Partida Rol por web

Tras viajar durante cuatro días desde Reme con vuestros nuevos compañeros de aventuras, vuestro humor no es el mejor del mundo....

El tiempo se ha mantenido lluvioso, el cielo nublado y gris, oscuro como boca de lobo desde que habéis salido, ralentizando vuestro paso y forzandoos a manteneros fuera de la carretera principal (la carretera de comercio que va al oeste)debido al mal estado, principalmente por culpa del barrizal en el que se ha convertido. Camináis por debajo de las ramas de los árboles, cerca del linde del bosque, paralelos al camino, escuchando como las ramas que han caído se parten bajo vuestros pies y como la hojarasca hace ruido al pasar vosotros.

No podéis dejar de pensar que, para ésta época del año, es extraño que esté haciendo tan mal tiempo....además, podéis ver el brillo del sol en el horizonte....sol que nunca alcanzáis. Todos tenéis la sensación de que hay algo fuera de lugar, como si la nube oscura que desde hace cuatro días que descarga agua encima de vuestras cabezas os estuviera siguiendo...pero es no puede ser...¿verdad?

Vuestros pensamientos vuelven una y otra vez a Reme, a la posada "La Estirge Sedienta", donde formasteis tan variopinto grupo mientras os recolocáis las mochilas, que se han vuelto más pesadas debido a la lluvia, y recordáis las palabras de Corian..."Se busca aguerridos aventureros....." decía......"división equitativa de todo el oro encontrado..." decía...."ciento cincuenta monedas de oro..." decía...decía.......

Conforme os miráis las botas llenas de barro, vuestras ropas empapadas y frías, conforme sentís el viento frío que os hace estremecer, pensáis que ahora mismo cambiaríais encantados todas esas promesas y futuros beneficios que Corian os ha vendido, de oro y gloria, de hechizos y aventuras, por ropas secas y un fuego caliente, y quizás una buena y copiosa cena......

Al baño maría... rehogada... marinada... aceitosa... en su salsa... o como diría una prostituta del Gran Norte: húmeda a más no poder. Así estaba la situación. A Estragón no le gustaba la lluvia. Decía que cuando quisiera bañarse lo decidiría él y no una estúpida, estúpida nube. Por suerte había nubes... y lluvia... para contrarrestar su sentido de la higiene.

Shicos, fengho mocosh. Nggggg-aspiró; y luego se reafirmó...-Nggggggggggg. ¿Afguien fiene un fanuelo? Me limfiaría al fandil pero eftá moghado. Cof, cof, cof... ¿Fafta musho? ¿Hemof llegado ya?

¡Oh, caracoles! Los caracoles salen cuando llueve-pronuncia correctamente derrepente, dejando de manifiesto que su congestión era fingida-Ya tenemos cena para esta noche. ¡Para la saca! Si se baba es que se puede comer, ese es mi dicho. Os voy a cocer unos esssscargots que os váis a mear encima del gustito.

Aprovechando la lentitud en el paso de Sapo y Galdar, Estragón avanza hasta el inicio de la fila, se va descolgando mientras se para a recoger caracoles, y luego vuelve a la delantera. No los guarda, simplemente se los pone sobre la cara o sobre los brazos.

Jujujuju... caracoles estúpidos. ¡Si supierais lo que pienso hacer con vosotros estarías huyendo de mí en vez de agarraros a mi piel!

Rhasiel seguía al grupo al final de todo, no le gustaba demasiado aquel grupo, sobretodo el "cocinero", y un artesano tampoco sabía que hacia con ellos. Segun le habian dicho los magos eran la mayoria extraños, así que lo de sapo no le pareció muy molesto, ya se habia hecho a la idea, pero el cocinero...

Por suerte tenía la mula, que cargaba con parte de sus cosas, sobretodo la comida, y la diferencia de paso apenas se notaba con ese tiempo.
 

Ulthor, el arquero elfo, se había mostrado durante aquellos 4 días más o menos igual de conversador que durante la estancia en la Estirge Sedienta, es decir, entre mudo y muy parco en palabras. Seguía la rutina de avance por donde su guía les conducía sin decir nada, sin emitir quejas o felicitar a nadie. No se apartaba de por donde les conducían, aunque procuraba ir siempre el primero. Seguramente se debía a deformación profesional, por así decirlo. Si quieres poder dispararle a alguien tienes que verlo a tiempo...

Aunque procuraba mantenerse alerta, era difícil saber si estaba de buen o mal humor, dada su cara de “palo” y la poca conversación que daba, aunque ¿quién podría estar contento bajo toda esa lluvia?

Desde las primeras gotas Shagar llevaba un atuendo bastante mas grueso que hasta la fecha, unas ropas de abrigo y una manta mucho mas grande y gruesa intentaba evitar la perdida de calor del orco. A su espalda le colgaba una hacha grande y como ayuda para andar utilizaba una arma larga parecido a una lanza.

