Partida Rol por web

Vaya hermano! aqui tienes muchas gallinas para hacer buen caldo. Dice mientras se pavona con los brazos imitando una gallina.

Si el rastro va hacia el bosque los seguimos los atrapamos y "dialogamos" para que nos acompañen. Todo tiempo que perdemos aqui lo perdemos en "dialogar"

¿Gallinas?

Estragón se sintió ofendido. Shagar sabe perfectamente que Estragón aprovecha los huesos de gallina para la gelatina y de relleno crujiente para los pasteles, pero que para el caldo usa hueso del espinazo de vaca loca. Y si no lo sabe, peor... podría ser más atento, después de que Estragón se esforzase tanto en la cocina a lo largo de estos años.

Para ti es fácil decirlo, porque tú no trajiste caballo y vas a ras de tierra, pero a los demás nos toca golpearnos con las ramas de los árboles. Es la misma tozudez la que te puso el taparrabos mojado como el pañal de un bebé: con un jamelgo no te habrías empapado al vadear el río.

El hermano listo no quería andar por el bosque, ya casi tenía la forma de las pelotas adaptadas a la curvatura de la silla de montar. Pero el hermano tonto era su hermano, y tenía que apoyarle. Eso es lo que le hubiese gustado a mamá.

¡Está bien, está bien! ¡Caigamos de una estúpida vez en esa estúpida trampa en el bosque y sigamos luego entre la estúpida maleza hasta el estúpido castillo en el que aterrizaron los estúpidos globos!

Estragón desmontó de un caballo que de pronto se vió libre de una castigadora penitencia de trescientas cincuenta libras. Tiró de las riendas para acercárselo al elfo/elfa Laurel.

Voy con mi hermano. No sobreviviría ni un segundo en el bosque sin mí. Los que vayáis por el camino viejo, llevad mi caballo. Nos reuniremos en el castillo.

Lauriel y Eco querían ir por el camino. Shagar y el renovadamente hablador Utlhor querían ir por el bosque. Demasiada disparidad de opiniones para ponerse de acuerdo, así que el grupo estaba destinado a separarse...

A no ser, que des tu brazo a torcer, y vengas por el camino, Laurelito.

Eco no tenía personalidad, y seguiría a Lauriel. Aquella era la única opción para seguir todos juntos: que Estragón respaldase a su hermano y presionase para ir por el bosque.

- Ese no es el crisol, gordo.- le dijo Sapo a Estragón. Tenía buena memoria y sobre todo con artefactos tan especiales como ese y, lo que él había encontrado tirado, no tenía ningún valor.- Ese no es el crisol gordo, es una baratija. No vale nada.- Le dijo rectificando el apelativo de gordo para que no se enfadara y que comprendiera que el Cirsol de Freya, el "crisol gordo", no era ese.

- Yo voy con Ulth...Lilith.- Rectificó a tiempo. Era experto en ilusiones y veía que lo que decía el anteriormente conocido como Ulthor no era una de ellas. De verdad, si se acercaba, podía ver signos de feminidad en el cuerpo de pelo plateado y piel blanca como la leche. internarse en el bosque no le preocupaba en absoluto. Él era pequeño y, si les emboscaban, se escondería. ¿Quién iba a preocuparse de un pequeño y debilucho gnomo?

En cuanto el fuerte de los hermanos Leivn dió su opinión, Lauriel frunció el cejo de nuevo, pero su mirada se envenenó inmediatamente en cuanto Estragón comenzó su diatriba de globos, patios....."¡oh, por los dioses...basta ya!" dijo la Elfa, claramente molesta con el cocinero. Bajó del caballo para dirigirse al gordo cocinero, pero se contuvo cuando escuchó a Eco y a Lilith hablar..."Sí....yo también he pensado en ésa posibilidad. Una emboscada ahí dentro sería mortal, pues no los veríamos venir." Pese a todo, no quitaba sus acerados ojos de Estragón mientras escuchaba lo que tenía que decir Lilith. 

De nuevo Estragón metió baza, pero ésta vez para cambiar de opinión y ponerse del lado de su hermano.

