Partida Rol por web

Lilith observó con tremenda atención el arma que el tal Eco extendió de debajo de sus prendas, y sintió cierta fascinación, prometiéndose a sí misma que, cuando se supiera capaz, preguntaría al humano sobre su origen (sin olvidar su precio). 

Volviendo a la situación que ocupaba a la compañía, Lilith se apresuró a colarse sigilosamente en los matorrales que ensombrecían aún más la noche en el flanco izquierdo de la marcha de los orcos. Corrió de puntillas y se acercó a la cabeza para observarlos con toda la atención que sus ojos afilados pudieran prestar a cualquier detalle importante o decisivo. Los seguía con los pies y con la mirada, y con una flecha menos en el carcaj.

Los Orcos seguían armando un jaleo increíble, así que, pese a todos vuestros preparativos, supísteis que no os habían detectado aún. Tymora o Freya estaban de vuestro lado...quizás ambas. 

Cuando os empezásteis a preparar para atacar desde los flancos y desde la retaguardia, Lauriel asintió y ordenó a Hathol que se posicionara junto a Shagar, para apoyarle, mientras ella se iba con Lilith por el flanco izquierdo y le indicaba a Eco que fuera por el flanco derecho con un rápido movimiento de su brazo.

En pocos segundos todos estuvieron en posición, armados y listos para vengar la afrenta sufrida...

Galdar, armado con escudo y su maza, miró a Shagar y a Hathol y asintió, señalando al último orco y luego así mismo, en una clara indicación que él se encargaría de ése. Hathol asintió a su vez y con su lanza señaló al antepenúltimo de la fila, cogiendo fuertemente el escudo con la otra. Sonrió a Shagar y le señaló el antepenúltimo, con una sonrisa burlona..."ése para tí...." parecía decir.

Con todos preparados y en su sitio, sólo faltaba que alguien diera el primer paso...Lauriel, escondida entre los arbustos cerca de la otra elfa, miró a de reojo a Lilith. Ambas mujeres se había adelantado unos metros al Orco que iba en cabeza, escondiéndose entre los matorrales, cosa que no era difícil. Desde su escondrijo, contempló al primer Orco de la fila y puso una flecha en su arco, lo tensó....

El bosque estaba lleno de matojos, arbustos y ramas, un lugar perfecto para una emboscada. Aquellos Orcos no eran conscientes de lo que se les venía encima.

Había logrado acercarse al último de los orcos más de lo que Estragón creía posible sin que el muy merluzo se diese la vuelta. Así ni siquiera hacía falta un estúpido arco para atacar por sorpresa. Desde esta distancia, Estragón era capaz de acertar a un idiota arrojándole una bota. Lamentablemente, después de haberse topado con una serpiente, de ningún modo quería ir descalzo por el bosque. Por eso, en lugar de la bota, lanzó algo menos contundente pero de igual valor sentimental: uno de sus cuchillos de cocina al que tanto cariño le tenía.

Con el impulso de su grasa bamboleándose mientras estiraba el brazo hacia atrás, el semiorco avanzó cinco pies como un tententieso que se hubiese deslizado por el suelo después de haber sido soltado de una posición tumbada.

De pronto, su hermano le adelantó en el camino cerrándole la linea de disparo.

Hay que ver qué iniciativa tiene mi hermano, ¿eh? Con las chicas no, pero a la hora de matar orcos, le sube un ímpetu y le entran las prisas todas.

Estragón mantuvo el filo de su cuchillo entre los dedos por muy poco, y se refrenó para no lanzarlo. Es muy difícil resistirse a clavarle un cuchillo por la espalda a un hermano, después de las riñas y disputas de toda una vida, pero eso habría hecho llorar a mamá en el cielo.

En cuanto Shagar se salió del medio, Estragón lanzó, al fin, el cubierto. Mientras tanto, cinco pies más abajo...

Rata saltó de la bota de Estragón y correteó entre las piernas de Shagar evitando en infartantes ocasiones ser pisado y aplastado. No hay muerte más horrible para un roedor que ser aplastado por el pie de el hermano de Estragón, salvo quizás morir aplastado por el culo del propio Estragón. Corrió... cayó en una de las pisadas de Shagar y saltó de nuevo... y en la penúltima zancada sobrevoló una piedra del camino, justo antes de agacharse y pasar bajo una rama. Algún día los bardos cantarán canciones sobre aquella gloriosa carga. Rata llegó hasta un tierno talón, y le hincó el diente. Si Estragón no estuviese regodeándose en su efectivo lanzamiento, se habría fijado en Rata y le habría deseado bon apetite, que en orco significa "ojalá que no te dé diarrea".

