Partida Rol por web

Cuando preguntas, varios de aquellos pequeños seres se miran entre ellos...

Los ves que "dicen" pequeños sonidos, algo guturales, más similares a un gruñido animal que a un dialecto en sí. Sin embargo, a los pocos segundos, te miran.

El que tienes posado en el brazo señala en una dirección, otro señala en otra, y un tercero en otra diferente. 

El resto de aquellas criaturas se quedan mirando a todos lados, mientras van apareciendo más ejemplares iguales.

Suspiré, decepcionada. Claramente parecían entender lo que decía, sin embargo no eran una fuente fiable de información. Y además, cuanto mas se acercaban a mi mas intranquila me tenían. No eran una amenaza por si mismos, pero tal vez estuvieran llamando a algo que sí lo fuera, y esa idea no me resultaba especialmente atractiva.

- No puedo quedarme mas tiempo, tengo que irme - les dije, no se muy bien por qué.

Volví a emprender la carrera por el camino, con mi característico movimiento casi fantasmagórico, mientras intentaba vislumbrar una isla superior. Empezaba a preguntarme cuantas vidas se perderían por mi misión, e incluso si perdería la mía própia.

Comienzas a caminar por el camino, mientras que las pequeñas criaturas, al verte moverte, comienzan a revolotear a tu alrededor, como un grupo de cachorros siguiendo a su amo.

Sin embargo, a los pocos metros, una de las criaturas parece prestar atención con mayor atención el brazalete que portas en el brazo... Se acerca y lo mira de cerca... Incluso lo toca en un momento y produce un ligero ruidito... 

TRas esto, varios de aquellos seres se acercan y comienzan a contemplarlo con fascinación. 

A pesar de que Ahanel sigue caminando sin prestar atención a las pequeñas criaturas voladoras, estas sí parecen concentrar su atención en el guantelete que lleva la joven.

Varios de aquellos seres se acercan volando y lo tocan varias veces con sus patas, haciendo que un ligero sonido metálico corte con la quietud del bosque.

Tras escuchar y mirarse entre ellos, varios de ellos intentan cogerte del brazo para tirar de ti y conducirte a algún lugar...

Seguí el camino con relativa tranquilidad. Los insectos de repente se interesaron por Susano'o, y este reaccionó extrañamente a su contacto, emitiendo un extraño ruido. No le di mucha importancia, así que seguí caminando con normalidad hasta que empecé a notar que querían tirar de mi. No tenían mucha fuerza, como era de esperar, y me daba mala espina lo que estuvieran intentando hacer. Sin embargo pocas trampas podrían atraparme, así que me dejé llevar por las criaturillas.

Las pequeñas criaturas, al ver que te dejabas guiar por ellos, comienzan a guiarte fuera del camino a traves del bosque. 

Al hacerlo, muchos de los pequeños comienzan a volar alrededor de la Duk'Zarist haciendo diferentes ruidos de alegría.

Y así, comienzas a internarte en el bosque conducida por aquellas criaturas, las cuales, al cabo de unos quince minutos andando, te conducen a la boca de lo que parece una cueva.

La entrada está rodeada de vegetación y la entrada era lo suficientemente grande como para poder entrar algo encorvada.

Varias de aquellas criaturas entran volando en la cueva mientras que otras te siguen empujando para que entres con ellos.

Las pequeñas criaturas te conducen hasta el interior de la cueva y, por un momento, te ves obligada a entrecerrar los ojos...

El brillo es impresionante...

Todo el suelo de la cueva está cubierta de oro... Incluso en las paredes se pueden ver piezas doradas clavadas en la roca... Todo un tesoro... 

Los duendes te conducen por el pasillo sin demora, emocionados, mientras que el choque del metal bajo tus pies resuena en toda la cueva...Un tesoro digno de un dragón... Impresionante...

Tras estar caminando por el interior de la cueva durante unos quince minutos, llegas a una zona que parece abrirse. Parece una cueva dentro de una cueva, sin embargo, los duendes se detienen y te indican, con las manos, que sigas adelante...

Esta cavidad está más baja que el tunel en el que te encuentras, de manera que desde tu posición te es imposible saber qué hay ahí abajo... De manera que... ¿La Duk'zarist se acercará al borde o preferirá quedarse donde está?

EN CAPÍTULOS ANTERIORES:

Una extraña Isla apareció en el cielo y Samael no se iba a quedar con los brazos cruzados. Por eso envió a algunos de sus mejores agentes a investigarlo.