A su lado un perro ancho de pecho y negro con cara de buenachon lo seguia a pocos metros, seguia al orco desde el primer dia y comia las sobras que el orco le daba.

Esto empieza a ser de lo mas pesado y humedo...no hay posada que este de camino para hacer un alto como dios manda?

La mayor parte de los compañeros de Sapo, además de él mismo, no eran los mejores compañeros de viaje. Para el gnomo era obvio que Estragón se aburría y prefería pasar el rato con aquellas lentas y babosas criaturas que, por otro lado, daban más conversación que el elfo y el humano. 

Por su parte Sapo hablaba, pero no siempre lo que decía  tenía mucho sentido. A veces repetía la última frase que decía el seboso cocinero.

- ¡Caracoles!.

Otras, agitaba los brazos en el aire como si las gotas de lluvia fueran molestas moscas y sus manitas la cola de su yegua espantándolas. La lluvia no le agradaba pues no era más que un incesante estímulo que debía filtrar, acaparando  su atención de manera constante. Decidió ir subido a Lentejuela, que caminaba a buen paso mientras él se quedaba absorto escuchando las gotas de agua al caer, sintiendo como se deslizaban por sus mejillas y viendo como transformaban el paisaje en un lodazal.

Cuando el hermano fibrado y delgado, el afortunado físicamente, habló, Sapo intervino también.

- ¿Cómo dios manda?.- Repitió.-. Estoy cansado de esta lluvia y de esforzarme por agradaros.- Para Sapo era un esfuerzo socializar con otras personas. Sólo habían pasado cuatro días y aún tenía que hacerse con sus compañeros. Puso la cara que le había enseñado su maestro para mostrar el cansancio. Respiró hondo y dejó salir el aire de golpe en un sonoro suspiro. Bajó los hombros y dejó caer la boca y entrecerró los ojos.

Heian respiraba agusto entre tanta lluvia. El olor a humedad era un placer con el que pocos disfrutaban, de hecho sus nuevos compañeros parecían bastante cansados de tanta lluvia. Pero para el joven artesano aquello parecía un placer.

Estaba algo cansado de caminar, es cierto que desde que había dejado a su señor había estado yendo de un sitio sin parar. Pero nunca había estado más de cuatro días caminando, ni más de un par de ellos. Y la lluvia, aunque fuera hermosa y placentera, tampoco ayudaba a caminar. Sentía sus pies como balsas de agua, pues daba la impresión que sus botas se habían calado. Llevaba todas sus herramientras protegidas dentro de su cinturón, no quería que se mojasen y o bien se oxidasen o bien se estropeasen por culpa de la lluvia.

Heian era el que iba cerrando el paso de la comitiva. Se había unido en el último momento y no había dado señales en todo el viaje de querer hacerse muy amigo de ellos, no porque fuera antipático o aburrido, sino porque aquellas personas que le rodeaban dejaban mucho que desear como buena compañía para él.

Que Sapo también exclamara "¡caracoles!" de vez en cuando acabó llamando la atención de Estragón.

Como veo que tú también eres un entusiasta de los caracoles, toma... para ti-dijo colocando el último molusco en la frente del gnomo.

Luego se fue alejando pesadamente, mientras sus botas golpeaban los charcos formados en el suelo. Plas, plas, plas... así hasta que llegó a la altura en la fila donde estaba Shagar.

Hermano... estírate un poco. Búscanos un refugio de la lluvia, a ti se te da bien acampar en la naturaleza. No sé... ¿y si te subes a un árbol y tratas de divisar alguna cueva, barra tronco hueco y o u cráneo gigante de bicho muerto para dormir esta noche en seco?

Aburridos y cansados de la larga caminata, llenos de barro y en definitiva, algo desanimados, encontráis finalmente, guiados por Shagar y Ulthor, un área que os proporciona algo de cobertura, y decidís que es un lugar ideal para montar vuestro campamento para pasar la noche, que se acerca a pasos agigantados. La tormenta sigue encima vuestro, y no para de llover, soplar un aire frío...y además se han añadido unos truenos que hacen que el lugar sea bastante lóbrego. 

Ulthor ha conseguido cazar un par de conejos con gran habilidad, puesto que vosotros ni siquiera los habíais visto, y vuelve con ellos en la mano, colgando boca abajo. Esto, unido a los caracoles que ha ido recogiendo Estragón por el camino, si son bien cocinados, puede dar lugar a una cena suculenta. 