Aunque estaba oscuro la visión del gnomo le permitía ver cómo sus compañeros se escabullían, armas preparadas en mano, a sus posiciones de emboscada. Esta vez era Sapo quien daba la señal de inicio del combate. Una vez situado, leyó el pergamino que con tanto mimo había preparado en la taberna. En cuanto lo leyó la energía mágica ligada a él se desató contra los orcos mientras Sapo sonreía divertido.

Lilith observó con sus ojos dorados, los dos abiertos, al orco que iba en cabeza de la formación. La flecha que había tensado en el arco también lo miraba, en concreto, a los ojos. Lilith respiró hondo y se dispuso a comenzar el ataque. No es que quisiera recuperar el crisol antes que nadie, aquello no era una competición real... aunque intentar superar a los demás siempre provocaba en el grupo una motivación adicional. Sonrió y lanzó la primera flecha.

Se coloco en posición, respiraba con tranquilidad. Comprobo atentamente el entorno, los enemigos, su disposición....
Entonces, vio a Lilith enfrente de su posición destensando el brazo.

"Ahí va" -susurro mirando hacia la primera flecha que volaba.- No seamos menos... -tenso el arco y disparo al segundo Orco. Cubierto bajo la capucha, su mirada era expectante.

Mientras soltaba la flecha, pensaba en las posibilidades tácticas del combate, en los mejores huecos y movimientos, intento observar de nuevo de mala manera su entorno esperando no dejarse nada importante.

Pendientes como estaban de la magia de Sapo, todos esperaron para que el conjuro del pequeño Gnomo surtiera efecto para desvelar la emboscada.

Sapo, con el pergamino abierto ante sí, leyó con una voz que encerraba el poder de la magia las runas inscritas en él, que, con la misma rapidez y cadencia que el Gnomo imprimía a sus palabras, fueron desapareciendo de delante de uno de sus ojos, mientras el otro ojo vigilaba a los Orcos a los que quería afectar. En el mismo momento que terminaba de leer el pergamino y los últimos vestigios de runas desaparecían del papel, decidió* que el tercer Orco de la fila se había adelantado lo suficiente como para afectar al segundo y a su objetivo principal, el tercero. Así que focalizó su magia justo en el medio con un simple ademán. Una gran sonrisa iluminaba su rostro en ése momento, una sonrisa, que, si él mismo se hubiera dado cuenta, era de lo más sincera y empática que él podía transmitir, y no como las muecas que solía hacer para intentar caer en gracia a los demás. Lástima que no hubiera nadie mirándolo ahora mismo.

El Orco que iba enmedio de todos cayó como un fardo de ropa sucia, cosa que probablemente se acercaba a la realidad bastante, al suelo, entre ronquidos inaudibles por la algarabía general. Durante el espacio de apenas un segundo, los Orcos que ibas detrás de él se callaron y lo miraron con cara de perplejidad.

De repente, el bosque cobró vida alrededor de los Orcos.

Galdar gritó "¡Muere bestia!" mientras cargaba sorteando la maleza de al lado del camino contra el último Orco por la espalda. La maza de Galdar iba directa a la cabeza del Orco, que no hubiera tenido oportunidad ninguna de esquivar el ataque, pero la falta de luz hizo que el ataque de Galdar se quedara corto, pasó a apenas un dedo de la cabeza del Orco, que pegó un respingo al ver su vida pasar por delante de sus ojos y no saber porqué.

Lauriel se levantó y tensó su arco largo con cierta dificultad, pero con soltura pese a la posición forzada y las múltiples ramas, apuntando al Orco que iba en cabeza. "Mío." musitó tan bajo que Lilith tuvo problemas para escucharla, pese a estar a su lado, ya que los dos Orcos que iban en cabeza aún gritaban y cantaban, sin haberse percatado de nada. La flecha rozó la cara del Orco, produciéndole una fina herida de la que comenzó a manar sangre. El Orco echó la cabeza hacia atrás por instinto, perplejo, no antes de que una segunda flecha, la de Lilith, se clavara en el hombro izquierdo de la criatura, que miró la flecha como diciendo "¿Qué cojones es ésto y qué hace en mi hombro?". Para sorpresa de Lilith, Lauriel había demostrado ser más rápida que ella, aunque fuera media décima de segundo. A veces, en un combate real, ese era el tiempo suficiente para establecer la diferencia.