Sin embargo, antes de comenzar, la isla ya dejó constancia que no iba a ser un viaje de placer, ya que Ahanel se vio sola en aquel lugar.

Avanzó con decisión hasta que se encontró con una extraña estatua, la cual liberó de sus cadenas apareciendo ante ella una Sylvain que la proporcionó algunas respuestas, también algunas incógnitas y la despejo el camino.

Cruzando uno de los portales, Ahanel se encuentra en un pequeño bosque con unas diminutas criaturas aladas que, tras mostrar interes por el guantelete que lleva, la conducen a una misteriosa caverna. 

No notaba ninguna fuente de vida en el interior de la cueva, por lo que no tenía muy claro si me convenía entrar. Las probabilidades no estaban a mi favor, pero el bosque era un lugar confuso y pese a que hubiera un camino nada me garantizaba que llegara realmente a alguna parte. Tal vez en el interior de aquella cueva encontrara algo que me ayudara a orientarme, o a llegar a mi destino. Con paso firme me introduje en el interior de aquella parte en la que las criaturillas pequeñas no se atrevían a aventurarse.

Si me habían llevado hasta una trampa, no tendrían éxito.

Los pequeños... Duendes... Hadas... Criaturas aladas... Te conducen por un estrecho pasillo por el interior de la cueva. Solo hay un camino, de manera que no te puedes perder. 

Varias de aquellas criaturas vuelan delante de ti, mirando hacia atrás para comprobar que les sigues, mientras que, el resto, se han metido por diferentes agujeros que hay en la gruta, desapareciendo de tu vista.

El pasillo puede ser de unos cuarenta o cincuenta metros, sacando esta aproximación por un leve resplandor que ves al final del todo. Sin embargo, tus ojos no tienen problemas en la oscuridad, de manera que sigues a las criaturas sin problemas y sin tropezarte.

Hasta que llegas al final...

Una inmensa cavidad dorada te espera, con montañas ymontañas de monedas, tesoros, pulseras, coronas, cetros y todo lo que te puedas imaginar. Es tal el brillo que sale del interior que, por un momento, te llega a molestar en los ojos. Aunque, no solo hay dinero o cosas innecesarias, también ves diferentes espadas, delicadamente trabajadas y con un brillo en su hoja que te resulta peculiar. Armaduras, de diferentes tamaños, colores  y materiales, algunas brillando más, aunque otras poseen cierto halo a su alrededor. También Arcos, flechas, hachas, lanzas, dagas... Todo tipo de tesoros.

Y, en las paredes, más de aquellos agujeros donde ves a las extrañas criaturas que te observan... Según ves, toda la pared está cubierta por aquellos pequeño pasadizos, así que toda la pared está repleta de aquellas criaturas.

Fruncí el ceño al ver que era una simple cámara del tesoro. No tenía mucha confianza en nada de lo que había ahí, pero intenté identificar cuanto pude de lo que allí había. Sin nada interesante, simplemente volvería al camino.

Echas un vistazo por encima a los diferentes artefactos que ves por allí...

La gran mayoría tienen un gran poder, no haciendo falta ser una experta para verlo. Algunos de ellos están al mismo nivel que el guantelete que llevas, y hay un par en concreto, una espada y una armadura, que incluso dirías que están por encima. Son piezas bastante suculentas.

Mientras observas, te das cuentas de que, varias de aquellas pequeñas criaturas, miran tu guantelente y lo siguen golpeando... Como si lo estuviera estudiando... Y cuando les miras, las criaturas te miran y te señalan con una de sus patas el guantelete y luego el montón de tesoros. 

Nada realmente útil. Si bien se trataba de artefactos poderosos, ninguno me suponía una verdadera ventaja. Sin embargo, sería un buen botín para Samael, así que me cargué la espada al cinto, junto con el sable del padre de Alhana, cogí un arco y un carcaj con flechas que parecían pertenecer al mismo juego y cargué la mochila con cuantos artefactos pudiera, ignorando que lo que aquellas criaturas querían en realidad era que dejara allí el Susano'o.

De no ocurrir nada por aquel saqueo, simplemente saldría de la cueva para volver al camino.

En cuanto vas a alargar la mano para coger cualquiera de los artefactos, los pequeños seres comienzan a aletear de forma amenazadora e, incluso, te enseñan los dientes.