La elfa dió un profundo suspiro y le alcanzó las riendas de todos los caballos a Jerinor..."No..no nos vamos a separar, ya lo he dicho antes. Toma Jerinor. Quédate con los caballos aquí y cúbrenos la retaguardia. Si oyes o ves a alguno de esos Orcos, toca el silbato y corre. No te enfrentes tú sola a ellos. ¿De acuerdo? Te prefiero viva y con posibilidades de ayudar que muerta por nada." A Jerinor no parecía hacerle mucha gracia quedarse allí, pero más parecía querer ir para participar, que quedarse atrás sin poder hacer nada.

Dicho ésto, cogió sus armas y equipo y se internó en el bosque, junto a Shagar y Estragón....al pasar por al lado de Galdar le dijo, refiriéndose claramente a Estragón.... "¿Cómo lo aguantas? Éste tipo me pone de los nervios...tiene la boca demasiado grande...espero que cuando llegue la hora de la verdad sea igual de efectivo con las manos que con esa bocaza que tiene."

Galdar hizo un movimiento con la cabeza y puso una expresión en su cara que venía a ser un "¡vaya con la elfa! ¡anda que se lo ha callado!"....pero dijo "Es más peligroso de lo que parece....pero es cuestión de ignorar las tonterías que dice para pasar el tiempo."

Tanto Lilith como Eco vigilaban alrededor, pero no vieron nada de interés ni ninguna figura amenazante entre los árboles.

Finalmente, os introdujisteis en la vereda, que al poco os encaminó directamente al interior del bosque, cubierto por densa maleza, ramas y troncos...pronto os disteis cuenta que no hubiérais pasado por ahí con los caballos, ni queriendo. El tiempo comenzó a pasar, pero estando rodeados por el bosque, no tenías modo de medirlo, ni siquiera teníais una referencia visual con la que guiaros....dependíais por completo de la pericia de vuestro guía y de seguir el rastro de los Orcos. El camino hizo que tuviérais que adaptar una larga fila, uno detrás de otro, para poder ir más rápidamente. Muy probablemente los Orcos también harían lo mismo, pues era la forma, en teoría, más rápida de avanzar.

Sí. Estragón es un bocazas. Los elfos pueden ponerse todo lo chulos que quieran, con la mirada perdida en el horizonte y puñados de introspección y paz interior fruto de décadas de meditación, que al final Estragón les quitará la máscara y les demostrará que son tan irritables como cualquier raza con esperanza de vida menor a cien años. Hace menos de una hora, Lauriel estaba llamando a la calma a Baran; ahora era la propia elfa la desquiciada. Y algún día, puede que no muy lejano, Estragón también hará perder los nervios al sacerdotal Galdar. Solo es cuestión de tiempo.

Va a llover-vaticinó el semiorco, caminando en la espesura del bosque tras los demás.

En realidad no tenía conocimientos meteorológicos para tirarse semejante farol, ¿pero y si de casualidad acierta, eh? Si falla, la gente no se va a acordar de este breve comentario, pero como acierte, Estragón lo recordará y quedará como un superviviente experto, que conoce a la perfección el clima y la naturaleza.

No fue la única aportación del cocinero a la expedición. Estragón también había predicho que el rastro era falso, y que eran conducidos a una trampa. Y eso no era necesariamente una emboscada, también podría tratarse de una trampa como las que ponen los tramperos. Por ello, Estragón cogió un palo. Un palo que se alabeaba. Un palo sin la rigidez de un palo. Un palo, con más textura escamosa que leñosa.

¡Hondiá! ¡Una serpiente!

Estragón tiró a la serpiente a la espesura, con fuerza, muy lejos. No es que no quisiese cocinarla, o que le tuviera miedo. Lo que ocurría es que Estragón sabía que las serpientes comían pequeños roedores, y Rata era un pequeño roedor.

La siguiente rama que se encontró en el suelo recibió dos patadas, así, sin avisar. Como se mantuvo rígida, y no protestó, Estragón la cogió para usarla de bastón y tantear el terreno. Un modo de hacer saltar los cepos antes de caer en ellos, detectar arenas movedizas, y tener dónde apoyarse para hacer más llevadera la caminata.