Shagar, que había esperado como todos, ahora sí, cargó hacia adelante. Durante un momento pisó el sendero y le bloqueó la vista ha su hermano. Pasó rápidamente por alrededor del último Orco, tan rápido, que al Orco no le dió tiempo a hacer nada, dejando ya la vista libre a Estragón. Dado que no llegaba al antepenúltimo** aún, decidió presentarle la hoja de su arma al penúltimo Orco. Golpeó con su arma en la parte trasera de la rodilla, esperando derribar al contrario, pero lo que hizo, sin pretenderlo, fue cortarle la pierna. Un chorro de sangre comenzó a manar mientras el Orco gritaba de dolor, caía al suelo y comenzaba a temblar agarrando la hierba con ambas manos, mientras dejaba los ojos en blanco. El único orco que aún no se había dado cuenta de nada y continuaba cantando y gritando todo lo alto que podía, el segundo de la fila, se calló inmediatamente y comenzó a darse la vuelta, tratando de saber qué estaba pasando....

Estragón se adelantó, él y toda su masa de carne bamboleándose con él, y lanzó el cuchillo con certera puntería, que se fue a clavar ahí donde te pica en la nuca, justo en el medio. El Orco vió de nuevo su vida pasar por delante de sus ojos, ésta vez a marcha rápida y con un par de bonitas palabras justo antes de que llegara el fundido en negro..."The End", que en Orco significaba algo así como "Estás jodido macho". Cayó al suelo y se quedó mirando a su compañero que bramaba como un loco antes de entender porqué no podía moverse, medio segundo después, ya no le importaba nada. Ya no estaba ahí. No emitió ni siquiera un gruñido cuando una rata le mordisqueó con saña un tobillo. Si aún hubiera estado vivo, no lo hubiera notado, pues Estragón había cortado la conexión sináptica de su cerebro con el resto del cuerpo.

El silencioso Eco oteó a su objetivo entre las ramas, comprobando que sus compañeras atacaban al ver caer el cuerpo del Orco al suelo. Inmediatamente después de ver cómo las dos flechas de ellas se clavaban en el primer Orco, disparó la suya, apuntando al cuello del Orco. En honor a la verdad, hay que decir que Eco casi no veía a los Orcos, apenas distinguía unas siluetas en la oscuridad (al igual que Galdar y Hathol) pero a pesar de todo, Freya parecía haber guiado su mano. La flecha se clavó profundamente en el cuello del Orco, que abrió los ojos mucho mientras trataba de gritar, pero sólo un borboteo sanguinolento salió de su boca, mientras caía de rodillas al suelo, para caer de bruces momentos después.

Hathol, que apenas unos momentos antes de comenzar Sapo a recitar el conjuro estaba preparado para la carga, se quedó un momento perplejo ante la rapidez de la reacción del resto de sus compañeros. Reaccionó, pero tarde. "Eh!!! ése era mío!" le gritó a Shagar, justo después de que el Orco cayera al suelo con la pierna cortada..."¡Te sigo!¡No dejemos ni uno...jajajaja...!"

Los Orcos, ni qué decir tiene. Lo único que pudieron hacer fue mirar a su alrededor, tratando de averiguar cuánta gente les atacaba, porqué y si habían más. "¡NOS ATACAN, ESTUPIDOS!¡SACAR HACHAS Y MATAR!" dijo el llamado Kren, en un perfecto Orco***.

Pese a la oscuridad, la sorpresa había sido de lo más efectiva, y la mitad de los Orcos habían caído. Pero los Orcos eran famosos por ser enemigos duros de roer...

Eco suspiro, derribar al orco en cabeza era una prioridad, le había cortado el apoyo más próximo pero aun seguía en pie, tenían que tumbarlo. Sin dudar un momento disparo una segunda flecha buscando su objetivo, más al girar el arco golpeo con una rama haciendo que se perdiera en la oscuridad su intento de tumbar al líder de esa jauría.