El lugar encontrado es un claro de unos 8-9 metros de diámetro, justo en la parte más baja de una colina, que está al sur de vuestra posición y que tapa con bastante efectividad el frío viento y las ráfagas de lluvia. Hay leña en los alrededores, caída de los árboles que rodean la zona, y bastante de ella se mantiene relativamente seca, ya que está bajo cobertura. Los sitios más secos están debajo de los árboles más grandes, siendo el claro el lugar más húmedo y donde más agua cae. No podéis evitar pensar en el daño que puede hacer ése agua a vuestras armaduras o armas si siguen estando mojadas y no se secan o lo molestos y cansados que podéis estar al día siguiente si dormís con la armadura puesta.....

Ahora toca decidir dónde montáis la hoguera, quién hace la cena, las guardias....todo esto os viene a la cabeza, puesto que hasta ahora, os habíais arreglado por vuestra cuenta, pero ahora, ya no estáis solos. 

Galdar, quien se ha mantenido todo el viaje cerca de Corian, callado y apenas intercambiando algún que otro comentario, mira alrededor y asiente con la cabeza...."Éste lugar es perfecto para pasar la noche....¿no creéis?" dice con su voz estentórea, que os sobresalta por un momento. 

Corian, cerca de él, asiente con la cabeza, mientras observa las copas de los árboles con cierta desconfianza comenta apenas en un susurro...."La luz se nos acaba...habrá que montar el campamento rápido." 

Con los materiales que tenía a su alcance, pidiendo lo que le hiciera falta, el sacerdote empezó a montar el campamento, poco a poco, fijandose más en los detalles que en la rapidez para montar un techo sobre el que pudieran dormir, si era posible con los animales.

Shagar se quedo quieto un par de minutos mirando el lugar, con cara pensativa de orco logicamente.

Pasados unos minutos, solto la mochila y la dejo colgada a una rama y a su lado su especie de lanza, saco la hacha y se alejo hasta el limite de la clariana, varios golpes con su arma contra varios arboles, regreso con ramas bajas y frondosas, estaba claro que Shagar no le venia de nuevo eso de dormir en la intemperie y estaba haciendose un colchon para que no tocara el agua que transcurria por el suelo.

Mas tarde con un tronco grueso hizo un surco al suelo mojado, rapidamente se entendio que estaba canalizando el agua para la noche.

El grupo no daba para más.  A Sapo no le importaba el silencio y, cuando el grandullón y Ulthor encontraron un sitio donde refugiarse, parecía que cada uno se dispersó a realizar sus tareas.  Sapo ató a Lentejuela bajo la protección de un frondoso árbol y se quedó junto a ella un rato embobado en sus pensamientos.

Tras la breve, o quizá no tanto, desconexión del mundo real, Sapo se puso en movimiento. Comprobó con escrupulosa meticulosidad el contenido de las alforjas de Lentejuela y el de su propia mochila. Todo tenía que estar perfectamente ordenado, como el contenido de su bolsita de componentes. Su cuadriculada mente no permitía el más mínimo fallo y, la lluvia hacía más arduo el trabajo. 

- La humedad no es nada buena Lentejuela.

Tras dejar atada a Lentejuela Sapo se dio una vuleta, encapuchado, alrededor del campamento. Correteaba de aquí pro allá, agachándose junto a los árboles, levantando piedras, excavando pequeños agujeros en la blanda tierra. Acabó por quedarse de pie, mirando hacia arriba, observando la pequeña colina que para él no era tan pequeña. Las colinas gustaban a  los conejos y otros mamíferos cavadores de madrigueras. Se acordó de los pobres conejos que había matado el elfo de pelo plata. No le hacía mucha gracia comerlos, pero si no había otra cosa. Le picaba el pelo y donde se rascó toco algo pegajoso y duro a la vez.

- ¡Caracoles!.- Mostró una extraña sonrisa, demasiado larga en el tiempo para ser natural.-No, no, no, pobres conejitos.*- Sus ojos estaban secos a pesar de sus lamentos.

Algo frustrado Sapo se acerca al elfo de pelo plata y tira de la pernera de su pantalón con cierta brusquedad, uno de sus ojos clavados en él y el otro en el infinito.

- ¿Puedes encontrar un conejo o similar sin matarlo?

Estragón colocó la marmita en el suelo para dejar que el agua de lluvia empezara a llenarlo. Era fastidiado hacer un fuego con toda la madera mojada a su alrededor. Podían comer los caracoles crudos, pero sin duda la carne de conejo daba más posibilidades al chef si se cocinaba antes.

A ver, lumbreras, que alguien suba la colina y se asegure de que no hay bestias salvajes del otro lado. Y miradme que la tierra no se haya soltado por la lluvia, me pone de muy mal humor despertarme cubierto de tierra de derrumbe. Y piedras, traedme piedras para guardar el fuego. Si son planas, mejor que mejor.