- Shhhhh.- Exclamaba Sapo al ver cómo Estragón lanzaba a lo lejos una serpiente y, en uno de los múltiples bolsillos de su túnica, su familiar, también serpiente, se retorcía asustada.- Eso era una serpiente.- El gnomo volvía a caminar, aún a riesgo de morir asfixiado, tras el seboso cocinero semiorco. Mejor ahogado que asaetado. Esta vez caminaba sobre sus propias piernas, tirando de las riendas de la silenciosa Lentejuela. Con su vista adaptada a la penumbra podía ayudar al intrépìdo y valiente cocinero que, aún a sabiendas de que todo era una trampa o emboscada, guiaba al grupo. Con semejante cobertura por delante y la estratagema dispuesta por detrás, el gnomo se sentía relativamente seguro.

Ostras, Sapo... pues muchas gracias por avisarme de que era una serpiente. Parece que no, pero me has prestado mucha ayuda. ¿Ves cómo cuando quieres puedes ser de utilidad?

La cara de Sapo se tensó tanto antes los elogios recibidos por Estragón que la piel parecía no dar más de sí. Las espesas cejas arqueadas, multitud de arrugas en torno a los saltones ojos, la nariz de pimiento ligeramente elevada mostrando los enormes orificios nasales y una sonrisa de oreja a oreja plagada de dientes blancos. Su cara era un poema, rebosante de felicidad.

Eco se adelanto de su posición en el centro de la formación junto a Lauriel para ver que alboroto se formaba delante, pero la sonrisa de Sapo le rompió todo posible esquema del termino "mantener la calma"- Vaya, Sapo, veo que tu sonria es tanto sincera como penetrante, quizás en combate te sea útil. Y no, no es un sarcasmo, de verdad que descoloca. -Se sacudió la cara buscando volver a centrarse en su objetivo.

Bajar el tono, queremos pasar lo más desapercibidos posible. -Miro el palo que llevaba el Semiorco.- Buena idea para evitar trampas por el camino.

Volvió a dejarse alcanzar a su posición en el centro de la formación, no sin antes volver a mirar la sonrisa de Sapo. -De verdad, desconcertante- Inclino hacia el la cabeza en signo de respeto y volvió silencioso a su lugar, rebuscando entre los pliegues de su ropa algo con que entretenerse.- ¡Ah! -Exclamo en bajo- Esto nunca me falla para ayudar a concentrarme. -Jugueteaba por el camino con la daga, mientras prestaba atención al entorno y proseguía con una tenue, corta, y aun así extensa por los vacíos entre cada contestación de los 2 interlocutores, conversación sobre sobre el lugar en el que estaban y hacia el que iban con Lauriel, procurando atesorar cada palabra util que podia.

Se giro un momento antes de proseguir a mira a Lilith. Si alguien podía estar más tenso en ese momento era ella, se realmente estaba enfrascada en lo que hacia, eso le gustaba, alguien que se tomaba las cosas un poco más enserio.

Si, la noche es fresca y el cielo aguarda inquieto. -Dijo para si mismo.

La verdad es que Sapo no entendía los sarcasmos, así que para él los demás eran tan desconcertantes como él para el resto. Pero eso ahora daba igual porque lo que al gnomo le preocupaba era haber tenido que dejar atrás a su querida mula. ¿Quién iba a guiarlo ahora? Y sobre todo, ¿quién iba a llevar sus cosas? Se había tenido que cargar como un mulo aunque afortunadamente iban lentos rastreando. No estaba acostumbrado a cargar peso así que, a medida que ayudaba a Estragón, que se distraía con ese palo que había tomado del suelo, le iba metiendo disimuladamente algunas cosas en su zurrón. Había calculado con su portentosa mente qué cantidad de materia podría cargar el gordo sin percibir el "extra" de peso.

- Solo un poco mas.

Arf, arf... Ay, mis pobres pies... Ay, mi pobre espalda... ¿Hemos llegado ya a la trampa? ¿Falta mucho? Cuando dijisteis de ir por el sendero os callasteis lo cansado que iba a ser. ¡No puedo más! Sapo, ¿me llevas tú mi mochila? Ya sabes... los gnomos son siete veces más fuertes, y tal.