Aggg concéntrate, concéntrate pedazo de trozo de ascuas y llamas -suspiro intensamente, bajo la cabeza hacia el suelo... la mirada se le encendió, lentamente volvió a mirar al líder- Tu.. no... vas... a huir.

Esperaba que le diera tiempo a disparar de nuevo antes de que retomara la razón de lo que ocurría aquel que llevaba el Crisol. Mientras sacaba una nueva flecha miro a sus compañeros en derredor intentando discernir como iba evolucionando la situación.

Escuchar caer el cuerpo como un saco de patatas le hizo sonreír, sin embargo no estaba satisfecho del todo. El pequeño gnomo era un perfeccionista y no le servía una probabilidad de un 50%, mucho menos contra estúpidos orcos cabeza-hueca. Era ambicioso y quería más. Seguía irritado por haber comprobado que no era tan poderoso con su magia como hubiera deseado, así le había quedado patente en el combate contra Vortigen.

Movió su cortas patas lo más rápido que pudo para avanzar por el bosque a la vez que tomaba la ballesta de su espalda. Sus cálculos mentales le decían que, ahora, lo más apropiado era disparar el arma que siempre llevaba cargada con un pequeño virote, tan afilado como la lengua de Estragón. El virote salió despedido con gran velocidad y de nuevo el pequeño Sapo pudo sonreír feliz al escuchar el sonido del cuero perforándose. Esperaba un alarido de dolor por parte del orco pero no llegó más que un decepcionante quejidito.

Aquello era muy extraño... Estragón estaba acostumbrado a que cuando retorcía el cuello a una gallina para sacrificarla en la olla, el animalejo siguiese moviéndose, y hasta corriese, sin cabeza ni ná. Parecía que los orcos no funcionaban igual, y que aún con cabeza, el más mínimo daño brutal en el cuello fuese suficiente para dejarlos más muertos que el sushi de tres días. Eso era un alivio. El sushi de tres días es bueno para el cuerpo, y además está riquísimo. Ojalá Estragón aprendiese la técnica de la Costa de la Espada para no matar al pescado al prepararlo, porque es que sino parece que come pescado podrido.

Los ojos de Estragón veían claramente en veinte, cuarenta, sesenta pies, pero no mucho más allá, así que no tenía ni idea de cómo irían las cosas en el otro extremo de la cola de orcos. Lo único que esperaba es que esos tres fuesen lo suficientemente inteligentes como para matar primero al orco que llevaba el crisol, y no se entretuviesen matando al otro orco, uno que iba justo por detrás del cabecilla. Tocaba correr, por si las moscas.

¡Hermano! ¡No corras tanto! Arf... arf... ¡Déjame a mí que me ocupe del siguiente!

Sin saber si su hermano le iba a hacer caso o no, Estragón trató de adelantarle mientras Shagar sacaba la lanza de su víctima, Estragón zarandeó el rodillo de amasar en el aire como si de una clava se tratara. Como cogiese una cabeza de orco de por medio, se la podía arrancar de cuajo y todo.

Mientras, cinco pies más abajo...

Rata seguía mordiendo dónde podía, y la verdad es que su rival no estaba mostrando una resistencia muy viva, pero no todo el mundo puede sobrevivir a una emboscada de Rata. Entonces vió a Estragón correr hacia allí con el palo de masajear ratas y amasar harina. ¿Podría Rata subirse a Estragón en movimiento como los jinetes esteparios a sus caballos? Claro que sí, es Rata, el roedor más intrépido de Faerún.

La bota de Estragón sobrevoló el cadáver del último orco de la hilera, y Rata saltó hacia arriba para agarrarse al herrete del cordón como si fuese una liana. El peso de Rata fue suficiente para correr el nudo y desatar la bota, y mientras Rata era arrastrado por el aire peligrosa y heroicamente cerca del suelo, el otro extremo del cordón fue pisado por la suela de la bota del otro pie. Estragón se estampó contra el suelo y Rata salió volando hasta caer entre la espesura de hierbas altas.