Miró a su alrededor. Su hermano se aburría y estaba dibujando surcos en la tierra, tamaño orco. El flacucho de Rhaisel se tomaba su tiempo doblando ramas para comprobar su flexibilidad. A saber lo que intentaba hacer. El gnomo estaba haciendo cosas de gnomo. Estaba claro que el campamento necesitaba de la labor de Estragón.

Empezó despellejando los conejos, usando una de las pieles de mantel para que la carne no se manchara en la tierra, y la otra para poner por encima y tapar la carne de la lluvia. Quedó un conejo tapadito mientras Estragón trabajaba con el otro. Lo rajó por el vientre y sacó las vísceras. Una de ellas era la "víscera de los pedos", no es el término culinario adecuado, pero es lo que hay. En realidad era la parte final del intestino. Con hilo de cocinar ató ambos extremos, para conservar el metano. Esa bolsita de pedos y cacas sería su leña. Cosió el vientre y empezó a coger caracoles de su cara y brazos y meterlos por el culo, de relleno.

Va a ser delicioso. Coceré el conejo, la carne se hará por fuera y el relleno por dentro. Una vez listo, descoso el hilo y sacamos los caracoles. Se comen como castañas, pelas la cáscara y dentro hay un corazón de delicioso gratinado de babas.

No sé a quién le estoy hablando. Si total nadie me está prestando atención.

Estragón levantó el conejo con la mano aún metida dentro.

Oh, gran Estragón, soy el conejito del tesoro del liche. ¿Porqué me metes la mano por el culo?-dijo cambiando la voz y meneando el cadáver del conejo como si fuese un títere.

Oh, conejito, conejito... Te meto la mano por el culo porque todavía no tenemos confianza suficiente como para que te meta mi tranca. Juas, juas, juas...

Los trabajos de todos avanzan mientras el tiempo, poco a poco, va pasando. Galdar, viendo los esfuerzos de Rhaisel, se quita la mochila y todos los aperos y sacando una tienda pequeña de su mochila, le ayuda a ensamblar las tiendas, atando y tensando cuerdas, colocando lonas...para que tengan una zona donde poder dormir más al abrigo de la lluvia. 

Corian, a cubierto debajo de unos árboles, coge varias brazas de leña semi-seca y se la acerca a Estragón, para la hoguera, mientras sigue observando alrededor suyo de vez en cuando, sobretodo, hacia el cielo y a las copas de los árboles. 

Shagar realiza unos surcos en el terreno que desviarían el agua y mantendrían seca una zona bajo los árboles....no ha quedado de la manera más profesional, pero servirá...como podéis observar al poco de haberlos hecho al ver una pequeña corriente surcar por ellos, mientras Sapo pasa por encima de una de las corrientes con un saltito y estirando de la manga de Ulthor, tratando de llamar su atención. 

Debajo de los árboles cerca de la colina, Estragón, sentado en una roca, pela alegremente el par de conejos, mientras preparaba la cena. Entre Corian y él, han hecho un agujero en el suelo, lo han rodeado de piedras y rellenado de la madera traída por Corian, luego han puesto una piedra plana encima, tras prender el fuego y Estragón está a punto de comenzar a hacer la cena....tras sacar su mano del culo del conejo.

Mientras estás pelando los conejos, te fijas en los frutos de los matorrales, y recuerdas, de tus clases de cocina, que el fruto rojo era un potente laxante hervido de la manera adecuada o machacado en una pasta, y que el fruto negro era el componente de un delicioso postre de "frutas del bosque", de hecho, se pueden comer directamente del arbusto a la boca, o hacer una pasta con ellas para luego hacer un pastel, bollos, mermelada, etc.....

Ulthor observó a los integrantes de su “grupo” antes de comenzar con sus cosas. O eso iba hacer cuando topó con el gnomo de ojos saltones.

-Si hay conejos. Se me da mejor acertarles con una flecha, lo siento –las palabras eran de disculpa, el tono no, demasiado neutro.

Así, con Sapo “a cuestas”, Ulthor se puso a buscar conejos, o más bien cualquier cosa que pudiera comerse conejos o cosas mayores, del otro lado de la colina, en alto, moviéndose con cuidado y sigilo, aprovechando la maleza y arbolado existente.

¡Oh, que bien! ¡Me guardo las rojas para cuando esté estreñido!

Estragón recolectó una a una las bayas rojas, y las fue metiendo en el bolsillito de su mandil. Las negras también le interesaban, pero hasta que no llegase a una posada para disponer de un horno de leña no tendría oportunidad de cocinar su estra-cake con extra de relleno de frutas del bosque. Esas tendría que guardárselas para otro momento.

Mientras se ponía a recolectar las bayas negras, se inclinó sobre la marmita para llegar al otro lado. En ese momento, los frutos rojos rodaron por el bolsillo y fueron cayendo en el agua caliente y deshaciendo su potente compuesto en el mismo caldo del conejo.