- ¡Pero bueno, Sapo! - rió Lilith sin dejar de mirar al frente, atenta también a la banal conversación que mantenían el semi-orco y el gnomo. - ¿Por qué no ibas a poder cargar con algo tan ligero como esos bártulos? Además... - miró a Estragón de arriba a abajo - contigo estarán más seguros. <Además, ese orco no puede ni con su alma...> pensó.

Lilith se sorprendió a sí misma sonando tan amable. Estaba claro que varias décadas usando el lenguaje sin parar daban sus frutos. Echó una ojeada a todos los miembros del grupo. Aunque apenas recordaba sus nombres, algunos de ellos, como el gnomo y el orondo semi-orco, le resultaban divertidos, mientras que los demás se habían convertido en uno de esos misterios que tanto le gustaba investigar. En cierto modo, pues, se alegraba de haberse unido al grupo de búsqueda. Tal vez su encuentro con ellos en Fairhill fuera la aventura que estaba buscando.

Sonrió satisfecha mirando en todas las direcciones, siempre ojo avizor en la espesura.

shgar solo queria seguir a esos orcos y desahogarse de todas sus frustaciones de las ultimas semanas, que no eran poco.

Supervisaba a los de raza debil para que fueran por donde tocaba.

Es por ahi, iba diciendo a ratos, cuando el camino era mas que claro por las señales evidentes que dejaban los orcos.

Con esas voces seguro que los sorprenderemos en una gran emboscada...dice on ironia.

La marcha por el bosque pronto se convirtió en algo que crispó los nervios a más de uno, pues temían una emboscada en cualquier momento y aquello no era bueno para la tensión.

Pasó una larga hora, durante la cual, el grupo avanzó cada vez más rápido, a pesar de que los hermanos Leivn insistían en seguir un camino que, a los ojos de Lilith y Eco, era totalmente falso. No fueron pocas las veces en las que el grupo se detuvo unos momentos para discutir el camino a seguir.

Finalmente, Lauriel apoyó seguir el rastro que Lilith y Eco proponían, pues las señales, para ella, también estaban claras, y al poco rato, obtuvieron su recompensa. Comenzaron a encontrar señales evidentes del paso de los Orcos, cada vez más reciente, con lo que además de saber que era el camino correcto, se dieron cuenta de que les estaban ganando terreno.

Apenas otra hora más tarde, escucharon el canto estridente de los Orcos, que fue aumentando de volumen conforme el grupo se acercaba a ellos por detrás. Al poco rato, pudieron ver al último de los Orcos, que iba cargado con lo que parecía un saco y cantando a pleno pulmón en su lengua brutal y soez. Los Orcos iban en fila de a uno, andando por la senda que en éste lugar era de un metro y medio de ancho, aproximadamente, y discurría sinuosamente entre los árboles. Vieron que los Orcos eran siete, armados todos con grandes hachas y arcos cortos, pero cargados en éstos momentos con sacos y cajas de madera, al parecer con su botín extraído del templo, excepto el primer orco, que además de una gran hacha, portaba el Crisol entre sus manos, y cantaba alto y fuerte, más que los demás, escupiendo de vez en cuando dentro del Crisol y elevándolo por encima de su cabeza sin girarse ni detener el paso, cosa que hacía que los Orcos que lo seguían lo vitorearan más alto si cabe..."¡¡KREN!!¡¡KREN!!¡¡KREN!!¡¡KREN!!".

Era tal el ruído y la algarabía que montaban los Orcos, que casi ni os escuchábais pensar. Al parecer, estaban totalmente confiados y seguros de que nadie les había seguido.

Galdar sacó su escudo y su arma, sin hablar, mirando al resto, al igual que Lauriel y Hathol. Obviamente, esperaban que los que se habían ofrecido a "salvar el crisol....etc...etc..." propusieran algún plan de ataque.

Perfecto.- Pensó Sapo. El estruendo que armaban los orcos ya anunciaba su presencia pero, en cuanto el gnomo vio al último de ellos de la fila, supo que era un buen momento para actuar. Los orcos cantaban confiados en que nadie los siguiera. Sobre todo el que portaba y mancillaba el crisol con su asquerosa saliva, al que no podían dejar escapar. La situación no podía ser más favorable para un gnomo ilusionista. Con el ruido no le escucharían leer el pergamino que ya comenzaba a rebuscar entre los pliegues de su túnica y, cuando el hechizo cayera sobre ellos, su resistencia al encantamiento se vería reducida por la sorpresa. Algo que podrían aprovechar sus compañeros para lanzar un rápido ataque en emboscada.