Lilith procuró no ser vista mientras se alejaba varios metros de Lauriel, así como del orco que portaba el crisol. Aunque ya sería mala baba que un orco (por muy líder que se creyera) fuese capaz de seguir el rastro de su flecha hasta dar con ella. Así y todo, Lilith estaba acostumbrada a esquivar el ojo del enemigo siempre que fuera posible, si bien no siempre necesario. Pero la distancia jugaba a su favor. Era hora de apuntar a la cabeza.

Shagar hacia dias que buscaba ese enfrentamiento, habian caido varios orcos, pero el no es que no podia ser menos, no podia ser igual que los humanos flacuchos ni tampoco los elfos comebayas, ni mucho menos que eso pequeñajo con ojos de tonto del pueblo.

Empuño fuertemente la hacha y cargo directamente y recorriendo el sendero contra el siguiente orco que seguia la comitiba del crisol.

No espero a que el orco se fijara de donde viniera el hachazo, directamente se la clavo a la primera zona que encontro del orco.

Tu vas a luchar o gimotear como tu madre.

Los cánticos de triunfo se habían trocado en grítos de batalla y alaridos de agonía en aquella parte del bosque. Varios Orcos habían caído repentínamente, pero los que quedaban iban a plantar cara y vender cara su piel. No dejaban de ser enemigos temibles, una vez se te enfrentaban cara a cara.

Galdar, que había casi tropezado con el cuerpo del Orco en su ansia por seguir con el combate, elevó de repente una plegaria en mitad de la noche "Señor de la Venganza, ilumina la oscuridad para que pueda llevar a cabo mi cometido". Una tenue luz surgió de la maza del clérigo que iluminó un pequeño trozo del bosque y del camino donde yacían dos orcos y por donde en ése momento el resto de sus compañeros pasaban como una exhalación por su lado para llegar al siguiente orco, que dejando caer las cajas que llevaba, trataba de hacerse con su hacha.

Lauriel, por su parte, cargó de nuevo una flecha en su arco y disparó rápidamente, clavando la flecha en el costado de aquel Orco, que emitió un gruñido quedo y se limitó a poner la mano encima de la flecha y partirla, dejando un trozo dentro de su cuerpo. Lilith, disparó a su vez, pero la oscuridad no era una buena aliada, con lo que falló el disparo, pero por muy poco. Retrocedió en la espesura, cargando de nuevo su arco. Lauriel la miró de soslayo mientras Lilith retrocedía..."¿Qué haces? Está bien, yo lo entrentendré, pero espero que tengas buena puntería...." Lauriel dejó caer su arco al suelo y embrazó el escudo, intentando sacar su espada mientras veía como el orco se disponía a abalanzarse hacia ella.

Sapo por su lado, había conseguido perforar la armadura, y parte de la carne, del Orco que tenían en mitad del camino, justo un momento antes de que Shagar llegara y le arreara un hachazo* en el pecho, haciendo que el Orco cayera al suelo y no volviera a levantarse tras un estremecedor grito de dolor. El semi-orco no pudo evitar fijarse que el virote de Sapo sobresalía, burlonamente, justo un palmo por debajo de donde él había clavado el hacha*.

Estragón. El bueno de Estragón. El orondo de Estragón. Cayó al suelo cuan largo (y redondo) era, produciendo un galimatías de piernas y brazos consigo mismo. No se hizo el mínimo daño, pero tendría que levantarse con, más que probablemente, un Orco cabreado y armado con un hacha, muy, muy cerca. Nadie vió como una rata salía volando y aterrizaba en los matorrales cercanos al grito de "¡iiiik..ik.ikkkkk!"**

Eco intentó cambiar rápidamente de objetivo, pero su disparo se perdió entre los árboles. Lamentablemente había tenido que exponerse para poder disparar y vió como dos ojos rojos como luceros le miraban durante un instante. Kren le había visto, aquel Orco sabía que él estaba allí.*** 

Hathol adelantó a Shagar y a Estragón, ahora que podía ver. "¡Bien hecho, clérigo!¡TEMPUS, DAME FUERZAS!" gritó el guerrero mientras pasaba por al lado del agonizante orco mientras Shagar retiraba su hacha del pecho de aquel desgraciado.

El Orco rugió mientras se abalanzó hacia el soldado, que apenas lo vió venir porque estaba en el límite de la luz del clérigo, pero gracias a eso, aún tendría una oportunidad. El orco dormido, seguía roncando a pierna suelta.

