa prácticamente todo el agujero y cuando llega al final del pozo se deja caer al suelo, al lado de Mushu.

Y ahora veamos que es lo realmente tenemos aquí... - murmura al pícaro mientras con un ligero soplido de su dracónido aliento enciende la antorcha e ilumina a su alrededor....

Observo atónito como el dracónido se lanza por el pozo al encuentro de Mushu,

la verdad es que tiene un noble corazón, pero debiera controlar esos impulsos, es un gran guerrero, pero no es un enano aguantando golpes

Intento mirar hacia el fondo del pozo intentando diferenciar algo con la luz de mis compañeros.

Miro a Darth y a Ireth

- ¿El siguiente? Creo que lo mejor será utilizar la tercera cuerda

Ato el extremo de las dos primeras a la base del pozo procurando que quede bien fja con un fuerte nudo entre las piedras, pero sigo sujetandolas.

Antes de que el resto del grupo se dispusiera a descender por el estrecho pozo, observáis la amplia sala en la que se encuentran. Es más bien amplia y con algo de mobiliario como un par de grandes mesas, multitud de sillas y alguna estantería apoyada sobre las paredes, aunque la mayor parte se encuentra húmedo y raído por el paso del tiempo.

Cuando dáis un par de pasos, por encima de la lejana voz del enano escucháis la tierra removerse sigilosamente mientras vislumbráis por el rabillo del ojo unas figuras comenzando a moverse. De entre las mesas, sillas, estanterías y esquinas de la sala comienzan a aparecer unos esqueletos que más bien parecen un grupo de huesos animados; espada en mano y no con muy buenas intenciones, en sus vacías cuencas oculares pueden observarse unos puntos de luz rojiza ardiendo.

Ambos podéis ir yendo a la escena del encuentro.

Iré yo..

Toma la cuerda con firmeza y comienza a descender mas o menos con esfuerzo, pero cuando llega a mitad de camino, oye algunos ruidos que le distraen y.....

Nada, por un punto apenas resbalan tus pies sobre la gravilla de piedra haciendo pedazos algunos trozos de ella para finalmente caer encima de tus compañeros. Pero quitate 3 puntitos de daño ^^

Una vez todos sus compañeros han descendido, la elfa se apoya en el borde del pozo y escruta su interior con mirada inquisitiva, hasta distinguir cierto sonido estrepitoso. Probablemente generado por el mago.
Niega con la cabeza a sabiendas de que bajar por la cuerda debe haber supuesto un esfuerzo para él y después se gira hacia Llamaradas.

-Serás buena chica, ¿verdad...?- la mira arqueando una ceja y a pesar de la mala actitud del animal le acaricia las orejas con suavidad antes de asegurarse que la cuerda está bien atada a su alrededor.
Intenta que la terca mula se tumbe en el suelo para no cogerla desprevenida y después salta con la gracilidad propia de su raza hasta el pozo, sujetándose a la cuerda para bajar en rapel con velocidad y precisión.

Probablemente Llamaradas apenas se percate de su descenso pero una vez abajo el espectáculo es menos alentador.

Cuando Ireth llega al suelo de la débilmente iluminada estancia, ve al mago Dardh ponerse en pie tras la pequeña caída y sus ojos se vuelven hacia las sombras. Ahí están sus compañeros rodeados por una docena de esqueletos por cuyas cuencas oculares puede distinguirse una débil llama rojiza.

En cuanto el primero de los infernales esqueletos avanza blandiendo su oxidada espada, Mushu lanza una de sus shuriken y la estrella contra la cuenca de uno de esos rojizos ojos, para acto seguido desenfundar su daga con una habilidad innata y juguetear con ella mientras asesta golpes medidos y precisos a cuantos esqueletos se le aproximan.
La bestia dracónida alza su enorme mangual en un grito de guerra característico que seguro haría temblar al más poderoso ejército, pero no a un no-muerto, y comienza a darle vueltas sobre su cabeza y golpear salvajemente los cuerpos esqueléticos, que se deshacen en pedazos con cada nuevo golpe de Nekrach.
Pero los no-muertos no retroceden, y los antiguos piratas de Darelguer arremeten torpemente pero con fiereza a los héroes. Sonidos estridentes de choques entre espadas y escudos inunda la cueva, ahogando cualquier sonido que viniera de arriba.
El sudor resbala por los rostros de los vivos, y aún más por las espesas barbas del enano Voiran. Con ambas manos, sostiene su gran hacha de batalla bloqueando un certero golpe del esqueleto; enrabietado y enrojecido por la furia, golpea a diestro y siniestro quitándose de encima los montones de huesos que lo acosaban. No puede evitar que le sangren manos y brazos por las acometidas, pero sin duda ganaba terreno en cada embestida, hasta que en una de ellas es capaz de partirle el brazo a uno de los esqueletos, quedándose sin la protección que le brindaba el escudo.
Los héroes estaban rodeados, y formaron un grupo cerrado ante la avalancha. Mientras la pelea se sucedía, Dardh aparece en el centro del grupo meneando su mano derecha con ligereza y entonando unas inaudibles palabras en apenas un susurro, como hablando para sí. Instantes después, su rostro se ilumina con el rojo del fuego mientras una gran bola aparece en su mano. La extiende hacia el tumulto de esqueletos y la bola sale disparada hacia ellos, creando una pequeña explosión tan potente que ensordece a los vivos durante unos instantes. Varios de los antiguos piratas no son ahora más que un montón de huesos calcinados y humeantes, aunque el mago fue gravemente herido en su brazo, el cual aparece completamente ensangrentado.
La batalla parecía decantarse en favor de los héroes, Nekrach apoyaba al enano con su enorme mangual hondeando a su alrededor mientras la elfa Ireth se veía sorprendida y agredida por varios de los piratas. Entrecerrando sus finos párpados, se agacha para esquivar un golpe mortal de espada y, aprovechando el impulso, salta hasta la mesa gozando de una habilidad propia de entre los de su raza. Apenas alcanza la mesa, gira sobre sus talones en un movimiento casi artístico mientras con una mano prepara su largo arco y con la otra agarra un par de flechas y las coloca simultáneamente; en apenas un abrir y cerrar de ojos, ambas flechas con punta metálicas se estrellan en cráneo y costillas del esqueleto destrozándolos y convirtiéndose en polvo. La elfa suelta aire y jadea mientras se repasa la frente con el reverso de su antebrazo.