- Dormirán como niños jijiji.- Fue lo que dijo a sus compañeros para que supieran qué iba a pasar.

Si nos hubierais hecho caso a mi hermano y a mí cuando dijimos de ir por el otro lado, les habríamos cortado el paso por delante y tendríamos mejor posición para cortarles la retirada, peeero...-farfulló.

Estragón miró a su hermano. Siempre fue el más flojo de los dos hermanos Leivn: no comía demasiado de pequeño, y ahora estaba flaco y desgarbado, como un elfo pero con bultos en brazos, pecho y abdominales. Si ya contra un esqueleto tuvo problemas en aquella granja, contra siete orcos lo iba a pasar muy mal.

Sacó un frasco de la mochila, del mismo bolsillo en el que había un pequeño cuchillo que Estragón no recordaba tener. Por el modelo del mango, no formaba parte de su juego de cuchillos de cocinero. Eso solo podía significar una cosa: alguien le había metido cubiertos en alguno de los locales de Fairhill en los que habían estado. Tendría que deshacerse de las pruebas antes de volver.

Hermano... se te ve deshidratado y falto de vitaminas. Bebe de este complejo vitamínico para recobrar las fuerzas. ¿No querrás hacer el ridículo delante de la humana que te gusta, verdad?

Antes de que Shagar pudiese responder, Estragón le enchufó el frasco en los morros obligándolo a bebérselo todo de un trago. Pero eso no fue suficiente para tranquilizar a un hermano preocupado. Sacó a Rata de debajo de su sombrero y la acercó a su enorme bocota para que solo ella le escuchara.

Rata... estoy preocupado por mi hermano. ¿Puedes ir con él para vigilar que no le hagan daño?

Rata trepó por el cuerpo del cocinero hasta el suelo, quizás predispuesta a luchar o quizás porque oliese a algún insecto sabroso en el sotobosque. Pero aunque Rata no pudiese comprender la verborrea inútil en idioma común, había pasado suficiente tiempo con Estragón para conocer sus sentimientos, y si Shagar se moría, Estragón iba a pasarse meses deprimido. Cuando el orco gordo está deprimido, se come toda lo comida por ansiedad, y no le deja nada a Rata.

Se acerco a sus compañeros para poder hacerse oír entre el barullo formado por los orcos.- Creo que los arqueros deberiamos posicionarnos a los flancos y cuando comencéis a cargar por la retaguardia disparar a discrepcion a todo lo que pretenda darse la vuelta para ver que ocurre, priorizando que el Cáliz caiga al suelo y nadie lo recoja.

Hizo un gesto agíl y debajo de su abrigo saco un artilugio de tonos negro y cobrizo.- Veamos si tenemos suerte esta noche. -Hizo un giro de muñeca y el artilugio se extendió, dejando ver un arco corto, con el brazo que tenia libre comenzó a retensar las cuerdas del mismo, agacho la cabeza una vez hubo terminado y recito algo en bajo.

Hizo un amago de ir a colocarse cuando se dio la vuelta- ¿Como nos dividimos por los flancos? -Vocifero a duras penas sin que tan siquiera llegara él mismo a oírse.

Acto seguido excuadriño el grupo de orcos con suma atención y sumo desagrado, más no se podía saber si por su olor, su apariencia, su comportamiento o lo más probable un conjunto de todos aquellos elementos que desafortunadamente le eran sumamente desagradables.- ¿Alguien ve algo importante a tener en cuenta antes de atacar?

Shagar hizo aun mas mala cara de semiorco cuando su hermano le entaforo ese frasco asqueroso y maloliente aunque el olor se parecia a la comida de su hermano...

Si que todo el tiempo que estamos perdiendo es tiempo que nos pueden descubrir.

Los Orcos seguían armando un jaleo increíble, así que, pese a todos vuestros preparativos, supísteis que no os habían detectado aún. Tymora o Freya estaban de vuestro lado...quizás ambas.