Mientras tanto, delante, Kren tomó su hacha y mirando izquierda y derecha, tomó la decisión de dejar a ése patético humano pudrirse, sabía que los humanos no veían un pimiento en la oscuridad "Me ocuparé de él en cuanto termine con las putas elfas" pensó mientras sacaba el hacha. "WAAAAAAAAAAAAAAAAAARRRGGGG!!!!" gritó al cargar hacia Lauriel, que levantó el escudo y se agachó, cometiendo el error de dejar de mirar al adversario. El llamado Kren desvió el golpe del hacha conforme bajaba, haciendo una "S" en el aire e impactando en el muslo de la Elfa por la parte de fuera, que había quedado desprotegido. "¡¡AAAAHHH!!" gritó la elfa, cuando un chorretón de sangre salpicó el suelo del bosque al incrustarse parte del filo en su pierna, atravesando la armadura.

"Vais a morir todos, puta, y me haré un collar con vuestros dientes....jajajajaja...¡Luego vas tú, zorra, no te escondas!" le espetó a Lilith, que miraba la escena de cómo estaban casi cortándole la pierna a Lauriel a escasos metros de ella. 

Shagar estaba caliente, tenia ganas de continuar y aun quedaban dos orcos que le impedia llegar al ultimo objetivo, las elfas tendrian que aguantar, cosa dificil contando lo que eran....

Asi que simplemente levanto la hacha y mientras avanzaba baja la hacha como si fuera lo mas sencillo, despues de ese solo quedaba el que estaba soñando, incluso el tonto del pueblo que nos acompañaba que no levantaba mas de un palmo seria capaz de acabar con el orco*.

- ¡Uh, uh, uh!- El gnomo estaba excitado por el fragor del combate. Los cuerpos de los orcos caían tan fácilmente a manos de sus compañeros como el que él mismo había dormido, sólo que con gran aparatosidad de sangre y vísceras y sustituyendo el plácido ronquido por gritos de agonía y estertores de muerte. Las cortas piernas del gnomo no daban para más y, cuando quiso darse cuenta, todos estaban ya bien lejos.

- ¡Esperad!¡Tengo más!- Aún le quedaban fuerzas para seguir combatiendo. Echó a correr por el irregular terreno hasta alcanzar el camino y  sobrepasar a Galdar y uno de los cadáveres orcos.

Pobre Lauriel, pensó Lilith, tensando de nuevo la cuerda del arco, pero debió haberse movido antes. Ahora el tal Kren, demasiado entretenido con sus juegos de matones, estaba a tiro perfecto, ya herido y ocupado. Sin embargo, pronto la encontraría a ella y ya no había más distracciones entre Lilith y su presa. Porque que un orco te persiga no significa que él vaya tras de ti.

Lilith disparó, se echó el arco a la espalda y corrió, acercándose con ligereza a Kren mientras preparaba sus dagas.

Oh, hermano... mamá estaría tan orgullosa...

¡Y qué caray! ¡Estragón también estaba orgulloso! Shagar no solía mostrar ningún tipo de valía en ningún campo: no era conversador, ni sociable, ni sabría distinguir el orégano de la nuez moscada. Tampoco era capaz de apretarse el culo para dejar salir el pedo con intermitencia y formar una melodía. Todos esos dones los había heredado Estragón.

Se nota que se esfuerza para impresionar a esa humana, Jerinor.

Pero miró a uno y otro lado, y Jerinor no estaba por ningún lado. Se había quedado al cuidado de los caballos. Entonces... ¿ante quién trataba de lucirse Shagar? Como fuese por Lauriel, menudo disgusto: un semiorco y una elfa. ¿Qué diría la gente? Estragón siguió corriendo por el camino, preocupado por aquella relación prohibida, y se topó con el orco dormido por Sapo. Los hay que se quedan sopa en cualquier lugar.

¡EL ÚLTIMO QUE ATE A ESTE...!-el orco se revolvió por el ruido, y Estragón bajó la voz para no despertarle antes de tiempo-Psssst... Alguien que lleve una cuerda, que ate a este orco para interrogarle luego.

Había tantas cosas que preguntarle: su nombre, su color favorito, cuántos orcos se habían quedado en el castillo en ruinas custodiando los globos gnomos...