Entonces, llega el silencio. Los héroes, aún alertas, se vuelven sobre sí mismos en repatidas ocasiones, esperando el más mínimo movimiento proveniente de la oscuridad de las esquinas para asestar otro furioso golpe. No se escucha nada, en cambio, una voz amistosa y conocida os llega desde la superficie del pozo por el que habéis descendido.

- Hacedme un hueco que voy !! - Gueldar pega un brinco desde el agujero del techo y cae al suelo con habilidad y gracia. Tal vez no supiera luchar, pero su destreza era comparable a su habilidad para contar historias de tesoros y piratas.

Con los ojos bien abiertos y un éxtasis propio de una gran emoción, el semielfo va de aquí para allá por entre los montones de huesos, espadas y escudos que se extienden por el suelo de toda la sala, ya completamente iluminada por el cetro de Mushu y el orbe suspendido en el aire que rodeaba al mago.

- Ha sido... IMPRESIONANTE !!! esos malditos no han tenido la menor oportunidad, los habéis destrozado !!! - exclama sonriendo - Tienes que enseñarme a manejar la daga así Mushu !! Por Avandra que jamás ví tales dotes con ese pequeño filo !!!

Como salía en el mapa de batalla, al sureste se abre paso un estrecho pasillo oscuro. Al Oeste, distinguís una especie de derrumbamiento; un montón de rocas superpuestas que parecen ocultar algún tipo de entrada.

Miro a mi alrededor comprobando que no queda ningún huesitos en pie, miro a mis compañeros y también compruebo con alegría que todos estamos de una pieza.

- Malditos piratas de tres al cuarto, habéis probado nuestro acero.

Suspiro mientras miro a Gueldar

- ¿Sabes cuantas pruabas nos quedan por superar?, la verdad es que el viejo borracho tenía motivos por los que beber. Pero si de verdad estuvo aquí, ¿por qué quedan estas amenazas en el camino? cuantas preguntas sin respuesta.

Voiran limpia el sudor de sus brazos y su rostro mientras cuida del acero de su hacha, llena de minúsculos trozos de hueso

- Creo que debemos seguir adelante no debemos dejar mucho tiempo sola a la bestia allí arriba

Con un contundente mazazo, Nekrach destroza al esqueleto con el que se enfrenta. El mago, contagiado por el espíritu de lucha del dracónido hace estallar por los aires a otro de esos no-muertos.

Por el rabillo del ojo, el Señor de la Guerra observa satisfecho como Voiran remata (¿o se debería decir "re-remata"?) al esqueleto manco, y como la certera arquera elfa acaba con el último enemigo que quedaba en pie. ¡Bien! Lady Ireth ha seguido a la perfección la táctica de apoyo.

Tras ver a todos los esqueletos convertidos en simples montones de huesos esparcidos por la sala el dracónido no puede evitar soltar un bramido de victoria que resuena por toda la sala. Pero enseguida se lleva la mano a la profunda herida de su costado, ya que el dolor sigue estando ahí...

¡Buen trabajo, muchachos! - felicita a sus camaradas - Si combatimos así no habrá rival para nosotros. Ahora toca lamernos las heridas. ¿Alguno de vosotros necesita de mis conocimientos de curación?

Mientras se pasea por la sala, el enorme dracónido aprovecha para destrozar con poderosos pisotones los cráneos y cajas torácicas de los esqueletos caídos...por si acaso.

Al hacerlo vuelve a tararear una canción, siguiendo con su extraña costumbre: "Tenia tanto que darte / tantos huesos que aplastarte / tenía tanto dolor / guardado par tiiiiiiiiii" :-P