Cinco pies más abajo, y toda una zapatería más pa'llá, Rata seguía con su propia aventura. Se había agarrado a lo alto de una hierba alta, y eso es mucha altura para una rata. El hierbajo se inclinó hasta dejar a Rata en el suelo, rodeado de la espesura, y sin el más mínimo atisbo de la linde del camino.

Rata vagó sin rumbo fijo hasta que se encontró por azar con un viejo colgante en forma de disco. Tenía inscripciones que ni siquiera Rata comprendía. Quizás, incluso, podría tratarse del común. También disponía de partes móviles, paneles que desplazar para que el medallón se abriese y enseñase el tesoro.

Rata puso sus patitas encima, y el medallón reaccionó inundándolo todo de luz debido a que es una reliquia de infinito poder... o a que un clérigo besa-monaguillos hubiese lanzado un conjuro de luz por allí cerca. La leyenda de Rata proseguía...

Galdar, tras ver que todo el mundo le había adelantado y varios orcos yacían en el suelo muertos, caminó hasta situarse detrás de Hathol, al que, poniéndole una mano cerca de su hombro diciendo "¡No te preocupes hijo, y lucha con brío, pues el señor de la venganza está de tu lado y vela por tí!"

Lauriel desenvainó rápidamente su espada y arremetió con fúria contra el Orco que le había hecho una fea herida en la pierna, pese a la protección de la armadura y su agilidad innata. "¡Clérigo!¡Ésa luz por aquí nos vendría muy bien!" La espada de la elfa se clavó en el vientre del Orco, atravesándolo de lado a lado, mientras el tal Kren observaba incrédulo hacia su estómago, sin poder dar crédito a lo que acababa de pasar. La elfa retorció la espada mirándolo a los ojos mientras apretaba los dientes....."¡MUERE, MALDITA BESTIA!". Durante un segundo, sus miradas se mantuvieron frente a frente, hasta que el Orco apartó de un manotazo la espada y el brazo de la elfa, que había mantenido retenidos contra un lateral de su cuerpo hasta ése momento. "Puta Elfa..."

La espada se había paseado a medio centímetro escaso del costado del estómago de Kren, y el Orco había tenido la suerte tremenda de atrapar, durante un par de segundos, la espada de la elfa que daba por hecho que había acertado el golpe. El Orco también pensaba que la elfa había acertado...hasta que bajó los ojos y se percató del error.

Lilith logró impactar con gran precisión en el hombro del Orco, que se tambaleó, ahora sí, con la herida recibida, pero aguantó en pie, para consternación de la guerrera, que se colocó el arco en la espalda y comenzó a prepararse para encararse con el Orco, cuerpo a cuerpo*. Mientras, en el otro lado del combate, el Gnomo correteaba, sobreexcitado por la matanza, hacia lo más crudo de la misma.

Shagar llegó, flanqueó, y destrozó al Orco por un lateral, mandando sangre y visceras como abono a formar parte del bosque. El orco se derrumbó como si le hubieran cortado un hilo que le mantenía en pie y Hathol miró a Shagar con una sonrisa de oreja a oreja...."¡SÍ SEÑOR!¡ASÍ SE HACE!¡VAMOS A TRITURAR A ESTOS MALDITOS!"

Estragón pasó como una exhalación por encima del nuevo muerto y del Orco dormido, mientras se preocupaba de su posible "sobrino" y del qué dirán...y es que con la familia uno siempre tiene que estar atento.

Eco levantó el arco de nuevo, apuntó tratando de no dar a la Elfa y disparó a la espalda del Orco, que se movía en las sombras delante de él, aunque la luz del clérigo se acercaba cada vez más. Sólo unos metros más y sería capaz de distinguirlo con claridad. La flecha se clavó sonoramente contra la madera del árbol....otra vez las sombras le habían confundido.

Hathol corrió detrás de Estragón, pasando igualmente por encima del muerto y del dormido. En su mirada se notaba la excitación del combate y las ganas de hundir su arma en el cuerpo de algún enemigo.

Al lado del árbol, el Orco levantó su hacha y la dejó caer donde estaba la Elfa, para encontrarse en su camino con una rama que bloqueó tan efectivamente como un escudo hubiera hecho, su ataque. "¡Tu suerte está a punto de acabar, zorra!" le dijo a la elfa, que trataba de protegerse como mejor podía.